Estudio bíblico de 1 Pedro 1:2
1 Pedro 1:2
Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro recorrido por la primera epístola universal del Apóstol Pedro y llegamos a una parte de esta epístola que nos introduce a profundidades doctrinales. Permítanos leer el versículo 2 del capítulo 1; que dice así:
"Elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas."
Simón Pedro se introdujo aquí en profundidades doctrinales. Por ejemplo, nos habló de la doctrina de la Trinidad; la presciencia de Dios el Padre, de la santificación del Espíritu y de ser rociados con la sangre de Jesucristo. Estimado oyente, no permita que nadie le diga que la Biblia no enseña la Trinidad. Porque la Biblia está llena de referencias a la misma. Con seguridad que no podemos considerar a Pedro como un pescador ignorante, por cierto, porque él estaba comentando asuntos de los cuales la mayoría de los cristianos no sabe mucho. Los teólogos intentan ayudarnos a entender las misteriosas doctrinas de la elección y la presciencia. Por ejemplo, Chafer dijo en su Telogía Sistemática: "Habiendo reconocido el derecho soberano de Dios sobre Su creación y habiéndole asignado un propósito racional en todo Su plan, la verdad contenida en la doctrina de la elección sigue una secuencia natural, como la función necesaria de alguien que es divino". Hasta aquí la cita.
Tenemos que reconocer que nuestro Dios es un Dios soberano y que el universo pequeño que conocemos es Suyo. Él lo creó. No sabemos por qué lo creó de la forma en que lo hizo, El es absolutamente omnisciente (o sea, que lo conoce todo) y ya que es omnipotente (es decir, que tiene todo el poder), y soberano, concluimos que El puede hacer cualquier cosa que quiera hacer que sea consecuente con Su carácter.
El tiene derecho a planificar para el futuro. . . Sus planes. Llamamos a esos planes secretos que Dios tuvo en Su mente desde el mismo principio. Es decir, que El tuvo un plan que iba a seguir. Decretó crear el universo y lo llevó a cabo. No consultó a ningún ser humano acerca de Sus planes. En realidad, nunca me preguntó a mí si yo quería existir. Él podía haberme dejado de lado. Él podía haberle dejado a usted de lado, estimado oyente, pero no lo hizo. Y podemos dar gracias a Dios de que pensara en usted y en mí.
Y luego, hubo el decreto para permitir la caída del hombre. Creemos que cuando el creó a un agente moral libre llamado hombre, habrá requerido mucho planeamiento por parte de Dios, sabiendo que iba a caer cuando se le diera la opción de tomar una decisión libre. La humanidad eligió desobedecer a Dios, pero Dios preparó planes al respecto. Había decretado elegir algunos para salvación, y decretó que enviaría a un Salvador al mundo, y así lo hizo. Decretó que salvaría a aquellos que vinieran a Él, es decir a los elegidos. Uno puede llamar a estas personas como quiera, pero las que han venido a Cristo para recibir la salvación son los elegidos. Alguien podría decir; "bueno, El no eligió a nadie", pero no encontramos esa declaración en la Biblia. En Juan capítulo 6, versículo 37, vemos que el Señor Jesús dijo: 37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera. Su invitación a todo el que venga se expresó en Su frase "Venid a mi". Esta es una legítima invitación para todos, pero tiene que haber una respuesta, una reacción, y la respuesta es su responsabilidad y mi responsabilidad.
Ahora bien, Pedro estaba hablando aquí de algo muy profundo cuando dijo: Elegidos según la presciencia de Dios Padre. Es que Dios está actuando de acuerdo con Su plan. Debió haber ante El una cantidad infinita de planes, pero El eligió este. ¿Por qué? Porque El supo que era el mejor plan posible, y el pequeño ser humano no se encuentra en una posición como para desafiar Su elección. El es el Creador y nosotros solo somos sus criaturas. Usted y yo ni siquiera determinamos el momento en que naceríamos, ni la familia a la cual llegaríamos, la estatura, ni el color de nuestros ojos, ni nuestro coeficiente intelectual. Lo que somos hoy se lo debemos a la gracia de Dios. El es Aquel que determinó para nosotros todas las cosas. Todas ellas forman parte de Su gran plan.
