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Estudio bíblico de Job 24:1-26:7

Job 24:1 - 26:7

Continuamos hoy nuestro recorrido por el Libro de Job, y llegamos al capítulo 24. Aquí vemos a Job dándole su respuesta a su amigo Elifaz. Job ya había expresado en el capítulo 23, su deseo de encontrar a Dios debido a la invitación que Elifaz le había dado cuando le dijo en el capítulo 22:21: Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz. Ahora, Job lo conocía como su Redentor, pero él no comprendía lo que le estaba ocurriendo, y necesitaba el consuelo, la ayuda, así como la luz del cielo; y eso no lo había estado recibiendo de parte de estos amigos suyos.

Pensamos que Elifaz también actuó mal al aceptar los chismes que estaban circulando, y como naturalmente el corazón del hombre es malo, concibe toda clase de cosas cuando en realidad no saben ni conocen las bases para ello. Ellos sabían que Job estaba sufriendo, y creían que aparentemente Dios lo estaba castigando, y pensaban, como la gente, que él tenía algún pecado secreto. Ahora, Elifaz había intentado desentrañar el pecado secreto que él imaginó en la vida de Job. El efecto que esa actitud causó en Job fue colocarle aun más en una posición defensiva. De hecho, hizo surgir en él otra pregunta: "¿Por qué es Dios tan exigente y duro conmigo? Él aparentemente justifica las acciones de otros que realmente son pecadores y cuyos pecados son del dominio público". Ésta fue, pues, la idea clave del argumento de Job en el capítulo 24.

La preocupación de Job por la supuesta indiferencia de Dios, estaba principalmente causada por dos cuestiones:

(1) La indiferencia de Dios hacia el juicio de los pecadores. Y ésta ha sido la idea predominante en los versículos 1 al 12. En los versículos 1 y 2 dijo:

"Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿por qué los que lo conocen no ven sus días? Los malvados violan los linderos, roban los ganados y los apacientan".

Entonces Job enumeró los pecados públicos de otras personas. Algunos eran deshonestos. Quitaban los linderos, las marcas que separaban unas fincas de otras. Leamos ahora los versículos 3 y 4:

"Se llevan el asno de los huérfanos y toman en prenda el buey de la viuda. Hacen apartar del camino a los necesitados y todos los pobres de la tierra tienen que esconderse".

O sea, que al no ser honestos, tomaban ventaja de otras personas, incluso de los necesitados. Luego, en el versículo 6 continuó diciendo:

"En el campo recogen sus espigas, pero los malvados vendimian la viña ajena".

La cosecha del trigo del malvado producía tanto como la cosecha de las personas buenas y justas. Y Job se preguntaba entonces: "¿Por qué ocurre esto?"

Había personas que habían cometido crímenes, habían robado, y cometido adulterio. Sin embargo, a ese grupo malvado se le permitía llegar a la tumba como todos los demás.

Habíamos dicho al principio del capítulo que a Job le preocupaba la indiferencia de Dios en cuanto a dos cuestiones. Ya hemos visto la primera.

(2) La segunda cuestión era la indiferencia de Dios hacia el juicio de los pecadores que actuaban secretamente. Y esa preocupación la vemos reflejada en los versículos 13 al 17. Leamos los versículos 13 al 17:

"Ellos son los que, rebeldes a la luz, no conocen sus caminos, ni permanecen en sus sendas. Al amanecer se levanta el asesino, el que mata al pobre y al necesitado y de noche es como un ladrón. La noche está aguardando el ojo del adúltero, del que dice: No me verá nadie, y esconde su rostro. En las tinieblas minan las casas que de día para sí señalaron. No conocen la luz. La mañana es para todos ellos como sombra de muerte; pues, si son reconocidos, terrores de sombra de muerte los asaltan".

Y dijo en el versículo 19:

"Como la sequía y el calor arrebatan las aguas de la nieve, así también el sepulcro a los pecadores".

