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Estudio bíblico de Marcos 11:1-33

Marcos 11

En nuestro relato estamos llegando a los últimos días de la vida terrenal de nuestro Señor. He dividido este capítulo de la siguiente manera:

1. Jesús se presentó públicamente a Su nación como el Mesías (vv. 1-11)

2. Jesús pronunció un juicio contra una higuera (vv. 12-14)

3. Jesús purificó el templo (vv. 15-21)

4. El discurso de Jesús sobre la oración (vv. 22-26)

5. Jesús perturbó a los dirigentes religiosos (vv. 27-33)

Este capítulo 11 se ocupa de los 3 días en los cuales Jesús vino a Jerusalén. Yo he adoptado el punto de vista de que Su llamada entrada triunfal no tuvo, en absoluto, ese carácter. Fue la llegada de Jesús a Jerusalén de una forma pública, al finalizar su ministerio en la tierra y como tal se presentó en la ciudad. En realidad, equivalió a un rechazo hacia Su propuesta. De hecho, el entró en la ciudad en 3 días diferentes, y no solo en un día. Creo que cada Evangelio presentó un aspecto diferente de Su llegada a Jerusalén. El primer día, llegó en el día del reposo, en el sábado. Regresó el domingo y limpió el templo. Luego, regresó el lunes y lloró sobre la ciudad.

Leamos el versículo 1:

"Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos"

En los últimos capítulos Jesús se estaba encaminando hacia Jerusalén. Se estaba desplazando geográficamente y, cronológicamente, se estaba acercando al momento de Su muerte. Esta era la última semana de su vida en la tierra. Betania y Betfagé eran dos pueblos pequeños al otro lado del Monte de los Olivos, desde Jerusalén.

Continuando nuestra lectura, veremos que el Señor Jesús estaba impartiendo instrucciones a dos de Sus hombres. Leamos los versículos 2 y 3:

"y les dijo: Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: ¿Por qué hacéis eso? decid: El Señor lo necesita; y enseguida lo devolverá acá."

Hay dos explicaciones posibles en relación con el asno que Jesús iba a montar para entrar en Jerusalén. El Señor Jesús pudo haber sabido acerca de él, ya que era Dios y, por lo tanto, omnisciente. Por lo que éste pudo haber sido un milagro desde el principio hasta el fin. Por otra parte, todo esto pudo haber sido arreglado de anTemano tratándose, en consecuencia, de una operación enteramente humana. No parece necesario ver aquí un milagro, cuando una explicación natural resulta razonable. Yo creo que el Señor había hecho los arreglos correspondientes con anticipación, y creo considerándolo de esta manera le encontraremos un mayor significado. La característica importante fue que Jesús estaba afirmando Su autoridad, porque si alguien les hubiera preguntado por qué soltaban al asno, ellos debían decir que el Señor lo necesitaba.

Mientras algunos estaban tramando Su muerte, otros le rendían su lealtad y le obedecían. Esto ha sido cierto por más de 2.000 años. En la actualidad hay incluso 2 clases de personas. Al continuar nuestra lectura veremos que fueron al pueblo y encontraron todo justamente como el Señor había dicho. Leamos los versículos 7 al 9:

"Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron. Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso. Entonces trajeron el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor"

No estoy seguro de que aquello fuese muy impresionante para los que estaban en Jerusalén, especialmente para alguien que hubiera estado en Roma en el momento en que uno de los emperadores regresaba de una campaña militar y efectuaba una gran entrada triunfal como César victorioso. Se ha dicho que el tamaño del botín era tan grande y los prisioneros tan numerosos que el desfile podía durar por 2 o 3 días y noches. Esas sí que eran entradas triunfales.

En el caso de la entrada de Jesús había algunos galileos, campesinos, pero lo realmente emocionante e importante era que el Señor Jesús se estaba ofreciendo públicamente. Leamos el versículo 11:

"Y entró en Jerusalén, llegó al templo, y después de mirar todo a su alrededor, salió para Betania con los doce, siendo ya avanzada la hora."

Hay 2 detalles importantes para observar. Era evidentemente el sábado, el día del reposo y los cambiadores de dinero y los bueyes no se encontraban allí. En este primer día que entró en Jerusalén, vino como el Sacerdote, y El mismo era el sacrificio. El vino como el gran Sumo Sacerdote para ofrecer el sacrificio que era aceptable para Dios, por tus pecados y los míos.

Observemos que no pasó la noche en Jerusalén sino que volvió a Betania al atardecer. Jesús se había introducido públicamente en la ciudad demandando una decisión. Por lo que sabemos, no pasó la noche en la ciudad que le había rechazado. Continuemos leyendo los versículos 12-14.

"Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Y Jesús, hablando a la higuera, le dijo: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y sus discípulos le estaban escuchando."

