Estudio bíblico de Lucas 22:35-62
Lucas 22:35-62
Este capítulo había comenzado con la conjura promovida por Judas para traicionar a Jesús, los planes de Jesús para la celebración de la Pascua y la institución de la cena del Señor, ocasión en la que anunció la traición de Judas. Luego les dijo a los apóstoles cual sería su lugar en el futuro reino. En nuestro programa anterior finalizábamos nuestro estudio en el pasaje Bíblico en el cual, después que Pedro manifestase que estaba dispuesto a enfrentarse a la cárcel y a la muerte por amor a Jesús, el Señor anunció que el apóstol le negaría 3 veces. Continuamos hoy examinando este relato que presenta los eventos de la vida de Jesús, próximos a Su muerte en la cruz. Leamos el versículo 35, que encabeza el nuevo párrafo titulado
Jesús advirtió a sus discípulos sobre el futuro
"Les dijo: Cuando os envié sin bolsa, ni provisiones ni calzado, ¿acaso os faltó algo? Ellos dijeron: Nada."
Fue maravillosa la forma en que a los discípulos se les había provisto todo lo que necesitaban en aquel período especial en que el Señor les envió a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Él no iba a enviarles a una nueva misión, con un nuevo mensaje. De hecho, tendrían una audiencia nueva porque no estarían limitados a Israel, sino que llevarían su mensaje a todo el mundo. Dicen los versículos 36 al 38:
"Y les dijo: Pues ahora el que tiene bolsa, tómela, y también provisiones; y el que no tiene espada, venda su abrigo y compre una. Os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito en el libro del profeta Isaías: Y fue contado con los malvados, porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento. Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta."
A los discípulos no les había faltado nada cuando estuvieron con Él. Sin embargo ahora que Jesús iba a culminar Su misión, tendrían que prepararse y preocuparse de tener sus propias provisiones para cumplir la nueva misión a la que Él les enviaba. La respuesta del versículo 38, cuando los discípulos le respondieron que tenían 2 espadas, en la que Jesús replicó tajantemente "¡Basta!" ha sido interpretada, al menos, de 3 diferentes maneras: (1) algunos, como el expositor Bíblico León Morris, entienden la expresión como un reproche a los discípulos, como si Jesús dijese "¡Basta ya de hablar así!"; (2) otros interpretan que Jesús les estaba simplemente diciendo que 2 espadas eran suficientes para ellos 12; y (3) otros ven esta expresión en conexión con la cita del profeta Isaías y piensan que Jesús les quiso decir que por tener 2 espadas podrían dar la imagen de ser transgresores o criminales.
En nuestra lectura, llegamos ahora al párrafo titulado
Jesús fue a Getsemaní
(Este lugar, Getsemaní, es como un lugar santo en el que, figurativa y espiritualmente hablando, tendríamos que quitarnos el calzado de los pies, como le sucedió a Moisés ante la zarza ardiendo desde la cual Dios le hablaba). El Señor Jesús dejó a Sus discípulos fuera del jardín. Si yo hubiera estado allí me habría unido al grupo de los discípulos, sin atreverme a entrar y, en todo caso, me hubiera asomado por un muro para contemplar el peso que soportó Su alma. Si nuestros corazones son sensibles, daremos gracias a Dios por Aquel que llevó a sus labios la copa de nuestra aflicción y dolor, bebiendo todo su contenido. No podemos penetrar con nuestra mente en las sombras de aquel jardín, pero podemos comprender más plenamente el significado de la copa que les presentó a los Suyos en aquella sala en que celebraron la Pascua. Todas las veces que he bebido de la copa, el sabor ha sido dulce. Pero Jesús bebió de la copa amarga, para que mi copa fuese dulce. Hubo un misterio y una profundidad en aquel jardín, pero no ambigüedad u oscuridad impenetrable. Haremos bien en adorarle al contemplar a nuestro Salvador en el jardín y escuchar el acento de las palabras que pronunció.
