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Estudio bíblico de Levítico 10:1-20

Levítico 10

Tema: El grave error de Nadab y Abiú en el ejercicio del sacerdocio y su castigo mortal.

El libro de Levítico contiene poco material narrativo, y muchas instrucciones, rituales, reglas y leyes. Este capítulo ofrece un cambio en el ritmo de la lectura porque constituye un relato. Sin embargo, el interés se centra en la horrible tragedia registrada en este pasaje.

Esta es una mancha más en la extensa y sórdida historia del pecado y las intenciones del ser humano. Es el registro histórico de la rebelión y desobediencia de los 2 hijos de Aarón. Sigue al majestuoso día de la dedicación narrado en el capítulo anterior. Vemos que esto sucede con bastante frecuencia. Después de la emoción de la victoria, aparece el fracaso, tal como en libro de Josué la victoria de la caída de la ciudad de Jericó fue seguida por la vil derrota en la ciudad de Ai.

El orgullo de Nadab y Abiú es temerario a la luz de las claras enseñanzas que Dios pronunció en el Monte Sinaí. Dice Éxodo 19:22: que se santifiquen los sacerdotes que se acercan al Señor, no sea que el Señor irrumpa contra ellos. También en Éxodo 30:34-38 Dios le dio a Moisés la fórmula para el incienso que debía ser utilizado en la tienda de reunión y dijo: Y el incienso que harás, no lo haréis en las mismas proporciones para vuestro propio uso; te será santo para el Señor. Cualquiera que haga incienso como éste, para usarlo como perfume será cortado de entre su pueblo.

El carácter santo de Dios quedó establecido por este incidente, en el comienzo de la época de la Ley. Y el mismo carácter santo de Dios sería puesto en evidencia al comienzo de la época de la gracia de Dios, en el Nuevo Testamento, a través del incidente de Ananías y Safira, relatado en Los Hechos de los Apóstoles. La muerte fue el castigo drástico en ambos casos. Nuestro Dios es santo y trata a Sus hijos de acuerdo con ese nivel. Dice la carta a los Hebreos 12:29: porque nuestro Dios es fuego consumidor. Es algo que todos debiéramos aprender. Y la segunda carta a los Corintios 5:11 añade: Por tanto, conociendo el temor del Señor, persuadimos a los hombres. Tenemos que ser conscientes de esta realidad.

Hay una advertencia en Hebreos 12:25, que dice así: Mirad que no rechacéis al que habla. Porque si aquéllos no escaparon cuando rechazaron al que les amonestó sobre la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de aquel que nos amonesta desde el cielo. Este es uno de los grandes pecados de la hora actual. La gente no está escuchando lo que Dios tiene que decir en Su Palabra.

A continuación, como es habitual, veremos un breve

Bosquejo

Las restricciones para los sacerdotes, capítulo 10 (La muerte de Nadab y Abiú)

1. El incidente de Nadab y Abiú, hijos de Aarón, vv. 1-5.

2. Las instrucciones dadas a consecuencia del incidente, vv. 6-11.

3. El mandato sobre las ofrendas en relación con el citado incidente, vv. 12-20.

El incidente de Nadab y Abiú, hijos de Aarón

Leamos los versículos 1 y 2:

"Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner en ellos fuego y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del Señor fuego extraño, que El no les había ordenado. Y de la presencia del Señor salió fuego que los consumió, y murieron delante del Señor."

Podría argumentarse que el castigo de la muerte fue demasiado severo para la falta cometida. Pero observemos especialmente lo que Dios dijo al respecto, concretamente la frase que aludía a lo "que El no les había ordenado", que nos revela la enormidad de su delito, que merecía un castigo justo. Fue una desobediencia intencional y deliberada a un mandamiento expreso de Dios.

Pero, ¿qué hicieron para que cayese sobre ellos un juicio tan severo? ¿Qué fue lo que hicieron mal? Podrían hacerse las siguientes 3 sugerencias:

1. Probablemente no encendieron el brasero para el incienso, utilizando el carbón del altar, es decir, el fuego que había venido del cielo. Aparentemente, se daba por sentado que se debía hacer de esa manera. Esta era la práctica en el Gran Día de la Expiación, como se explicó claramente en Levítico 16:12, Y tomará un incensario lleno de brasas de fuego de sobre el altar que está delante del Señor, y dos puñados de incienso aromático molido, y lo llevará detrás del velo. Este sería el mismo ritual seguido en la rebelión de Coré, relatada en Números 16:46. Debe asumirse que este método era el único correcto. Y el ritual que ellos siguieron era contrario a lo dispuesto por Dios.

2. El momento elegido estaba fuera del procedimiento ritual fijado por Dios. El ritual del día ya había concluido y ellos tendrían que haber consultado a Aarón en este asunto. Aparentemente, quisieron repetir el despliegue espectacular descrito en el capítulo anterior.

