Estudio bíblico de 1 Juan 3:17-4:1
1 Juan 3:17-4:1
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por la Primera Epístola del Apóstol Juan. Para situarnos en el Bosquejo General que presentamos en la introducción, diremos que nos encontramos en la segunda gran división de esta epístola, titulada "Dios es amor", que se extiende desde el capítulo 2, versículo 3, hasta el capítulo 4, versículo 21. Y dentro de esta división nos encontramos en el párrafo que nos presenta a las dos naturalezas del creyente en acción. Dejamos nuestro programa anterior en el capítulo 3 y vamos a reanudar nuestro estudio a partir del versículo 17. Comentando el versículo 16, destacábamos lo siguiente. Este ha de ser nuestro ejemplo---la forma en que Dios amó. ¿Y cómo amó Dios? Pues entregando a Su Hijo. Esta fue la norma que el apóstol colocó ante nosotros.
Y añade el versículo, la conclusión: también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. No sé en cuanto a usted, amigo oyente, pero algunos no hemos alcanzado ese nivel en nuestra vida. ¿Sabe usted cuántos expondrían o entregarían sus vidas por usted? ¿Y cuántos de nosotros estaríamos verdaderamente dispuestos a arriesgar o entregar nuestras vidas por otra persona? Hoy no vemos este espíritu, esta actitud puesta en evidencia como debiera ser.
Esa fue la verdadera prueba de que Dios nos ama; entregó a Su Hijo a morir por nosotros. Bueno, esta fue la norma; El es nuestro ejemplo. Y Juan dijo que, en consecuencia, nosotros tendríamos que estar dispuestos a entregar nuestras vidas por los hermanos, Hasta que usted y yo lleguemos a ese alto nivel, no estamos poniendo en evidencia el amor que deberíamos tener por los hermanos.
Ahora bien, ¿cómo se hace realidad este amor en acción? Leamos el versículo 17 de este tercer capítulo de 1 Juan:
"Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?"
El apóstol Juan estaba diciendo que el amor no es simplemente un sentimiento; es algo que se expresa a sí mismo en acción. El apóstol Santiago también tuvo mucho que decir sobre este tema en su epístola. En ella, en el 2:15-16, escribió lo siguiente: 15Y si un hermano o una hermana están desnudos y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos y saciaos», pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Lo que él está diciendo aquí es que el amor no es un sentimiento. Es como si un hermano que está pasando por una necesidad se acerca a otro y toda la respuesta que recibe es "hermano, voy a orar por usted". Lo verdaderamente importante es si nuestro amor se pone en evidencia en lo que estamos haciendo o no. Resultaría trágico que, habiendo tenido en esta tierra toda abundancia de bienes materiales, muchos creyentes lleguen ante la presencia de Cristo sin haberlos utilizado para la causa de Cristo.
El amor verdadero se pone en acción. Podemos verlo en un hogar, en el contexto de la situación familiar, donde el amor se demuestra en los hechos, en el esfuerzo personal de cada uno para procurar el máximo bienestar de toda la familia, tanto en gestos, trabajos, grandes y pequeños detalles y en la preocupación compartida por las necesidades comunes.
¿Pero qué diremos del amor de los creyentes? Que debería expresarse también poniéndose en movimiento, en acción: Debería comenzar haciendo cosas los unos por los otros. Hasta que ese amor no se dé en la realidad de la vida diaria, será la mayor demostración de hipocresía. Uno expresa su amor por los hermanos por medio de lo que hace por ellos, no por lo que les dice. En este sentido, nuestra lengua es buena y rápida para correr y llegar más lejos que nuestras manos y pies. Pero el verdadero cristianismo es un asunto del corazón y, dicho de forma realista, no de la cabeza o la lengua. En este pasaje el apóstol Juan nos dijo, de forma definitiva, que si somos hijos de Dios, expresaremos esta clase de amor.
Leamos el versículo 18 de este capítulo 3 de la Primera Epístola del Apóstol Juan:
"En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor."
