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Estudio bíblico de Rut 2:3-19

Rut 2:3-19

Continuando con nuestro estudio del capítulo 2 de Rut, leamos una vez más el versículo 3:

"Fue, pues, y al llegar, se puso a espigar en el campo tras los segadores. Y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el pariente de Elimelec."

Decíamos en nuestro programa anterior que Rut había salido de Belén al campo para buscar un lugar donde espigar. Era sumamente importante que Rut fuera al campo de Booz, de cara al nacimiento del Señor Jesucristo en Belén. Pues bien, vemos que Rut tenía el permiso de Noemí para espigar para las dos. Ella entonces fue y recogió espigas en el campo de Booz, aunque ella no le conocía. Vimos además que este versículo 3 dice: "Y aconteció que aquella parte del campo era de Booz". Ahora, "Aconteció" es aquí una palabra de ventura. Implica algo que sucede sujeto a la contingencia de lo que depare la suerte.

Ahora, hay quienes explican la llegada de Rut al campo de Booz diciendo que fue guiada directamente por el Señor. Algunos creerán que una voz le habló a Rut desde los cielos diciéndole a dónde debía ir. Pero según lo que sabemos, a ella no le fue dado ningún sueño ni visión que le revelara el campo dónde debía espigar. Por lo que a ella se refiere, y desde un punto de vista humano, todo aconteció así como por casualidad. Pero desde el punto de vista divino, no fue así. Para algo tan importante como esto, uno creería que Dios estaría allí mismo, guiándola directamente como si lo hubiera hecho por medio de un mapa de carreteras. Pero no fue así como Dios la guió. Permítanos decir aquí, que Rut había orado en cuanto a esto, y que Dios se sirvió de las circunstancias para guiarla.

El nos guía a través de Su Palabra, de Su Espíritu, y a veces lo hace a través de las circunstancias.

Creemos que el Señor nos guía así como guió a Rut. Creemos que si usted hubiera estado con Rut por ejemplo aquel día cuando salió a recoger espigas, podría haberle dicho: "Rut, ten cuidado a dónde vayas". Y probablemente ella le habría respondido: "Sí, claro, tendré cuidado". Usted podría preguntarle más tarde: "¿Por qué pues, escogiste el campo de Booz?" Y, creemos que ella le contestaría: "Bueno, lo escogí porque miré al campo al otro lado del camino y nadie estaba espigando allí. Pero en este campo, había tantos que espigan que di por sentado que el dueño del campo debía ser un hombre muy generoso". Y así estimado oyente, de esa misma manera, Dios quiere guiarnos hoy en día. Dios quiere que permanezcamos cerca de Él. No nos va a entregar ningún mapa de carreteras con nuestro camino trazado. Él dijo en el Salmo 32, versículo 8: "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos". Tenemos que estar muy cerca de Él para poder ser guiados. No podemos simplemente correr a Dios para asirnos de Su voluntad en el último momento, cuando ya nos hallamos en apuros. Se trata de permanecer cerca de Él en todo momento. Ahora observemos lo que ocurrió cuando Rut entró en el campo. Leamos el versículo 4 de este capítulo 2 de Rut:

"Llegaba entonces Booz de Belén, y dijo a los segadores: El Señor sea con vosotros. El Señor te bendiga?le respondieron ellos."

Observemos las relaciones cordiales entre Booz y sus trabajadores. Ahora el versículo 5 dice:

"Luego Booz le preguntó a su criado, el encargado de los segadores: ¿De quién es esta joven?"

Después de que las personas se pusieron a espigar, Booz entró en su campo. Habló a su siervo, quien estaba encargado de los segadores. Había pobres, extranjeros que espigaban en su campo y se fijó en que había muchos. Luego, de repente vio a Rut.

Booz quiso saber de quién era ella. Creemos que Booz era el soltero más aceptable en todo Belén. Pues bien, para Booz éste fue un caso de amor a primera vista. Y así fue que en aquellos campos se inició un romance. Leamos ahora el versículo 6:

"El criado encargado de los segadores respondió: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab."

