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Salmos 90

Reina Valera 1960

La eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre

1Señor, tú nos has sido refugio
De generación en generación.

2Antes que naciesen los montes
Y formases la tierra y el mundo,
Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

3Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,
Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

4Porque mil años delante de tus ojos
Son como el día de ayer, que pasó,
Y como una de las vigilias de la noche.

5Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño,
Como la hierba que crece en la mañana.

6En la mañana florece y crece;
A la tarde es cortada, y se seca.

7Porque con tu furor somos consumidos,
Y con tu ira somos turbados.

8Pusiste nuestras maldades delante de ti,
Nuestros yerros a la luz de tu rostro.

9Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira;
Acabamos nuestros años como un pensamiento.

10Los días de nuestra edad son setenta años;
Y si en los más robustos son ochenta años,
Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,
Porque pronto pasan, y volamos.

11¿Quién conoce el poder de tu ira,
Y tu indignación según que debes ser temido?

12Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
Que traigamos al corazón sabiduría.

13Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo?
Y aplácate para con tus siervos.

14De mañana sácianos de tu misericordia,
Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

15Alégranos conforme a los días que nos afligiste,
Y los años en que vimos el mal.

16Aparezca en tus siervos tu obra,
Y tu gloria sobre sus hijos.

17Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,
Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;
Sí, la obra de nuestras manos confirma.


Copyright © 1960 by American Bible Society (http://www.americanbible.org)

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