Aunque hace cientos de años que el profeta Amós escribió su libro, sin embargo, su mensaje sigue teniendo la misma actualidad en nuestros días que la que tuvo entonces. Él también se dirigió a una sociedad materialista y consumista que practicaba una religión externa vacía de significado y que había producido una sociedad inmoral y decadente. Por lo tanto, su mensaje debe ser estudiado y anunciado también en nuestros días.
En esta porción del profeta Amós haremos un recorrido por seis juicios de Dios a distintas naciones que había alrededor de Israel. Esto servirá para recordarnos que hay ciertos principios morales que todo hombre y nación debería observar. Aquí adelantamos algunos de ellos:
- Preservar la dignidad de las personas; no somos cosas.
- El bienestar de las personas antes que el beneficio económico.
- La fidelidad en las relaciones.
- No guardar rencor en el corazón.
- Los derechos del débil deben limitar la ambición personal.
- La renuncia a la venganza.
Después de juzgar a las naciones vecinas de Israel, Dios se dirige a su propio pueblo y lo enfrenta con su pecado. Dios es justo y no hace acepción de personas, por lo tanto, no solo castiga el pecado de los incrédulos, sino que también disciplina a su pueblo (los creyentes, a su iglesia). Nos equivocamos terriblemente si pensamos que por el hecho de ser creyentes podemos vivir desordenadamente, en indolencia espiritual, deshonrando su Nombre y además quedar sin disciplina. Dios anhela la santidad en su pueblo.
El profeta truena contra su pueblo diciéndoles que el hecho de que Dios los haya escogido, nunca tuvo el propósito de servirles de excusa para sus maldades. El hecho de que Dios escogiera a la iglesia como cauce de sus bendiciones en esta era de gracia no es impedimento para que castigue la iniquidad siempre que se presenta. Véase el caso de Ananías y Safira en (Hch 5:1-11). Es muy grande la bendición de tener comunión con Dios; pero también es grande la responsabilidad de vivir de acuerdo con esa luz...
El profeta Amós hace una denuncia de la falsa religión que el pueblo de Dios practicaba y con la que se sentían a salvo. Sin embargo, su corrupción moral y espiritual estaban a la vista de Dios, quien no cesaba de hacerles continuos llamamientos a volver a él. El tiempo se acababa, y si no se arrepentían, tendrían que enfrentarse al juicio divino. Por todo esto, el profeta exhorta al pueblo a prepararse para venir al encuentro de su Dios.
Dios expresa un profundo lamento por su pueblo Israel por el juicio que iba a venir sobre ellos. Pero junto a esto hay un llamamiento: "Buscad a Dios y viviréis". Ahora bien, si oían la voz de Dios deberían producirse cambios en sus vidas. Hasta ese momento se habían conformado con cumplir con una religión externa, que quizá hasta les divertía, pero que no transformaba sus vidas como a Dios le agradaba, lo que les hacía merecedores de su juicio. No hay duda de que hoy también necesitamos seguir escuchando el mensaje de Amós.
El profeta Amós se dirige a un pueblo que se había olvidado de Dios. Tan confiados estaban en que todo andaba bien, tan satisfechos con su propia religión, que poco a poco se fueron alejando de él hasta llegar a un punto verdaderamente dramático. Y llegó el momento de "rendir cuentas" y entonces descubrieron "que Dios no estaba por ellos sino contra ellos". Una importante reflexión que todos nosotros debemos hacernos también: ¿Cómo es nuestra relación con Dios?
La Palabra de Dios es la única plomada confiable para nuestras vidas, ya que revela el punto de vista de Dios para nosotros. En esta porción vamos a ver que el profeta Amós tuvo varias visiones por medio de las cuales Dios le mostró el fracaso de su pueblo Israel y el juicio que iba a venir sobre ellos por su desobediencia a la Palabra. En medio de todo esto es conmovedora la oración del profeta pidiendo la misericordia de Dios para su pueblo.
Como buen profeta de Dios, Amós tuvo que enfrentar diversas tentaciones: cambiar la fidelidad a Dios por su propia seguridad personal, buscar el éxito en su ministerio y la prosperidad en lugar de obedecer a Dios. Sin embargo, Amós era un profeta auténtico y sin dudarlo antepuso la misión encomendada a su propio bienestar. Él había recibido un fuerte llamamiento de parte de Dios y no profetizaba con el propósito de hacer negocio. Por todo esto tuvo que sufrir amenazas, pero Dios vindicaría finalmente su Palabra.
El fin se acerca, y del mismo modo que la fruta madura es arrancada y echada en el canastillo, Dios se dispone a traer su juicio sobre este mundo pecador.