Estudio bíblico de Lucas 22:63-23:43
Lucas 22:63-23:43
Terminábamos nuestro programa anterior con el relato de eventos previos a la cruz, tales como las maquinaciones de Judas para entregar a Jesús, la celebración de la última Pascua e institución de la Cena del Señor, el anuncio de la traición de Judas, la declaración sobre la posición de los discípulos en el futuro reino, el anuncio de la negación de Pedro, las advertencias acerca del futuro, la escena en el jardín de Getsemaní, la traición de Judas y detención de Jesús, quien fue conducido a la casa del sumo sacerdote Caifás, y el incidente de la negación de Pedro.
Comenzamos hoy con la lectura de los versículos 23 al 65, que nos describen como
Jesús fue objeto de burlas y golpes
"Los hombres que vigilaban a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban. Vendándole los ojos, le golpeaban el rostro y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó? Y lo insultaban diciéndole muchas otras cosas."
Los principales sacerdotes y ancianos llevaron a Jesús a la casa de Anás. Era ilegal mantenerle detenido sin cargos, pero ellos le retuvieron hasta que pudiesen formular una acusación en una reunión del Sanedrín. Le habían arrestado antes de tener un plan concreto. Lo interesante fue que no tenían la intención de detenerle tan rápidamente como lo hicieron. Probablemente Judas fue a ellos diciéndoles: "Es mejor que le detengáis mientras podáis", pensando que, quizás, Jesús abandonaría la ciudad. Por supuesto, el Señor no tenía ninguna intención de irse. ¿Has observado cuántas acciones fueron ilegales en el proceso a Jesús? Los jefes religiosos le arrestaron por quebrantar la ley de Moisés, sin embargo ellos mismos la quebrantaron por someterle a juicio por la noche y por tomar la decisión final en el mismo día en que fue juzgado, lo cual también era ilegal. Igualmente, el sumo sacerdote rasgó sus ropas, lo que estaba específicamente prohibido por la ley.
Los dirigentes religiosos entregaron a Jesús en manos de los soldados hasta que fuese formulada una acusación contra Él. Cuando la sentencia de muerte iba a ser pronunciada contra un prisionero, los soldados jugaban con él. El juego consistía en que cada soldado golpeaba al prisionero que estaba con sus ojos vendados. Sólo uno de los soldados no le golpeaba. Cuando le quitaban la venda, el prisionero tenía que adivinar cual de los soldados no le había golpeado. Y así repetían la operación una y otra vez, hasta que su rostro queda irreconocible. El profeta Isaías dijo en 52:14, de tal manera estaba desfigurada su apariencia, que su aspecto no parecía el de un ser humano. Una vez que terminaron con Él, Su aspecto debió ser espantoso. Esto fue uno de los motivos por los que no pudo llevar Su cruz.
Leamos ahora los versículos 66 al 69, que encabezan el párrafo titulado:
Jesús fue llevado ante el Sanedrín
"Cuando se hizo de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y lo llevaron al Concilio, diciendo: ¿Eres tú el Cristo? Dínoslo.
Les dijo: Si os lo digo, no creeréis; y también, si os pregunto, ni me responderéis ni me soltaréis. Pero desde ahora el Hijo del hombre se sentará a la diestra del poder de Dios."
El Sanedrín le formuló a Jesús 2 preguntas. La primera fue "¿Eres tú el Cristo?" Si el Señor hubiese respondido que sí, podría haber sido acusado de traición porque cualquiera que alegase ser un mesías, sería considerado por Roma como potencialmente peligroso. En el Salmo 110, el Padre le dijo al Hijo: «Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies». El es el Rey de reyes y el Señor de señores. Dice el versículo 70:
"Dijeron todos: Luego, ¿eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy."
Y la segunda pregunta de ellos la encontramos en el versículo 71:
"Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos?, porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca."
Ésta fue la base sobre la cual acordaron crucificarle. Sin embargo, observemos que ésta no fue la acusación que presentaron ante la corte romana. Cuando cambiaron de la corte judía a la romana, recurrieron a otra acusación.
