Estudio bíblico de Génesis 22:1-18
Génesis 22:1-18
Después de haber considerado en el capítulo anterior el nacimiento de Isaac y el exilio de Agar e Ismael, llegamos a un lugar y momento crucial de la Biblia. Este capítulo, considerado una de las cumbres de las Sagradas Escrituras, incluye el relato del ofrecimiento de Abraham de su propio hijo. Dios le ordenó a Abraham que ofreciese a su hijo Isaac sobre el altar y, en el último momento, cuando Dios vio que el patriarca estaba dispuesto a obedecerle y ejecutar el sacrificio, impidió que lo hiciese. Este capítulo nos lleva a la séptima y última aparición de Dios a Abraham. Después de ello, ya no había nada más que Dios pudiese pedirle a Abraham. Esta es, pues, la suprema prueba a la que El sometió a este hombre.
Si tuviésemos que escoger los diez capítulos más importantes de la Biblia, tendríamos que incluir a éste en la lista. Una de las razones es que ésta es la primera vez que se sugiere un sacrificio humano. El plan y propósito de Dios es explicarnos con claridad, a través de este incidente, que un sacrificio humano es erróneo. Pero también este episodio nos revela que Dios requiere la entrega de una vida para que El pueda salvar a los pecadores, No hay nadie, entre los seres humanos, digno de ocupar ese lugar. El Hijo de Dios fue el único. Es interesante observar que el apóstol Pablo dijo: " Dios no escatimó ni a su propio Hijo." Quizás alguien podría agregar que El sí, perdonó al hijo de Abraham, no permitiéndole a éste que consumase el sacrificio de Isaac.
Este capítulo compara el Salmo 22 con el capítulo 53 de Isaías. Ambos hablan, en términos proféticos de los sufrimientos y sacrificio del Señor Jesús. Este capítulo que hoy nos ocupa presenta grandes verdades que representan y describen a la cruz de Cristo. Así que no solo en el nacimiento de Isaac --como vimos en nuestro programa anterior-- sino ahora también en el sacrificio de Isaac hay una extraña similitud con la vida y obra del Señor.
Resulta muy interesante observar que el apóstol Santiago, en su carta, en el capítulo 2:21, refiriéndose a este incidente, hace una declaración que podría parecer contradictoria frente a otras partes de la Biblia. Dice Santiago:
"¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar?"
En cambio, el apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, capítulo 4:1-3, lo expresa así:
"¿Qué diremos, entonces, que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de que jactarse, pero no para con Dios. Porque ¿ qué dice la Escritura ? Y creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia."
¿Quien tiene razón, Santiago o Pablo ? Mi respuesta es que ambos. En primer lugar, tenemos que observar que los dos están hablando del mismo asunto, que es la fe. Santiago se refiere a las obras de la fe, no a las obras que se realizan para cumplir la ley de Dios. Pablo está hablando de la justificación ante Dios, citando el capítulo 15 de Génesis, cuando Abraham estaba progresando en una vida de fe. En aquel tiempo solo Dios conocía su corazón, y era Dios quien veía que Abraham creía en El. Hemos podido comprobar que el patriarca fracasó en muchas ocasiones y creo que sus vecinos habrán dicho: "por lo que vemos, no parece un hombre justo". Pero cuando llegó el día en que tomó a su hijo para ofrecerle en el altar, incluso los palestinos más insensibles habrán tenido que admitir que Abraham demostró que tenía fe por medio de sus acciones. Decía Santiago que Abraham fue justificado por sus obras. ¿ Pero cuándo ? Cuando ofreció a Isaac. Aunque podría surgir la pregunta: ¿ Ofreció realmente Abraham a Isaac sobre el altar ? Por supuesto que no, pero estuvo dispuesto a hacerlo. El mismo acto de estar dispuesto, de tener la voluntad de hacerlo, es la acción de la que habló Santiago al expresar que Abraham tenía las obras de la fe. Santiago estaba enfatizando las obras de la fe que hemos visto en este capítulo 22 del Génesis, mientras que Pablo estaba refiriéndose a la fe de su corazón que Abraham tenía en el capítulo 15.
