Estudio bíblico de Efesios 2:3-7
Efesios 2:3-7
Regresamos hoy amigo oyente, a esta sección del segundo capítulo de la epístola a los Efesios. Y nos gustaría concluir esta parte diciendo lo siguiente: que estamos ahora en un área donde se menciona el pasado, el presente y el futuro de la Iglesia y de los creyentes. Lo podemos hacer aún más personal, amigo creyente; aquí tenemos su pasado, su presente y su futuro. Leamos el versículo 3 de este capítulo 2 de Efesios:
"Entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, andando en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás."
Leamos este versículo, de otra versión de la Biblia: En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios. Para entender mejor los versículos 1 al 7 tenemos que destacar que forman una oración periódica única en el idioma griego. En el griego clásico abundan las oraciones periódicas, toda clase de genitivos absolutos, frases y tiempos de verbos, lo cual lo hace difícil de leer. EL griego más popular, llamado koiné, es generalmente más fácil de leer, pero aquí tenemos la citada oración periódica que revela que Pablo era capaz de escribir en un griego de nivel superior al popular griego koiné de su tiempo.
Ya hemos destacado que en el original el capítulo comienza con la conjunción "Y", que lo conecta con el capítulo anterior. En el capítulo 1 Pablo había estado hablando sobre la salvación y en el versículo 19 reanudó su desarrollo del tema de la enorme grandeza del poder de Dios. Aquí en el capítulo 2:1, dice que estábamos muertos en transgresiones y pecados. Esto nos habla de la muerte de Adán, que fue imputada, atribuida, a nosotros. Dice Romanos 5:12, 12Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. El pecado de Adán nos convirtió en hijos o descendientes de un hombre caído, y todos tenemos la misma naturaleza que tuvo Adán. Es una naturaleza caída que no tiene capacidad o inclinación hacia Dios.
Adán murió espiritualmente el día en que no creyó en Dios y le desobedeció, huyó de Dios y trató de esconderse. Ya no buscó a Dios. Y ésa es la posición del hombre natural en la actualidad. Esta idea de que los seres humanos, tienen una chispa de lo divino y están buscando a Dios es falsa. El día en que Adán desobedeció murió espiritualmente con respecto a Dios y a las cosas de Dios, aunque no murió físicamente hasta novecientos años después de haber comido del fruto prohibido. Pero Adán perdió la capacidad y el anhelo por Dios. Se separó de Dios. Después de todo, la muerte implica separación. Toda muerte es una separación. La muerte física es una separación del espíritu y del alma, del cuerpo. Cuando alguien muere, no vemos la separación del espíritu y del alma; sólo vemos el cuerpo muerto. La muerte espiritual es una separación de Dios. Después que el Adán pecó, pudo continuar viviendo física y mentalmente, pero estaba espiritualmente muerto, separado de Dios y transmitió esa misma naturaleza muerta a toda su descendencia. Sólo el poder de convicción del Espíritu Santo puede hacer que al ser humano actual le remuerda la conciencia. Ni usted ni yo podemos hacer eso. Sólo el Espíritu de Dios puede hacerlo.
El Dr. McGee, recuerda que siempre que dejaba los micrófonos de la radio para predicar desde el púlpito se sentía impotente. Tenía la sensación de estar predicando en un cementerio porque muchos de los que estaban sentados ante él estaban espiritualmente muertos en su estado de pecado. Entonces oraba a Dios pidiendo Su ayuda, porque era consciente de que necesitaba el poder del Espíritu de Dios para que aquella gente pudiera escuchar y responder al mensaje del Evangelio. Pero también fue consciente de que el Espíritu de Dios actuó y continuaría actuando para que los que estaban en aquel estado de muerte espiritual pudieran reaccionar. El Señor, hablando del Espíritu Santo les dijo a Sus discípulos, en Juan 16:8, "Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio". ¿Sabe usted, estimado oyente, que usted y yo que vivimos en este mundo nos encontramos es una especie de cementerio? Los seres humanos están espiritualmente muertos. Recordamos en este momento una definición que alguien dio sobre un cementerio: "es el lugar donde viven los muertos". Esta frase describe a nuestro mundo desde el punto de vista de Dios.