Nosotros contemplamos esta escena como a través de un cristal, de manera borrosa. Fue Gregorio Nazianzeno el que escribió lo siguiente: "Amo a Dios porque le conozco, y le adoro porque no puedo comprenderlo". Por ello le adoro en el jardín de Getsemaní, y no intento obtener todas las respuestas. Leamos los versículos 39 y 40:
"Salió y se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos lo siguieron. Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad para que no entréis en tentación."
En este pasaje encontramos 2 expresiones muy interesantes. La primera es "como solía" y la segunda "aquel lugar". Aparentemente, el Señor no se quedó en la ciudad de Jerusalén por la noche. Hemos visto esto al considerar la llamada entrada triunfal. Había sido rechazado por la ciudad, y Él también la desechó. Se ha creído que pasó las noches de esa última semana de Su vida en la tierra, en este jardín o en la aldea de Betania.
Después de instituir la Cena del Señor se fue al jardín. En esa última noche tuvo lugar allí un encuentro significativo. Aunque no sabemos todo acerca de ello, es evidente que Él luchó contra un enemigo invisible. Venció al enemigo y conquistó la victoria. La victoria del Monte Calvario, donde estaba la cruz, fue obtenida en el jardín de Getsemaní. Recordemos que al principio del ministerio y actividades del Señor, Satanás vino y le tentó en el desierto. Satanás le había ofrecido los reinos del mundo, a cambio de recibir la adoración de Jesús. Pero en ese caso, por supuesto, Él habría evitado la cruz. Al terminar la tentación, Lucas nos dijo que el tentador se apartó de Él "por un tiempo". ¿Cuándo regresó Satanás? Doy por sentado que volvió muchas veces. Su esfuerzo principal se había llevado a cabo al principio del ministerio del Señor para que Él eludiese la cruz. Y ahora, al final del ministerio del Señor, surgió otra vez la tentación de Satanás.
También recordemos que durante Su ministerio, el Señor les dijo a Sus discípulos que sufriría muchas cosas, y que Sus enemigos le matarían. Pedro le había respondido, como vemos en Mateo 16:22, Señor, ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna manera esto te acontezca! ¿Recuerdas la respuesta del Señor a Pedro? En Mateo 16:23 leemos que El Señor le dijo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. La teología de Satanás no tiene ningún lugar para la cruz de Cristo. Fue Satanás el que vino a Él en el jardín. Fue en aquellos momentos que Jesús les dijo a Sus discípulos: "Orad para que no entréis en tentación". Continuemos leyendo los versículos 41 y 42:
"Se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya."
¿Cuán lejos puedes tirar una piedra? Esa fue la distancia a la que se alejó Jesús de Sus discípulos antes de inclinarse para orar. El oró para que esa copa fuese apartada de Él. Este asunto ha causado bastantes discusiones. Algunos creen que Él tenía miedo de morir antes de llegar a la cruz. No quiero ser dogmático pero no le encuentro sentido a esa teoría. No había ningún mérito en una cruz romana. El mérito estaba en el que murió. Si Jesús hubiera muerto en el patíbulo o en la silla eléctrica, Su muerte habría tenido exactamente el mismo valor. Si Cristo hubiera muerto en el jardín de Getsemaní, aun así habría sido Su muerte la que tenía valor.
La copa se refería a la cruz misma y no me estoy refiriendo a los sufrimientos de la muerte. La copa consistía en que Él sería hecho pecado por nosotros, sería tratado por Dios como el pecado mismo. Él era el Hijo Santo de Dios. Cuando nuestros pecados fueron colocados sobre Él, se convirtió en algo repulsivo. No se por qué a veces podemos pensar que somos atractivos ante Dios. Nuestro pecado, que fue puesto sobre Él, era repulsivo y horrible. Era tan espantoso que, por un momento, Él pareció rebelarse contra esa carga. Fue en el jardín de Getsemaní, bajo la sombra de la cercana cruz, que el Tentador vino para ofrecer una vez más al Señor, la corona, sin pasar por la cruz. Sin embargo, el Señor había venido a cumplir la voluntad de Su Padre, y de esa manera pudo decir: "Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Él se entregó con sumisión a la voluntad de Su Padre, aunque llevar tu pecado y el mío le resultase tan repulsivo. El versículos 43 añade lo siguiente:
"Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo."
