Estudio bíblico de Rut 1:14-2:3
Rut 1:14-2:3
En nuestro programa anterior comenzamos a estudiar el capítulo 1 de Rut. Y decíamos que algunas de las cosas que Noemí había dicho a sus nueras Orfa y Rut, las entristecieron. Si estas dos mujeres se iban con Noemí, probablemente no les sería posible casarse nuevamente, porque ninguno de los israelitas se comprometería con ellas. En efecto, a los israelitas les estaba prohibido casarse con extranjeros. El regreso a Judá con Noemí también significaría una pobreza perpetua porque cuando Noemí había salido de su tierra, había perdido su propiedad. Sus tierras habían sido hipotecadas. Otros tenían ahora su parcela y para poder recobrarla le haría falta un redentor.
Habría un redentor, pero en ese momento, ello no significaba nada para Rut ni para Orfa, porque aún no lo sabían. Por lo tanto Noemí les dijo que debían quedarse en Moab y casarse con los de su pueblo. Entonces ellas se afligieron y lloraron mucho. Luego ambas jóvenes le dijeron a Noemí que la acompañarían a Judá. Comenzamos luego a considerar la decisión leal de Rut. Si un hombre moría en Israel, su hermano, su tío o sobrino, podía casarse con la viuda. El hecho era que la esposa del difunto podía pedir que uno de ellos fuera su esposo, a fin de que se perpetuara el nombre de su marido.
Pero vimos en los versículos 11 al 13 de este capítulo 1 de Rut, que Noemí les dijo a Rut y a Orfa, que ella no tenía más hijos y que serían insensatas si regresaban con ella a Judá porque no podrían casarse fuera de la familia. Ningún hombre en Belén tendría interés alguno en ellas. Luego Noemí le atribuyó al Señor el origen de sus dificultades. Pero veremos que los problemas se presentaron porque esta familia se hallaba fuera de la voluntad de Dios cuando fueron a los campos de Moab. Imaginemos a las tres mujeres allí en el camino a Moab. A primera vista no estaba ocurriendo nada importante; simplemente una despedida. Sin embargo, tendría lugar allí una decisión que determinaría el nacimiento de Jesucristo en Belén. Noemí pues les dijo a las jóvenes que si ellas iban a Judá las esperaba la viudez y la pobreza perpetua. Eso es lo que tendrían que sufrir. Leamos ahora el versículo 14 de este capítulo 1 de Rut:
"Alzaron ellas otra vez su voz y lloraron; Orfa besó a su suegra, pero Rut se quedó con ella."
Creemos que hay aquí un ejemplo de lo que son los sentimientos verdaderos de las personas. Y con respecto al arrepentimiento, muchas personas creen que implica el derramar lágrimas. Bueno, estas dos mujeres rompieron a llorar de nuevo. Orfa dejó caer tantas lágrimas como las que dejó caer Rut. Pero fíjese usted lo que sucedió. Orfa besó a su suegra; era muy emocional. Sin embargo, Rut se quedó con ella. Ésta es la diferencia estimado oyente, entre un sentimiento real y uno superficial.
Se cuenta que había un barco, aquellos de los tiempos pasados que navegaba por el río Mississippi y que tenía una caldera muy pequeña y una sirena potente. Cuando el barco navegaba río arriba y hacía sonar la sirena, la corriente empezaba a arrastrar el barco río abajo, porque simplemente ese barco no podía avanzar y hacer sonar el silbato al mismo tiempo. Ahora, hay muchos que tienen una forma de expresarse espectacular. Realmente, lloran de forma notoria, pero no tienen realmente una fuerza interior, y su expresividad no significó nada. En nuestra historia, Orfa lloró y besó a su suegra, pero eso no reveló sentimientos profundos.