Adán cometió una transgresión, se salió de los límites que Dios había establecido. El pecado significa no acertar en el blanco. Es que no estamos a la altura del nivel que Dios requiere. Ésa es la verdadera condición; muertos en transgresiones y pecados y bajo la influencia del maligno. Esa declaración describe nuestro estado antes de que fuéramos salvos y cada persona no salva está andando de acá para allá como un autómata o un zombi.
La descripción de nuestro pasado, pues, no es muy halagadora. Vivíamos conforme al espíritu de nuestra época. Nos adaptamos a la civilización y al estilo de vida del sistema de valores del mundo, según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en desobediencia. Es Satanás el que les influencia.
Hoy cuando los cristianos hablan de estar separados de esa forma de pensar del mundo, piensan en las pasiones humanas físicas e impías. Los pecados característicos del mundo perdido son los pecados mentales y espirituales; y éstos son, en realidad y ante Dios, peores que los pecados físicos.
Escuchemos lo que dijo el apóstol Santiago en 4:1-4, "1¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia y nada podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 3Pedís, pero no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. 4¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios."
El apóstol Juan, en Primera de Juan 2:15-17 lo expresó de esta manera: "15No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, 16porque nada de lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, proviene del Padre, sino del mundo. 17Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre."
Hay mucha gente que hoy dice: "yo no cometería esos pecados. O no viviría ni actuaría como mucha gente actúa". El Dr.Campbell Morgan solía hacer las siguientes preguntas: "¿Le agradaría vivir como ellos viven?" "¿Le agrada ver en la pantalla de TV a la gente pecando porque de esa manera usted está cometiendo los mismos actos indirectamente?" Eso es lo que al apóstol Juan quiso decir cuando escribió que no debíamos amar al mundo. ¿Lo ama usted realmente? ¿Cómo se siente al respecto?
Amigo cristiano, ¿anhela usted realmente la venida del Señor por Su iglesia? Es hermoso hablar sobre ese tema, pero me gustaría preguntarle: ¿Lamentaría usted abandonar este mundo porque está embelesado con él? ¿Está usted tan apegado a un trabajo, a un negocio, a alguna asociación o círculo social? ¿Sería usted reacio a partir de este mundo por los cambios drásticos que ello implicaría? Recordemos la forma en que Simón Pedro describió a un mundo perdido en Segunda de Pedro 2:15-16, "15Han dejado el camino recto y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad 16y fue reprendido por su iniquidad, pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta". Ésta es pues una figura del sistema del mundo. ¿Se ve usted como hijo de Dios adaptándose a ese panorama?
Antes de conocer a Cristo vivíamos conformes al que gobierna los poderes de este mundo, que es Satanás. No podemos servir a Dios y a Satanás. Aquel a quien uno cede su voluntad se convierte en el señor. Incluso el cristiano tiene que elegir a quien servir. Algunos creen que servir a Dios consiste en apartarse de ciertas prácticas externas o de cierta clase de personas. Pero esto no es una verdadera separación del mal. Es absurdo pensar de esa manera cuando la vida de un cristiano está llena de amargura, resentimiento y orgullo que, por cierto, son graves pecados.
Aquí en el versículo 3 Pablo dijo entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, impulsados por nuestros deseos pecaminosos. Observemos que Pablo dijo "nosotros". Se incluyó a sí mismo en esta primera persona del plural. Se incluyó en ese grupo y usted y yo también tenemos que hacerlo. Podríamos leer este versículo de manera ampliada, y de otra versión: De esa manera vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, siguiendo nuestros propios deseos y satisfaciendo los caprichos de nuestra naturaleza pecadora y de nuestros pensamientos. A causa de esa naturaleza merecíamos el terrible castigo de Dios, igual que los demás. Desgraciadamente, hay quienes profesan ser cristianos y viven para esa vieja naturaleza caída y dominada por las pasiones. Viven exactamente igual que una persona sujeta al estilo de vida de los valores de este mundo. Su forma de vivir está impulsada y motivada por una filosofía en la cual Dios no tiene cabida, e influenciada por los principios del maligno.
