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Estudio bíblico de Salmos 36-38

Salmos 36, 37 y 38

Pues bien, en el Salmo 36, encontramos un cuadro de los malvados. El Salmo tiene la inscripción de David como el "siervo del Señor". EL Salmo nos muestra una imagen del corazón humano, que es malvado. Quizás usted, estimado oyente, crea que no es así, pero cada ser humano tiene un corazón en el que está presente la maldad. Jeremías 17:9 nos dice: Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Afortunadamente Dios tiene el remedio para ese problema del corazón. David comenzó diciendo lo siguiente, aquí en el versículo 1:

"La maldad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos".

La traducción Septuaginta, que es la versión griega del Antiguo Testamento, hecha en Egipto dice: "El malvado tiene un oráculo de transgresión en su corazón". Y, ¿cuál es ese oráculo de transgresión en el corazón? Bueno, es la vieja naturaleza que usted y yo tenemos, la naturaleza adámica. Y el Señor Jesucristo dijo el evangelio según San Mateo, capítulo 15, versículo 19: "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias". Es una progenie repugnante lo que sale del corazón humano, La frase No hay temor de Dios delante de sus ojos fue citada por el apóstol Pablo en Romanos 3:18. Esta es la revelación de los malvados. La vieja y mala naturaleza tiene dominada a la humanidad. A aquellos que dicen: "déjate guiar por la conciencia", les queremos decir que la conciencia de ellos no puede ser su guía, El Espíritu Santo es su guía. Su conciencia puede ser como un barómetro que le puede indicar si lo que han hecho está bien o mal. Su conciencia es aquello que le causará remordimientos si usted ha hecho algo malo. Leamos ahora el versículo 2:

"Se jacta, por tanto, ante sus propios ojos, de que su maldad no será hallada y aborrecida".

El escritor Matthew Henry, en su comentario, hizo una interesante declaración en conexión con lo que hemos dicho. "Los pecadores se destruyen a sí mismos; ellos se destruyen a sí mismos al ser personas que se adulan a sí mismas. Satanás no los podría engañar, si ellos no se engañaran a sí mismos. Pero ¿durará el engañador para siempre? Se acerca el día en que el pecador se desengañará, cuando descubra lo odioso de su maldad" Hasta aquí, el comentario de Matthew Henry. Y pensamos que una de las cosas con las cuales los perdidos tendrán que vivir por toda la eternidad, es con su vieja naturaleza, que tendrán que aprender a aborrecer. Eso es lo que se convertirá en su propio infierno dentro de ellos mismos. Continuemos leyendo el versículo 3:

"Las palabras de su boca son iniquidad y fraude; ha dejado de ser sensato y de hacer el bien".

Hay personas a quienes la maldad se les escapa por la boca. Esa forma de hablar les lleva a blasfemar, a tomar el nombre de Dios en vano, y a mentir con toda naturalidad. Y dice el versículo 4:

"Medita maldad sobre su cama, está en camino no bueno, el mal no aborrece".

Aun acostado en su cama trama el mal que hará al día siguiente. Realmente, tenemos aquí un cuadro de gran crudeza, que nos presenta al mal como una fuerza que no puede permanecer inmóvil.

Pero ahora tenemos una imagen de lo que Dios es. Leamos los versículos 5 al 7:

"Señor, hasta los cielos llega tu misericordia y tu fidelidad alcanza hasta las nubes. Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios, abismo grande. Tú, Señor, al hombre y al animal conservas. ¡Cuán preciosa, Dios, es tu misericordia! ¡Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas!"

Estas son palabras hermosas. Y éste es el Dios que el hombre rechaza. Este es el Dios a quién el ser humano no tiene temor. Los malvados no conocen a este Dios, y no saben lo que es el estar bajo su protección. Y El es el lugar donde se pueden refugiar los justos. Nos agrada la figura de "las alas del Señor". En el libro de Éxodo, en el capítulo 19:4, Dios le dijo a Israel: "Vosotros visteis lo que hice con los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí". Bajo sus alas hay protección, seguridad, descanso y el calor del amor de Dios. El Señor Jesús dijo en Mateo 23:37, ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!" Y este es el Dios que muchas personas están rechazando en la actualidad. El Salmista concluyó este Salmo 36 con las palabras que leemos en los versículos 11 y 12:

"No me golpee con su pie el soberbio ni me mueva la mano del impío. Allí cayeron los malhechores; ¡fueron derribados para no levantarse jamás!"