No sabemos por qué algunos encuentran defectos en que El tenga un plan. Lo que sucede es que piensan que El no ha hecho las cosas bien, pero de ninguna manera es así. El es bueno, compasivo y paciente. El quiere salvarnos, y quiere que tengamos vidas felices. Dios es Aquel en quien podemos confiar. Es extraño que algunos objeten que Dios tenga un plan cuando ellos están perfectamente satisfechos de hacer que otros sigan sus planes.
Por ejemplo, si usted realiza algún vuelo en avión, digamos de Europa a los Estados Unidos, cuando sube al avión y éste levanta vuelo, por lo general se escucha la voz del capitán que nos da información en cuanto a su plan de vuelo. Por lo general es un piloto que ya ha realizado este viaje varias veces, y tiene mucha experiencia. Y con frecuencia nos indica sobre qué países vamos a volar, es decir, que nos indica detalladamente la ruta que ha planeado seguir. Ninguno de los pasajeros presentará objeciones al plan porque a todos nos agrada que exista un plan específico de vuelo, basado en el conocimiento de los expertos que determinaron cuál era la ruta más adecuada y segura posible. Ahora, como es lógico, el piloto es un ser humano y durante el vuelo pueden presentarse factores que él no había previsto, que le sorprendan y que superen sus previsiones.
Nos alegra mucho, estimado oyente, saber que el Dios de este universo tiene un plan, sabe lo que está haciendo, hacia donde se dirige y que está haciendo lo mejor para nosotros. Así que le damos las gracias por su elección, que ha sido hecha de acuerdo con la presciencia de Dios ---es decir de Su conocimiento de las cosas futuras--- Dios puede llevar a cabo Su plan con una exactitud total porque conoce todas las cosas. El piloto de un vuelo ha recibido un informe sobre las condiciones meteorológicas, y su vuelo ha sido predeterminado, pero dichas condiciones podrían variar y alterarían al plan original. En cambio, nuestro Dios conoce todo. Él conoce todas y cada una de las condiciones. Él conoce todo que aquello que es previsible e imprevisible. Así que nosotros confiamos en El incondicionalmente. Cuando Pedro escribió elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre nos estaba informando lo que Dios el Padre había hecho.
Ahora, Pedro continuó hablándonos de la obra del Espíritu Santo, al escribir en santificación del Espíritu.
Recordemos que cuando la palabra santificación es identificada con Cristo, significa que Dios la ha hecho nuestra santificación; nunca podremos hacerlo mejor, en lo que se refiera a nuestra posición, que lo que somos en este momento, porque en El estamos completos, y somos aceptados en Su amado Hijo. No podemos agregar a esta situación nada de nuestra parte, porque esa es nuestra posición en Cristo.
Sin embargo, cuando la palabra santificación está identificada con el Espíritu Santo, significa algo más. Cuando Pedro escribió en santificación del Espíritu estaba refiriéndose al ministerio del Espíritu Santo en el mundo, que no solo convierte a las personas ---es decir, que es responsable del nuevo nacimiento espiritual--- sino que también comienza una obra en sus vidas para llevarlas a un nivel de madurez ,y para que se conviertan en cristianos espiritualmente completos y maduros. Desgraciadamente hay muchos cristianos que han sido salvos por muchos años y sin embargo, desde un punto de vista espiritual, llegarán al cielo como niños en Cristo. No han madurado en absoluto. Será embarazoso llegar a la presencia de Dios en ese estado de infantilidad. El trabajo del Espíritu Santo es hacernos cada vez más santos aquí en la tierra. Desearíamos que en círculos cristianos se hablara más sobre este importante asunto.