Puede quizás surgir la pregunta: "¿Por qué no conoció Booz antes a Rut? La contestación se halla en el hecho de que sin duda, él había estado fuera luchando en una de las innumerables guerras que se libraban durante el tiempo de los jueces. Era un hombre de guerra, un hombre rico, un hombre seguidor de la ley. Probablemente era uno de los hombres más prominentes en todo Belén, y uno de los solteros más aceptables. Ahora, se había enamorado de la joven Rut. Continuemos con el versículo 7 de este capítulo 2 de Rut, donde el criado continuó hablándole a Booz en cuanto a Rut, y le dijo:

"Me ha dicho: Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas". Entró, pues, y ha estado trabajando desde la mañana hasta ahora, sin descansar ni un solo momento."

El siervo encargado de los segadores, creyendo quizá que Booz no comprendía, le explicó cómo había llegado Rut a su campo. Ahora el versículo 8 dice:

"Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no te vayas, ni recojas espigas en otro campo; te quedarás aquí junto a mis criadas."

Booz le dijo a Rut: "Yo quiero que espigues en este campo". No quiso que ella fuera a otra parte para espigar. Evidentemente ya estaba comenzando a mostrar interés en ella. Continuemos con el versículo 9 de este capítulo 2 de Rut:

"Mira bien el campo que sieguen y síguelas; pues he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados."

Booz extendió su protección sobre ella. Le dijo que estaría completamente protegida en su campo. No podemos imaginarnos los insultos que, siendo ella moabita, podría haber recibido en aquel entonces. Era una paria, una extranjera. Podría haber sido insultada apenas entrara en el campo, porque había muchas maneras de ser ofendida. Ahora, Booz lo arregló todo a fin de que nadie la insultara ni abusara de ella. Leamos el versículo 10:

"Entonces ella, bajando su rostro, se postró en tierra y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia a tus ojos para que me favorezcas siendo yo extranjera?"

¿Por qué he hallado gracia en tus ojos?" Creemos que esta fue una pregunta sincera por parte de Rut. Pero Rut hizo esta pregunta a Booz porque Noemí la había instruido y preparado para lo peor. La había recordado a Rut que ella era moabita y que los israelitas no le harían mucho caso. Eso quería decir que probablemente permanecería viuda todos los días restantes de su vida. Sería rechazada. Y Rut aceptó y creyó lo que Noemí le había contado. Es por eso que se quedó tan sorprendida cuando espigó por primera vez en un campo, cuyo dueño era probablemente el soltero más observado del pueblo. Éste salió y se enamoró de ella a primera vista, e inmediatamente comenzó a cuidarla. Y ella quedó tan admirada de su interés que le preguntó: ¿Por qué te has fijado en mí y eres tan amable conmigo? Este libro de Rut nos revela algo interesante porque constituye uno de los casos del Antiguo Testamento en el que las barreras raciales se rompieron y Dios amó y se preocupó por aquellos que llevaban sobre ellos el estigma del juicio.

Ahora, me es posible contestar la pregunta de Rut, porque ella era atractiva, maravillosa, tenía todo el encanto que un hombre podría desear en una mujer y en una esposa. Pero, ¿sabe usted que no me es posible contestar mi propia pregunta? ¿Por qué he hallado yo gracia en los ojos de Dios? Porque no hay nada en mí, estimado oyente, que merezca la gracia de Dios. Fue cuando éramos impíos, huyendo de Dios, en rebelión contra Dios, pecadores, débiles, que Cristo murió por nosotros como nos dijo el apóstol Pablo en su carta a los Romanos capítulo 5, versículo 6. ¿Por qué murió Cristo? Porque nos amó. Vio nuestra necesidad de la salvación. Vio cuan indignos éramos, y por eso, hallamos gracia en Sus ojos. Continuemos ahora con el versículo 11 de este capítulo 2 de Rut:

"Booz le respondió: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre, y la tierra donde naciste, para venir a un pueblo que no conocías."

Aunque Booz nunca antes había conocido a Rut, había oído hablar de ella. Tenemos la idea de que muchos le habrán hablado de la joven que había regresado con Noemí, de su bondad y de su belleza. Seguramente le contaron como ella había dejado su tierra natal y se había identificado con el Dios de Israel y con su pueblo. Luego, al conocerla, Booz no podía creer que ella fuera tan maravillosa. Quizá le habían dicho lo mismo en cuanto a muchas otras y por tanto, él no tenía mucha prisa en averiguar si en este caso era verdad, o no. Pero, vemos entonces que ella entró en su campo, él la vio y se enamoró de ella. Booz continuó hablando aquí en el versículo 12 y dijo:

"Que el Señor te recompense por ello, y que recibas tu premio de parte del Señor Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte."