David oró para que Dios continuara dándole Su misericordia y Su gracia para que no cayese bajo el control de los malvados. Creemos que esto es algo por lo cual cada creyente debería orar. Usted y yo nos encontramos en un sistema mundano muy malo. Mi oración siempre ha sido: "Ah, Dios, no permitas que caiga en las manos de los malvados".

Y así llegamos ahora al

Salmo 37

Es también un Salmo de David, una experiencia suya y una promesa de bendición futura al remanente fiel a Dios, escrito en forma de acróstico. Cada versículo o sección de este Salmo comienza con una letra del alfabeto hebreo. Este Salmo tiene unos cuarenta versículos, lo cual quiere decir que cada 2 versículos, la frase se inicia con una letra del alfabeto Hebreo. Por ejemplo, 2 versículos de este Salmo comienzan con la letra Aleph, 2 versículos con Beth, 2 con Gimel, y así sucesivamente recorriendo el alfabeto hasta el final. Algunos sistemas parecidos se utilizan para enseñar a leer a los niños, utilizando el alfabeto que corresponde a cada idioma. Es un Salmo que ha sido de gran bendición para el pueblo de Dios a través de las edades, aunque con frecuencia se ha aplicado erróneamente. Veamos lo que dicen los versículos 1 y 2:

"No te impacientes a causa de los malignos ni tengas envidia de los malhechores, porque como la hierba serán pronto cortados y como la hierba verde se secarán"

La prosperidad de los malos era algo que le preocupaba mucho a David. Este es un tema que se trató en el Salmo 73 y en otras partes del Antiguo Testamento. ¿Por qué parece prosperar los malvados? En el Antiguo Testamento, Dios prometía a los creyentes prosperidad terrenal y material. Él no ha prometido lo mismo a los creyentes en la actualidad. Nuestra esperanza se encuentra en el cielo, no en esta tierra. Pero la esperanza de Israel estaba depositada en esta tierra. Las personas de aquella época miraban a su alrededor y veían que los malvados prosperaban. Podían ver que los campos de los malvados estaban siendo regados por la lluvia y floreciendo, mientras que no muy lejos las personas pobres y justas pasaban por dificultades y escasez. Era realmente difícil entender por qué tenían que ocurrir situaciones como éstas.

David llegó a la conclusión, como Asaf llegó en el Salmo 73, que algún día los malvados serían cortados como la hierba. En varias ocasiones a lo largo de la historia muchos cristianos se han preguntado por qué Dios permitió que dictadores hicieran tanto mal a sus pueblos. Pero por otra parte podemos ver cómo terminaron su vida, y como desaparecieron sin dejar a su generación ni a las generaciones futuras ni un recuerdo digno no un legado constructivo. A su debido tiempo, Dios se ha ocupado de ellos y ello debiera hacernos reflexionar y tranquilizarnos cuando, al mirar a nuestro alrededor vemos que los malvados prosperan. Leamos el versículo 3:

"Confía en el Señor y haz el bien; habitarás en la tierra y te apacentarás de la verdad".

Esta fue una promesa al pueblo terrenal de Dios. Es como si les hubiera dicho: "Estableceos en la tierra y manteneos fieles. Nos os preocupéis por los malvados. Confiad en mí y yo os cuidaré". Luego en el versículo 4, leemos:

"Deléitate asimismo en el Señor y él te concederá las peticiones de tu corazón".

Esta fue una promesa para Israel que también se aplica a nosotros en el día de hoy. No estoy seguro de que El Señor le vaya a prosperar en sus asuntos materiales, pero El ya le ha bendecido con bendiciones espirituales y continuará derramando sobre su vida todas las bendiciones que usted sea capaz de recibir. Después, tomemos nota de lo tenemos que hacer: disfrutar de nuestra relación con el Señor y El nos concederá los deseos de nuestro corazón. Y hay algo más que podemos hacer, como nos dice el versículo 5:

"Encomienda al Señor tu camino, confía en él y él hará".

Aquí se nos está pidiendo que pongamos nuestra vida en las manos del Señor. Hay muchos creyentes en la actualidad que parecen no estar de acuerdo por la forma en que Dios les trata. Y no han hecho realidad esta entrega de su vida.