Leamos el primer versículo, que nos relata la forma en que
Dios le mandó a Abraham que ofreciese a Isaac
"Aconteció que después de estas cosas, Dios probó a Abraham, y le dijo: ¡ Abraham ! Y él respondió: Heme aquí."
La traducción "tentar" es demasiado fuerte, porque realmente significa "probar", que es como la hemos traducido aquí. Además, el apóstol Santiago afirma claramente en su carta que Dios nunca tienta a nadie con el mal. Lo que hace Dios con las personas es poner a prueba su fe. De esta manera probó Dios a Abraham, pidiéndole que hiciese algo muy extraño. Nos lo aclara el versículo 2:
"Y Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré."
En el capítulo siguiente, en el 23:1, se dice que Sara tenía 127 años cuando murió. Reuniendo esos datos con los de este capítulo 22, resulta que Isaac no era precisamente un chico joven. Entonces, si Sara tenía 90 años cuando nació Isaac y 127 cuando murió, tenemos un período de 37 años. Ya que él es descrito aquí como un joven, podría haber tenido en el momento de este incidente, alrededor de 30 años de edad, o algo menos.
En este versículo hay palabras y frases que debieron hacer vibrar las fibras más sensibles de Abraham y de Dios mismo. Porque el Señor Jesús asumió la posición de Hijo en la Trinidad es, además el Hijo unigénito, así como Isaac era el único hijo, a quien Abraham amaba; y el Señor Jesús había dicho "El Padre me ama".
Con respecto a la identificación de esta parte concreta de la "tierra de Moriah", se trata del lugar donde siglos más tarde se edificó el templo y también donde el Señor Jesucristo fue sacrificado, justamente fuera de las murallas de la ciudad de Jerusalen. En realidad, el Gólgota y la zona del templo no están lejos, prácticamente en la misma loma o montaña. Resulta interesante la proximidad o identificación del lugar donde Abraham ofreció a Isaac y donde Jesucristo murió.
Con respecto al holocausto que Abraham debía preparar, diremos que se trataba de lo que también se llamó una ofrenda encendida. Esta ofrenda estaría vigente hasta la llegada de la Ley de Moisés, que implantó el sacrificio expiatorio y el sacrificio por las ofensas cometidas. Aquí, el holocausto nos habla de la persona de Cristo.
En este pasaje vemos el ofrecimiento de un sacrificio humano, lo que plantea una cuestión moral porque es, evidentemente, una práctica equivocada y repudiable. Si nos hubiéramos encontrado con Abraham en aquel día y le hubiésemos preguntado a dónde iba, nos habría respondido: "Voy a ofrecer a Isaac como sacrificio". Entonces le habríamos preguntado: "¿y cómo puedes hacer algo así?". Seguramente nos habría respondido: "Bueno, siempre me han enseñado que está mal. Sé que los pueblos paganos que moran en esta región ofrecen sacrificios humanos". Ante esta respuesta hubiéramos insistido: "¿Y entonces, por qué vas a hacerlo?" Y el nos habría explicado: "Lo único que sé es que Dios me lo ha pedido. Yo no lo entiendo. Pero he vivido ya más de 50 años sirviéndole, oyendo su voz y conversando con Él, y nunca me ha fallado. Jamás me ha pedido que hiciese algo que luego no resultase ser lo mejor para mí. Aunque no entiendo esta orden, obedeceré y le seguiré total e incondicionalmente, porque yo creo que El resucitará a Isaac de los muertos".
Vamos a entrar en esa parte del relato en que comprobaremos que
Abraham obedeció a Dios
Leamos los versículos 3 al 5:
"Abraham se levantó muy de mañana, aparejó su asno y tomó con él a dos de sus mozos y a su hijo Isaac; y partió leña para el holocausto, y se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho. Al tercer día alzó Abraham los ojos y vio el lugar de lejos. Entonces Abraham dijo a sus mozos: Quedaos aquí con el asno; yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros."