3. Hay quienes piensan que Nadab y Abiú se introdujeron en la zona prohibida que estaba detrás del velo o cortina. Este punto de vista estaría apoyado por Levítico 16:1 y 2, que dice: El Señor habló a Moisés después de la muerte de los hijos de Aarón, cuando se acercaron a la presencia del Señor y murieron. Dijo el Señor a Moisés: Di a tu hermano Aarón que no en todo tiempo entre en el lugar santo detrás del velo, delante de la tapa que está sobre el arca, no sea que muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.

Parece como si la prohibición se hubiera producido a consecuencia del incidente de Nadab y Abiú. Ellos se habrían equivocado al entrar en aquel lugar. Dios había dado instrucciones en cuanto a tres aspectos: la forma de actuar, el momento oportuno y el lugar. Ellos se habrían equivocado en los tres.

Algunos podrían pensar que Dios utiliza una disciplina de cirugía extrema. Dios es soberano en todas sus acciones y los que se acercan a El deben hacerlo con las condiciones que El ha establecido. El no acepta la adoración ofrecida por nuestra propia voluntad, aunque nuestras motivaciones sean sinceras. En este caso, el alto cargo y responsabilidad de aquellos 2 hombres no les otorgaba inmunidad. También es importante destacar que desconocemos qué intenciones tenían para haber actuado en completa rebeldía frente al sisTema de adoración que Dios había instaurado, y que puede haber determinado la gravedad del castigo.

La ejecución inmediata del juicio resulta sorprendente. El texto dice que el fuego salió de la presencia del Señor. Debemos reconocer que el juicio o castigo no está excluido de la época en que opera la gracia de Dios, aunque no siempre ocurre así, de forma repentina. Hay 2 ejemplos bien diferentes. En la primera carta a los Corintios 11:30, el apóstol Pablo les dice a sus lectores que muchos que habían actuado de forma indigna, arrastrados por el pecado, estaban enfermos y débiles, e incluso algunos habían muerto. Y en los Hechos de los Apóstoles 5, en el incidente de Ananías y Safira, el castigo fue inmediato.

El castigo de Dios no implica que el creyente pueda perder su salvación. Nadab y Abiú, por una parte, y Ananías y Safira por otra, no perdieron su salvación, ni tampoco los creyentes de la iglesia de Corinto. La primera carta a los Corintios 11:31 y 32, dice: Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos, aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo.

La muerte física es, con frecuencia, el castigo para el hijo de Dios. La primera carta de Juan 5:16, nos habla de un pecado que lleva a la muerte, pero se trata de la muerte física. El hijo de Dios no es condenado con el mundo. Estos juicios que encontramos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento constituyen ejemplos cuya obstinación en realizar una adoración indigna resultó detestable para Dios. Es que el creyente, como pecador perdonado, sabe que tiene que acercarse a la presencia de Dios en las condiciones que El ha establecido.

La carta a los Hebreos 10:19-22 nos anima a acercarnos a Dios con confianza y libertad, pero tendrá que ser por medio de la sangre de Jesús. Podemos aproximarnos a El porque tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo. Como indica el citado pasaje, debemos acercarnos a Dios con un corazón sincero y una fe completamente segura, limpios nuestros corazones de mala conciencia y lavados nuestros cuerpos con agua pura. Frente a Dios, no da lo mismo actuar de cualquier manera. Levítico 10:10, dice debe hacerse una distinción entre lo sagrado y lo profano, entre lo puro y lo impuro. Debiéramos desechar la idea de que Dios no puede actuar hoy juzgando y castigando.

Hay 2 pasajes bíblicos, entre otros, que nos dicen que en algún momento Jesús vendrá a juzgar a un mundo perdido. El patriarca Enoc predicó y predijo ese juicio. La carta del apóstol Judas 14 y 15 dice que Enoc, el séptimo después de Adán, habló proféticamente cuando dijo acerca de esa gente: "Vi al Señor, que venía con miles y miles de sus ángeles a juzgar a todos y a condenar a todos los malvados, por todos los crímenes que cometieron en su maldad y por todas las palabras insolentes que como malvados pecadores dijeron contra él. Y el apóstol Pedro dijo lo mismo, en su primera carta 4:18, Y si el justo con dificultad se salva, ¿qué pasará con el malvado y el pecador?

Volvamos a nuestro capítulo 10 de Levítico y leamos los versículos 3-5.

"Entonces Moisés dijo a Aarón: Esto es lo que el Señor habló, diciendo: Como santo seré tratado por los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado. Y Aarón guardó silencio. Llamó también Moisés a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo: Acercaos, llevaos a vuestros parientes de delante del santuario, fuera del campamento. Y ellos se acercaron y los llevaron fuera del campamento todavía en sus túnicas, como Moisés había dicho."