Se requiere de nosotros, los creyentes, un amor sacrificado, abnegado. Puede que no sea necesario entregar nuestras vidas, pero sin duda implica, si fuera necesario, poner a disposición del Señor la esencia de nuestra persona, incluyendo las cosas que más valoramos en esta vida. Porque el cristianismo es fundamentalmente una relación de amor. Continuemos leyendo el versículo 19:
"Nosotros lo amamos a él porque él nos amó primero."
Si nuestras vidas ponen en evidencia estos factores de los cuales nos habló el apóstol Juan, tendremos y sentiremos una certeza cuando acudimos a Dios por medio de la oración. Juan dejó bien en claro que es posible avergonzarse de la aparición de Cristo cuando El regrese. Muchos hablan sobre la venida de Cristo, pero no parecen estar haciendo nada al respecto. Cuando usted y yo venimos a presentarnos ante Su presencia, el encuentro con el Señor podría llegar a ser una experiencia impresionante, abrumadora, porque El va a requerir que presentemos algún fruto. ¿Y qué hemos estado haciendo en este sentido? En Juan 14:15 el Señor dijo: si me amáis, guardad mis mandamientos. Uno de Sus mandamientos es difundir la Palabra de Dios, hacerla llegar hasta los confines de la tierra. ¿Está usted comprometido de alguna manera en esa tarea? ¿Está usted implicado en acciones o actividades que revelen que es un hijo de Dios?
En algunos pueblos pequeños, o en comunidades como menos población, aun se ven muestras de sensibilidad cuando alguien está enfermo o necesita cualquier tipo de ayuda, Los vecinos acuden, preguntan, se interesan por los problemas de los demás y muestran de una forma práctica su solidaridad. En nuestra época, uno no puede menos que admirar estas actitudes que, desgraciadamente, no caracterizan a todos los tipos de sociedad. Y con respecto a los cristianos, nos tememos que muchos de ellos no parecen estar implicados en las mismas cosas en que el Señor estaba interesado. Deberíamos todos recordar que en un día futuro vamos a tener que rendir cuentas ante El.
Uniendo los versículos 18 y 19 que hemos leído, seleccionamos la siguiente frase: Hijitos míos, no amemos ni de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad; en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él. Si usted es un hijo de Dios y está utilizando los medios o recursos que El le ha provisto para difundir la Palabra de Dios, indiferentemente de cuál sea su situación personal o social, El le hará sentir en su corazón la certeza de que usted está actuando de acuerdo con Su Voluntad, haciendo las cosas que El quiere que se realicen. Entonces, cuando acuda a Dios ante El a través de la oración, tendrá seguridad y confianza cuando en un día futuro tenga que presentarse ante El. Pablo tuvo esta certeza cuando dijo: Por lo demás, me está reservada la corona de justicia (como podemos leer en 2 Timoteo 4:8). El apóstol Pablo lo supo con toda seguridad, tuvo esta certeza y convicción interior. Dice el versículo 20 de este tercer capítulo de l Juan:
"Pues si nuestro corazón nos reprende (o nos condena), mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas."
Pero, supongamos que no estamos haciendo lo que deberíamos estar haciendo, ¿quiere decir esto que hemos perdido nuestra salvación o que, en primer lugar, no la teníamos? En este versículo hemos oído que aunque nuestro corazón nos condene, Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo. Así que no perdemos nuestra salvación. Si sentimos que nuestro corazón nos condena, Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas que hay en nuestro interior. Si nosotros le fallamos, El no nos fallará. Puede que usted no sienta esa certeza cuando acude a Él. Realmente, algunos creyentes se presentan ante El con las manos vacías. Es como si pensáramos "Señor, no he hecho nada para ti, nada en absoluto, y sin embargo me estoy presentando ante Ti en oración". Debido a su grandeza, El escuchará su oración y la responderá de acuerdo con Su Divina Voluntad. Usted puede contar con El, confiar en El. Aun cuando no sienta esa certeza, estimado oyente, continúe acudiendo a Él para expresarle su gratitud o para presentarle sus peticiones.
