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Estudio bíblico de Levítico 13:3-59

Levítico 13:3-59

Recordemos que en nuestro programa anterior habíamos resaltado la importancia del simbolismo de la lepra como símbolo del pecado y sus efectos sobre la vida, así como el remedio para la salvación de los seres humanos. El pueblo que viajaba por el desierto debió aprender la importancia de la pureza en la relación con Dios. Continuamos considerando la primera sección de este capítulo, que trataba sobre el diagnóstico de un caso nuevo de lepra. Leamos los versículos 3 y 4:

"Y el sacerdote mirará la infección en la piel del cuerpo; y si el pelo en la infección se ha vuelto blanco, y la infección parece más profunda que la piel de su cuerpo, es una infección de lepra; cuando el sacerdote lo haya examinado lo declarará impuro. Pero si la mancha lustrosa es blanca en la piel de su cuerpo, y no parece ser más profunda que la piel, y el pelo en ella no se ha vuelto blanco, entonces el sacerdote aislará por siete días al que tiene la infección."

Es evidente que no había ninguna precipitación para emitir un juicio. De la misma manera, y en Su relación con nosotros, Dios es lento para manifestar su enojo. Es muy paciente y ofrece todas las oportunidades al pecador. Dice el libro del Éxodo 34:6 y 7: Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación. Este versículo es del Antiguo Testamento. Pero ¿qué dice el Nuevo testamento sobre la paciencia de Dios? La segunda carta de San Pedro 3:9, dice: El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.

El sacerdote mantenía aislado al enfermo por 7 días. Aunque pensaba que estaba ante un caso de lepra, era paciente con él. Justamente así Dios ha puesto al mundo en cuarentena por causa de la enfermedad del pecado. Dice San Pablo en Romanos 11:32, Porque Dios sujetó a todos en desobediencia para mostrar misericordia a todos. Y en Gálatas 3:22 escribió: Pero, según dice la Escritura, todos son prisioneros del pecado, para que la promesa que es por fe en Jesucristo fuera dada a todos los que creen. Dios no va a permitir que el ser humano llegue muy lejos en Su universo y quiere mostrar su misericordia sobre nosotros. Y continúa diciendo el versículo 5:

"Al séptimo día el sacerdote lo examinará, y si en su parecer la infección no ha cambiado, y si la infección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo aislará por otros siete días."

Después de 7 días el sacerdote efectuaba otra inspección y si aún quedaba algún elemento de incertidumbre, el paciente era puesto en cuarentena por otros 7 días. No habría un diagnóstico precipitado, lo cual nos enseña que no debiéramos emitir juicios apresurados contra otros, dada la gravedad que implica presentar una acusación falsa contra otro creyente. En su primera carta a Timoteo 5:19, Pablo le aconsejó: No admitas acusación contra un anciano, a menos de que haya dos o tres testigos. Y también le advirtió que en los últimos tiempos se incrementarían las falsas acusaciones. Leamos ahora el versículo 6:

"El sacerdote lo examinará de nuevo al séptimo día; y si la infección ha oscurecido, y la infección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio; es sólo una irritación. Y lavará sus vestidos y quedará limpio."

Si la infección no se había extendido en 14 días y el paciente había mejorado, era evidente que no se trataba de lepra y era declarado puro. Era una buena noticia para aquel hombre, que no tendría que separarse de sus seres queridos.

Recordemos que el Señor tocó a un leproso que vino a El y le sanó. Pero aun hay más, porque les dijo a los leprosos espirituales que sus pecados eran perdonados. El sanó la enfermedad física para demostrar que era un Salvador que podía perdonar los pecados. Recordemos cuando los escribas y fariseos le preguntaron, ante otro caso de sanidad: ¿"Quien puede perdonar pecados sino solo Dios? Jesús le dijo entonces al paralítico que sus pecados habían sido perdonados. Como registró Lucas 5:17-26, Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Es importante recordar que Jesús tiene la autoridad para hacer sanar y para perdonar. Volvamos a nuestro capítulo de Levítico y leamos los versículos 7 y 8:

"Pero si la infección se extiende en la piel después que él se haya mostrado al sacerdote para su purificación, volverá a presentarse al sacerdote. Y el sacerdote lo examinará, y si la infección se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará impuro; es lepra."

No habría entonces otro examen. ¿Da Dios al ser humano otra oportunidad? Por supuesto, si es necesario, le ofrece múltiples oportunidades. En nuestro caso aquí, la sentencia era espantosa, pues el enfermo era expulsado. Contrastemos esta situación con la del hombre que, bajo observación, estaba esperando ser expulsado pero, al fin, era declarado sano y puro. A partir de aquel día, ya no viviría como un leproso. Estaba puro y viviría como tal, lo cual es una gran lección para nosotros.

