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Estudio bíblico de Efesios 2:1-2

Efesios 2:1-2

Amigo oyente, llegamos hoy al capítulo 2, de esta epístola del apóstol Pablo a los Efesios. Antes de presentar una introducción al mismo, vamos a recordar algunos comentarios a los versículos 22 y 23, del capítulo 1.

El apóstol Pablo concluyó su oración con una nota elevada. La iglesia es un organismo, es el cuerpo de Cristo, y Cristo es la Cabeza de la iglesia. Algún día futuro todo va a estar bajo Su control. El escritor de la carta a los Hebreos lo expresó con claridad en su capítulo 2:8, cuando dijo: "Todo lo sujetaste bajo sus pies. En cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no le sea sujeto, aunque todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas".

En la época actual lo único que se encuentra bajo Su control es la iglesia. Y al decir "iglesia" nos referimos a la verdadera iglesia, la que está formada por verdaderos cristianos, por auténticos creyentes. Hay muchos grupos organizados que se identifican como iglesias, pero habría que evaluar si escuchan y obedecen al Señor de la iglesia. Porque algunos sectores del cristianismo parecen estar paralizados. Es que la visión más trágica de un hijo de Dios, figurativamente hablando, es contemplarle postrado en cama, impotente, incapacitado para salir de esa situación, habiendo perdido su capacidad mental o espiritual, como si su cerebro estuviera separado de su cuerpo. A veces hemos visto a algunos que profesan ser cristianos, que actúan como si estuvieran separados o distanciados de Cristo, que es la Cabeza de la Iglesia. Estimado oyente, Él dijo, en Juan 14:15, "Si me amáis, guardad mis mandamientos". En otras palabras, yo pude mover un dedo o cualquier otra parte de mi cuerpo porque mi cabeza controla la situación. Y cuando Dios quiere que usted se mueva, es decir, que ejercite cualquier don que Él le haya dado, tendrá que practicarlo con amor; si no es así, significará que usted no está unido a Cristo. Y esto tiene una gran importancia en los tiempos que vivimos. El apóstol Pablo ilustró la iglesia y nuestra relación con ella de la siguiente manera en Primera de Corintios 12:12-13, cuando escribió: "12Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así también Cristo. 13Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados para constituir un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu".

Ahora tendremos algunas palabras de introducción al capítulo 2. Este capítulo, en el original, comienza con la conjunción Y. Así que es realmente una continuación del pensamiento del primer capítulo. Pablo había estado hablando del gran poder que resucitó a Jesús de los muertos. Veremos que ese poder fue el mismo poder que, cuando estábamos muertos en nuestras transgresiones y pecados, nos dio vida en Cristo. ¡Ello requería poder! Requería el poder de la resurrección. Y es el poder que tantos de los hijos de Dios quieren experimentar. Un poeta llamado Havergal expresó este anhelo de una manera hermosa y adecuada y estamos seguros de que constituye la oración de muchos cristianos en la actualidad: "Oh, déjame conocer el poder de la resurrección. Oh, déjame mostrar Tu vida resucitada, en clara y calma sobriedad. Oh, déjame compartir de los dones que Tú has dado gratuitamente. Oh, permíteme vivir una vida abundante porque Tú vives".

Pareciera que Dios es reacio a permitir que el ser humano tenga poder. Y creemos que nos damos cuenta por qué. Podemos pensar en los siglos que han pasado sin que el hombre supiera nada del poder atómico. Luego, el hombre lo descubrió, y ello cambia al mundo. ¿Y qué fue lo que este descubrimiento hizo para el mundo? ¿Lo convirtió acaso en un maravilloso lugar para vivir? No, estimado oyente, lo convirtió en un lugar terrible para vivir, porque el hombre tiene en el día de hoy el poder de destruir al mundo. El ser humano hoy es una persona peligrosa. Aquellos que piensan que ninguna nación se atrevería a utilizar ese poder nuclear están haciendo como el avestruz cuando esconde su cabeza en la arena. Hay hombres que ocupan posiciones en el poder que podrían liberar esa energía destructiva en cualquier momento, si supieran que son capaces de evitar las consecuencias de la catástrofe.