En cierta ocasión, un joven que tenía un determinado vicio, consciente del daño que le estaba causando a él personalmente y a su relación con Dios, fue a conversar con su Pastor y le dijo que él había orado en cuanto a este problema, ,y el Pastor le dijo que orara más por este asunto. Y él respondió: "Bueno, yo no siento ninguna seguridad en cuanto a solucionar este problema; le he fallado tantas veces". Y el Pastor insistió diciéndole: "Dios conoce su corazón. Por la manera en que usted me está hablando yo creo que usted es sincero, y sé que Dios va a liberarle de este vicio. Por supuesto, usted no siente esa seguridad porque le ha fallado con frecuencia. Pero El es más grande que su corazón, le conoce a usted bien, y sabe que es sincero. Puede tener la confianza de que El se va a ocupar de usted y de su problema. Puede contar con ello". Continuemos leyendo el versículo 21 de este tercer capítulo de 1 Juan:
"Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios"
Si nuestro corazón no nos condena, o no nos reprende, nos da confianza, certeza en la oración. Nos da una seguridad. Hubo un predicador que ha tenido relación con el ministerio del Programa de Radio "A Través de la Biblia" (o La Fuente de la Vida) y nos agradaba oírle orar, porque oraba con seguridad. El no se dirigía a Dios en oración de cualquier manera, titubeando, tratando de agradar a Dios y a los que lo escuchaban, sino con gran espontaneidad y seguridad. Y pensamos que cuando una persona ora de esta forma, el Señor le escucha, así que siempre nos gustó estar en su lista de oración. Y cuando alguien ora con esta actitud, uno puede sentir el efecto de esa oración. El orar así, con esta fe y seguridad, constituye una hermosa experiencia. Leamos ahora el versículo 22 de este tercer capítulo de 1 Juan:
"Y cualquiera cosa que pidamos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de él."
Este es el amor en acción, que nos da seguridad en la oración. Cuando su vida agrada a Dios, usted puede esperar que El escuche y responda su oración. Esta experiencia es desesperadamente necesaria en el día de hoy. Recordemos a la iglesia primitiva o primera iglesia cristiana. En los Hechos 4:24 quedó registrado un incidente significativo de los días en que surgió la primera persecución y se les advirtió a los apóstoles que dejaran de predicar en el nombre de Jesús. Ellos se lo comunicaron a los otros cristianos y todo el grupo se dirigió a Dios en oración. Ellos no oraron pidiendo que cesara la persecución, no se les ocurrió pedir tal cosa, sino que comenzaron su oración con estas palabras: 24Ellos, al oírlo, alzaron unánimes la voz a Dios y dijeron: «Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay. Esta expresión parece estar ausente en las oraciones de algunos círculos cristianos. Muchas personas no están seguras de que nuestro Padre Celestial es Dios, y que El está controlando este universo. Juan dijo en este versículo que recibimos lo que pedimos porque obedecemos Sus mandamientos. Tengamos en cuenta lo que también dice el versículo 23 de este tercer capítulo de 1 Juan:
"Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado."
En otras palabras, Juan nos estaba diciendo: "No digáis que estamos creyendo en Él, y después no nos amáis los unos a los otros". El apóstol les recordó que con una frase proclamaban su alabanza a Dios, pero después pensáis o expresáis vuestro desagrado por tal o cual persona. El apóstol no estaba hablando sobre abrazos u otras expresiones externas de afecto, o de un amor que se expresa verbalmente. El amor citado en este pasaje no es el amor expresado en nuestro lenguaje, sino el que está presente en nuestra vida de relación. Se pondrá en evidencia a través de una preocupación genuina por el individuo. Uno no andará implicado en chismes o cotilleo, ni haciendo daño a otra persona, sino manifestando una verdadera preocupación por su situación. Esta actitud es sumamente necesaria en nuestros días. Esta es la vida cristiana expresada en pocas palabras. Como dice este versículo, que creamos en el nombre de su hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como él nos ha mandado. Leamos ahora el versículo 24, último de este tercer capítulo de 1 Juan:
"El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado."
