El evangelio de Juan comienza presentándonos al Señor Jesucristo en la eternidad, en la íntima comunión con el Padre. Nos habla también de su divinidad y de algunos de sus atributos: Creador, Luz y Vida. Y finalmente nos explica su triunfo sobre las tinieblas.
Después de haber descrito al Verbo en la eternidad, el evangelista comienza a explicarnos las diferentes reacciones de las personas cuando el Verbo se encarnó. A lo largo del estudio podremos comprobar que este mundo no ha cambiado tanto como a veces imaginamos.
Nos encontramos aquí con uno de los hechos más grandes del evangelio: la encarnación del Dios eterno. El evangelista nos dice que Jesucristo es el Dios Hombre en quien se hallan dos naturalezas perfectas, la divina y la humana en una sola persona indivisible para siempre.
El Señor Jesucristo dijo de Juan que de entre los que nacen de mujer no se había levantado otro mayor que él. ¿Qué es lo que hace grande a un hombre de Dios? A lo largo de este estudio veremos algunas de las cualidades de este siervo de Dios que todos deberíamos imitar.
Juan el Bautista dio testimonio de Cristo y lo señaló como el Cordero de Dios que quita el pecado y bautiza con el Espíritu Santo. Y este es el Salvador que necesitamos; que puede perdonar nuestros pecados y regenerarnos para hacer de nosotros nuevas criaturas...
El pasaje describe el momento en que por primera vez varias personas se convirtieron en discípulos del Señor Jesús. Fue un acontecimiento que cambió profundamente sus vidas y que nunca olvidarían...
Dos nuevos discípulos siguen a Jesús, Felipe y Natanael. Nos llama la atención la promesa que Jesús le hizo a Natanael: "Cosas mayores que estas verás". Debemos recordar esto, porque como cristianos muchas veces nos inunda una sensación de pobreza espiritual, sencillamente porque no andamos con él.
Jesús asiste a unas bodas en Caná de Galilea. El incidente nos muestra la importancia que la boda tiene para el Señor y también cuánto necesitamos tenerle en nuestras vidas si no queremos encontrarnos a la mitad del matrimonio sin vino y sin alegría.
Jesús comenzó su ministerio público limpiando el templo de Dios de todo el comercio que los sacerdotes habían introducido y con el que se estaban lucrando. Desgraciadamente, los tiempos no han cambiado mucho, y la religión sigue reportando a muchos dinero, poder y fama.
Jesús dijo que era necesario nacer de nuevo para poder ver el reino de Dios. Este nuevo nacimiento no se consigue por medio de buenas obras, sino que es una obra del Espíritu Santo en el hombre que se arrepiente y pone su fe en Cristo.