Continuado nuestro estudio, pasemos ahora a considerar
Lucas 23:1-43
El escritor Lucas siguió a los otros Evangelios Sinópticos en el relato de la escena de Jesús ante Pilato, en la crucifixión y en el entierro de Jesús. Sólo Lucas incluyó el informe de cuando Jesús fue enviado por Pilato a Herodes. El silencio de Jesús ante Herodes fue sorprendente. Jesús representaba a la última descendencia de Jacob y Herodes, a la última de Esaú. Jesús no tenía nada que decirle a Herodes. Anteriormente le había llamado "zorro". Después, este capítulo incluye la predicción de Jesús sobre la destrucción de Jerusalén, y la oración por sus enemigos. Luego, entregó Su espíritu y fue sepultado por José.
Leamos los versículos 1 y 2, incluidos en el párrafo titulado
Jesús fue traído ante Pilato
"Levantándose entonces todos, llevaron a Jesús a Pilato. Y comenzaron a acusarlo, diciendo: Hemos encontrado que éste pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César diciendo que él mismo es el Cristo, un Rey."
Pilato era el gobernador romano de Palestina. Habitualmente venía a Jerusalén para la fiesta de la Pascua para vigilar a las multitudes que venían a celebrar la fiesta. Ya que una violación de la ley de Moisés no tendría ningún peso ante los romanos, le acusaron de traición, lo cual era absurdo. Dice el versículo 3.
"Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiéndole él, dijo: Tú lo dices."
Imaginemos la escena. Vemos a un carpintero con ropas de campesino, ante Pilato. Los dirigentes religiosos judíos le habían arrestado. Pilato le hizo una pregunta que debió parecer ridícula: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús le respondió "Tú lo dices" o "Eres tú el que lo dices" Fue ésta una afirmación clara. Y Pilato quiso dejarle ir. Dicen los versículos 4 y 5:
"Pilato dijo a los principales sacerdotes y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre. Pero ellos insistían, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí."
Los jefes religiosos le estaban acusando de promover una revolución, al decir que se había rebelado contra la autoridad constituida.
Continuemos leyendo los versículos 6 y 7, en el párrafo en que
Jesús fue llevado ante Herodes y Barrabás liberado
"Entonces Pilato, cuando oyó decir "Galilea", preguntó si el hombre era galileo. Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, lo remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén."
Pilato quiso librarse del problema. Como Galilea estaba bajo la jurisdicción de Herodes, y éste se encontraba en Jerusalén, envió a Jesús a él. No creo que la presencia de Herodes en Jerusalén fuese accidental. Sigue diciendo el versículo 8;
"Herodes, al ver a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verlo, porque había oído muchas cosas acerca de él y esperaba verlo hacer alguna señal."
Anteriormente, según Lucas 13:32, Jesús les había dicho a los Fariseos que le enviasen el siguiente mensaje a Herodes: Id y decid a aquella zorra: "Echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra". Esto había excitado la curiosidad de Herodes, que tenía interés en verle. Dice el versículo 9:
"Le hizo muchas preguntas, pero él nada le respondió."
El Señor no tuvo una sola palabra para Herodes. Herodes había llegado demasiado lejos, al punto de no retorno, y se encaminaba hacia una eternidad perdida. Era miembro de la conocida familia que llevaba su nombre y el Señor no hizo ningún esfuerzo por alcanzarle.
Continuemos leyendo los versículos 10 al 12:
"Estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándolo con gran insistencia. Entonces Herodes con sus soldados le trató con desprecio y se burló de él, vistiéndolo con un espléndido manto real; y volvió a enviarlo a Pilato. Y aquel día, Pilato y Herodes, que estaban enemistados, se hicieron amigos."