Cuando la noticia se divulgó por el pueblo, la gente debe haberse reunido alrededor de la tienda de reunión para contemplar los cadáveres de aquellos dos jóvenes. Entonces Moisés citó las palabras del Señor para darles una explicación del castigo. Viene bien citar aquí la advertencia del Señor a Moisés al pie del Monte Sinaí, registrada en Éxodo 19:22, También que se purifiquen los sacerdotes que se acercan al Señor, no sea que el Señor irrumpa contra ellos.

Aquellos a quienes se les ha permitido estar en una cercanía especial ante Dios deben ejercitar una clara intuición de la santidad y pureza de las justas demandas de Dios. El profeta Amós 3:2, Solo a vosotros he escogido de todos los pueblos de la tierra. Por eso, habré de pediros cuentas de todas las maldades que habéis cometido. Así como Dios juzgó severamente a Israel, juzga también a Sus hijos en la actualidad, para que el mundo pueda conocer que El es un Dios santo.

La actitud y conducta de Aarón son dignas de observación. Se mantuvo en silencio. No se expresó con frustración ni clamó impulsado por el dolor o el resentimiento hacia Dios. Con el corazón quebrantado se inclinó en sumisión a la Voluntad de Dios. Su pena debe haber sido profunda, pero no pudo decir nada en contra de la soberana Voluntad de Dios. Tomemos nota de lo que Dios dijo: Como santo seré tratado por los que se acercan a mí.

Moisés llamó a 2 de los sacerdotes, que eran primos de los que había muerto, para que trasladasen los cuerpos de delante del santuario. Mientras la gente les contemplaba con temor, les llevaron fuera del campamento.

Leamos ahora los versículos 6 y 7, que comienzan a dar

Las instrucciones dadas como consecuencia del incidente

"Luego Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: No descubráis vuestra cabeza ni rasguéis vuestros vestidos, para que no muráis y para que El no desate todo su enojo contra toda la congregación. Pero vuestros hermanos, toda la casa de Israel, se lamentarán por el incendio que el Señor ha traído. Ni siquiera saldréis de la entrada de la tienda de reunión, no sea que muráis; porque el aceite de unción del Señor está sobre vosotros. Y ellos hicieron conforme al mandato de Moisés."

Se estableció una restricción para Aarón y sus otros 2 hijos. No debían lamentarse exteriormente. Había una razón doble para ello. La primera está expresada claramente en el versículo 7, que dice el aceite de unción del Señor está sobre vosotros. Ellos habían sido apartados para representar al pueblo delante de Dios, y eran los representantes de Dios ante el pueblo. Debían continuar en su oficio sacerdotal para que hubiera mediadores entre Dios y el ser humano, para que la ira no cayese sobre el pueblo y el juicio de la muerte les alcanzase a ellos. La segunda razón por la que no debían lamentarse públicamente, porque ello contradeciría la acción de Dios al haber juzgado a sus seres queridos. Habría que añadir que estos jóvenes habrán desempañado sus funciones sacerdotales con tristeza en sus corazones. Estaban sirviendo a Dios y no debía haber ninguna evidencia de rebelión contra El. Dicen los versículos 8 y 9.

"El Señor habló a Aarón, diciendo: No beberéis vino ni licor, tú ni tus hijos contigo, cuando entréis en la tienda de reunión, para que no muráis (es estatuto perpetuo por todas vuestras generaciones"

Podría parecer que estas instrucciones implicaban que Nadab y Abiú habían actuado bajo la influencia del alcohol. Este es uno de los ejemplos más adecuados de las Sagradas Escrituras advirtiendo contra los abusos del alcohol. El sacerdote tenía que servir al Señor con una mente clara, firme y sobria. El apóstol Pablo, en su carta a los Efesios 5:18 estaba expresando lo mismo cuando dijo: Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay desenfreno, sino sed llenos del Espíritu. El creyente tiene que obtener su dinamismo y celo del Espíritu del Señor y no de recursos humanos nada fiables. Continuemos leyendo los versículos 10 y 11:

"y para que hagáis distinción entre lo santo y lo profano, entre lo puro y lo impuro, y para que enseñéis a los hijos de Israel todos los estatutos que el Señor les ha dicho por medio de Moisés."