Sin embargo el poder de Dios del cual habla esta epístola es el poder que Dios hace actuar en la vida de alguien que recurra a Jesucristo. El levantará a esa persona de una situación de muerte espiritual hacia la vida espiritual. Este poder es expuesto por Cristo en el mundo. El Señor Jesús se expresa en el mundo actual por medio de la iglesia.

En muchas maneras, la iglesia como un templo se corresponde con el templo del Antiguo Testamento que fue, a su vez, precedido por el tabernáculo o tienda de reunión del desierto. Y creemos que la comparación aquí es muy evidente. Y los contrastes son claros y notables. El tabernáculo y el templo, por ejemplo, fueron construidos de árboles de madera de acacia, y éstos fueron cortados en tablones. Pero para formar la iglesia, Dios toma el material muerto y lo convierte en un templo viviente. Tanto el templo como el tabernáculo fueron moradas para la gloria de Dios. Y la iglesia es una morada para la persona del Espíritu Santo. El tabernáculo y el templo eran lugares donde se cumplía un ritual y se repetía el sacrificio por el pecado. Y la iglesia está edificada sobre el sacrificio único de Cristo en un pasado histórico, un sacrificio que no se repite. En este sentido el escritor de la carta a los Hebreos, escribió en 9:25-26: "25Y no entró para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar santísimo cada año con sangre ajena. 26De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los tiempos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado". Tampoco la iglesia tiene hoy un sistema de ritos. Es un organismo funcional en el cual el Espíritu Santo actúa a través de piedras vivas.

Queremos enfatizar aquí que Dios no ha dado un ritual a la iglesia, así como había un ritual en el templo. Algunas personas creen que han celebrado un servicio religioso porque se sigue un cierto orden, como por ejemplo una oración o doxología, el canto de himnos o canciones y luego, la gente sentada escucha la exposición de las Sagradas Escrituras. Sin embargo para ellas constituye sólo un ritual sin sentido y, en realidad, a la iglesia no se le ha dado en la Biblia ningún ritual. Ante esta afirmación alguien podría preguntar: ¿entonces, no deberíamos hacerlo así? Bueno, la verdad es que para muchas personas, el pasar por el ejercicio de verbalizar y repetir palabras se ha convertido en un ritual sin sentido. Estas acciones tendrían que tener un significado; son apropiadas, por supuesto, cuando expresan un sentido, una realidad espiritual.

La iglesia hoy no sólo carece del ritual del templo, sino que no es un templo construido por la mano humana. El hecho impresionante de la época de la iglesia es que Dios está habitando en creyentes individuales. Escuchemos lo que dicen los siguientes versículos de dos pasajes del Nuevo Testamento. En primer lugar, leemos en los Hechos 17:24-25: 24El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 25ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo, pues él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas. Luego, el apóstol Pablo nos dijo en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 6, versículos 19 y 20: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?, pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios."

Quizá aquí debemos enfatizar algo importante y es lo siguiente: que en el Antiguo Testamento, Israel nunca creyó que Dios estaba confinado en un templo. En Primera de Reyes 8:27, leemos que cuando Salomón dedicó el templo, expresó lo siguiente en su oración: "Pero ¿es verdad que Dios habitará sobre la tierra? Si los cielos, y los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta Casa que yo he edificado?" Y todos los israelitas debidamente instruidos sabían que Dios no vivía en el templo, en una pequeña caja. Algunos críticos han tratado de dar la impresión de que ellos tenían esa idea. Hace algunos años un profesor pronunciando una conferencia en cierta universidad muy conocida, afirmó que los israelitas tenían un punto de vista primitivo de Dios y, en consecuencia creían que Él podía habitar en un pequeño cofre. El problema era que dicho catedrático tenía un punto de vista primitivo de la Biblia. Si él hubiera simplemente leído el Antiguo Testamento a fondo, habría percibido que los israelitas no tenían esa creencia. Dios les había dicho que el templo era el lugar donde Él se reuniría con ellos. Por tal motivo ellos acudían al templo con un sacrificio y para cumplir un ritual. Y la iglesia en la actualidad no tiene ese sistema.