Aquí podemos ver que los líderes religiosos hicieron todo lo posible para lograr que Jesús fuese condenado. Herodes vio que, con Jesús, no iba a llegar a ninguna parte y decidió burlarse de Él con sus soldados, vistiéndole con una ropa espléndida para ridiculizar sus demandas de realeza. Ya que no hubo nada más que Herodes pudiese hacer, le envió otra vez a Pilato. Estos 2 personajes habían sido enemigos pero, a partir de este incidente, al oponerse ambos a Jesús, se reconciliaron. Continuemos leyendo los versículos 13 al 15:
"Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero, habiéndolo interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en él delito alguno de aquellos de que lo acusáis. Ni tampoco Herodes, porque os remití a él. Nada digno de muerte ha hecho este hombre, así que lo soltaré después de castigarlo."
Eso era tremendamente injusto. Si Jesús fuese culpable de algo, debía ser castigado. Pero si era inocente, tenía que ser puesto en libertad. Castigarle, fue entonces, una solución de compromiso.
Leamos ahora el párrafo formado por los versículos 17 al 26.
"Tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta. Pero toda la multitud gritó a una, diciendo: ¡Fuera con ese; suéltanos a Barrabás! Éste había sido echado en la cárcel por rebelión en la ciudad y por un homicidio. Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a gritar, diciendo: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; lo castigaré y lo soltaré. Pero ellos insistían a gritos, pidiendo que fuera crucificado; y las voces de ellos y de los principales sacerdotes se impusieron. Entonces Pilato sentenció que se hiciera lo que ellos pedían. Les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por rebelión y homicidio, a quien habían pedido, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. Cuando lo llevaban, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevara tras Jesús."
Pilato trató de evitar el tomar una decisión sobre Jesús, pero no pudo. Si examinamos detenidamente la participación de Pilato en este proceso, concluiríamos que era él el que estaba siendo procesado, y que Jesucristo era el juez. Jesús no estaba tratando de escapar, pero Pilato sí. Buscó evadirse con facilidad de aquellos religiosos políticos y astutos. Y acertó al ofrecerles la opción de elegir entre Barrabás y Jesús. Para él, le decisión era evidente. Se dio cuenta que querían matar a Jesús por envidia. Pero Pilato no calculó las profundidades a las que la religión puede llegar cuando está mal orientada. Mateo nos dijo que los principales sacerdotes y ancianos convencieron a la multitud para que pidiese a Barrabás. Y Pilato se sorprendió cuando la muchedumbre pidió que Barrabás fuese liberado. Imaginémonos a un juez pidiéndole a una multitud que decida sobre qué debía hacerse con un procesado. Él había llegado a la conclusión de que Jesús era inocente y, sin embargo, le entregó para ser crucificado. ¡Qué actitud de la justicia romana!
Vemos que Pilato tuvo que tomar una decisión final, así como cada ser humano hoy tiene que adoptar una decisión con relación a Jesucristo. ¿Qué has decidido tú acerca de Él?
Leamos ahora los versículos 27 al 30, que encabezan el párrafo en que
Jesús predijo la destrucción de Jerusalén
"Lo seguía una gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos, porque vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las que no pueden tener hijos y los vientres que no concibieron y los pechos que no dieron de mamar. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros, y a las colinas: Cubridnos."
Cuando se dirigía hacia la cruz, Jesús habló a las mujeres que estaban orando por Él. Les dijo que vendría un día en que sería mejor no traer hijos al mundo; sería la época de la Gran Tribulación. En esta ocasión, nuestro Señor tuvo algo que decir sobre la explosión demográfica. Luego les dijo que no llorasen por Él; Jesús no quería recibir compasión; Él quería y quiere recibir fe, nuestra fe. Él no merecía morir, y no murió para obtener nuestra compasión. Continuemos leyendo los versículos 32 al 34, que describen el momento en que
Jesus fue crucificado
"Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser ejecutados. Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes."
El Señor pidió a Su Padre que perdonara a aquella multitud por crucificarle. Si no hubiera hecho esto, aquellas personas habrían sido culpables de cometer el pecado imperdonable de matar al Hijo de Dios. Y dice el versículo 35:
"El pueblo estaba mirando, y aun los gobernantes se burlaban de él diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios."