En su segunda carta a los Corintios capítulo 7, versículo 10, el apóstol Pablo dice: "Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación. . ." El arrepentimiento estimado oyente, significa ir en otra dirección. En efecto, significa dar media vuelta para ir en la dirección opuesta. Creemos que hoy en día, todo el arrepentimiento que se requiere se encuentra en la fe - el creer en el Señor Jesucristo. Esto es lo que Pablo le dijo al carcelero de Filipos en el capítulo 16 de los Hechos de los apóstoles, versículo 31. El apóstol Pablo le dijo: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa". Luego, a Pablo le fue posible escribir en su carta a los Tesalonicenses, capítulo 1, versículo 9: "...porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero". El apóstol Pablo les predicó a Cristo a estas personas, a personas que iban a los templos de idolatría. El volverse a Cristo era la fe, y el volverse de los ídolos era el arrepentimiento.
Ahora, ¿Cuál viene primero, la fe o el arrepentimiento? ¿Cuál tiene más importancia? Usted estimado oyente, puede discutirlo todo lo que quiera, pero usted no puede volver la palma de su mano sin volver también la otra parte de la mano. Cuando usted se vuelve a Cristo, usted se vuelve, se aparta de algo. Si no se vuelve de algo, entonces no se vuelve a Cristo. Porque el volverse de algo, ese es el arrepentimiento. Sin embargo, Rut se quedó con su suegra. Fíjese en todo lo que esto significó. Éste sí fue un verdadero arrepentimiento, un apartarse de su vida anterior. Leamos el versículo 15 de este capítulo 1 de Rut:
"Noemí dijo: Mira, tu cuñada ha regresado a su pueblo y a sus dioses; ve tú tras ella."
Orfa se volvió a la idolatría. Esta muchacha Orfa pues, no fue un ejemplo del verdadero arrepentimiento. Ella lloró, besó a su suegra, y luego caminó desde las páginas de la Escritura alejándose hacia al silencio de los siglos. Nunca más oímos hablar de ella. Su arrepentimiento no había sido genuino, de ninguna manera. Su matrimonio con un joven de Belén de Judá había sido un matrimonio de conveniencia. Ella se había enamorado de él y se casó. Probablemente Noemí creía que lo mismo sería verdad en cuanto a Rut. Y por eso le dijo: "Vuélvete tú tras tu cuñada". Pero, Rut había hecho una decisión para Dios y para la eternidad. Y la veremos mencionada nuevamente en el primer capítulo del Nuevo Testamento, en la genealogía que conducía hasta Jesucristo. Había hecho una decisión diferente, la que contenía siete puntos importantes. Leamos los versículos 16 al 18 de este capítulo 1 de Rut:
"Rut respondió: No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo y allí seré sepultada. Traiga el Señor sobre mí el peor de los castigos, si no es solo la muerte lo que hará separación entre nosotras dos. Al ver Noemí que Rut estaba tan resuelta a ir con ella, no insistió."
Veamos ahora estos siete puntos importantes en la decisión de Rut:
En primer lugar, dijo: "A dondequiera que tú fueres, iré yo". Rut decidió que a dondequiera que fuera Noemí, ella también iría.
En segundo lugar, dijo: "Dondequiera que vivieres, viviré". No empleaba esta decisión como una conveniencia para entrar en la tierra de Judá sino para identificarse con ella. Se iba a quedar con Noemí, aunque esto significara la pobreza. Es decir, que estaba dispuesta a sufrir la pobreza.
En tercer lugar dijo Rut: "Tu pueblo será mi pueblo". Ella sabía que esta decisión la desterraría de su propio pueblo y de su idolatría, pero se volvió para ir a la tierra de Judá e, identificándose con el pueblo de Dios dijo: "Tu pueblo será mi pueblo, sea que me acepte, o que no me acepte". Uno no puede tomar una decisión con respecto a Dios sin identificarse con el pueblo de Dios.