(Hay algunos que manifiestan haberse convertido a Cristo. Es como si por un tiempo pudiesen resistir un examen de sus vidas pero, finalmente, la tremenda enfermedad del pecado manifiesta sus síntomas y resulta evidente que tales personas se encuentran en estado de impureza. El apóstol Juan habló de esto en su primera carta 2:19: Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros. Y Pedro, en su segunda carta 2:22, compara a estos que no habían salido de su estado espiritual de lepra e impureza con el perro que vuelve a su vómito y con la puerca recién bañada que vuelve a revolcarse en el lodo.)

Leamos ahora los versículos 9 al 11, que nos presenta el caso del

Diagnóstico de un caso viejo de lepra

"Cuando haya infección de lepra en un hombre, será traído al sacerdote. Entonces el sacerdote lo examinará, y si hay hinchazón blanca en la piel, y el pelo se ha vuelto blanco, y hay carne viva en la hinchazón, es lepra crónica en la piel de su cuerpo, y el sacerdote lo declarará impuro; no lo aislará, porque es impuro."

Al ser un caso crónico de lepra, ya no era necesario mantenerle en observación. Así también hay pecadores endurecidos, insensibilizados, que están esclavizados por un pecado concreto: pueden ser casos de drogas, alcohol u otros delitos en los que reinciden. Y solo un remedio sobrenatural puede liberarles.

(Aquel flamante miembro de una iglesia que en realidad no ha sido salvado, no cree sufrir de una lepra espiritual y se resiente cuando le dicen que es un pecador perdido. Pero un pecador perdido es más fácil de alcanzar con el mensaje del Evangelio, porque sabe que tiene esa lepra). Continuemos leyendo los versículos 12 al 17:

"Y si la lepra brota y se extiende en la piel, y la lepra cubre toda la piel del que tenía la infección, desde su cabeza hasta sus pies . . . entonces el sacerdote mirará. . . y declarará limpio al que tenía la infección; se ha vuelto toda blanca y él es limpio. Pero cuando aparezca en él carne viva, será impuro . . . . . . es lepra. Mas si la carne viva cambia nuevamente y se vuelve blanca . . . el sacerdote declarará limpio al que tenía la infección; limpio es."

Aquí tenemos otro aspecto de una vieja lepra. Aunque todo el cuerpo estuviese cubierto, no se trataba necesariamente de un caso incurable. La frase clave expresa que si la carne se volvía blanca, el paciente era declarado puro. Esto parece indicar claramente que ningún pecador es espiritualmente incurable. Esto puede haber sido lo que quiso decir el profeta Isaías 1:5 y 18, cuando escribió: ¿Dónde más seréis castigados? ¿Continuaréis en rebelión? Toda cabeza está enferma, y todo corazón desfallecido. Y ahora, viene la gran invitación del Médico divino. Venid ahora, y razonemos, dice el Señor, aunque vuestros pecados sean como el rojo más vivo, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean como tela teñida de púrpura, como blanca lana quedarán.

Observemos que la verdadera señal y síntoma de la lepra era la carne viva. La Biblia tiene mucho que decir sobre la carne, incluso sobre la naturaleza humana o carnal del creyente. Recorreré rápidamente algunos pasajes Bíblicos: Génesis 6:12 dice: toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Juan 6:63: la carne para nada aprovecha. El apóstol Pablo dijo de sí mismo en Romanos 7:18, Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; 1 Corintios 1:29 y 15:50, que nadie se jacte delante de Dios. La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios. Efesios 2:3, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Filipenses 3:3, adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne, (y Judas 23, a otros, salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por la carne.)

Es evidente que en estos pasajes, la carne viva es la vieja naturaleza humana dominada por sus deseos y pasiones, que fue juzgada en la cruz. Cuando se manifiesta en un creyente, Dios tiene que juzgarla. Esa naturaleza humana nunca puede agradar a Dios. Solo lo que el Espíritu Santo produce en la vida del creyente resulta aceptable para Dios.

Leamos ahora los versículos 18 al 23, referentes a otra situación:

Diagnóstico de la lepra por úlcera o quemadura

"Cuando el cuerpo tenga una úlcera en su piel, y se sane, y en el lugar de la úlcera haya hinchazón blanca, o una mancha lustrosa, blanca rojiza, será mostrada al sacerdote, y el sacerdote la examinará, y he aquí, si parece estar a un nivel más bajo que la piel y su pelo se ha vuelto blanco, el sacerdote lo declarará impuro; es infección de lepra, ha brotado en la úlcera. Pero si el sacerdote la examina, y he aquí, no hay pelos blancos en ella, y no está a nivel más bajo que la piel y se ha oscurecido, el sacerdote lo aislará por siete días; y si se extiende en la piel, el sacerdote lo declarará impuro: es infección. Pero si la mancha lustrosa permanece en su lugar y no se extiende, es sólo la cicatriz de la úlcera; el sacerdote lo declarará limpio."