Si Jesús hubiese descendido de la cruz, no habría sido el Cristo. No habría cumplido toda la profecía de Isaías 53:8, que hablaba de Su muerte con estas palabras: Por medio de violencia y de juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Debido a que Cristo permaneció en la cruz, podemos ser sanados del pecado, tremenda plaga de la humanidad. Continúan diciendo los versículos 36 al 38:
"Los soldados también se burlaban de él, y se acercaban ofreciéndole vinagre y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: Este es el Rey de los judíos."
Cuando Jesús fue crucificado, pusieron un cartel sobre la cruz, escrito en griego, latín y hebreo. El griego era el idioma de la inteligencia, la educación, la literatura y la ciencia. El latín era el idioma de la ley y el orden, del poder militar y el gobierno. Y el hebreo era el idioma de la religión. Cuando Cristo regrese para establecer Su reino, Él será el gobernador político, educativo y espiritual del universo. Esta inscripción era realmente exacta.
Por cierto, para tener el significado completo de aquella inscripción, tenemos que reunir los 4 relatos de los Evangelios.
Leamos ahora los versículos 39 al 41, que nos hablan de
El ladrón arrepentido
"Uno de los malhechores que estaban colgados lo insultaba diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, lo reprendió, diciendo:¿Ni siquiera estando en la misma condenación temes tú a Dios? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; pero éste ningún mal hizo."
Tanto Mateo como Marcos nos cuentan que, al principio, ambos ladrones se burlaban del Señor Jesús. Pero durante las 6 horas que permanecieron en la cruz, especialmente en las 3 últimas horas, uno de los ladrones vio que estaba sucediendo algo extraordinario. Reconoció que Aquel que estaba muriendo en la cruz no estaba muriendo por sí mismo sino por otra persona. Aunque él sabía que Barrabás tendría que haber estado en aquella cruz, pareció comprender que Aquel crucificado estaba muriendo por él. Reconoció que en la cruz hubo una transacción entre Dios y el ser humano, y que el Hombre que estaba en la cruz era Dios. Entonces, se volvió hacia Jesús con fe. Leamos los versículos 42 y 43:
"Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso."
Aquel mismo día en que el ladrón, de acuerdo con el gobierno romano, no fue considerado moralmente adecuado para vivir en la tierra, se fue a estar con el Señor. Este era un ladrón malo, no un ladrón bueno, pero debido a su fe en el Hijo de Dios, se convirtió en un ladrón salvado. ¡Este hombre tuvo fe para creer que el Señor Jesús iba a venir en Su reino, y que vendría después de Su muerte! Esto significa que aquel ladrón había avanzado mucho en su conocimiento teológico mientras estaba colgado en la cruz.
Nuestro Señor hizo una declaración notable; que este ladrón estaría con Él ese mismo día en el paraíso. Aquellos 2 ladrones habían sido detenidos por el mismo crimen, procesados por el mismo delito y estaban muriendo por la misma causa. ¿Cuál era la diferencia entre ellos? No había ninguna, pues ambos eran ladrones. La diferencia radicaba en el hecho de que uno de ellos creyó en el Señor Jesucristo y el otro no.
Aquel ladrón no podía realizar ninguna buena obra ni esfuerzos para acercarse a Dios. Ni siquiera tendría la oportunidad de asistir a una iglesia, ni de cumplir los ritos y ceremonias de ninguna religión. Sus manos y pies estaban inmovilizados y su cuerpo sólo descendería de la cruz como un cadáver. En realidad su vida, había sido una demostración de todo lo contrario. Pero escuchó aquellas palabras de Jesús: "Hoy estarás conmigo en el paraíso". Fue a la presencia de Dios a causa de su fe en Cristo. Es que, frente a Dios, todos los seres humanos, de cualquier origen social, encumbrados o proscritos por la sociedad y la ley, se encuentran en la misma condición y padecen las mismas necesidades espirituales. Y para todos, hay la misma solución: porque sólo hay un acceso a la presencia de Dios, y es a través de la fe en Jesucristo.
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