Estudio bíblico: Judá es librado de Senaquerib - 2 Reyes 19:1-20

Serie:   Ezequías   

Autor: Wolfgang Bühne
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Alemania
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Judá es librado de Senaquerib (2 Reyes 19:1-20)

(2 R 19:1-20) "Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová. Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz, para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas. Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda.
Vinieron, pues, los siervos del rey Ezequías a Isaías. E Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.
Y regresando el Rabsaces, halló al rey de Asiria combatiendo contra Libna; porque oyó que se había ido de Laquis. Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra. Entonces volvió él y envió embajadores a Ezequías, diciendo: Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú? ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar? ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?
Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová. Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios. Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído."
(2 R 19:35-37) "Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó. Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esarhadón su hijo."
Leer también (2 Cr 32:20-21).
Con los vestidos rasgados, cabizbajos y el corazón apesadumbrado, Eliaquim, Sebna y Joa, tres colaboradores de confianza del rey, se pusieron en camino para comunicarle a Ezequías el contenido del provocador discurso del Rabsaces, un emisario del rey asirio.
Ezequías tuvo que escuchar que el enemigo le había calumniado diciendo que era un rey impotente y que engañaba al pueblo de Dios. Pero el asirio no se conformó con atacar maliciosamente y de forma hiriente a Ezequías, sino que en la segunda parte de su discurso blasfemó contra el "Dios de Jerusalén", poniéndole a la misma altura que los dioses de los pueblos impotentes que fueron vencidos por los asirios:
(2 R 18:35) "¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?"
(2 Cr 32:19) "Y hablaron contra el Dios de Jerusalén, como contra los dioses de los pueblos de la tierra, que son obra de manos de hombres."
Después de que Ezequías escuchara este relato abrumador, rasgó sus vestidos en señal de dolor, se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová (2 R 19:1).
No hacía tanto tiempo que Ezequías también había subido a la casa del Señor después de su primera confrontación con Senaquerib. Pero entonces no buscó la presencia de Dios con vestidos rasgados para derramar su corazón delante de él, sino que se quedó en las puertas y columnas del templo, que él mismo había cubierto de oro. Mandó quitar este oro, para entregarlo contrito como tributo al rey de Asiria.
Fue en ese día oscuro, cuando dejó de confiar en Dios, que tuvo que aprender una lección dolorosa: que la confianza en la propia fuerza y astucia, siempre resulta ser una necedad, conllevando siempre unas pérdidas dolorosas. Senaquerib recibió gustoso el oro, pero ni en sueños pensó en abandonar su plan de sitiar a Jerusalén.

Aprendiendo de las faltas

Ezequías no había olvidado esta experiencia humillante, y vemos que aprendió de sus errores. Ahora, al subir al templo, no se detuvo en las puertas desnudas, sino que entró al interior de la casa para acercarse a Dios.
Ya sabemos que las faltas más tontas son aquellas que hacemos dos veces. Abraham, algunos de sus descendientes y seguramente muchos de nosotros también, hemos vivido esto. Pero ahora tenemos la posibilidad de aprender de los errores de otros.
Dos veces leemos en 2 Reyes 19 que Ezequías buscó la presencia de Dios: En el versículo 1, después del discurso de Rabsaces, y en el versículo 14, después de haber leído otro discurso blasfemo del asirio en una carta:
(2 Reyes 19:14) "Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová."
¿Cómo reaccionamos nosotros cuando somos calumniados y heridos? ¿Cómo reaccionamos cuando maliciosamente nos acusan de cosas que no hemos hecho y nos insultan públicamente? ¿Luchamos febrilmente por justificarnos o planeamos la venganza?
Nuestras reacciones a tales ataques muestran si como seguidores del Señor hemos aprendido lo que una vez dijo a sus discípulos:
(Mt 5:11-12) "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos"
Cuando a Guillermo Booth, el fundador del Ejército de Salvación, una vez le escupió un granuja de la calle, un ayudante suyo quiso limpiarle enseguida, pero él se lo impidió con las palabras: "¡No lo limpies! Es una condecoración de valentía".
Jorge Whitefield, el bendecido predicador del avivamiento que durante toda su vida sufrió enemistad y calumnias, escribió a la condesa Huntingdon, que le había amonestado a ponerse en guardia contra ciertos predicadores: "Alabo a Dios por haber sido puesto en segundo lugar muchas veces. Es bueno para mí haber sido engañado, despreciado, criticado, calumniado, juzgado y aislado por mis amigos más próximos y más queridos. En estas situaciones he conocido la fidelidad de Aquel que es el Amigo de los amigos, y he aprendido a conformarme con saber que Él, delante del cual todos los corazones están abiertos y quien conoce todos los anhelos, todo lo ve..."