Hubo un ministerio de los ángeles cuando el Señor fue tentado en el desierto. Ahora, este ministerio existió en el jardín, cuando Satanás vino a tentarle nuevamente. Sólo Lucas destacó este hecho. Continuemos leyendo el versículo 44:
"Lleno de angustia oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra."
Sólo Lucas, el médico, podía contarnos que el Señor sudó grandes gotas de sangre. El Señor experimentó una reacción física tremenda a causa de la agonía y el conflicto que enfrentó. No puedo explicar lo que sucedió y no tengo el propósito de intentarlo. No me impresionan mayormente las explicaciones biológicas ofrecidas en la actualidad, aunque soy consciente de que hay buenos médicos cristianos que han aportado algunas explicaciones interesantes. Jesús derramó Su sangre por nosotros y yo me inclino ante Él con una actitud de reverencia y adoración. (Alguien escribió lo siguiente: "Ninguno de los redimidos supo jamás cuan profundas fueron las aguas, o cuan oscura la noche por la que el Señor pasó, antes de encontrar a Sus ovejas que se habían perdido".)
El corazón de Cristo fue quebrantado por causa de nuestra condición humana perdida. El derramó Su sangre muriendo por nuestra libertad eterna. En Juan 10:10 dijo: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Él amó tanto a un mundo perdido que descendió a las mismas profundidades del infierno para poder ofrecerle la salvación. Y el mundo rechazó con desprecio al Santo de Dios, al inmaculado Salvador que fue hecho pecado por nosotros. Permíteme hacerte una pregunta. ¿Le has rechazado tú? ¿Le has despreciado? ¿Habrás sido desagradecido ante lo que hizo por ti?
Acércate a Getsemaní y en medio de aquel silencio, escucha. ¿No oyes los suspiros de Su alma? ¿No oyes caer al suelo las gotas de sangre? Mira allí en el jardín junto a un olivo, inclinado hacia el suelo, expresando en agonía Su oración, al Salvador que llevó sobre Sí mismo tu humanidad y la mía. Al día siguiente, se dirigiría hacia la cruz.
Leamos los versículos 45 al 48, que inician el párrafo titulado
Jesús fue traicionado por Judas
"Cuando se levantó de la oración y fue a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación. Mientras él aún hablaba, se presentó una turba. El que se llamaba Judas, uno de los doce, que iba al frente de ellos, se acercó hasta Jesús para besarlo. Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?"
Esta fue la más ruin traición jamás registrada. Fue aborrecible y repugnante. Judas conocía el lugar donde el Señor solía retirarse a orar y descansar y condujo a los enemigos hasta allí. Un beso es una señal de amor y cariño y Judas la utilizó para traicionar a Cristo, lo cual hizo su acción más odiosa. Es bueno observar que nuestro Señor, en su condición humana, no era diferente a otros hombres. Tuvo que ser identificado entre un grupo de gente. Este acto marcó el momento en que Jesús fue entregado en manos de hombres pecadores. Continuemos leyendo los versículos 49 al 53:
"Cuando los que estaban con él se dieron cuenta de lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? Entonces uno de ellos hirió a un siervo del Sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Entonces, respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, lo sanó. Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos? Habiendo estado con vosotros cada día en el Templo, no extendisteis las manos contra mí; pero esta es vuestra hora, la del poder de las tinieblas."
Los discípulos pensaron que había llegado el momento de usar la espada. Sin embargo, no era así, porque Jesús se encaminaba entonces hacia la cruz. La espada serviría para su defensa personal después que Él se hubiese ido. Había llegado el momento en que la oscuridad y la luz se encontrarían en la cruz de Cristo.