Debió ser una escena impresionante ver a Abraham acompañando a su hijo, llevando la leña para el holocausto. Tardaron 3 días en llegar allí, pero recordemos que fue en el tercer día que Abraham recibiría a su hijo con vida, como si fuese de entre los muertos, viéndole levantarse de aquel altar. Aquí tenemos una elocuente imagen de la cruz y la resurrección de Cristo. También vemos que la acción iba a ser desempeñada solo por el padre y el hijo, por Abraham e Isaac. Los otros miembros del grupo quedaron atrás. En realidad, en la cruz, Dios dejó fuera al ser humano. Nadie más estaba en condiciones de intervenir. En aquel momento de oscuridad, que tuvo lugar en pleno mediodía, el ser humano fue dejado fuera, sin ninguna posibilidad de intervenir. Y durante aquellas tres horas la cruz se convirtió en un altar donde el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, fue ofrecido en sacrificio. En aquella cruz la acción transcurriría entre el Padre y el Hijo. El hombre fue excluido, quedando fuera de aquel evento, sin participar en absoluto. En esta escena del Génesis, ocurrió lo mismo y quedaron solos Abraham e Isaac.
La acción continuó. Leamos el versículo 6:
"Tomó Abraham la leña del holocausto y la puso sobre Isaac su hijo, y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Y los dos iban juntos."
La leña fue colocada sobre Isaac. También cuando Jesús era conducido al lugar designado para su muerte, los hombres colocaron la cruz sobre El y la tuvo que llevar hasta el lugar del sacrificio. El fuego, aquí, nos habla de juicio y el cuchillo, de la ejecución del juicio y del sacrificio. Continuamos leyendo el diálogo entre el padre y su hijo, en los versículos 7 y 8:
"Y habló Isaac a su padre Abraham, y le dijo: Padre mío. Y el respondio: Heme aquí, hijo mío. Y dijo Isaac: Aquí están el fuego y la leña, pero ¿ dónde está el cordero para el holocausto? Y Abraham respondió: Dios proveerá para sí el cordero para el holocausto, hijo mío. Y los dos iban juntos."
Más adelante, el versículo 13 nos dirá que, poco después, como un carnero quedaría atrapado por sus cuernos en un matorral, Abraham lo tomaría y lo sacrificaría. Acabamos de leer que Abraham dijo que Dios proveería el cordero para el holocausto. Pero aquí no hubo cordero, sino un carnero. Esa fue la diferencia. El Cordero no sería provisto hasta siglos más tarde. Hasta que Juan el Bautista le señalase identificándolo, diciendo, como vemos en el Evangelio según Juan capítulo 1:29: " He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo." En este pasaje del Génesis, cuando Abraham dijo "Dios proveerá el cordero para el holocausto", estaba hablando proféticamente.
Llegamos, pues, al momento en que Abraham estaba listo para ofrecer a su hijo sobre el altar, aunque no comprendiese el por qué de todo esto. Dice el versículo 9:
"Llegaron al lugar que Dios le había dicho y Abraham edificó allí el altar, arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar sobre la leña."
Isaac, a quien Abraham tuvo que atar, no era ya un chico tan joven a quien hubiera podido doblegar fácilmente, sino un hombre adulto, que podría haberse resistido e impuesto a Abraham. Pero Isaac estaba actuando con obediencia. Así también el Señor Jesús fue a la cruz, diciéndole al Padre: "no se haga mi voluntad, sino la tuya". El fue a la cruz para cumplir la voluntad de Dios. El versículo 10, nos lleva al punto culminante y dice:
"Entonces Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo."