Hay muchas organizaciones cristianas que nos están diciendo como puede uno llegar a ser un cristiano adecuado, realizado, y como sentirnos mejor como cristianos, o como disfrutar más de la vida cristiana. Estimado oyente, esperemos que usted nunca llegue al momento en que usted no se sienta su insuficiencia, su incompetencia, y a la vez, su dependencia de Jesucristo como Su Salvador y Señor. No nos agrada ver a cristianos que se sienten suficientes, en un estado aceptable. No nos estamos refiriendo a ninguna persona ni organización. Simplemente estamos insistiendo en que la Palabra de Dios nos enseña que, la santificación de un creyente tiene lugar por la acción del Espíritu Santo de Dios, y no por medio de métodos diseñados por el ser humano.
Reiteramos que la Trinidad está mencionada en este versículo 2 del primer capítulo de esta carta, en la frase elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre ---El lo planeó--- en santificación del Espíritu, ---El nos protege hoy; y es por ser rociados con la sangre de Jesucristo ---y esta es la aplicación personal del sacrificio en la cruz, la obediencia.
Quizás alguien quizá pregunte: "¿Cómo puedo saber yo que soy uno de los elegidos?" La división es entre dos grupos; los que creen, (los que vienen a Él) y los que no. Usted puede saber a qué grupo se ha integrado haciéndose preguntas, como por ejemplo, las siguientes: ¿Se ha convertido usted en una persona obediente a Él? ¿Es Cristo realmente su Señor? Si lo es, usted le amará. El Señor Jesús dijo: si me amáis, guardaréis mis mandamientos. ¿Hace usted lo que quiere y lo llama la voluntad de Dios para su vida? ¿O usted hace lo que El quiera que haga? Si usted le pertenece, será obediente a Él.
El versículo 2 también habla de ser rociados por la sangre de Jesucristo. Con frecuencia existe un silencio con respecto a la sangre de Cristo, e incluso a aquellos que creen plenamente en la Palabra de Dios y aceptan sus enseñanzas. Mientras la sangre de Cristo corrió por Sus venas, no tuvo un valor salvador para nosotros; pero cuando esa preciosa sangre fue derramada, Cristo entregó Su vida. La vida del cuerpo está en la sangre. El derramó esa sangre para que usted y yo pudiéramos tener vida eterna.
Recordemos que el Apóstol Pedro estaba escribiendo aquí a aquellos que habían crecido en el judaísmo. Ellos eran la diáspora, la dispersión, los judíos creyentes que vivían en Asia Menor. Conocían el Antiguo Testamento y comprendieron que en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote llevó con él la sangre cuando entró en el Lugar Santísimo, y que roció la sangre siete veces en el propiciatorio o tapa del arca del pacto. Ahora, el Señor Jesús había tomado Su propia sangre al dirigirse al trono de Dios ---el trono ante el cual fuimos juzgados como pecadores--- y roció aquel lugar con Su sangre. El entregó Su vida y pagó el castigo que nos correspondía. En este momento, el trono de juicio y castigo se ha convertido en el trono de la gracia de Dios, a donde usted y yo podemos acudir para recibir la salvación.
Podemos decir que el Evangelio no ha sido expuesto con claridad hasta que el significado de la sangre de Cristo no haya sido explicado. Es posible que ofenda desde un punto de vista estético, como la ofensa que implica la cruz. Porque Cristo ha derramado en ella Su sangre. Por supuesto que el espectáculo de aquel sacrificio no es agradable, pero tampoco lo es el contemplar los pecados del ser humano.
En cierta ocasión tuvo lugar un accidente en el cual un tren arrolló a un coche en un paso a nivel. Dos o tres personas murieron en ese accidente. Hubo un juicio en el tribunal, y la persona que estaba a cargo de ese paso a nivel, fue interrogada por un abogado. El abogado le preguntó: "¿Dónde estaba usted en el momento del accidente?" Y este hombre respondió: "Estaba en el cruce de la vía del tren". El abogado le preguntó: "¿Tenía usted una linterna?" Este hombre contestó que sí. Y luego, el abogado dijo que no tenía más preguntas para él. El tribunal se dio por satisfecho con la evidencia presentada. Cuando este hombre salió del tribunal, alguien le escuchó murmurar: "Menos mal que no me preguntaron sobre la luz en la linterna, porque necesitaba remplazar la pila".
