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Estudio bíblico de Gálatas 4:24-31

Gálatas 4:24-31

Al regresar hoy al capítulo cuatro de esta epístola del apóstol Pablo a los Gálatas, quisiéramos retroceder unos versículos para destacar algunas de las enseñanzas del programa anterior, que resultan básicas para comenzar hoy nuestra lectura en el versículo 24 de este capítulo 4. Concretamente, vamos a considerar los antecedentes inmediatos al párrafo de la alegoría de Agar y Sara, recordando el ambiente creado por los judaizantes en las iglesias de Galacia, y que es fundamental para entender la situación confusa de aquellos creyentes ante la práctica de su vida cristiana. Nuestro repaso también tiene la finalidad de comprender la actitud del apóstol Pablo, que se expresó con dureza y severidad, aunque al final mostraría su corazón sensible y el afecto que les tenía. Vamos pues a recordar los versículos 17 y 18 de este capítulo 4 de Gálatas, que dicen así:

"Se interesan por vosotros, pero no para vuestro bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros os intereséis por ellos. Bueno es mostrar interés por lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros".

Otra versión traduce estos versículos de esta manera: "Éstos que muestran mucho interés por ganaros a vosotros no abrigan buenas intenciones. Lo que quieren es alejaros de nosotros para que vosotros os entreguéis a ellos. Está bien mostrar interés, con tal de que ese interés sea bienintencionado y constante, y que no se manifieste sólo cuando yo estoy con vosotros". En otras palabras, ellos estaban promoviendo la ley para su propio beneficio, no para el beneficio de los Gálatas. Los falsos maestros querían presumir de lograr muchos convertidos. Pablo tuvo algo que decir en esta línea a los creyentes de Corintio. En Segunda de Corintios 12:12-15 leemos: "12Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, señales, prodigios y milagros, 13porque ¿en qué habéis sido menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? ¡Perdonadme este agravio! 14Ahora, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré una carga, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. 15Y yo, con el mayor placer, gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos".

Es que el mismo grupo de judaizantes había ido a Corinto. Los creyentes de aquella ciudad también habían amado a Pablo, y éste les tuvo que advertir al respecto. Los maestros falsos de las sectas han sido y suelen resultar atractivos. Hoy podemos observar su inteligente uso de varios medios de difusión. En su promoción pública y personal cuidan mucho la presentación. Y una de sus tácticas es ofrecer una parte de la verdad, e introducir con sutileza el error. Así que las advertencias del apóstol a los Gálatas y a los Corintios son oportunas también para nuestra generación.

Alegoría de Agar y Sara

Dijimos que el capítulo 4, desde los versículos 19 al 31, concluye con esta alegoría, que, es la cuarta subdivisión de esta extensa y tercera sección doctrinal de esta carta a los Gálatas, que abarcaba desde el 2:15 hasta el 4:31 y que trata sobre la justificación por la fe. En esta subdivisión, el contraste que observamos entre estas dos mujeres es total. Agar, y toda referencia a ella bajo otras figuras retóricas representa a la Ley. Sara, y toda otra referencia a ella bajo otras figuras, representa la fe en Cristo. Leamos ahora el versículo 19:

"Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros"

Aquí vemos que Pablo les dirigió esta alegoría a los Gálatas usando la tierna expresión "hijitos míos", de la palabra griega "teknia", que puede referirse a los recién nacidos. Pablo tenía un corazón sensible y se comparó él mismo con una madre. Y dijo en el versículo 20:

"Quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros".

Pablo deseó haber estado presente para poder hablarles de forma diferente. Pues estaba muy preocupado por ellos. Había usado en un principio un lenguaje fuerte y severo, pero en estos pasajes podemos ver su corazón tierno. Y continuó diciendo en el versículo 21:

"Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?"

Hay personas que hablan sobre los Diez Mandamientos o de algún otro sistema legal, pero no mencionan el castigo impuesto por la Ley. No presentan a la Ley en la esfera total de su ministerio de condenación. Observemos lo que sucedió cuando Dios llamó a Moisés a la cima de la montaña para entregarle la Ley. Leemos en Éxodo 19:16-21: "16Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, hubo truenos y relámpagos, una espesa nube cubrió el monte y se oyó un sonido de bocina muy fuerte. Todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció. 17Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios, y ellos se detuvieron al pie del monte. 18Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en medio del fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía violentamente. 19El sonido de la bocina se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz de trueno. 20Descendió el Señor sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte. Llamó el Señor a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. 21El Señor dijo a Moisés: Desciende y ordena al pueblo que no traspase los límites para ver al Señor, porque caerá multitud de ellos".

Dios le dijo al pueblo que permanecieran apartados y lejos cuando le entregaba la Ley a Moisés. En Éxodo 20:18-19 se nos dice: "18Todo el pueblo observaba el estruendo, los relámpagos, el sonido de la bocina y el monte que humeaba. Al ver esto, el pueblo tuvo miedo y se mantuvo alejado. 19Entonces dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos".