Esta es la verdadera crisis en la vida de Abraham. Dios le había llevado a través de cuatro crisis precisas. Cada una de ellas fue un verdadero tormento para su alma y un peso sobre su corazón. La primera, cuando fue llamado a salir y dejar a sus familiares en Ur de los Caldeos. Fue una dura prueba y no la encaró muy bien en un principio, aunque finalmente afrontó la ruptura. La segunda crisis tuvo que ver con su sobrino Lot. Abraham le apreciaba mucho, de otra manera no le habría estado llevando a todas partes. Pero, al fin llegó el momento en que tuvieron que separarse y Lot escogió ir a Sodoma. La tercera crisis llegó con Ismael, el hijo que tuvo de Agar, la esclava. Un día, incluso, había clamado a Dios diciendo: "¡Ojalá que Ismael viva delante de ti!". Más adelante, como amaba e este hijo, sufrió mucho por tener que separarse de él. Finalmente, la cuarta crisis fue la prueba suprema, y es la que estamos considerando. Y Abraham no podía entender lo que estaba sucediendo, sencillamente porque Dios le había dicho previamente, hablando del hijo prometido: "Por Isaac será llamada tu descendencia". Como indica la carta a los Hebreos, capítulo 11:19, Abraham creyó que Dios resucitaría a Isaac de entre los muertos y estaba dispuesto a llevar a cabo el sacrificio. Los versículos siguientes nos explican como
El ángel del Señor impidió que Abraham matara a su hijo
Leamos los versículos 11 y 12:
"Más el ángel del Señor lo llamó desde el cielo, y dijo: ¡ Abraham, Abraham ! Y él respondió: Heme aquí. Y el ángel le dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; porque ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único."
Dios sabía que Abraham era sincero y quería obedecerle. Podía leer su corazón y ya tenía desde antes constancia de su fe, que ahora era evidente en sus acciones, en sus obras. Dios también puede ver tu corazón. El sabe si tu eres o no sincero; pero los demás que te rodean, no lo pueden saber, a no ser que vean y conozcan tus obras. Es por eso que el apóstol Santiago dice que " la fe sin obras es estéril." Leamos los versículos 13 y 14; nos explican como Dios detuvo la mano de Abraham y proveyó un sustituto.
"Entonces Abraham alzó los ojos y miró, y he aquí, vio un carnero detrás de él trabado por los cuernos en un matorral; y Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo."
Desde los tiempos del jardín del Edén hasta la cruz de Cristo, hubo un sacrificio sustitutivo, como el de este carnero. El animal sacrificado simbolizaba el pago por la culpa y señalaba al futuro sacrificio expiatorio de Cristo, el Hijo de Dios, que vino al mundo para pagar nuestra deuda frente a la justicia divina. En el caso de Isaac, Dios no permitió un sacrificio humano pero cuando su Hijo vino a este mundo, le envió a morir a una cruz. Por eso el apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, capítulo 8:32, dice
"El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿ cómo no nos concederá también con El todas las cosas?"
La cruz se convirtió en un altar en el cual fue ofrecido el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El versículo 14, finaliza el incidente. Dice así:
"Y llamó Abraham a aquel lugar con el nombre de El Señor proveerá, como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá."
Muchos estudiosos creen que en este lugar sería edificado el templo del rey Salomón. Y el Gólgota, que significa El Lugar de la Calavera, donde fue crucificado Jesús, se encuentra precisamente allí, en la misma loma donde se erigió el templo. Entonces, allí ofreció Abraham a su hijo, y allí también, mas adelante en la historia, sería crucificado el Señor Jesucristo.
Entendemos perfectamente por qué Abraham llamó a aquel lugar "El Señor proveerá". Porque allí Dios mismo intervino a favor suyo.
En el siguiente párrafo,
Dios reafirmó sus promesas a Abraham
Leamos los versículos 15 y 16:
"El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, declara el Señor, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único"
Dios sabía de la fe de Abraham porque podía leer en su corazón. Abraham creyó y llegó lo bastante lejos en su actitud, para que todos supiésemos que estaba dispuesto a entregar su hijo a Dios. Y aunque el patriarca no llegó realmente a sacrificar a su hijo, para Dios fue como si lo hubiese hecho. Abraham fue justificado ante Dios por la fe, pero también fue justificado ante los hombres, por sus obras. Por sus obras demostró que había tenido esa fe. Además, resulta interesante que Dios recalcó la expresión "tu hijo, tu único". Aquí hay una relación directa con el hecho de que Dios entregó a su Hijo único.