Estimado oyente, hay muchas linternas hoy que se mueven de un lado para otro en nombre de un cristianismo, que cree en la autoridad de la Palabra de Dios y que acepta sus verdades fundamentales. Sin embargo, a menos que la explicación del mensaje del Evangelio incluya el significado del rociamiento con la sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado, no habrá luz en las citadas linternas.
Ahora, el apóstol Pedro escribió en este segundo versículo del primer capítulo unas palabras claves, dice: Gracia y paz os sean multiplicadas. A causa de la obra de la Trinidad ---porque Dios pensó en usted, Cristo murió por usted, y el Espíritu ha venido a morar en usted para regenerarle, para poder hacer de usted una persona mejor--- ahora Dios puede salvarle por Su gracia.
Y el apóstol Pedro dijo aquí: Gracia y paz os sean multiplicadas. Sin la gracia de Dios, usted nunca conocerá la paz que solo Él puede dar. Estimado oyente, si usted no cree que Cristo derramó Su sangre por sus pecados, no podrá tener paz en su corazón. No es necesario que nos diga que no disfruta de esa paz. La paz, la certeza y la alegría vienen cuando usted sabe que sus pecados han sido perdonados.
Simón Pedro no estaba mostrando señales de advertencia con una linterna que no tenía luz. No estaba hablando de algo que era simplemente una teoría. Este pescador rudo conocía la gracia y la paz a través de la sangre de Cristo, porque Jesús mismo le había hablado de ello. La conocía porque había visto morir a Cristo, había contemplado cómo le sepultaban y después vio al Cristo resucitado. Y este hombre, que había sido soso, mimado e indeciso había llegado a ser un hombre con un carácter firme como una piedra. Este hombre pudo ponerse en pie en el Día de Pentecostés y predicar sobre la muerte y resurrección de Cristo. Pudo ser llevado a la cárcel, ser perseguido, fue capaz de escribir una carta como ésta y, finalmente ser crucificado por causa del Evangelio.
Ahora, después de haber pasado algún tiempo considerando el segundo versículo de la carta del apóstol Pedro, estamos seguros de que usted estará de acuerdo con nosotros, en que el apóstol ya no era un pescador ignorante. El pudo exponer en esta obra las importantes doctrinas de la elección, la presciencia o conocimiento previo, y la predestinación. Todos estos grandes conceptos se encuentran del lado de Dios y ninguno de nosotros puede ofrecer una explicación final. Estamos tratando con un Dios infinito, que conocer todas las cosas. Su conocimiento previo de la totalidad de los factores y circunstancias implica que conoce cada plan que se pueda imaginar y que El sabe exactamente lo que va a realizar.
Citaremos ahora nuevamente al Dr. Chafer, que dijo: "la presciencia es aquello que El se ha propuesto que suceda. De esta manera, entonces, todo el orden de los eventos, desde el detalle mínimo hasta el máximo, opera bajo el decreto determinante de Dios, para que tenga lugar de acuerdo con su propósito soberano. Hasta el punto en que la presciencia divina está estrechamente ligada a la predeterminación. De la misma forma, la presciencia de Dios debería ser distinguida de la omnisciencia, en el sentido en que esta última se amplía lo suficiente, como para abarcar todas las cosas, pasadas, presentes y futuras, mientras que la presciencia anticipa solo los acontecimientos futuros". Hasta aquí la cita.
Estimado oyente, reiteramos que estamos tratando con un Dios infinito. Usted y yo tenemos una mente limitada. No creemos que un cerebro como el nuestro pueda comprender al Dios infinito del universo. Y ya que El es omnisciente, y conoce todas las cosas que es posible conocer ---es decir, lo que está sucediendo y todo lo que podría suceder--- estamos confiando en El y tenemos la intención de continuar en esa dirección.
Bien, estimado oyente, por hoy vamos a dejar en este punto nuestro estudio y Dios mediante, en nuestro próximo programa, continuaremos el estudio de este primer capítulo, de la primera epístola universal del Apóstol Pedro. Le invitamos a que continúe acompañándonos en este recorrido "a través de la Biblia."
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