Estudio bíblico de Filipenses 1:2-5
Filipenses 1:2-5
En este día, amigo oyente, regresamos a la epístola a los Filipenses. Y usted recordará que este fue el primer lugar que Pablo visitó cuando él pasó de Asia a Europa; creemos que Pablo no tenía ninguna idea de que, cuando comenzó su segundo viaje misionero, iba a terminar en Europa. Él había planeado definitivamente, como nos dice Lucas, ir a la provincia de Asia, donde se encontraba la ciudad de Efeso, una ciudad principal en esa zona, y que en aquella época era el corazón mismo del imperio romano. Toda la cultura griega se concentraba en ese zona. El clima era agradable, y todo parecía listo en esa zona para la predicación del evangelio. Y allí fue donde años más tarde, Pablo realizó su obra misionera de mayor envergadura. En realidad, aparentemente fueron millones los que confiaron en el Señor Jesucristo, en esa región en particular. Pero, en esta ocasión, el Espíritu de Dios no le permitió a Pablo visitar esa zona. No le permitió que siguiera hacia el norte, hacia Bitinia, sino que hizo que se dirigiera hacia Troas, donde él tuvo esa visión que provocó su viaje a Europa.
Todos nosotros, creo yo, podemos darle gracias a Dios por eso. Pablo llegó a Filipos, pues, y allí se formó una Iglesia a causa del esfuerzo misionero de ese Apóstol. Esta Iglesia fue una de las más apreciadas por el apóstol Pablo. Los creyentes allí le amaban, y creemos que lo amaban de una manera tal como ninguna otra Iglesia lo había hecho. Creemos que el lenguaje de esta carta refleja este sentimiento. Cuando estos creyentes se enteraron que él estaba en una prisión romana se sintieron muy apenados por la noticia. Ellos no habían estado en contacto con Pablo por unos dos años, cuando fue arrestado en Jerusalén. De modo que enviaron a su pastor Epafrodito con un donativo y palabras de simpatía y aliento para Pablo. Al escribir esta carta a los Filipenses, entonces, el apóstol Pablo estaba respondiendo al cariño y la solidaridad de aquellos creyentes.
Pablo no escribió esta epístola para corregir una doctrina o conducta. Él simplemente la escribió como una carta de agradecimiento, y trató el tema del vivir cristiano ? la experiencia cristiana. En estos breves capítulos que forman la epístola a los Filipenses, trató en primer lugar, en el capítulo uno: "la filosofía del vivir cristiano". En el capítulo 2, desarrolló "el modelo para el vivir cristiano". Luego, en el capítulo 3, expuso: "el premio para el vivir cristiano". Y finalmente, en el capítulo 4, habló sobre: "el poder para el vivir cristiano". Todos estos aspectos son muy importantes y cada uno será enfocado en particular, en un versículo de cada capítulo.
Desde el mismo comienzo de esta carta nos damos cuenta del cariño y afecto que Pablo tenía hacia estos creyentes de Filipos. En los primeros dos versículos tenemos la introducción. Luego, al avanzar en la lectura de ese capítulo primero, notamos el sentir afectuoso de parte del Apóstol Pablo para con estos creyentes y la relación que él tenía con esa Iglesia, una relación muy cercana. Como ya hemos dicho, los primeros dos versículos son, en realidad, una introducción. Ya hemos apreciado lo que nos decía el versículo 1, por lo tanto vamos a leer el versículo 2:
"Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo."
Lo primero que vemos es el saludo Gracia y paz a vosotros. Ya hemos destacado este detalle cuando estudiamos otras epístolas, y nuevamente se nos presenta ante nosotros. Esta es la forma de saludo utilizada por el Apóstol Pablo en todas sus cartas y estas dos palabras, gracia y paz, siempre aparecen en el mismo orden; dos palabras muy comunes en los días de Pablo.
Gracia era la palabra para saludar en el mundo griego. En el idioma griego se traduce como "karis". Si usted caminara por las calles en aquella época habría escuchado a la gente saludarse con dicha palabra. En realidad el saludo aun se usa en la Grecia actual. Significa "gracia" y los griegos lo usan de la misma manera en que nosotros decimos "buenos días". Es como si Dios le estuviera diciendo a usted "Que tenga una buena eternidad" Cuando alguien nos dice hoy "Buenos días", no contribuye en nada a que realmente tengamos un buen día, y solo es la expresión formal de un buen deseo. Pero Dios ha hecho los arreglos para que usted pueda tener una buena eternidad, y ello es posible por Su gracia, por la gracia de Dios.