Estos versículos dan los detalles del examen de una úlcera, que tenía que ser observada por el sacerdote ante la posibilidad de que estuviese comenzando la lepra. Es como si una llaga se convirtiese en tejido canceroso. Seguían el mismo procedimiento del caso nuevo de lepra. Si había pelo blanco en la úlcera, que penetraba más debajo de la piel, era un problema profundamente arraigado. Los 7 días de inspección permitían al sacerdote determinar que curso seguiría la úlcera.

Siempre existe el problema de pecados viejos que se propagan y se convierten en malignos. Con frecuencia, un nuevo convertido a Cristo habla de liberación de un mal hábito y después, años más tarde esa vieja herida se reabre otra vez. Suele suceder. Puede que la persona en tal situación no haya sido realmente salva durante todo ese proceso o quizás, sí ha sido genuinamente salva, pero el problema es que ha reaparecido su vieja naturaleza humana. Estos casos deberían ser examinados cuidadosamente, evitando así emitir una opinión superficial,

Continuemos leyendo los versículos 24 al 28:

"Asimismo, si el cuerpo sufre en su piel una quemadura de fuego, y la carne viva de la quemadura se vuelve una mancha lustrosa, blanca rojiza o sólo blanca, entonces el sacerdote la examinará. Y si el pelo en la mancha lustrosa se ha vuelto blanco, y la mancha parece estar más profunda que la piel, es lepra; ha brotado en la quemadura. Por tanto, el sacerdote lo declarará impuro; es infección de lepra. Pero si el sacerdote la examina, y he aquí, no hay pelo blanco en la mancha lustrosa y no está más profunda que la piel, pero está oscura, entonces el sacerdote lo aislará por siete días. Al séptimo día el sacerdote lo examinará. Si se ha extendido en la piel, el sacerdote lo declarará impuro; es infección de lepra. Pero si la mancha lustrosa permanece en su lugar y no se ha extendido en la piel, sino que está oscura, es la hinchazón de la quemadura; y el sacerdote lo declarará limpio, pues es sólo la cicatriz de la quemadura."

Aquí se describe el caso en que la lepra provenía de una quemadura. Pero la quemadura no era una identificación definitiva. Podría haber sido causada por un objeto caliente, o podría ser el resultado de una infección con fiebre. Pero existía la posibilidad de que se estuviese desarrollando una lepra.

Esto parece confirmar lo que nos enseña la Biblia en el sentido de que la naturaleza humana o carnal tiene que ser objeto de una cuidadosa observación, porque puede llegar a dar señales de vida de una manera alarmante. Decía San Pablo en Romanos 6:19, Así como antes entregasteis vuestro cuerpo al servicio de la impureza y la maldad para hacer el mal, entregad también ahora vuestro cuerpo al servicio de una vida de justicia, para vuestra santificación. Y el apóstol describió así su propio problema, en 1 Corintios 9:27, Castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.

Leamos los versículos 29 y 30, sobre el Tema del

Diagnóstico de lepra localizada en la cabeza o barba

"Si un hombre o una mujer tiene una infección en la cabeza o en la barba, el sacerdote le examinará la infección, y si parece estar más profunda que la piel y hay en ella pelo fino amarillento, entonces el sacerdote lo declarará impuro; es tiña, es lepra de la cabeza o de la barba."

La lepra podía manifestarse en los lugares más improbables. Si permanecía escondida bajo el pelo de la cabeza o de la barba, no sería descubierta por un tiempo. Por ello debían observarse especialmente esas zonas. En estos casos se usaban las mismas técnicas de detección de la lepra que en los casos de otras áreas afectadas. El color amarillento del pelo indicaba que la infección estaba bajo la epidermis y era lepra. Dicen los versículos 31 al 37:

"Pero si el sacerdote examina la infección de la tiña, y he aquí, no parece ser más profunda que la piel y no hay en ella pelo negro, el sacerdote aislará por siete días a la persona con la infección de la tiña. Al séptimo día el sacerdote examinará la infección, y si la tiña no se ha extendido, ni ha crecido en ella pelo amarillento, ni la tiña parece ser más profunda que la piel, entonces se rasurará, pero no rasurará la parte con tiña; y el sacerdote aislará al que tiene la tiña por otros siete días. Al séptimo día el sacerdote examinará la tiña, y si ésta no se ha extendido en la piel y no parece estar más profunda que la piel, el sacerdote lo declarará limpio; entonces lavará sus vestidos y quedará limpio. Pero si la tiña se extiende en la piel después de su purificación, el sacerdote lo examinará, y si la tiña se ha extendido en la piel, el sacerdote no tiene que buscar pelo amarillento; es impuro. Mas si en su parecer la tiña ha permanecido igual y ha crecido pelo negro en ella, la tiña ha sanado; es limpio, y el sacerdote lo declarará limpio."