Aquí dice: "Confía en él; y él hará". Dele tiempo a Dios, estimado oyente. Él realizará obras en su vida. Porque Dios es bueno. El concepto pagano de Dios era considerarle como un ser terrible. Solo tenemos que contemplar el aspecto de sus ídolos para comprobarlo. Pero muchas personas, e incluso algunos cristianos, parecen tener un concepto parecido de Dios, al creer que El es como un tirano, que puede volverse contra ellos en cualquier momento. El no es así y nunca tendrá esa actitud. El es su amigo, estimado oyente, quiere salvarle y transformarle, pero usted tiene que entregarle su vida. Y el versículo 7 añade:

"Guarda silencio ante el Señor y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace lo malo".

Simplemente descanse en el Señor. ¡Qué maravilloso es poder esperar pacientemente que El actúe! No debemos preocuparnos cuando los malvados prosperen. No debemos permitir que el éxito de los malvados en sus estratagemas nos irrite ni nos ponga nerviosos. En ese sentido dice el versículo 8:

"Deja la ira y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo, aquí se nos aconseja no perder los estribos".

Y si usted obra mal, no crea que se va a salir con la suya. Si usted es un hijo de Dios, se creará verdaderos problemas si piensa que al obrar mal sus acciones quedarán impunes. Pasemos ahora al versículo 9:

"Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra"

Dios se ocupará de que esto suceda, y de que los malvados, aquellos enemigos que hacen daño, sean derrotados. Luego en el versículo 11 leemos:

"Pero los mansos heredarán la tierra y se recrearán con abundancia de paz".

Dios va a colocar a Su pueblo en esta tierra algún día. Observemos esta promesa para los humildes, para los desposeídos. Es que Dios es justo y todos serán objeto de Su justicia. Continuemos leyendo el versículo 14 de este Salmo 37:

"Los impíos desenvainan espada y tensan su arco para derribar al pobre y al menesteroso, para matar a los de recto proceder".

Las Sagradas Escrituras dejan bien en claro que si uno desenvaina la espada, uno también perecerá de la misma manera. Ahora, en el versículo 16, leemos:

"Mejor es lo poco del justo que las riquezas de muchos pecadores"

Cuando uno puede viajar y visitar diversos hogares, comprueba que las personas más felices son los cristianos que no tienen tantos bienes materiales. Como también dice en Proverbios Mas vale tener poco, con el temor del Señor, que muchas riquezas con grandes angustias. Porque, como también añade el próximo versículo, los malvados perecerán con sus riquezas. Lo cual se confirma también en versículo 20, que dice:

"Mas los impíos perecerán, los enemigos del Señor serán consumidos; como la grasa de los carneros, se disiparán como el humo".

Aquí se enfatiza nuevamente que el destino y la prosperidad de los malvados es algo que concierne a Dios y El se ocupará de administrar justicia. En el versículo 23 dice:

"Por el Señor son ordenados los pasos del hombre y él aprueba su camino".

El Señor afirma los pasos de aquellas personas cuya conducta a Él le agrada. Están establecidos sobre el fundamento firme de la roca, y la roca es Cristo.

¿Está el Señor aprobando su vida en el día de hoy, estimado oyente? Él pudo señalar a Job como un ejemplo, y Job no era de ninguna manera perfecto, como hemos podido ver cuando estudiamos su libro. Sin embargo a Dios le agradaba la vida de aquel patriarca. Pasemos ahora al versículo 29, de este Salmo 37:

"Los justos heredarán la tierra y vivirán para siempre en ella".

Dios estaba cumpliendo Su promesa a Abraham y a los hijos de Israel. Él les había prometido bendiciones terrenales. Él no nos prometió a usted ni a mí tales bendiciones. Nosotros somos bendecidos con toda clase de bendiciones espirituales. Usted podría llegar a confundirse si creyera que Dios le ha prometido bendiciones materiales. Es cierto que muchos cristianos han sido bendecidos con bienes materiales, pero ello debe considerarse como una provisión producida por la bondad de Dios. Y si Dios lo ha bendecido a usted de esa manera, usted tiene una gran responsabilidad. Sería lamentable que algunos cristianos con grandes recursos materiales no estuvieran usando sus bienes en conformidad con la voluntad de Dios. Ahora, en los versículos 37 y 38 de este Salmo 37, leemos:

"Considera al íntegro y mira al justo, porque hay un final dichoso para el hombre de paz. Mas los transgresores serán todos a una destruidos; la posteridad de los impíos será extinguida".