En cuarto lugar dijo: "Y tu Dios mi Dios". ¿Por qué se casarían estas muchachas Orfa y Rut con hombres enfermizos? Esta familia de Judá había llegado a la vecindad de las muchachas en Moab. Ellas se encontraban rodeadas de mucha idolatría y en las profundidades del paganismo. Conocieron a esta familia y oyeron contar acerca del Dios vivo y verdadero. Y eso enterneció sus corazones y cuando los muchachos se declararon, ellas se casaron con ellos. Pero, Rut había decidido seguir a Dios, y no faltó a su decisión.
En quinto lugar dijo Rut: "Donde tu murieres, moriré yo". Esta quinta decisión que Rut hizo era muy importante. Significaba que tenía la misma esperanza de inmortalidad que tenían Noemí y los israelitas. Vimos esa esperanza en el libro de Génesis, cuando Jacob quiso ser sepultado en la tierra de Canaán. José quiso que sus huesos fueran llevados de la tierra de Egipto y sepultados en la tierra de Canaán. ¿Por qué? Porque el futuro para estas personas sería una resurrección algún día en esa tierra, para vivir en el reino de los cielos, establecido aquí en esta tierra. Como dice la carta a los Hebreos 11:10, esperaban vivir en aquella ciudad que tendría fundamentos firmes, de la cual Dios sería el arquitecto y constructor. Esa esperanza de Israel pues llegó a ser también la esperanza de Rut.
En sexto lugar, Rut dijo: "Donde te sepulten a ti, allí seré sepultada yo". Ella quería ser sepultada en la tierra de Canaán. La resurrección le daba una esperanza, como hemos dicho, la misma esperanza que los patriarcas habían tenido, que era la esperanza del Antiguo Testamento.
Y en séptimo lugar, Rut dijo: "Traiga el Señor sobre mí el peor de los castigos, si no es sólo la muerte lo que hará separación entre nosotras dos". ¡Qué maravillosa decisión la que Rut ha hecho! Noemí ya conocía muy bien a Rut y sabía que se había decidido de una vez y para siempre. Por eso Noemí dejó entonces de tratar de disuadirla. Leamos ahora el versículo 19 de este capítulo 1 de Rut:
"Anduvieron, pues, ellas dos hasta llegar a Belén. Cuando entraron en Belén, toda la ciudad se conmovió por su causa, y exclamaban: ¿No es ésta Noemí?"
Cuando Rut y Noemí llegaron al pueblo de Belén, los de Belén vieron a Noemí y se preguntaron: ¿No es ésta Noemí? Cuando Noemí salió de Belén, era próspera. Tenía un esposo y dos hijos. Ahora, ella regresaba, pero su esposo y sus dos hijos habían muerto. Todo lo que traía con ella ahora, era una acompañante extranjera, y su pobreza era muy obvia. Leamos ahora el versículo 20 y 21:
"Pero ella les respondía: ¡No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura! Me fui llena, con las manos vacías me devuelve el Señor."
¿Había de veras Dios tratado amargamente con ella? No, estimado oyente. Noemí era miembro de una familia pródiga y por eso fue castigada en el país lejano. Fue por causa de su desobediencia que le sucedieron todas estas cosas. Noemí había salido llena. Lo tenía todo. Pero había regresado con las manos vacías. No tenía nada. Así le sucede al hijo de Dios que teniendo a su disposición todas las bendiciones espirituales en Jesucristo, se aleja de Su presencia y pierde su relación de compañerismo con Él. Allí, lejos de Dios, dondequiera que se encuentre, sufrirá la disciplina divina y volverá a su hogar espiritual con las manos vacías, como vino aquel hijo pródigo de la parábola. Aunque encontrará que su Padre le estará esperando con los brazos abiertos, para perdonarle y bendecirle como nunca antes. Leamos los versículos 21b y 22:
"¿Por qué aún me llamáis Noemí, si ya Jehová ha dado testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha afligido? Así regresó Noemí, y con ella su nuera, Rut, la moabita. Salieron de los campos de Moab y llegaron a Belén al comienzo de la cosecha de la cebada."