Esto ocurrió en la mañana del segundo día, cuando ellos venían de Betania. Este era el segundo día en que Jesús entró en triunfo. Este pequeño incidente había causado una gran controversia. En este día El limpió el templo y pronunció un juicio sobre la higuera.

En mi opinión, la nación de Israel esta representada por la higuera. Aunque reconozco que otros pondrán objeciones a esta idea. Lo que realmente me interesa en este punto, es que hay aquí una gran lección espiritual. Los israelitas tenían las hojas exteriores de una religión dada por Dios, pero no había fruto espiritual. Me pregunto si podríamos decir los mismo de la iglesia actual. Ese fue el mismo mensaje que en el futuro sería enviado a la iglesia de Laodicea, en Asia Menor. Sus miembros tenían abundancia de recursos materiales, pero según el diagnóstico divino eran pobres y ciegos, y necesitaban colirio para aplicárselo a los ojos y así poder ver. Eso quería decir que el Espíritu Santo no estaba con aquella iglesia. Creo que es la misma idea que expresaba el profeta Isaías en 29:13:

"Dijo entonces el Señor: Por cuanto este pueblo se me acerca con sus palabras y me honra con sus labios, pero aleja de mí su corazón, y su veneración hacia mí es sólo una tradición aprendida de memoria,"

Yo creo que estas palabras describen la condición de la iglesia actual. En aquel incidente, el Señor maldijo la higuera y ésta se secó.

Pasemos a un nuevo incidente. Leamos el versículo 15:

"Llegaron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas;"

En esta ocasión El limpió el templo. El Evangelista Juan nos dijo que El limpió el templo al principio de Su ministerio y ahora lo estaba limpiando al final de Su ministerio. Esto ocurrió durante el segundo día, que no era sábado sino domingo. Los cambistas estaban entonces en el templo. Ellos tenían su lugar en mercado de valores y se encontraban allí para que los extranjeros que llegaban de otros países pudiesen cambiar su dinero. Los extranjeros no podían utilizar su propia moneda, sino que necesitaban las monedas legales del templo. Cuando los cambistas efectuaban el cambio de divisas, por supuesto, cargaban a la gente un cierto porcentaje. En cierto sentido, ese beneficio servía a una buena causa, pero el problema fue que nuestro Señor dijo que el lugar se había convertido en una cueva de ladrones, con el consiguiente alboroto que podemos imaginar.

Como puede verse, Su presentación pública como el Mesías no fue precisamente una entrada triunfal en Jerusalén. El fue rechazado. No me agrada el término y es ajeno al vocabulario Bíblico, llamar a esta entrada "triunfal". Esperemos hasta verle en un día futuro, cuando El regrese a la tierra, y como dice la carta primera a los Tesalonicenses 4:16, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Y entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos. Veremos a aquella enorme multitud de personas que han confiado en Cristo durante más de 2.000 años, millones de santos. Estimado oyente, aquella sí que será realmente una entrada triunfal. Creo que durará un prolongado período de tiempo. Aunque la resurrección ocurrirá en un momento breve, en un abrir y cerrar de ojos; pero el desfile durará bastante más. Y el Señor les guiará a un nuevo lugar, a una nueva creación, a un nuevo hogar llamado la Nueva Jerusalén, preparado para este nuevo grupo. ¡Aquella sí que será una entrada triunfante y gloriosa!

Ahora llegamos, en nuestro relato, al tercer día. Leamos los versículos 20 y 21:

"Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado."

Lo sucedido, que provocó el asombre de los discípulos, hizo que el Señor pronunciase un discurso sobre la oración. Comencemos leyendo el versículo 22:

"Y Jesús respondió, diciéndoles: Tened fe en Dios."

Resulta interesante que este discurso sobre la oración de fe surgiese del hecho de que Pedro llamase la atención sobre la higuera seca. Es que el primer paso de la oración debe ser depositar la fe en Dios. El escritor de la carta a los Hebreos 11:6, declaró el mismo principio, diciendo: Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que recompensa los que le buscan.

Tengamos, pues, en cuenta que la fe en Dios constituye el primer paso. Continuemos leyendo el versículo 23:

"En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: Quítate y arrójate al mar, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido."

Este versículo ha sido mal interpretado en la actualidad. El cristiano no tiene que andar literalmente removiendo montañas. Pero él sí necesita poder para vivir y hacer frente cada día a las montañas de las preocupaciones y los problemas. Es por ello que el apóstol Pablo oró por los creyentes de Efeso en su carta, 3:16, de esta manera: que Dios os conceda, conforme a las riquezas de su gloria, ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior; Por supuesto que no tendría sentido mover literalmente montañas. Pero, sinceramente, me gustaría ser fortalecido interiormente con poder por el Espíritu Santo. Creo que ésta es la idea importante y central de la cual El estaba hablando, cuando les proveyó esta ilustración visible para mostrarles lo que la oración podía lograr. Continuando con el mismo Tema, leamos el versículo 24:

"Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas."