No podemos concebir en nuestra mente cuan santo es Dios. Los seres humanos somos como renegados en el universo de Dios. Estamos en la condición y posición de pecadores perdidos en este universo, sin capacidad para seguirle y obedecerle. En Romanos 8:6 el apóstol Pablo dijo: "Preocuparse sólo de lo que es humano lleva a la muerte; en cambio, preocuparse de las cosas del Espíritu lleva a la vida y la paz". La mentalidad pecaminosa está en enemistad contra Dios. Estimado oyente, el sistema que opera en el mundo está en contra de Dios. Nunca está a favor. Ese sistema no está mejorando, sino que es cada día más malo y perverso y ha permanecido en esa condición desde que Dios colocó a Adán y Eva en el jardín del Edén. Romanos 8:7 continúa diciendo: "Los que se preocupan sólo de las cosas humanas pecaminosas son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley". No nos sorprende entonces que los israelitas temblaron y se apartaron de la montaña diciendo: "Moriremos".

Estimado oyente, Dios está en lo alto, en Su santidad, y habita en la gloria. Usted y yo estamos aquí, jugando con el barro porque, físicamente, estamos hechos de barro. Así, somos criaturas que transitamos por esta tierra y tenemos la audacia de vivir de manera contraria a la voluntad de Dios. Le mentalidad pecaminosa es realmente enemiga de Dios. Ésta es la condición del ser humano en esta tierra.

Pablo les dijo: "Escuchad a la Ley, que todavía no la habéis escuchado bien". Y era cierto. Los Gálatas verdaderamente no habían escuchado la Ley. La entrega de esa Ley no había sido maravillosa y acogedora, sino aterradora. Y ya que los Gálatas parecían querer colocarse bajo la Ley, Pablo les estaba dando la oportunidad de escucharla desde otro punto de vista. Y volviendo a Gálatas 4, dijo en el versículo 22:

"Pues está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y el otro de la libre".

Usando una ilustración de la vida de Abraham (Génesis 16, 17, 18, 20 y 21), Pablo estaba haciendo un contraste entre dos hijos que nacieron, uno de Agar y el otro de Sara. Uno nació de una esclava y el otro de una mujer libre. La mujer libre representaba a la gracia y la esclava, a la Ley mosaica. Pablo iba a destacar el contraste entre ellas en lo que llamó una alegoría.

Pablo no estaba diciendo que la historia de Abraham era una alegoría y lo aclaramos porque algunos han interpretado de esa manera la frase del versículo 24. Sino que él estaba diciendo que el incidente ocurrido entre esas dos mujeres que concibieron a los hijos de Abraham contenía una alegoría, y ello tiene un mensaje para nosotros hoy. El apóstol continuó diciendo en el versículo 23:

"Pero el de la esclava nació por decisión humana, según las leyes de la naturaleza; pero el de la libre, nació para que se cumpliera lo que Dios había prometido".

El Código de Hamurabi, que regía la cultura en la época de Abraham, establecía que el hijo de una esclava, es decir Agar, era un esclavo. Así que, aunque Ismael fuera el hijo de Abraham, era un esclavo.

Y en cuanto al hijo de la mujer libre, es decir Sara, fue el fruto de un milagro, porque su nacimiento fue milagroso. Abraham era demasiado mayor como para engendrar un hijo, y Pablo dijo que el vientre de Sara estaba como muerto. Ella ya había superado la edad de tener hijos. Su matriz era como una tumba, y de la muerte Dios hizo surgir la vida.

Comencemos entonces el pasaje asignado para el día de hoy y leamos el versículo 24 de Gálatas 4:

"Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres representan los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para ser esclavos; éste es Agar".

Él dijo entonces: Lo cual es una alegoría, queriendo decir que esos eventos históricos de la vida de Abraham contenían una alegoría. Y Pablo iba a extraer una lección de ella. Después, el apóstol habló de los dos pactos; el primero era el pacto de la Ley, que Moisés recibió en el Monte Sinaí. Y añadió: éste es Agar. Pablo comparó a Agar con el Monte Sinaí, que es un sinónimo de la Ley de Moisés.

"Pues Agar es el monte Sinaí, en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, ya que ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud".

En la alegoría de Pablo Agar representa al Monte Sinaí, que corresponde a Jerusalén, la Jerusalén terrenal de los tiempos de Pablo, porque dicha ciudad estaba aún en la esclavitud, con sus hijos. En otras palabras, Jerusalén (que representaba a la nación de Israel) se encontraba aún bajo la esclavitud espiritual de la Ley. Y dice el versículo 26:

"Pero la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre"

Y esta "Jerusalén de arriba" es la nueva Jerusalén que nos presenta el capítulo 20 del libro de Apocalipsis descendiendo desde la morada de Dios en el cielo. Así como la antigua Jerusalén es la ciudad madre de aquellos que están bajo la Ley, la Nueva Jerusalén es la ciudad madre del creyente que vive bajo la gracia. Ni los creyentes de aquel tiempo, ni los creyentes de todas las épocas a partir de aquel entonces tienen alguna relación con el legalismo. En el versículo 27, Pablo continuó diciendo:

"Pues está escrito: ¡Regocíjate, estéril, tú que no das a luz; grita de júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto!, porque más son los hijos de la abandonada que los de la que tiene marido".