Y con respecto a la palabra paz diremos que siempre sigue a la gracia, nunca la precede. Así como "Karis" proviene del mundo griego, "paz" (que es la traducción del hebreo "Shalom" nos llega del mundo religioso. Es una forma de saludar hebrea. En realidad, Jerusalén significa ciudad de la paz. "Jeru" ? "Shalom", o ciudad de paz. Pero nunca lo ha sido. Ha sido una ciudad de guerra. Y en la actualidad es como un aguijón en el cuerpo de este mundo. Nadie sabe qué hacer con esta ciudad. Y no habrá paz en Jerusalén, ni en el mundo, hasta que venga a gobernar el Príncipe de Paz.
Sin embargo, hay una paz que le viene a la persona a través de la gracia de Dios. Y Pablo la mencionó en su epístola a los Romanos 5:1, donde dice: Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Esta es una paz que un pecador puede tener con un Dios santo porque Cristo murió por nosotros. Él pagó el castigo y, ahora, Dios, en Gracia puede salvarle. No se trata de traerle algo a Dios para salvarse. Sinceramente hablando, nunca le hemos traído nada a El, excepto pecado. Cristo pagó el castigo por ese pecado, de manera que un Dios santo puede recibirme. Y El puede recibirle a usted, estimado oyente. En este mundo envuelto en confusión, en tensión, en sufrimiento, lleno de injusticias y de cosas que funcionan mal, nosotros, como cristianos, podemos sentir la paz de Dios en nuestros corazones. Se trata de la paz de Dios, que El da a aquellos que confían en Jesucristo como su propio Salvador personal. Así que tenemos que conocer la gracia de Dios, antes de poder experimentar la paz de Dios.
Ahora, la gracia y la paz provienen de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Ahora, permítanos hacer una pregunta teológica. ¿No es Pablo trinitario? ¿No cree él en la trinidad? ¿Entonces por qué no incluye al Espíritu Santo con el Padre y el Hijo? El motivo es que el Espíritu Santo ya estaba en Filipos morando en los creyentes. Sin duda alguna, Pablo creía en la Trinidad, o sea, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estaba siendo muy preciso en este pasaje.
Vamos a leer ahora el versículo 3, que inicia la sección que en nuestro Bosquejo hemos titulado:
El afecto de Pablo hacia los filipenese
"Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros."
Y de esta manera tan afectuosa Pablo comenzó a escribir la parte esencial de su carta, revelando la relación tan grata que había entre él y los creyentes de Filipos. Esta es la relación que tendría que haber entre los cristianos, especialmente entre un pastor y la congregación. Una traducción más literal diría "Doy gracias a Dios por todo el recuerdo de vosotros". Seguramente, cada vez que alguien mencionaba a Filipos, Pablo daría gracias a Dios por los creyentes de aquella congregación.
Si Pablo no hubiera dicho nada más acerca de esa relación con esta Iglesia, estas palabras habrían sido suficientes para revelar el profundo carácter de esa relación. Usted puede ver las otras epístolas del Apóstol y comprobará que él no se expresó así de los Gálatas, o de los Corintios. Pero en este versículo 3 él aún no había terminado de hablar sobre lo que sentía hacia ellos y continuó diciendo en el versículo 4:
"Siempre en todas mis oraciones ruego con gozo por todos vosotros"
Esta acción de orar por ellos era algo que llevaba a cabo siempre, con regularidad y no algunas veces. Quiere decir que en cada una de sus oraciones el recordaba a los creyentes de Filipos.
La frase por todos vosotros deja bien en claro que Pablo estaba refiriéndose a todos los miembros de aquella iglesia, el órgano corporativo de la iglesia local. Cuando lleguemos al capítulo final de esta carta veremos que había cierto desacuerdo entre dos mujeres de la iglesia, Síntique y Evodia. Así que aquí al comienzo, Pablo fue muy cuidadoso de incluir a todos los creyentes, para que nadie pudiera decirle a otra persona que estaba excluída, es decir, que el apóstol no le estaba escribiendo a ella.