El Espíritu Santo confirma estas verdades a nuestros corazones, si nosotros no le causamos tristeza. Entristecemos al Espíritu Santo cuando no obedecemos Su voluntad. Jesús dijo: Si me amáis, guardad mis mandamientos, (Como leemos en Juan. 14:15). Si no lo hacemos así, entristecemos al Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha sido dado a cada creyente, como el apóstol Pablo aclaró en Romanos 8:9, que dice: Vosotros no vivís según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu, no es de Cristo. En usted, como cristiano, mora el Espíritu de Dios, y es el Espíritu Santo quien confirmará estas verdades, convirtiéndolas en una realidad en su corazón. Así llegamos al
1 Juan 4
Este capítulo desarrolla los siguientes temas: (1) Advertencia a los maestros falsos y (2) Dios es amor -los hijos amados de Dios se amarán unos a otros. Veamos en primer lugar el párrafo dedicado a
Advertencia a los maestros falsos
Al llegar a este capítulo 4, nos encontramos ante una sección difícil de las Sagradas Escrituras. Una de las razones es que estamos ante el mundo espiritual, del cual no se conoce mucho. La segunda razón es que al tratar este tema es como si uno se encontrara en el territorio del Diablo.
Este es un pasaje muy importante de la Biblia, Y existe el peligro de que alguien pierda el control, pretenda alcanzas ciertas profundidades en el estudio de este tema, se precipite en expresar sus opiniones y se convierta en una persona fanática. Creemos que algunos cristianos manifiestan una preocupación anormal por el mundo, por lo oculto y misterioso, que consideramos peligrosa. Pero necesitamos saber lo que la Biblia enseña sobre este tema.
En los primeros 6 versículos de este capítulo, Juan pronunció una advertencia contra los maestros falsos. El nos dejó esta advertencia, habiendo simplemente establecido el hecho de que se nos ha dado el Espíritu de Dios y que se nos ha dado la unción para entender las cosas de Dios. Leamos entonces el primer versículo de este cuarto capítulo de 1 Juan:
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo."
Como ya dijimos, estamos tratando aquí el tema del mundo de los espíritus y la Biblia tiene mucho que decir al respecto. Por ejemplo, en el Salmo 104:4 leemos lo siguiente: el que hace a los vientos sus mensajeros y a las llamas de fuego sus ministros. Este versículo fue citado en la carta a los Hebreos 1:7, de la siguiente manera: Y ciertamente, hablando de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego. Y un poco más adelante en este primer capítulo de Hebreos leemos, en el versículo 14. 14¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? Nunca hemos visto a un ángel y el Profesor McGee cree personalmente que los ángeles no tienen un ministerio para la iglesia en el día de hoy, porque cree que, ya que somos habitados por el Espíritu Santo y esa situación no puede ser mejorada. El profesor prefiere a un ser que no fue creado, como el Espíritu Santo, que a un ángel, que fue creado, para que le siga a todas partes y le sirva. El cree que necesitamos colocar el énfasis sobre el ministerio del Espíritu Santo en nuestros corazones y en nuestras vidas.
Pero no solamente hay ángeles buenos que sirven a Dios, sino que están también los ángeles caídos. A ellos también se los llama espíritus en las Sagradas Escrituras. Los Evangelios hablan con frecuencia del hecho de que en los días del ministerio de Cristo en la tierra, fueron considerados "espíritus inmundos". Y para hablar de ellos suele utilizarse la palabra "demonios", porque la Biblia utiliza ese término.
Estimado oyente, nuestro tiempo ha llegado a su fin. En nuestro próximo programa entraremos más en el tema del mundo espiritual y, como esperamos contar con su compañía, le sugerimos que lea por sí mismo hasta el versículo 3 de este cuarto capítulo de 1 Juan. Le agradecemos que nos esté acompañando en este recorrido que estamos llevando a cabo por esta epístola, que forma parte de nuestro viaje "a través de la Biblia".
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