Así vemos que en esta sección del segundo capítulo de Efesios Pablo estaba presentando una descripción del pasado, presente y futuro de la iglesia y de todos los creyentes en Cristo. A veces en algunos países pueden verse anuncios en los que se ofrece adivinar el futuro de las personas. Hay gente dispuesta a predecir que usted pronto recibirá una fortuna, o se encontrará con el amor de su vida. Hay quienes no pueden solucionar su propia vida y, sin embargo, pretenden ofrecer soluciones a las vidas de los demás. El cristiano no necesita dirigirse hacia esa gente. Porque Dios ya nos ha revelado nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Leamos ahora los versículos 4 al 6 del capítulo 2 de Efesios:
"Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús"
Esta pequeña preposición pero es importante. Pero Dios, que es rico en misericordia. Y, estimado oyente, Dios es rico en compasión y en misericordia y Él ha tenido misericordia de mí. Yo sé que también ha tenido misericordia de usted, por su gran amor con que nos amó. Aquí vemos un cambio radical con respecto a los tres primeros versículos del capítulo, que no podían presentar un panorama más desesperanzador. El ser humano es un fracaso total; es incapaz de salvarse a sí mismo. Dios interviene en esa escena de muerte con su compasión abundante. Él tiene un excedente de compasión y nunca llega tarde. Él es un Dios infinito que es rico, porque tiene una misericordia infinita. Él tiene lo que una persona necesita, lo que usted necesita. El único requisito es que usted crea en Él.
¿Qué significa ser salvado por la gracia de Dios? Estábamos espiritualmente muertos en nuestros pecados y éramos totalmente incapaces de salvarnos a nosotros mismos. Dios intervino en esa escena y por gracia nos alcanzó. ¿Por qué lo hizo? No pudo encontrar en nosotros un motivo. Lo encontró en sí mismo. Cuando Dios descendió para liberar a los israelitas, no lo hizo porque ellos eran buenos, atractivos o le estuvieran sirviendo porque no lo estaban haciendo. Eran un pueblo obstinado e idólatra porque adoraron a un becerro de oro en el desierto. Pero Dios dijo que escuchó su clamor. ¿Por qué decidió intervenir a su favor? Porque les amaba. Él le ama a usted y me ama a mí. Sin embargo, Dios no nos salva por Su amor, nos salva por Su gracia.
Una vez el profesor McGee se encontró con un joven que en varias partes de su ropa tenía escrita la palabra "amor". Y el Dr. McGee le preguntó "¿por qué tienes escrita esa palabra amor por todas partes?" "¡Ah!", respondió el joven, "Dios es amor". El Dr. McGee le dijo que él estaba de acuerdo con eso. Que nada podía ser más cierto que eso, que Dios es amor. Y luego el joven dijo: "Dios nos salva por Su amor". Y a esto el Dr. McGee le respondió que él no estaba de acuerdo con esa afirmación. "Dios no nos salva por Su amor", le dijo; y le pidió al joven que le diera un versículo donde dijera eso. El joven se puso a pensar por unos momentos y luego reconoció que no recordaba ninguno, a lo cual el Dr. McGee le contestó: "Cuando lo encuentres dime dónde está, porque nunca lo he podido encontrar", a lo cual el joven respondió: "Bien, si Dios no nos salva por Su amor, ¿cómo es que nos salva, entonces?" El Dr. McGee le replicó que la Biblia dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se jacte". Dios nos salva por gracia. Y entonces este joven quiso saber cuál era la diferencia. El Dr. McGee le explicó que la diferencia era sencillamente la siguiente: Dios sí le ama. No pierda eso de vista. Dios nos ama a todos. Pero Dios, simplemente basándose en el amor, no puede abrir la puerta de atrás del cielo, y hacernos entrar en la oscuridad de la noche. No puede derribar las barreras del cielo para permitirnos entrar por la puerta principal, a causa de Su amor. Porque Él no es sólo un Dios de amor, Él es también un Dios de luz. Él es el soberano moral de