Leamos el versículo 54, que relata como
Jesús fue arrestado y conducido a la casa del sumo sacerdote
"Lo prendieron, lo llevaron y lo condujeron a casa del Sumo sacerdote. Y Pedro lo seguía de lejos."
Es peligroso seguir a Jesús de lejos, que es lo que hizo Pedro. Jesús fue arrestado y presentado ante Caifás, el sumo sacerdote aceptado por Roma. Anás, su suegro era, de hecho, el sumo sacerdote de acuerdo con la ley de Moisés. Jesús había sido llevado primero ante Anás, lo cual fue registrado por el evangelista Juan. Algunos creen que Anás era el verdadero cerebro que tramó el complot para matar a Jesús. Aquí tenemos una reunión del Sanedrín, la junta suprema de los judíos. Pedro estaba encaminándose hasta su vergonzosa caída, mientras seguía a Jesús de lejos y cuando se reunió con el grupo equivocado.
Podemos continuar con la lectura de los versículos 55 al 57, que nos relatan como
Pedro negó a Jesús
"Encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor; también Pedro se sentó entre ellos. Pero una criada, al verlo sentado al fuego, se fijó en él y dijo: También éste estaba con él. Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco."
Mientras la farsa del proceso a Jesús tenía lugar, Simón Pedro se encontraba en el lugar donde enfrentaba la gran tentación. Una criada le hizo negar que conocía a su Señor. A Pedro le daba vergüenza ser conocido en esta ocasión como un seguidor de Jesús. ¿Hemos estado nosotros en una situación similar? Que Dios perdone nuestra cobardía y debilidad, así como lo hizo con Pedro. Leamos también los versículos 58 y 59:
"Un poco después, viéndolo otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. Como una hora después, otro afirmó, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo."
Otra persona del grupo le señaló como seguidor de Cristo, cuando Pedro intentaba integrarse en otro grupo. Nuevamente negó conocerle y se desplazó a otro lugar. Esta vez, su conocida debilidad de querer hablar demasiado le causó dificultades. Su forma de hablar le delató como un habitante de Galilea. El versículo 60 añade:
"Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó."
Si Pedro hubiera quedado en esa situación, habría sido su final. Hubiera resultado imposible para él vivir con aquel remordimiento, con aquellos recuerdos de tantas horas conviviendo con el Maestro, escuchando Sus enseñanzas y viendo los milagros que Él realizó. Su vida habría sido insoportable y se habría hundido emocional y espiritualmente. Habría terminado como Judas Iscariote. Pero leamos los versículos 60 y 62 para ver qué sucedió:
"Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente."
Simón Pedro amaba a Jesús y había sido sincero cuando prometió serle leal, pero él no conocía su propia debilidad y no había aún llegado a la situación donde pudiese ver que no había nada bueno, en absoluto, en la naturaleza humana normal de las personas. Pedro lloró y sus lágrimas fueron de arrepentimiento genuino.
Cualquier hijo de Dios en esa situación puede volver a Él. Dice 1 Juan 1:9, Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. La naturaleza de Simón Pedro era tan mala como la de Judas, aunque aquel no le vendió, sino que le negó. No pudo resistir la presión del ambiente ni de los enemigos de Jesús. Había elegido como compañeros de espera, nada menos que a los enemigos de Jesús. La diferencia entre Judas y Pedro fue que Pedro se arrepintió. Nuestro Señor había orado que a Pedro no le faltase la fe. Si tú te encontrases en una situación similar, tú también podrás sentir la mirada de Jesús, que es una mirada de amor herido, pero amor al fin. Tu sincero arrepentimiento abrirá la puerta para el perdón de Dios, que obrará en tu vida una verdadera transformación. Y a partir de ese momento, vivirás una vida que vale la pena vivir.
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