Por medio de este incidente, Dios nos enseña que tendría que ser un hombre, un Salvador, el que se interpusiese entre Dios y el ser humano, salvando la distancia enorme que les separaba. Abraham dijo que Dios proveería un cordero y, entonces, apareció el carnero y lo ofrecieron. Pero, 1.900 años más tarde, Dios proveyó un cordero, que fue Cristo. Aquí, Dios detuvo la mano de Abraham, no permitiéndole que ejecutara el sacrificio de Isaac, lo cual hubiera sido un error. Dios perdonó al hijo de Abraham. pero, más adelante en la historia, no perdonó a su propio Hijo sino que le entregó por todos nosotros.
Finalmente, leamos los versículos 17 y 18:
"De cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos. Y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque tu has obedecido mi voz."
¿De qué simiente está hablando Dios aquí? Si leemos en la carta a los Gálatas, capítulo 3:16, vemos como interpreta el apóstol Pablo el significado de la simiente o descendencia;
"Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: y a las descendencias, como refiriéndose a muchas, sino más bien a una: y a tu descendencia, es decir, Cristo."
Y esta interpretación de la Biblia misma, se amplía con el versículo de este mismo capítulo de Gálatas:
"Y la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de anTemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: en ti serán benditas todas las naciones."
"Buenas nuevas" es el significado de la palabra Evangelio. ¿ Y cuando le anunció Dios a Abraham esas buenas nuevas ? Pues cuando le llamó a ofrecer a su hijo Isaac sobre el altar. Como leíamos en nuestro capítulo de hoy, Génesis 22, en el versículo 18, en las palabras de Dios a Abraham: " en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra; " y esa simiente es Cristo, como añadió Pablo. Esas fueran las buenas noticias del evangelio, anunciadas a Abraham.
Tal vez suponemos que Abraham, Isaac, Jacob y todos los héroes del Antiguo Testamento eran grandes hombres, aunque no fuesen tan inteligentes como nosotros, ya que no podían conocer ni comprender lo que nosotros sabemos hoy. Soy de la opinión que Abraham supo mucho más sobre la venida de Cristo y del Evangelio de lo que podríamos pensar. En realidad, como recuerda el apóstol Juan en su Evangelio, Jesucristo mismo dijo: "Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró". por eso el patriarca debe haber sabido más de lo que imaginamos. Dios le reveló muchas cosas a Abraham aunque el Salvador aún no había venido. Hoy sabemos que no vendría hasta pasar 1.900 años, pero aquí, en la cima del monte Moriah, donde Abraham ofreció a Isaac, podemos contemplar una imagen de la entrega e incluso de la resurrección de Cristo. Como hemos dicho anteriormente, después de que Dios hubiese llamado al patriarca para ofrecer a Isaac, pasaron 3 días antes que llegasen a Moriah. Allí, Dios le devolvió a Abraham, su hijo vivo, en el tercer día. Así que, en resumen, tenemos una ilustración de la muerte y resurrección de Cristo. Por eso Pablo dice que Dios le predicó el Evangelio a Abraham. Y fue allí, en aquel lugar.
Además, según el versículo 18, la bendición alcanzaría a todos los pueblos de la tierra. Hoy en día el Evangelio de Cristo se ha extendido por todo el mundo. Muchos aun no lo han oído. No obstante, el anuncio de esa bendición ha llegado hasta todas las naciones. Y esa bendición, es Jesucristo.
La obediencia de Abraham, demostrada en este incidente, se apoyaba en su fe. Y la fe siempre conduce a la acción. Porque, como decía el apóstol Santiago, ". . . la fe sin obras es estéril".
Copyright © 2001-2024 ( TTB - Thru the Bible, RTM - Radio Transmundial, EEA - Evangelismo en Acción). Todos los derechos reservados.
CONDICIONES DE USO