este universo, es justo, es santo, y es bueno. Todo esto quiere decir que Dios no puede hacer las cosas que son malas, es decir, malas de acuerdo a Su norma y nivel. Así que Dios no nos puede salvar por amor. Dios podía amar sin poder salvar. Veamos una vez más el conocido texto de Juan 3:16, que dice; 16De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. ¿Dice acaso que como Dios amó tanto al mundo lo salvó? No. Eso es exactamente lo que no dice. Dios amó de tal manera al mundo que envió a Su Hijo. Es que Dios no podía salvar al mundo simplemente por Su amor porque el versículo continúa diciendo que aquel que crea, no se perderá. Usted y yo íbamos a perdernos: Éramos pecadores perdidos, y Dios aun así nos amaba. Pero el amor de Dios no podía introducirnos en el cielo. Dios tenía que proveer la salvación y pagó el castigo por nuestros pecados. Ahora un Dios de amor puede extender Su mano a cada persona de un mundo perdido: "Si usted cree en mi Hijo, porque Él murió por usted, si usted viene a Él se salvará". Por tal motivo que Dios no nos salva por Su amor. Nos salva por Su gracia.
Y francamente hablando, estimado oyente, creemos que de esta manera es mucho mejor. A causa de un pecado puedo perder mi compañerismo con Dios, porque el pecado rompe esa comunión. Pero nunca puedo perder mi relación como hijo suyo. Puedo entristecer al Espíritu de Dios, pero siempre puedo recuperar el trato con Él. Recordemos que el apóstol Juan dijo en su primera carta 1:9, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad". Como dijo anteriormente en el mismo capítulo Juan, si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. Por ello también dijo Juan que "si vivimos en la luz, así como Él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado". Si vivo a la luz de Dios y veo que estoy distanciado de Él, la sangre de su Hijo Jesucristo continúa limpiándome de todo pecado. ¿Por qué? Porque Dios actúa por Su gracia. Es rico en compasión y en gracia.
Por ello Dios extiende sus brazos al mundo perdido, indicándoles a las personas que pueden venir a Él en los términos que Él ha establecido. Recordemos que éste es el universo de Dios y que Él hace las cosas a Su manera. Es posible que usted crea que tiene una forma mejor de hacer las cosas, pero usted no tiene que controlar a un universo. Dios es el que dicta las normas en ese universo y usted tendrá que adaptarse a ello. Dios le ama, y usted no puede evitar que Él le ame. Tampoco puede evitar que el sol continúe brillando, pero usted puede apartarse de los rayos del sol. El pecado, el estar fuera de la esfera de la voluntad de Dios, el darle la espalda, todo ello impedirá que usted experimente el amor de Dios. Si usted viene a Él por medio de Cristo, Él le salvará y entonces usted experimentará ese amor. Porque Su compasión es abundante.
Dios nos levantó de un cementerio espiritual. Nuestra posición actual es que en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con Él en las regiones celestiales (2:6). Y ¿cuál es nuestro futuro? ¿Para qué todo esto? Leamos ahora el versículo 7 del capítulo 2 de Efesios:
"Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús."
Algún día, estaré en exposición. Los ángeles pasarán por delante y dirán: "Mirad, éste estaba perdido y no merecía ser salvado, pero está aquí en el cielo. Sólo por la gracia de Dios fue salvado y traído aquí". Éste será un motivo de alabanza a Dios por toda la eternidad. No voy a recibir ningún mérito por ello, pero estaré allí, y eso será suficiente. Por lo que se, ésta es la expectativa más hermosa. Y será así por la gracia de Dios. Estimado oyente, a usted también puede alcanzarle esa misma gracia. Sólo tiene que acercarse a Dios dirigiéndose a Él en el nombre de Cristo, en base a los méritos de Su obra en la cruz, diciéndole que quiere depositar su fe en Él.
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