Veamos ahora la frase ruego con gozo. Bengel ha dicho que la suma de esta carta se puede reducir a la siguiente frase: "Yo me alegro; alegraos vosotros". Esta es una expresión notable, especialmente si consideramos donde se encontraba Pablo cuando la escribió. ¡Estaba en una prisión romana! Aquella cárcel, no se podía comparar con las cárceles que tenemos en la actualidad. Era una lugar sumamente oscuro y triste. Al ver las circunstancias en las que él expresó su experiencia de alegría, le vemos como un ejemplo al recordar hasta qué punto los factores que nos rodean, factores que ni siquiera pueden compararse con los que rodeaban a Pablo en aquel encarcelamiento, influyen en nuestro ánimo y nos privan de una alegre vivencia del compañerismo con Cristo y con nuestros hermanos.
Ahora, en el versículo 4 aparece la palabra "gozo". Nunca hemos sentido la necesidad de decir que esta es la "epístola de la alegría", aunque esta palabra aparece 19 veces en este libro. Si uno va a buscar una palabra que se mencione más que ninguna otra, entonces deberíamos usar el nombre del Señor Jesucristo. Su nombre aparece más de 40 veces en esta epístola, y Él es el centro mismo de esta carta. Él es la fuente misma de gozo y, por tanto, el énfasis debería ponerse sobre Él y no sobre la alegría. Como veremos más adelante, la filosofía de la vida cristiana tiene que ver con El; el modelo de la vida cristiana está centrado en El. El premio de la vida cristiana está directamente relacionado con El y el poder para vivir en esta tierra una vida que agrade a Dios depende de El. En realidad, lo que trae alegría a la vida del creyente es una relación personal de comunión y compañerismo con Cristo.
En la actualidad, muchas veces nosotros estamos tratando de producir alegría en la Iglesia por medios externos, que apelen al atractivo por la novedad, y que hagan que los creyentes se sientan entretenidos y relajados. Se preparan programas que apelen al interés de la gente, asegurándoles que todos los que participen en ellos lo pasarán bien. El pasarlo bien ha pasado a ser una meta relacionada únicamente con actividades sociales, excursiones y otras actividades que alivien la tensión a la que las personas están sometidas en su trabajo y la lucha por la vida. Todas esas actividades de convivencia son buenas, siempre que se reconozca también la necesidad de enfatizar la condición espiritual individual de los creyentes en relación con el Señor. En realidad, la alegría no depende de las circunstancias externas. La auténtica alegría depende de la condición interna del cristiano. Está basada en una actitud apropiada hacia la vida. Si usted está descontento o quejándose acerca de su situación o de las circunstancias de su vida, con toda seguridad que no estará experimentando esa alegría verdadera que debe caracterizar a la vida cristiana. Puede que usted participe en actividades sociales e incluso pase por algunos momentos de diversión, en su interior percibirá que todos estos factores exteriores son momentáneos y que una vez que han transcurrido, sentirá que no ha disfrutado de esa alegría verdadera. Ahora cuando usted y yo nos encontramos viviendo en el centro de la Voluntad de Dios, indiferentemente de las circunstancias que nos rodean, entonces sentiremos lo que es experimentar esa alegría en nuestras vidas, esa alegría auténtica que se refleja en esta carta del apóstol Pablo.
Así fue que Pablo pudo decir aquí: siempre en todas mis oraciones ruego con gozo por todos vosotros. El tiempo que Pablo dedicaba a la oración a favor de los creyentes de Filipos no era desagradable para él. No lo sentía como una obligación que tenía que cumplir. En realidad, era un placer para el apóstol el poder orar por ellos y allí, en aquella oscura y triste prisión, le llenaba de alegría el corazón.
Ahora, después de haber dado gracias a Dios por ellos, les dio el motivo, que podemos leer en el versículo 5, que dice:
"Por vuestra comunión en el evangelio desde el primer día hasta ahora"
Veamos la frase Por vuestra comunión en el evangelio. Aquí hemos llegado a una palabra muy importante en esta epístola. No queremos pasar por alto la palabra "comunión". Ya hemos hablado de ello con anterioridad, pero no nos hemos explayado en ello. ¿Qué quiere decir esta palabra 'comunión'? ¿Cuál es su verdadero significado? No creemos que esta sea una palabra que aun en la Iglesia misma es utilizada correctamente. Y por cierto que el mundo ha adoptado esta palabra y la utiliza continuamente en la actualidad. La gente del mundo habla mucho acerca de tener comunión en el presente. Esta palabra se utiliza ampliamente en la iglesia y, a veces, fuera de ella. Creemos que mucha gente no sabe realmente lo que esta palabra significa y, por lo tanto, no la usa correctamente.