La perspectiva correcta

Después de subir a la casa de Dios, Ezequías mandó una delegación de sus siervos al profeta Isaías para pedirle que les apoyara en oración:
(2 R 19:4) "Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda."
Los siervos de Ezequías regresaron con un mensaje alentador de Dios hablado por boca del profeta: Dios hará que el asirio oiga un rumor que le inquiete y que le haga volver a su país, donde Dios le matará (2 R 19:6-7).
Pero antes de retirarse de Jerusalén para ir rápidamente a su país, Senaquerib envió aún otra carta a Ezequías en la que trataba de infundirle nuevo temor, diciendo que regresaría, y resaltando de nuevo su poder y aparente invencibilidad. Además ponía en un mismo nivel a los dioses de los paganos y al Dios de Ezequías.
Con estas cartas de amenaza "de mano de los embajadores", Ezequías subió por segunda vez al templo "y las extendió Ezequías delante de Jehová".
En el versículo 15 leemos cómo Ezequías se dirigió personalmente a su Dios en oración, poniendo en sus manos el desenlace de esta contienda.
Nos alienta ver cómo tras su fracaso inicial, ahora la fe y confianza de Ezequías han crecido en las pruebas.
Comenzó su oración con las conmovedoras palabras:
(2 R 19:15-16) "Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente."
Ezequías ahora tenía la perspectiva correcta para poder evaluar la situación: elevó la mirada por encima de su propio trono y del trono del gran rey Senaquerib, y puso sus ojos en el trono de Dios, que mora entre los querubines. Si hacemos lo mismo, y nos dedicamos más al Señor, contemplamos un poco más de su grandeza, entonces esto nos ayudará a ver nuestros problemas relacionándolos con su enorme poder.
Aquí queda claro cómo Ezequías había aprendido a incorporar a Dios en su situación humillante y en la impotencia de su pueblo, pidiéndole que luche Él por su honra:
(2 R 19:19) "Para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios."

Vestidos rasgados y oración humilde

Según un comentarista antiguo, las armas de Ezequías eran "la armadura del santuario": vestidos rasgados y la oración humilde.
"Senaquerib jamás se había encontrado con un adversario así; un hombre que en lugar de ponerse el armazón, se envolvió en sacos, que en lugar de ir al campo de batalla sobre su carro, se puso de rodillas en el templo" (C. H. Mackintosh).
Al meditar en esta escena nos acordamos de Daniel, quien en una crisis similar que amenazaba su vida, desencadenada injustamente por las intrigas de sus colegas, no se valió de tácticas humanas para solucionar la situación. Como era su costumbre, subió al aposento alto de su casa para orar de rodillas tres veces al día con la ventana abierta en dirección a Jerusalén.
¡Cuántas preocupaciones, noches en vela, viajes inútiles, discusiones interminables, llamadas telefónicas costosas y nervios crispados podríamos evitarnos, si aprendiéramos de Ezequías y Daniel a confiar sólo en Dios y esperar la ayuda del Dios de Jacob!
(Sal 146:5) "Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios."
En (2 Cr 32:20-21) leemos otro detalle sobre la "guerra espiritual" de Ezequías, que no hallamos ni en 2 Reyes ni en el relato del profeta Isaías:
(2 Cr 32:20-21) "Mas el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron por esto, y clamaron al cielo. Y Jehová envió un ángel, el cual destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria."
En las diferentes pruebas de su vida, Ezequías aprendió a orar. Pero aquí le vemos junto con el profeta Isaías "clamando" a Dios unánimes y de forma muy concreta.
La oración unánime en conjunto tiene una promesa especial según (Mt 18:19). ¡Qué bendición es cuando como matrimonio, colaboradores y amigos podemos expresar nuestras aflicciones y peticiones delante de nuestro Señor Jesucristo.

Dios contesta

Dios respondió a las oraciones con dos mensajes prometedores por medio del profeta Isaías. En el primer mensaje Dios le anunció a Ezequías que Senaquerib volvería a su país y moriría allí por la espada (2 R 19:6-7).
El segundo mensaje habla ampliamente del juicio de Dios sobre la altivez y arrogancia de los asirios, y también de la bendición para Ezequías y su pueblo. Ezequías debía saber que tanto en ese mismo año, como en el siguiente, se podría cosechar, y que también su pueblo "echaría raíces" en el futuro y "llevaría fruto":
(2 R 19:30-31) "Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado de la casa de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto arriba. Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto."
En la misma noche, después de la oración unida de Ezequías e Isaías, según podemos deducir de (2 Cr 32:20-21), salió el Ángel del Señor y mató a 185.000 hombres en el campamento de los asirios. Senaquerib se volvió "avergonzado" a su tierra, y más tarde le mataron sus propios hijos (2 R 19:37).
Recordemos las palabras con las que Senaquerib se había burlado de Ezequías por medio de Rabsaces:
(2 R 18:23) "Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos. ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor?"
Del campamento de Israel salió un "capitán" (el Ángel del Señor) que mató en una noche 185.000 soldados. Pero ni siquiera esta derrota demoledora pudo quebrar la altivez y el orgullo de Senaquerib. En vez de humillarse ante el Dios de Israel, se arrodilló en Nínive ante su dios Nisroc, y ahí mismo fue herido a espada por sus hijos. En el mismo momento el pecado fue juzgado.
¡Dios no puede ser burlado!
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