Lo había perdido todo en el país lejano. Y no quería que sus vecinos la llamaran Placentera, como el significado de su nombre, sino Amarga. Pero nos alegramos de que el Espíritu de Dios no aceptara su nuevo nombre. No sería Mara, un nombre de amargura, porque aún habría guardadas para ella algunas experiencias maravillosas.
La mujer extranjera que Rut traía de la tierra de Moab, llamada Rut, no pertenecía a la sociedad israelita. La ley mosaica la excluía y ella no creía que tuviera esperanza alguna. Pero, veremos más adelante que algunas cosas maravillosas le iban a pasar a Noemí y a su nuera Rut. Llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada, que era una buena hora para llegar a Belén. El hambre había pasado y había una buena siega. Llegamos ahora a
Rut 2:1-3
El tema general es el campo de Booz. En este capítulo vemos que Rut recogía espigas en el campo de Booz. Y Booz se fijó en ella y la favoreció. El capítulo 2, en la división geográfica que hemos hecho de este libro de Rut, nos trae al campo de Booz. En este capítulo nos enteraremos de la pobreza de estas mujeres, Noemí y Rut. Leamos el primer versículo de este capítulo 2 de Rut:
"Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz."
Ahora, Booz era un pariente, un goel, palabra hebrea que significa el pariente cercano y redentor. Según la ley hebrea, él era un pariente-redentor. Y veremos que Booz conocía la ley mosaica. Booz, por cierto también significa fuerza. Era un hombre poderoso en riquezas y puede traducirse que era un "hombre fuerte en la guerra". También puede traducirse como "un hombre fuerte en la Ley". Estas tres características describían bien a Booz. Éste era una figura del Señor Jesucristo. De usted y de mí se puede decir que tenemos un pariente redentor que, como dice la carta a los Hebreos 7:26, era santo, sin maldad y sin mancha, apartado de los pecadores. Creemos que Booz estaba ausente cuando Noemí y Rut regresaron a Belén. Probablemente estaba en una de aquellas numerosas guerras que se libraban durante el tiempo de los jueces. Continuemos leyendo ahora el versículo 2:
"Un día Rut, la moabita, dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo a recoger espigas en pos de aquel a cuyos ojos halle gracia. Ve, hija mía, le respondió ella."
Esto significa que estas dos mujeres debían haber sido muy pobres para tener que salir Rut al campo a recoger espigas. Estaban apelando a la ley mosaica; recordemos que en Levítico capítulo 19, versículos 9 y 10: "Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo el Señor, vuestro Dios". Esta ley se repitió nuevamente en el capítulo 23 de Levítico, versículo 22. Rut era extranjera y también pobre. Y Noemí también era pobre. Rut pues salió para recoger espigas en los campos, conforme a la ley mosaica. Éste era el método de Dios para suplir las necesidades de los pobres. Ellas no estaban viviendo de la limosna. Y éste fue el programa de Dios para el cuidado de los necesitados. Los pobres no tenían que formar filas para recibir la caridad. Fueron atendidos, pero tenían que salir a los campos y trabajar. Tenían que salir para recoger espigas.
Se calcula que en aquel entonces, el treinta por ciento del grano, era dejado en los campos. Tenían un método bastante rudimentario para segar. El grano era cortado a mano y recogido a mano. Las cosas son bastante diferentes hoy en día. Las nuevas segadoras no solamente cortan los granos, sino que también los trillan y lo envasan en sacos y hacen fardos de la paja. Hoy en día todo el grano puede ser recogido. Pero en los tiempos de Rut y de Noemí, era imposible recoger todo el grano. De modo que se les permitía la entrada a los pobres en los campos donde seguían a los que recogían espigas y ellos recogían también. Por tanto, vemos aquí que Rut le dijo a Noemí: "Déjame ir al campo a espigar". Ahora leamos el versículo 3 de este capítulo 2 de Rut:
"Fue, pues, y al llegar, se puso a espigar en el campo tras los segadores. Y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el pariente de Elimelec."