La simple asistencia a un culto o servicio cristiano no implica necesariamente una experiencia de comunión. Incluso si una persona participa activamente ese servicio religioso, no quiere decir que tenga comunión con todas las personas que allí están presentes. Y si al encontrarse o al despedirse, una persona intercambia saludos formales con los otros asistentes al acto, el gesto meramente social no indica que las personas han alcanzado ese nivel de cercanía e intimidad espiritual que implican la comunión o el compañerismo cristiano.
Y ya que esa no es "comunión" en el sentido estricto de la palabra, diremos que esta comunión corresponde a la palabra griega "koinonia", cuyo significado indica que los cristianos, los creyentes, pueden compartir las cosas de Cristo. Ese es su significado. Ese significado se expresa por medio de 3 elementos: comunicación espiritual, cooperación armoniosa y efectiva, y una agradable comunión. (1) La comunicación espiritual es compartir las cosas de Cristo. Esto sería compartir las grandes verdades acerca de Cristo. (2) La cooperación armoniosa significa trabajar juntos para la causa de Cristo, difundir la Palabra de Dios y proclamar el Evangelio. Es por ese motivo que cuando Pablo usó la palabra "comunión" estaba refiriéndose a la lectura de la Biblia o al estudio Bíblico u oración juntos, a la celebración de la Cena del Señor, o a recoger una ofrenda de los creyentes reunidos. Pablo incluyó a todas estas actividades en su concepto de comunión. Y el resultado de todas ellas sería (3) una agradable comunión. Esto nos convierte en compañeros de Cristo. Esta es, pues, la verdadera comunión.
Pablo escribió que esa iglesia estaba teniendo comunión con él. El les había comunicado el Evangelio. Ellos habían compartido con Pablo una armoniosa cooperación. Le habían enviado un donativo y le habían asistido una y otra vez en sus necesidades físicas. Por lo tanto, cuando estuvieron juntos, disfrutaron de una comunión agradable. El deseo de Dios es que nosotros también podamos vivir el significado pleno de esa comunión en nuestra relación con el Señor y con nuestros hermanos en la fe. Ese tipo de comunión que el Señor expresó en su oración del Evangelio de Juan 17 intercedió ante Dios por sus discípulos. Recordemos que en aquella ocasión, poco antes de Su muerte, en el versículo 21, Jesús dijo para que todos sean uno, Padre, como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos estén también en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. ¡Que podamos tener esa comunión en la palabra de Dios y en el esparcimiento de la Palabra de Dios! No creemos que haya experiencia que pueda igualarse a esa vivencia de la verdadera comunión.
Este versículo 5 concluyó con la frase desde el primer día hasta ahora. Pablo había disfrutado del compañerismo y la comunión con ellos desde el primer día, aquel día en el que se había encontrado con Lydia y aquel grupo que se encontraba orando junto al río. Ese sentimiento de comunión, no es como los afectos o sentimientos humanos, que se expresan normalmente a través de la amistad. Por la misma naturaleza humana, estos afectos son normalmente cambiantes, esporádicos, y no siempre durables, porque se enfrían por el trato o la convivencia social, con el paso del tiempo, o por tener opiniones divergentes. Así es como amigos que disfrutaron de una íntima amistad, se distancian y no vuelven a reunirse por el resto de su vida. Incluso, a veces, se transforman en sentimientos hostiles que pueden crear verdaderas enemistades.
Dios mediante, en nuestro próximo programa comenzaremos a partir del versículo 6, en este capítulo 1, de la epístola a los Filipenses. Esperamos contar con su compañía para poder continuar recorriendo juntos esta carta del apóstol San Pablo, que trata con tanta sencillez las implicaciones prácticas de la vida cristiana en la situación y las circunstancias en que nos encontremos. Al despedirnos, le recordamos la forma en que el apóstol vivió y expresó sus experiencias de alegría y conformidad por la voluntad del Señor, mientras se encontraba en la prisión. Estimado oyente, solo Dios, con Su presencia real y por medio de Su Espíritu puede transformar una vida y llenarla de tal manera, que pueda disfrutar de su condición de hijo de Dios en las circunstancias más adversas, y al mismo tiempo, consolar y estimular a los demás.
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