Rut había confiado en el Señor. Por tal motivo había tomado la decisión de dejar su tierra de Moab. Había declarado que el Dios de Noemí sería su Dios. Había abandonado la idolatría para confiar en el Dios vivo y verdadero. Era ya una hija de Dios. Booz se dio cuenta de que él solo no podía recompensarla lo suficiente por su obra, y por tanto, oró que ella fuera abundantemente recompensada por el Señor. Ahora veamos lo que Rut dijo aquí en el versículo 13:

"Ella le dijo: Señor mío, me has mostrado tu favor y me has consolado; has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni siquiera como una de tus criadas."

Rut aceptó la hospitalidad bondadosa que le fue extendida y reconoció el hecho de que Booz había traído paz a su corazón. Recalcó el hecho de que era extranjera y que no era ni siquiera como una de sus criadas. Pero ella no era como las otras criadas y esa fue la razón por la que Booz se fijó en ella. La belleza física de la joven gentil, junto con su hermoso carácter, hicieron surgir el amor en el corazón de Booz.

Ahora nosotros tenemos un Salvador que nos ama hoy, y nosotros debemos amarle a Él. El apóstol Juan nos dijo en su primera carta capítulo 4, versículo 19 que: "Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero."

Estimado oyente, queremos que usted vea que en este pequeño libro de Rut tenemos una historia continuada. Rut entró en el campo que pertenecía a Booz para espigar. Al principio dijimos que hay muchísimos que interpretan el episodio de aquel día como resultado de la suerte o la casualidad. Pero en el programa de Dios no hay tal cosa como suerte, ni casualidad, ni accidentes. Como el resto de la historia bien lo ilustra, éste no fue un hecho fortuito, sino el resultado de la dirección de la mano invisible de Dios. Todo esto sucedió según la dirección y la guía de Dios. Éste fue un caso de entre millones de tratos providenciales de Dios en los asuntos diarios de los seres humanos. Dios estaba determinando todos los eventos en la vida de esta extranjera, a fin de que ocupara una posición estratégica y fuera un eslabón importante en la genealogía Bíblica, en la sucesión de las generaciones, como una cadena de color rojo, el rojo de la sangre de la redención, que se extiende a través de todas las Escrituras.

En el análisis final, ningún hecho accidental puede ocurrirle al hijo de Dios. Nada puede pasarle al cristiano sin el permiso de Dios. La suerte, el azar, es eliminado de la vida del hijo de Dios, porque él es como Job del cual Satanás dijo en el capítulo 1 de Job, versículo 10: "¿No le has rodeado de tu protección a él y a su casa y a todo lo que tiene? El cristiano puede levantarse en medio de las vicisitudes angustiosas de la vida y afirmar cual el apóstol Pablo en Romanos 8:28: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."

Creemos que en la actualidad, es importante para cualquier hijo de Dios no esperar hasta que se halle en un punto crítico de la vida para volverse precipitadamente a Dios y vivir cerca de Él. Un cristiano debe caminar con Dios día a día, a fin de que cuando se encuentre en un momento crítico, pueda elegir con serenidad el camino por el que debe andar, el camino que Dios quiere que siga para su propio bien. A veces, cuando una persona llega a un punto crítico, queda como bloqueada, inmovilizada y no sabe que debe hacer. Otros, por el contrario, se dejan guiar por los impulsos momentáneos y toman rápidamente una decisión, como si estuviesen huyendo hacia delante. Pero el hijo de Dios tiene los recursos divinos a su alcance y puede encomendar su camino a Dios y tomar una determinada dirección sintiendo, al mismo tiempo paz. Leamos ahora el versículo 14 de este capítulo 2 de Rut:

"A la hora de comer Booz le dijo: Ven aquí, come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Se sentó ella junto a los segadores, y él le dio del guiso; comió hasta quedar satisfecha y aun sobró."