No sólo llegaban a la tumba como los demás, pero parecía que en esta vida eran inmunes a la justicia. De hecho, hasta parecía que eran realmente favorecidos. Job miraba a su propia condición. Y eso no es todo, dice Job: "Ellos no solamente son inmunes a la justicia en esta vida; en realidad, ellos son favorecidos, porque uno puede apreciar la condición en que se encuentran". El pobre Job está enfermo, y en su propia condición de hombre enfermo y viviendo en la miseria, miraba al malvado y podía apreciar que él estaba progresando sin inconvenientes, y entonces decía: "Yo no puedo comprender esto. Quiero entender por qué yo soy examinado cuidadosamente, y por qué soy tratado de esta manera". Y añadió en el versículo 25:

"¿O no es esto así? ¿Quién me desmentirá ahora o reducirá a nada mis palabras?"

Así que los amigos de Job no le habían ayudado. En realidad, le habían proporcionado otro motivo para quejarse.

En nuestro contacto con muchísimas personas de varios países, hemos escuchado con muchísima frecuencia, una y otra vez, la pregunta: "¿Por qué ha permitido Dios que esto me suceda a mí?" Es lo que Job se estaba preguntando en este pasaje. "¿Por qué ha permitido que me ocurriera justamente a mí?" La premisa de Job era la siguiente: "Yo soy una buena persona y todos aquellos son malvados, así que, ¿por qué me ha tocado a mí?" Ésta es la misma pregunta que surge espontáneamente en la mente de mucha gente. Job no entendía a Dios, y veremos que tampoco se entendía a sí mismo. Y sin embargo Job, con el conocimiento limitado que poseía, tenía una gran fe en Dios.

Y llegamos ahora a

Job 25

Que contiene el tercer discurso de Bildad. Fueron las últimas palabras de este amigo de Job. Afortunadamente, su disertación fue breve. Por una parte, creemos que se estaba quedando sin argumentos con los que responder a Job. Bildad ya no volvió a comparar las palabras de Job con el viento impetuoso, como había hecho en el capítulo 8:2, o a referirse a la "palabrería" de Job, como hizo en el capítulo 18:2. Por otra parte, pensamos que por fin, la luz del conocimiento estaba llegando a su vida, como la del amanecer. Era inteligente y considerado. Quizás estaba comenzando a pensar: "Si Job es culpable, ¿por qué no sucumbe bajo todo este bombardeo de argumentos que nosotros le hemos presentado? El aún mantiene su integridad. Se mantuvo firme contra todo". Recordemos que era el tradicionalista. Creía que Dios seguía ciertas leyes. Las cosas se habían venido haciendo de esta manera por mil años. Entonces, ¿por qué cambiarlas? Él era como un científico que vertía la vida en una probeta y decía. "¿Lo veis? Esto es lo que ocurre siempre". Y la ley de Dios consistía en que Él castigaría a los pecadores. Y sin embargo se preguntaba por qué Job no se hundía, si era un pecador culpable.

En términos generales podemos decir que el tema del discurso de Bildad presentó a la majestad de Dios en contraste con la insignificancia y maldad de todos los seres humanos, y no solamente del patriarca Job y de los llamados malvados por pecados específicamente señalados en el capítulo anterior. Posiblemente, éste fue el último esfuerzo para hacerle ver a Job cuán inútil era para un hombre impuro el intentar programar una audiencia pública con el majestuoso Dios.

Hoy hay teólogos y científicos que hablan con mucha autoridad intelectual sobre la creación de la tierra. Parecen conocer exactamente lo que Dios hizo bajo ciertas circunstancias hace millones de años. Pero esa actitud produce escepticismo. Esta tremenda suposición de que se posee semejante conocimiento no está justificada. Incluso no saben lo que va a ocurrir mañana. ¿Cómo pues se puede hablar con semejante presunción sobre lo que ocurrió en un pasado remoto? ¿Conoce alguien exactamente lo que realmente significa el primer capítulo del Génesis? Si Moisés estuviera entre nosotros hoy y escuchase algunas explicaciones científicas, sonreiría y diría: "¡Es sorprendente! ¡Parecen saber más de este tema de lo que sabía yo!"