Otro gran contraste entre la iglesia y el templo del Antiguo Testamento es la posición de los no judíos. Recordemos que ellos tenían que acudir a él como prosélitos, y estaban confinados en el patio o sector de los que no eran judíos. Un prosélito era alguien de otro pueblo que se había incorporado a la religión judía. Si usted visita alguna vez la ciudad de Jerusalén, vaya al Hotel Ciudad Santa (u Hotel Holy City) y podrá ver una réplica, una maqueta de la ciudad de Jerusalén como era en los días de Herodes que eran, por supuesto, los tiempos del Señor Jesucristo. Entonces podrá apreciar, mirando hacia las instalaciones del templo, que los que no eran judíos ocupaban un lugar muy apartado del templo mismo, a la izquierda. Ellos no se podían acercar mucho. Es por eso que el apóstol Pablo iba a decir más adelante en este capítulo 2:13 de epístola a los Efesios: Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros (es decir, nosotros los no judíos) que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. En el día de hoy nosotros, que no somos judíos, hemos sido acercados. En realidad, desde un punto de vista espiritual y real, estamos en los lugares celestiales en Cristo. Y uno no puede mejorar esa situación de ninguna manera.

Estos comentarios introductorios que hemos presentado, nos dan ciertos antecedentes para poder comprender mejor este capítulo que comenzamos hoy. Habíamos dicho al principio que este capítulo presenta a la iglesia como un templo. Hemos dividido este capítulo en tres partes: en la primera parte, entre los versículos 1 y 10 se habla de los materiales para la construcción; en la segunda parte, entre los versículos 11 y 18, se habla sobre el método de construcción. Y en la tercera parte, entre los versículos 19 y 22, se trata el tema del significado de la construcción.

Comencemos entonces nuestra lectura de hoy leyendo los versículos 1 y 2 de este capítulo 2 de Efesios que, como hemos dicho, comienzan a tratar el tema de

Los materiales para la construcción del templo

"Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia."

Otra versión traduce estos versículos de la siguiente manera: "En otro tiempo vosotros estabais muertos en vuestras transgresiones y pecados, en los cuales andabais conforme a los poderes de este mundo (o sea, de acuerdo con el espíritu de la época, el secularismo, siguiendo el rumbo y los principios de este mundo. Y continúa diciendo el versículo) os conducíais según el que gobierna las tinieblas (o sea el cosmos, la sociedad, la civilización), según el espíritu que ahora ejerce su poder (o autoridad) en los que viven en la desobediencia".

Veamos la frase del versículo 1, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. Observe usted que hemos dejado fuera la frase Él os dio vida, que en algunas versiones aparece en letra cursiva, porque no se encuentra en el original griego, pero se ha añadido para facilitar un poco la traducción. Creemos que la adición de esta frase breve es correcta, porque esa explicación parece necesaria. Sin embargo, estamos intentando destacar el texto original para presentar el significado sin mejorar la traducción.

De esa manera, la frase original se lee así: Cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo (o el espíritu de este mundo). La palabra "mundo" aquí no significa el universo físico. Se refiere al cosmos, a la sociedad, a la civilización, al modelo de vida, el estilo de vida secular. O sea, vivir de acuerdo con el secularismo, que constituye una integración de todos los valores de la vida alrededor del espíritu de la época, en vez de que dichos valores giren alrededor de Dios. Es vivir como si el orden material fuera el supremo y Dios no existiese. (Una breve definición del "mundo" lo describe como el sistema satánicamente organizado que odia o se opone a Dios, y a los que siguen fielmente a Dios).