Rut salió de Belén al campo para buscar un lugar donde espigar. Era sumamente importante que Rut fuera al campo de Booz. Pero todo estaba dispuesto en los planes de Dios, de cara al futuro nacimiento de Jesús en Belén. Pues bien, vemos ahora que Rut tenía el permiso de Noemí para espigar para las dos. Ella entonces fue y recogió espigas en el campo de Booz, aunque ella no le conocía. El versículo dice que ". . .y aconteció que aquella parte del campo era de Booz". Ahora, "Aconteció" es aquí una palabra de ventura. Implica algo que sucede sujeto a la contingencia de lo que depare la suerte. Seguramente Rut salió de Belén, y mientras caminaba miraba a este campo y a aquel otro; indecisa en cuanto a cuál de los campos entrar. Y por fin vemos que se decidió a entrar en el campo de Booz.
Ahora, estamos seguros que hay quienes explican la llegada de Rut al campo de Booz diciendo que "fue guiada por el Señor". Algunos creerán que una voz le habló a Rut desde los cielos diciéndole a dónde debía ir. Pero según lo que sabemos, a ella no le fue dado ningún sueño ni visión que le revelara el campo dónde debía espigar. En cuanto a ella se refiere, y desde un punto de vista humano, todo aconteció así como por casualidad. Pero desde el punto de vista divino, no fue así. Para algo tan importante como esto, uno creería que Dios estaría allí mismo, guiándola directamente como si hubiera sido por medio de un mapa de carreteras. Pero no fue así como Dios la guió. Permítanos decir aquí, que Rut había orado en cuanto a esto, y que Dios se sirvió de las circunstancias para guiarla.
Estoy seguro de que Rut no fue consciente del significado de la decisión que estaba tomando, al entrar en el campo de Booz. El hijo de Dios en la actualidad podría sentirse frustrado en el proceso de conocer la voluntad de Dios con respecto a alguna decisión que debe tomar, cuando está buscando una determinada señal, alguna experiencia, alguna luz, alguna voz, una visión, un sueño. Recordemos algunos casos. Por ejemplo, a Jonás, Dios le dijo: "Levántate y vete a Nínive". A los profetas Jeremías y Ezequiel les dijo que hablasen con claridad. Y así a muchos otros, que vieron demostraciones visibles y audibles de Dios. Debiéramos darnos cuenta de que, aunque por una parte no podemos poner límites a la forma de comunicarse de Dios con nosotros, por otra parte debemos reconocer que Él no suele hablarnos de esa manera en la actualidad. Lo evidente es que Dios nos habla hoy por Su Palabra. Si un creyente vive en una relación de comunión y compañerismo con Dios, no tiene en su vida un pecado no confesado y no ha contristado o estorbado la obra del Espíritu Santo en él, puede confiadamente encomendar su vida a Dios. Él quiere revelarnos su voluntad, como todo padre a sus hijos y muchas veces nos guiará por las circunstancias, y en otras ocasiones nos guiará sin que seamos conscientes de ello. A veces uno se enfrenta con situaciones en las cuales no se ve con claridad la voluntad de Dios. Otras veces, Dios permite decisiones equivocadas para enseñarnos una lección que está de acuerdo con Sus propósitos. La providencia de Dios nos hace comenzar a vivir cada día con una actitud de dependencia de Él, con un sentimiento de emoción, expectativa e ilusión. Estimado oyente, si aún no tiene usted una relación con Dios, le invitamos a aceptar la obra de Cristo en la cruz a favor suyo, por la fe. Merece la pena vivir por la fe, sabiendo que el desea derramar sobre nosotros sus bendiciones y que vivamos la vida plenamente, con metas que estén de acuerdo con Su voluntad, es decir, guiadas por Su Palabra y por Su Espíritu, para que tengamos una vida de auténtica calidad.
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