Bildad en aquellos tiempos, y muchos intelectuales contemporáneos tendrían que recordar que hay una incapacidad humana básica para entender los métodos y los misterios de Dios. Leamos los versículos 1 y 2 de este capítulo 25:

"Respondió Bildad, el suhita, y dijo: El señorío y el temor están con él, que hace la paz en las alturas".

Por estas palabras vemos que él tenía una noción elevada de Dios, lo cual era bueno. Luego en el versículo 3, él continuó diciendo:

"¿No son incontables sus ejércitos? ¿Sobre quién no está su luz?"

En otras palabras, Dios es el Ser Supremo. Luego siguió diciendo en el versículo 4:

"¿Cómo, pues, se justificará el hombre delante de Dios? ¿Cómo será puro el que nace de mujer?"

Bildad hizo aquí una buena pregunta. En realidad, ésta era la pregunta que él tendría que haber hecho al principio. Pero aunque había formulado la pregunta correcta, no tenía la respuesta correcta. Y continuó luego en el versículo 5:

"Si ni aun la misma luna es resplandeciente ni las estrellas son puras delante de sus ojos"

Bueno, cuando el hombre llegó a la luna descubrió que era un lugar bastante sucio. Está cubierta de polvo, piedras y cenizas volcánicas; no es precisamente un lugar hermoso para pasear. Tampoco es un lugar tan romántico como parece desde aquí, cuando está brillando y uno la contempla al salir con su novia por primera vez. Y el planeta Marte no parece estar más limpio. Realmente, ante los ojos de Dios, ni las estrellas son puras. Y luego dijo en el versículo 6:

"¿cuánto menos el hombre, ese gusano, ese gusano que es el hijo de hombre?"

Hay a quienes no les gusta enfrentarse con esta verdad. No es que procedamos de un gusano, sino que eso es precisamente lo que somos ante la mirada de Dios.

Ahora, ¿cómo puede un hombre que ha nacido de mujer, ser limpio o puro ante los ojos de Dios? Ésa es la cuestión, y es una buena pregunta. Más aún, es la pregunta suprema. Pero Bildad no tenía la respuesta. Solo el Señor Jesucristo tiene la respuesta a esa pregunta. Y así llegamos a

Job 26:1-7

Aquí comienza el discurso más extenso de Job. Aquí Job intentó demostrarle a Bildad que él, Job, sabía más sobre la majestad de Dios que su oponente. Reprendió sarcásticamente a Bildad, insinuando que él, Bildad, era el insignificante, y no Job. Este discurso incluye los capítulos 26 al 31. Job profesó su fe en Dios el Creador, y aquí comenzamos a ver su problema real. Leamos el principio de su discurso en los versículos 1 al 3:

"Respondió Job y dijo: ¿En qué has ayudado al que no tiene fuerzas? ¿Cómo has protegido al brazo débil? ¿Qué has aconsejado al que está falto de ciencia? ¿Qué plenitud de inteligencia has manifestado?"

Ahora le estaba diciendo a Bildad que no tenía una respuesta para él. Y lo mismo le estaba diciendo a Elifaz y a Zofar. Todos ellos tenían mucho de qué hablar, pero no tenían una respuesta para él. Habían dicho muchas cosas buenas, pero éstas no tenían un significado directo para Job, ni le comunicaron nada, porque ninguno de ellos había podido responder a la pregunta del por qué de los sufrimientos de Job. Y en el versículo 4 dijo:

"¿A quién has dirigido tus palabras? ¿De quién es el espíritu que te inspira?"

¿A quién has dirigido tus palabras? Fue como si le hubiera dicho a Bildad, que al fin había formulado la pregunta correcta, pero no tenía la respuesta. Por ello, ¿a quién habían ayudado sus palabras?

Entonces Job se deshizo en explicaciones. En este discurso el abrió su corazón. Tenía mucho que decir, y algunas de las cosas que dijo eran realmente importantes. Se introdujo en el tema de la Creación, y en el de Dios como Creador.

Escuchemos lo que dijo en los versículos 5 al 7, de este capítulo 26 de Job:

"Las sombras tiemblan en lo profundo, los mares y cuanto en ellos mora. El seol está descubierto delante de él y el Abadón no tiene cobertura. Él extiende el Norte sobre el vacío, cuelga la tierra sobre la nada".