El abuso de las bebidas alcohólicas entorpece los sentidos que, de esta manera, no pueden hacer una distinción clara entre los que es santo y puro, y lo que es impuro y está contaminado. Es así que los verdaderos valores se distorsionan y se quebrantan los principios morales. El sacerdote debía obedecer los estatutos del Señor para poder, después, enseñárselos al pueblo. Y necesitamos el control del Espíritu Santo para el estudio y la enseñanza de la Palabra de Dios. Leamos los versículos 12 al 15, que comienzan a tratar el Tema de

El mandato sobre las ofrendas en relación con el citado incidente

"Y Moisés dijo a Aarón y a los hijos que le quedaban, Eleazar e Itamar: Tomad la ofrenda de cereal que queda de las ofrendas encendidas para el Señor, y comedla sin levadura junto al altar, porque es santísima. La comeréis, pues, en lugar santo, porque es la porción tuya y la porción de tus hijos de las ofrendas encendidas al Señor; porque así se me ha ordenado. Sin embargo, el pecho de la ofrenda mecida y el muslo de la ofrenda podéis comer en un lugar limpio, tú, y tus hijos y tus hijas contigo; porque han sido dadas como la porción tuya y la de tus hijos de los sacrificios de las ofrendas de paz de los hijos de Israel. El muslo que fue ofrecido levantándolo, y el pecho que fue ofrecido meciéndolo, los traerán junto con las ofrendas encendidas de las grasas, para presentarlos como ofrenda mecida delante del Señor; así será para siempre la porción tuya y la de tus hijos contigo, tal como el Señor ha ordenado."

Aquí Moisés repitió los mandamientos relacionados con la ofrenda de cereal y la ofrenda de paz. Una porción de la ofrenda debía ser comida por ellos en el Lugar Santo. En este caso se refiere evidentemente al patio exterior, junto al altar del holocausto. Era un lugar santo porque había sido apartado para el servicio a Dios. El pecho mecido y el muslo levantado tenían que ser comidos en un lugar limpio. Aparentemente, podían tomar esa carne y llevarla para comer en sus casas, que se consideraban como ceremonialmente purificadas.

Siguen las instrucciones en los versículos 16 al 18:

"Y Moisés preguntó con diligencia por el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, y he aquí que había sido quemado. Y se enojó con Eleazar e Itamar, los hijos que le habían quedado a Aarón, diciendo: ¿Por qué no comisteis la ofrenda por el pecado en el lugar santo? Porque es santísima y os ha sido dada para quitar la culpa de la congregación, para hacer expiación por ellos delante del Señor. He aquí, puesto que la sangre no había sido traída dentro, al santuario, ciertamente debíais haber comido la ofrenda en el santuario, tal como yo ordené."

Aquí se produjo otro incidente trágico, que consistió en una acción contraría a la voluntad de Dios. Fue un error cometido por los otros hijos de Aarón, pero se trató de un pecado de omisión. No fue deliberado, como el de los otros hijos que habían muerto. La ofrenda por el pecado debía ser comida en el lugar santo, lo cual no había sido hecho así. Aunque la sangre había sido ofrecida, la porción correspondiente a los sacerdotes no había sido comida. Habían omitido hacerlo, posiblemente por no haberse dado cuenta de que era una cuestión importante. Leamos, finalmente por hoy, los versículos 19 y 20:

"Pero Aarón dijo a Moisés: Mira, hoy mismo han presentado ellos su ofrenda por el pecado y su holocausto delante del Señor. Ya que esto me ha sucedido, si yo hubiera comido hoy de la ofrenda por el pecado, ¿hubiera sido grato a los ojos del Señor? Cuando Moisés oyó esto, quedó satisfecho."

Aarón asumió la responsabilidad por sus hijos. Aparentemente este nuevo incidente no solo había causado una pérdida de apetito sino también un sentimiento de indignidad para continuar sirviendo a Dios. Moisés se dio por satisfecho con la explicación. Creo que en aquel momento, Aarón debió sentir deseos de renunciar a su cargo.

Del primer incidente podemos extraer una gran verdad. Aquellos hombres se acercaron a Dios por su cuenta, intencionalmente, y ello constituyó una blasfemia, por lo que Dios les juzgó.

Vemos que en nuestro tiempo, entre aquellos que se acercan a Dios para adorarle, se encuentran personas que niegan la deidad de Cristo, y el perdón que se obtiene por medio de Su sacrificio en la cruz. Están actuando de forma independiente a la voluntad de Dios y en contra de las condiciones que El ha establecido en Su Palabra, como hicieron Nadab y Abiú. Otros, con su hipocresía están mintiendo al Espíritu Santo, como Ananías y Safira. Pero Dios, en esta época de gracia, les trata con misericordia, dando oportunidad para que la gente se arrepienta y pueda conocer la verdad.

La lección principal es, entonces, que cuando nos acerquemos a la presencia de Dios, tendrá que ser bajo Sus condiciones. No se trata de un simple arreglo personal que podemos hacer. Nosotros no estamos estableciendo las reglas. Dios es el que nos salva, y quien dice cómo podemos ser salvos. Y Jesucristo ha proclamado claramente que ningún ser humano puede venir a Dios, Su Padre, si no es por medio de El.

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