El versículo 2 continúa diciendo: Conforme al príncipe de la potestad del aire, (es decir, la autoridad) el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Ahora, el diablo toma este material muerto (porque estamos muertos en nuestros delitos y pecados) y él lo activa, provee la energía. Por tal motivo, los cultos o sectas son hoy tan activos. Esos grupos religiosos nos avergüenzan con su dedicación y con su entusiasmo. El príncipe de este mundo les da la energía. Hay gente que habla de los milagros realizados por esos cultos extraños. No vamos a discutir ahora esas actividades. Pueden ser ciertas, o engañosas, con una apariencia de verdad. También hay que tener en cuenta las exageraciones que se producen apelando a la espectacularidad de esas noticias y a su impacto público. En el caso de que los milagros ocurran realmente, ¿quién los estaría realizando? Satanás puede duplicar muchos de los milagros que se relatan en las Sagradas Escrituras. Después de todo, ¿no fueron los magos de Egipto capaces de duplicar los primeros milagros de Moisés? Por supuesto, los últimos milagros que tuvieron lugar en esos días, no pudieron ser duplicados. Ahora, cuando una persona entra en la esfera del nuevo nacimiento espiritual y de la cercanía de la misma presencia de Dios, el diablo resulta impotente contra tal persona. Pero él es poderoso hoy para engañar y hacer creer falsedades, y para llevar a alguien por el mal camino. Y él es poderoso para actuar en los cultos falsos que proliferan en todas las épocas y en todas las partes del mundo.

Conviene añadir alguna explicación a la frase muertos en vuestros delitos y pecados. Ese es el estado de aquellos que no han sido regenerados. La muerte, es una muerte espiritual, no física, porque las personas que no han sido salvas están vivas físicamente. La muerte significa una ausencia total de comunicación con las personas que están vivas. Alguien que esté muerto espiritualmente no tiene ninguna comunicación con Dios; está totalmente separado de Dios. Esta frase en vuestros delitos y pecados nos muestra la esfera de la muerte, sugiriendo que el pecado mata. Así lo aclaró el apóstol Pablo en Romanos 5:12, que dice: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron". Y de esta manera, los seres humanos permanecen en ese estado de muerte espiritual. En cuanto a la palabra "delitos", otra versión la traduce como "transgresiones". La palabra griega se refiere a "pasos en falso" y la palabra "pecados" significa "actos de no dar en el blanco". Las palabras delitos y pecados, aunque de significados diferentes en el significado de su raíz, son básicamente sinónimas o sea, que tienen el mismo significado. Ambas sugieren actos deliberados contra Dios y Su justicia, es decir, un fracaso del ser humano en vivir como debiera, sin poder cumplir con el nivel de vida que Dios requiere. El plural de estos dos sustantivos indica el carácter repetitivo de la implicación de las personas en el pecado y, en consecuencia, ellas permanecen como personas no regeneradas.

La Biblia nos deja una imagen clara de la realidad dramática del príncipe de este mundo. El apóstol Juan en su primera carta, 5:19, dijo que sabemos que somos hijos de Dios, y que el mundo entero está bajo el control del maligno. Y el apóstol Pablo, en Segunda de Corintios 4:4, lo llamó el "dios de este siglo", y explicó sus actividades entre los seres humanos, diciendo que en esta época ha cegado la mente de los incrédulos, para que no vean la luz del Evangelio de Cristo.

Las personas que no son salvas están atrapadas en sus garras, y persisten en su oposición a Dios. Son lo que el versículo 2 llama "los hijos de desobediencia". Otra versión traduce la frase como "los que viven en la desobediencia". Aquí la palabra "hijos" sugiera una característica distintiva. Un "hijo de desobediencia" es una persona clara y marcadamente desobediente. La expresión entonces sugiere una rebelión consciente y activa, y una oposición terminante a Dios.

Como decíamos en otro momento, para salir de esta situación hace falta una fuerza ajena al poder humano: Porque no hay fuerza ni poder suficiente para liberar al ser humano de la esclavitud de la maldad, del pecado, y de sus consecuencias. Y ya que nadie puede liberarse a sí mismo, el único remedio es el poder de Dios. Bien dijo el apóstol Pablo en Romanos 1:16, "el Evangelio es el poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". ¿Y en quién hay que creer? Pues, en el Señor Jesucristo como Salvador, es decir que su obra de liberación a favor suyo, estimado oyente, quedó completada al morir en la cruz y resucitar. Le invitamos a depositar su confianza en Dios, y experimentar Su poder, que transformará su vida en esta tierra y después, le llevará a Su presencia para estar siempre con Él.

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