Aquí la palabra Abadón, es una palabra hebrea que significa perdición. En Job es sinónimo de seol y personifica a la muerte; por ello alguna versión traduce "destructor". Con respecto a la referencia al Norte, que algunas versiones traducen "cielo", del hebreo "safon", era originalmente el nombre cananeo del monte Casio, situado al norte de Palestina y, por extensión, llegó a significar "norte". Lo que Job estaba diciendo era que Dios pudo extender Su mano en el espacio, cubrirlo, es decir, llenar el lugar vacío. Podría dirigirse un radiotelescopio en cualquier dirección del universo de Dios y encontrarlo lleno de estrellas, de otros universos.

Ahora, el espacio es una creación de Dios; la Biblia nos enseña eso. En otras palabras, vemos una estrella, y sabemos que Dios la creó. Y millones y millones de años luz más allá hay otra estrella, y Dios también la creó. Pero, ¿cómo impedir que se rocen, o que choquen entre sí? ¿Cómo las iba a mantener separadas? Pues bien, Dios puso el espacio entre ellas. Ahora, ¿qué es el espacio? Alguien ha dicho que equivale a la "nada". Pues, bien, es algo. No sabemos lo que es, pero es algo y Dios podría haberlo creado para que pudiera mantener separados a estos cuerpos celestes. Desde cierto punto de vista tiene su lógica compararlo a un lubricante que Él utilizó para mantener esos universos separados, sin colisionar entre sí.

Escuchemos lo que dijo el apóstol Pablo en Romanos 8:38-39: "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente (es decir, el tiempo), ni lo por venir (o sea, el futuro), ni lo alto, ni lo profundo, (y eso es el espacio), ni ninguna otra cosa creada, podrá separarnos del amor de Dios". Así que el espacio fue una de las creaciones de Dios.

Luego Job dijo: cuelga la tierra sobre nada. Ahora, ¿quién le dijo esto a Job? No hay ningún fundamente debajo de ella. Si cayese. ¿Qué dirección seguiría? Hablamos de la fuerza de gravedad, pero ésta es una atracción hacia el centro de la tierra. Cuando uno se encuentra en el espacio propiamente dicho, no existe esa fuerza de atracción en ninguna dirección. Allí ya no podemos usar los términos "arriba" o "abajo". ¿Y qué mantiene a un planeta suspendido en el espacio? En relación con esta pregunta, leemos lo siguiente en Colosenses 1:17, "Y él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten". La palabra "subsisten" corresponde al Griego "sunistemi", que significa "mantener unido". Por medio de Cristo, todo lo que existe se mantiene unido. O sea, que Cristo no sólo es Aquel por medio de quien todas las cosas comenzaron a existir, sino que también por medio de Él, las cosas continúan existiendo. Realmente, Job tenía un elevado concepto de Dios como Creador. Podemos imaginarlo sobre aquel montón de cenizas del basurero de la ciudad, contemplando las estrellas en la oscuridad de la noche tal como, en muy diferente lugar y circunstancias, lo había hecho en el pasado.

En el capítulo 24 hicimos referencia a aquellos malvados que actuaban bajo el amparo de las sombras de la noche para cometer toda clase de pecados., pensando que sus crímenes pasarían inadvertidos. Por lo tanto, evitaban actuar a la luz del día. Ello nos recuerda el pasaje Bíblico de Juan 3:19 y 20, que dice: "19Y esta es la condenación: la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, 20pues todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto". La luz invadió el reino de las tinieblas, el diablo y sus huestes resistirían a la luz, pero no pudieron frustrar su poder. Y como bien dijo Juan, la luz vino al mundo y se presentó con total claridad, a la luz del día y diciendo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". Estimado oyente, el Señor Jesucristo entregó su vida por usted y por mí, por sus pecados y los míos, pero la muerte no pudo vencerle y resucitó de los muertos. Si usted por la fe acepta la salvación que Él le provee gratuitamente, tendrá usted esa "luz de la vida", que le librará del poder de la oscuridad, iluminando su vida en esta tierra, y por toda la eternidad.

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