Booz invitó a Rut a almorzar con él. No fue ningún festín de manjares especiales; pero, fue la comida apropiada para las circunstancias en que se encontraban. Booz era un hombre pudiente, pero comía con sus trabajadores, y así se preocupó de que Rut tuviera lo suficiente para comer. Probablemente, para ella fue la mejor comida que había comido desde hacía mucho tiempo. Leamos ahora los versículos 15 y 16 de este capítulo 2 de Rut:

"Cuando se levantó para seguir espigando, Booz ordenó a sus criados: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis; dejaréis también caer para ella algo de los manojos; dejadlo para que lo recoja, y no la reprendáis."

Los pobres que espigaban en el campo estarían más que dispuestos a situarse donde el grano fuese mejor y podemos comprender que el dueño del campo tenía que mantenerles por detrás y a cierta distancia de sus propios segadores. ¡Imagínese usted, un hombre que es dueño de un campo, diciendo a sus obreros que dejen que una campesina espigue entre las gavillas! Si ella llegaba a donde ellos trillaban y recogía una de las gavillas, no debían decirle ni una sola palabra. Debían dejar que ella la recogiera. Ahora, ¿Qué fue lo que dijo Booz? Les estaba diciendo a sus trabajadores, a sus criados, que observasen a Rut. Si ella espigaba tras ellos, debían dejar caer una gavilla o dos y seguir como si nada hubiera pasado. Debían asegurarse de que ella las recogiera. ¿Sabía usted que lo que él les dijo era conforme a la ley mosaica? Booz conocía bien la Ley e instruyó a sus empleados al respecto. Leemos en Deuteronomio capítulo 24, versículo 19; "Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, el huérfano y la viuda; para que te bendiga el Señor tu Dios en toda la obra de tus manos". Esta fue la manera en que Dios cuidó de los pobres en aquel entonces, y según este versículo Booz recibiría una verdadera bendición del Señor por su manera de tratar a Rut. Leamos ahora los versículos 17 al 19 de este capítulo 2 de Rut:

"Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y cuando desgranó lo que había recogido, eran más de veinte kilos de cebada. Los tomó y se fue a la ciudad, y su suegra vio lo que había espigado. Luego sacó también lo que le había sobrado después de haber quedado satisfecha, y se lo dio. Su suegra le preguntó: ¿Dónde has espigado hoy? ¿Dónde has trabajado? ¡Bendito sea el que te ha favorecido! Ella contó a su suegra con quién había trabajado, y añadió: El hombre con quien he trabajado hoy se llama Booz."

Noemí vio que Rut había espigado mucho más que lo que habría podido obtener una mujer normal trabajando en el campo, en un solo día. Había recogido muchísimo más que lo ordinario, lo cual sorprendió a Noemí. Porque parecía haber sucedido lo que ella creía que nunca pasaría. En otras palabras, alguien se había fijado en Rut. Rut le contó a Noemí como había espigado en el campo de Booz. Francamente, su nombre no significaba nada para Rut. Ella no sabía quién era Booz ni su posición en la comunidad, pero Noemí sí lo sabía. Todo lo que sabía ella era que él se había portado de una manera muy bondadosa con ella. No creemos que a esta altura, tuviera idea de que Booz se había enamorado de ella. Su suegra le había dicho que nadie se fijaría en ella porque era extranjera, y Rut se había mentalizado con respecto a la viudez y a la pobreza perpetua. Recordemos cuando ella le había preguntado a Booz con verdadera sorpresa: "¿Por qué he hallado gracia en tus ojos?

A través de los siglos, desde antes y después de Rut, hombres y mujeres se han visto alcanzados por el amor de Dios. Personas de todas las condiciones, que habían vivido como si Dios no existiera, y que ellas mismas no se estimaban a sí mismas, y estaban profundamente descontentas con su carácter, con su forma de ser, descubrieron con asombro que, a pesar de todo, Dios las amaba. Una de esas personas, el poeta Juan Bautista Cabrera, pensando en la muerte de Jesucristo, lo expresó en un himno, de la siguiente manera:

Sé también que aunque soy nada,
me amas con tan vivo amor
que por mi viertes tu sangre
para ser mi Redentor
¡Y es que me aclara tu luz
El misterio de la cruz!

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