De Sara (que fue estéril hasta el nacimiento de Isaac) procedieron más descendientes que los que procedieron de Agar. En esta alegoría, Pablo estaba diciendo que Dios, en la época de la gracia, estaba salvando a más miembros de la familia humana que los había salvado por medio del sistema de sacrificios en la época de la Ley de Moisés. Y dijo en el versículo 28:

"Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa".

Los creyentes actuales son también hijos de la promesa dada por Dios a Abraham. Como hijos espirituales, nuestro nacimiento constituye un nuevo nacimiento, que tuvo lugar cuando creímos en la promesa de Dios. En el Evangelio de Juan 3:16 leemos: 126De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna". Dios dijo que se creíamos en Él, naceríamos de nuevo, es decir, experimentaríamos un nacimiento espiritual. En tal sentido, el apóstol Pedro dijo en su primera carta 1:23: "23pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre". Continuemos leyendo el versículo 29 de Gálatas 4:

"Pero como entonces el que había nacido por decisión humana (según las leyes de la naturaleza) perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora".

El legalista detesta al Evangelio de la libre gracia de Dios. El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee cuenta que, cuando comenzó en el ministerio, cuando recién fue ordenado como pastor, un dirigente de la iglesia se le acercó después de haber predicado un sermón sobre la profecía, y el Dr. McGee le dijo: "¿Sabe? Hablar de la profecía le puede crear problemas a uno", y el otro le contestó: "Vernon, estás equivocado, predicando sobre la profecía nunca tendrás problemas. Por lo general vas a reunir a un buen grupo de personas. A la gente le gusta oír hablar de la profecía, pero si tú predicas sobre la gracia de Dios, entonces sí que vas a tener problemas". Ésa es la razón por la cual la exposición del evangelio se ha reducido tanto en nuestros días. No nos quisiéramos quejar, pero escuchamos muy poco sobre el Evangelio en estos tiempos. Y nos referimos a una presentación de la gracia pura de Dios. Es que en algunos sectores si uno la expone de esa manera, recibiría una gran cantidad de críticas. Algunos insisten en que hay que añadir algo más, procedente de otras fuentes para hacer la presentación del evangelio más atractiva y efectiva. Como si debiéramos recibir algo que no hemos recibido cuando confiamos en Cristo. Debemos tener en cuenta que cuando uno recibe al Señor como su Salvador, tiene a su disposición toda la riqueza espiritual de los recursos divinos por la obra del Espíritu Santo. Negar ese hecho equivaldría a considerar que Su muerte en la cruz ha sido en vano, o de consecuencias incompletas. Ella implicaría minusvalorar la obra de la redención en la cruz. A los creyentes, es decir, a los hijos espirituales rescatados por la gracia de Dios, el Espíritu Santo les enseña y les muestra todo lo relacionado con Cristo. Escuchemos lo que Pablo dijo aquí en el versículo 30, de este capítulo 4 de su epístola a los Gálatas

"Pero ¿qué dice la Escritura?: Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre".

Dios ordenó la expulsión de la esclava y de su hijo (como podemos ver en Génesis 21:10). De la misma manera, Dios quiere que nos libremos de toda sujeción espiritual al legalismo similar a aquella carga que los judaizantes querían imponer a los cristianos de la época del apóstol Pablo. Porque la vida cristiana ha de estar centrada en Jesucristo y en los recursos que Él nos ha provisto, por la obra del Espíritu Santo, para vivir la vida cristiana. Y ahora leamos el versículo final de este capítulo 4 de Gálatas, el versículo 31:

"De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre".

Abraham no podría tener en su hogar al hijo de Agar y al hijo de Sara. Tuvo que hacer una elección. Pablo aquí estaba enseñando que nadie puede ser salvo por la ley y por la gracia. La persona tiene que elegir entre uno de los dos principios. Si intenta ser salva por Cristo y también por la Ley, entonces, no será salva.

Y al terminar, permítanos preguntarle, estimado oyente, ¿ha confiado realmente en Cristo Jesús, o resulta que en el viaje de la vida cristiana, figurativamente hablando, en el vehículo de transporte que le lleva está usted llevando un neumático de repuesto; es decir, que usted está haciendo algo, o tratando de ser algo o alguien, o intentando conseguir algo que añada o que complemente lo que Jesucristo hizo por usted al morir en la cruz? Si así lo está haciendo usted, abandone esa actitud y mire únicamente a Cristo, y reciba de Él todo lo que necesita para vivir la vida cristiana. Él es nuestro Salvador. Él es nuestro Señor. ¿Puede usted, estimado oyente, hacer suya esta profesión de fe? Si su respuesta es afirmativa, entonces recuerde que Él es digno de recibir toda la alabanza, y toda la gloria. Quiera Dios, que usted acuda hoy en esta forma a Cristo Jesús. ¡Que Dios le ayude a hacerlo!

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