Aquí el "justo" lo es en el sentido de que ha confiado en Dios para su salvación. Y Dios se ocupará para que haya un futuro de paz para la persona íntegra y recta.

Y así llegamos al

Salmo 38

Lleva el título de "Salmo de David para recordar" y ha sido clasificado como un salmo penitencial. Es una confesión de David y se refiere a una enfermedad física grave que él estaba padeciendo y que le estaba consumiendo, No tenemos ninguna información sobre la enfermedad que él tenía, pero le hemos visto antes agradeciéndole a Dios por Su sanidad. Y aquí en el primer versículo de este Salmo 38 dijo:

"El Señor, no me reprendas en tu furor ni me castigues en tu ira".

David, con gran angustia, oró para que Dios, en su enojo, no le juzgara. Su enfermedad era un resultado del pecado. Y luego, vemos una verdadera convicción, en los versículos 3 y 4, donde dijo:

"Nada hay sano en mi carne a causa de tu ira; ni hay paz en mis huesos a causa de mi pecado, porque mis maldades se acumulan sobre mi cabeza; como carga pesada me abruman".

Ni usted ni yo, estimado oyente, podemos llevar nuestras cargas, especialmente la carga del pecado. Debemos dejarla en manos de Dios. Y dijo en los versículos 5 al 8:

"Hieden y supuran mis llagas a causa de mi locura. Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el día, porque mis lomos están llenos de ardor; nada hay sano en mi carne. Estoy debilitado y molido en gran manera; ¡gimo a causa de la conmoción de mi corazón!"

En relación con el aspecto profético de este salmo, algunos lo han interpretado como una descripción de la condición de Cristo en la cruz, y dicen que cuando Cristo llevó nuestros pecados, también llevó nuestras enfermedades y que, en efecto, llevó sobre su cuerpo todas las enfermedades de la humanidad.

Esto no es cierto porque la enfermedad es el resultado del pecado, y en El no había pecado. En el relato de Su nacimiento, en Lucas 1:35, leemos la respuesta que recibió la virgen María: 35Respondiendo el ángel, le dijo: ?El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. O sea que El era santo, nació sin una naturaleza pecaminosa. De Su vida en la tierra el Padre celestial dijo, en Marcos 1:11, Tu eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia. Y cerca del final de su vida en la tierra el mismo Señor Jesús preguntó, en Juan 8:46, ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Jesús era santo, inocente, y estaba separado del pecado. El no podía haber sido el Cordero sin defecto ofrecido por nuestro pecado si hubiera sufrido enfermedades, al ser la enfermedad un resultado del pecado en la raza humana.

Cristo era santo cuando llegó a la cruz. En aquellas primeras tres horas en la cruz, el hombre hizo lo peor que podía hacer, pero Dios, en las últimas tres horas en la cruz, hizo lo mejor que podía hacer, porque Cristo tomó sobre Sí mismo, el pecado de todo el mundo. Y es en este punto que tenemos que ser cuidadosos. Fue el pecado del mundo lo que Él llevó, y cuando se nos dijo, que Él llevó nuestras enfermedades, estaba hablando de la enfermedad del pecado. Simón Pedro, lo confirmó en su primera epístola, capítulo 2, versículo 24. "El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados!" Ahora, sanados ¿de qué? ¿De nuestras enfermedades? ¡No, de pecado! El llevó nuestros pecados en la cruz, y se hizo cargo del problema del pecado en lugar nuestro. El no tenía un cuerpo enfermo. La enfermedad es un resultado del pecado, y no había pecado en el Señor Jesucristo. Sería algo muy grave decir que El contrajo enfermedades cuando colgaba de la cruz.

Aquellos que hemos soportado enfermedades en nuestro cuerpo nos podemos identificar con David en este Salmo. Y podemos hacer como EL hizo: llevar, en primer lugar, nuestro caso, ante el Gran Médico divino, aunque luego recurramos a la mejor atención médica posible. Dios puede sanar soberanamente, utilizando los medios que El quiera, incluyendo el talento y la sabiduría que él ha dado a los seres humanos.

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