Aquí, otra vez, el caso examinado podría no ser de lepra y se requería tiempo y un examen cuidadoso antes de emitir un diagnóstico. Se habla de 7 días y, en caso necesario, de otros 7. Si la lesión se propagase posteriormente, el sacerdote aun podía declarar al paciente impuro. Y si el pelo crecía negro en la lesión, sería puro. Veamos los versículos 38 al 44.

"Cuando un hombre o una mujer tenga manchas lustrosas en la piel de su cuerpo, manchas blancas lustrosas, el sacerdote las examinará, y si las manchas lustrosas en la piel de su cuerpo son de color blanquecino, es eczema que ha brotado en la piel; la persona es limpia. Si un hombre pierde el pelo de la cabeza, es calvo, pero limpio. Y si su cabeza pierde el pelo por delante y por los lados, es calvo en la frente; es limpio. Pero si en la calva de la cabeza o de la frente aparece una infección blanca rojiza, es lepra que brota en la calva de su cabeza o en la calva de su frente. Entonces el sacerdote lo examinará; y si la hinchazón de la infección es blanca rojiza en la calva de la cabeza o en la calva de la frente, como la apariencia de la lepra en la piel del cuerpo, es un leproso, es impuro. El sacerdote ciertamente lo declarará impuro; su infección está en su cabeza."

O sea que las pecas no equivalían a la lepra, ni tampoco la calvicie. Leamos ahora el versículo 45, que comienza a hablar de

Las ropas de los leprosos

"En cuanto al leproso que tenga la infección, sus vestidos estarán rasgados, el cabello de su cabeza estará descubierto, se cubrirá el bozo y gritará: ¡Impuro. Impuro!"

Vemos aquí la triste condición del leproso, que podía transmitir su enfermedad por el contacto físico. Incluso sus ropas podían propagar la infección. Así también el pecador, propaga su pecado por donde vaya, porque éste es contagioso y podría afectar a otros. Para finalizar, leamos desde el versículo 46 hasta el 59:

"Permanecerá impuro todos los días que tenga la infección. Vivirá solo; su morada estará fuera del campamento. Cuando un vestido tenga una mancha de lepra, sea un vestido de lana o de lino, sea en la urdimbre o en la trama, de lino o de lana, en cuero o en cualquier artículo hecho de cuero, si la mancha en el vestido o en el cuero . . . es verdosa o rojiza, es mancha de lepra y le será mostrada al sacerdote. Entonces el sacerdote examinará la mancha, y aislará el artículo con marca por siete días. Al séptimo día examinará la mancha; si se ha extendido en el vestido . . . la mancha es una lepra maligna, es impura. Quemará, pues, el vestido . . . en el cual aparezca la mancha, porque es una lepra maligna; en el fuego será quemado. Pero si el sacerdote la examina, y la mancha no se ha extendido en el vestido . . . entonces el sacerdote les ordenará lavar aquello donde aparezca la mancha, y lo aislará por otros siete días. Después que el artículo con la mancha haya sido lavado, el sacerdote lo examinará otra vez, y si la mancha no ha cambiado de aspecto, aun cuando no se haya extendido, es impuro; en el fuego lo quemarás, ya sea que la corrosión lo haya raído por el derecho o el revés. Entonces el sacerdote lo examinará, y si la mancha se ha oscurecido después de haber sido lavada, la arrancará del vestido o del cuero . . . y si aparece otra vez en el vestido, es una erupción; el artículo con la marca será quemado en el fuego. El vestido . . . o cualquier artículo de cuero del cual se haya quitado la mancha después de haberlo lavado, será lavado por segunda vez y quedará limpio. Esta es la ley para la mancha de lepra en un vestido de lana o de lino, o en cualquier artículo de cuero, para declararlo limpio o impuro."

La calidad de las ropas no hacía ninguna diferencia porque podían resultar afectadas tanto las de mejor calidad como las más vulgares. La lección es la siguiente. La justicia del ser humano, desde el punto de vista de Dios, equivale al valor de los trapos sucios. Todo lo que un pecador haga o toque queda contaminado por el pecado. Vemos aquí que incluso las ropas de aquellos con infecciones menores debían ser lavadas. Este pasaje nos ha ofrecido una sorprendente visión de la propagación de una infección. Todos nosotros estamos también en un estado de impureza, y necesitamos una limpieza espiritual. Y solo Dios tiene el remedio para le enfermedad del pecado.

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