Tenemos que tener fe en Dios. Sí. Pero ello no nos proporciona la capacidad de satisfacer nuestros propios deseos egoístas. Se trata de tener fe en Dios para que Su voluntad se haga realidad en nuestra vida. Y añade lo siguiente, en los versículos 25 y 26:

"Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones. Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones."

Aquí tenemos una condición que el individuo debe cumplir antes de que su oración sea oída y respondida. Un espíritu no perdonador interrumpirá la provisión del poder de la oración y ello es de suma importancia. Como nos dice la citada carta a los Efesios 4:32, Dios nos perdona en Cristo. De esa manera fuimos salvos. Pero si tú y yo hemos de tener poder en nuestras vidas, tendrá que haber primero perdón. Esto es no solo importante sino también esencial.

El relato trae nuevamente a los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos para intentar hacerle caer en una trampa. Leamos los versículos 27 y 28:

"Llegaron de nuevo a Jerusalén; y cuando Jesús andaba por el templo, se le acercaron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio la autoridad para hacer esto?"

Aquellos enemigos estaban aun tras sus huellas, los que anteriormente llamamos los sabuesos del odio. Le resistían en todo momento. Desafiaban Su autoridad. Eran los líderes religiosos, los representantes oficiales de la religión de su época, y a El no le habían delegado ninguna autoridad. Así que quisieron saber de dónde procedía Su autoridad. Leamos entonces, los versículos 29 y 30:

"Y Jesús les dijo: Yo también os haré una pregunta; respondédmela, y entonces os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme."

Aquella era, por cierto, una buena pregunta, a la vez que una devastadora pregunta para los líderes religiosos. Es que si ellos admitían que el bautismo de Juan era del cielo, entonces la pregunta que obviamente resultaría sería: "¿entonces por qué no le creísteis?" Si, por el contrario, ellos repudiaban a Juan el Bautista, entonces tendrían que enfrentarse a la oposición de la gente, que había aceptado a Juan. El relato continúa exponiendo aquel dilema, Leamos los versículos 31 al 33:

"Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: Del cielo, El dirá: Entonces, ¿por qué no le creísteis? ¿Mas si decimos: De los hombres? Pero temían a la multitud, porque todos consideraban que Juan verdaderamente había sido un profeta. Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y Jesús les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas."

Al fin los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos del pueblo, no tuvieron más remedio que escabullirse para evitar responder a la pregunta de Jesús y lo hicieron alegando ignorancia. Podría argumentarse que la actitud de ellos no le proporcionó a Jesús una razón suficiente como para no haber respondido a su pregunta. Pero tenemos que ser realistas y darnos cuenta de que ellos no estaban buscando una respuesta. Estaban tratando de colocarle en una situación difícil y conflictiva, haciéndole caer en una trampa. No tenían ninguna intención de seguir Sus enseñanzas, en caso de que El hubiera accedido a responderles. El no les respondió precisamente por eso, para no dar lugar a que lograsen hacer efectivas sus malas intenciones. La hora de su entrega, detención y humillación aun no había llegado. Esta es, al menos para mí, una de las grandes pruebas de la deidad de Jesús. Me refiero concretamente a la forma en que de desenvolvía ante Sus enemigos, llevándoles ante realidades indiscutibles y controlando la situación.

Al finalizar un incidente como éste, en que la actitud de Jesús, sus preguntas y sus respuestas, estuvieron orientadas teniendo en cuenta las intenciones de aquellos enemigos que le acechaban constantemente, viene bien recordar, como un gran contraste, a otras personas que se acercaron a Jesús individualmente, con un corazón sincero, habiendo recorrido algunos de ellos enormes distancias. De todas las edades, sexo y condición social, vinieron con una actitud de fe para escuchar sus enseñanzas, a buscar, alivio para sus interrogantes, sanidad para sus cuerpos y liberación de las fuerzas del mal. Eran como un rebaño de ovejas dispersas, que no tenían pastor. Es por eso que al llegar el Buen Pastor, se sintieron atraídos hacia él. Muchos le siguieron abiertamente, otros, en secreto. Otros dudaron, y quedaron atrás. Pero nadie sería el mismo, la misma, después de haber hablado con El.

También vemos el contraste en la actitud de Jesús hacia todos los que le buscaron con hambre y sed espiritual. A ellos les dio el alimento que necesitaban, porque El era el Pan de la Vida; les ofreció el agua de la vida eterna el día en que les habló del Espíritu Santo, para convertir el pozo estancado de cada ser humano en una fuente eterna.

Dios te ama y el que ama, sabe esperar. Tú también puedes acercarte hoy con confianza, con fe, para iniciar una relación con El. Recuerda que después de Su muerte y Resurrección, el camino a Dios ha quedado abierto. Y si te quedase alguna duda, algún temor, recuerda lo que El mismo dijo: al que viene a mí, de ningún modo le echaré fuera.

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