Estudio bíblico de Filipenses 1:6-9
Filipenses 1:6-9
En nuestro programa anterior amigo oyente, llegamos al versículo 6 de este capítulo 1, de la epístola a los Filipenses. Y allí decía el apóstol Pablo:
"Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la irá perfeccionando hasta el día de Jesucristo."
Otra versión traduce el principio de este versículo de la siguiente manera: "Estoy convencido de esto". Y otra traducción, expresa todo el versículo de esta forma: "Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer en vosotros su buena obra, la irá llevando a buen fin mientras llega el día en que Jesucristo regrese."
Antes de comentar este versículo, diremos que el Dr. McGee, el autor de estos estudios bíblicos, consideraba este versículo como el lema de su vida y sus palabras tenían un significado muy especial para él. Contando sus experiencias de juventud, decía McGee. "Yo era un muchacho de pocos recursos cuando salí de mi hogar para ir a estudiar a la universidad. En realidad, mi padre había fallecido en un accidente en una desmontadora de algodón en el Sur del estado de Oklahoma, en los Estados Unidos. Mi madre ? continuó el Dr. McGee ? me tomó a mí y a mi hermana, y nos llevó a Nashville, estado de Tennessee. Allí, yo tuve que buscar trabajo; tuve que sacar un permiso para poder hacerlo, porque la verdad del caso era que a la edad de 14 años en esa época, no se podía trabajar. Trabajé para una firma muy grande en esa ciudad. Mi trabajo consistía en recoger el correo bien temprano por la mañana. Me levantaba a las 5 de la mañana, iba a buscar el correo, lo llevaba a la oficina, luego tenía que distribuir todas esas cartas en los escritorios de los diferentes empleados de cada uno de los departamentos que formaban esa gran compañía. Yo tendría que haber estado en el colegio, estudiando, porque tenía la ilusión de ir a la escuela. Más adelante ? decía el Dr. McGee ? tuve el privilegio de hacerlo gracias a un amigo que en realidad se portó como un padre para mí. Este hombre tenía un hijo que se embriagaba habitualmente y el padre quería que el joven tuviera una educación universitaria; pero este no lo quería hacer, así que, aquel amigo me ayudó a mí, y me consiguió un trabajo, y pude ir a la universidad. Pero cada año que pasaba yo pensaba que iba a ser mi último año. Nunca pensaba que Dios podía darme ayuda hasta completar mis estudios. Tenía muy poca fe. Y cuando llegué a mi último año de universidad llegó la depresión económica a mi país. Los años 1928 y 1929 fueron años muy tristes. Yo no podía obtener trabajo, ni tenía dinero".
"Así fue que, cuando me gradué y recibí mi título, regresé a mi habitación, me senté desanimado en mi cama, aun vestido con la toga de la graduación. Entró mi compañero de habitación, y me dijo: "¿Qué estás haciendo aquí? ¿Se ha muerto alguien?". Bueno, le dije, estoy acabado. Yo pensaba que Dios me había llamado al ministerio, me he graduado de la universidad, pero ahora ha llegado la depresión económica y ni siquiera he conseguido un trabajo para el verano. No tengo dinero para comenzar a estudiar en el seminario el año próximo. No sé que hacer. Bien, en ese momento ? proseguía el Dr. McGee ?, mientras estábamos hablando, sonó el teléfono y me dijeron que era para mí. Fui al teléfono y una anciana me quería preguntar si yo podía pasar a visitarla a ella y a su hermana esa tarde. Ambas eran viudas. Ellas tenían una gran finca en el estado de Mississippi. En realidad tenían grandes recursos. Asistían a una iglesia donde yo enseñaba una clase de Biblia a los jóvenes. Nunca imaginé, continuo Dr. McGee, lo que ella quería hacer, porque ya me habían regalado una corbata para la ceremonia de graduación y yo pensaba que eso era todo. De todas maneras fui a visitarlas por la tarde; llegué a la casa y encontré una empleada en la puerta, quien me hizo pasar. Entré a la casa y me senté en la sala de estar, en la sala de espera, y momentos después entraban esas señoras. Conversamos un poco, me preguntaron acerca de la ceremonia de la mañana, y me felicitaron por haber finalizado mis estudios. Finalmente ? decía el Dr. McGee ? una de ellas dijo: "Bueno, sabemos que quieres viajar mañana". Así es que una de ellas se levantó y se acercó donde yo estaba y con lágrimas en sus ojos, me entregó un sobre y dijo: "Te estoy dando esto en memoria de mi esposo para que puedas continuar con tus estudios en la universidad". Luego fue y se sentó en su lugar, y la otra hermana se levantó y se acercó también a mí y me dio otro sobre y dijo también que me entregaba un sobre en memoria de su esposo. Les di las gracias y salí de ese lugar tan pronto como pude y al doblar la esquina me detuve para ver qué había en cada uno de esos sobres. Y quería hacerlo, por supuesto, sin que nadie me viera. Cada uno de los sobres contenía un cheque por una apreciable cantidad de dinero, que significaba mucho en aquella época de depresión. Pero, yo me sentía como un millonario. Después por la noche, en un banquete de despedida me entregaron otro regalo en dinero, Y con ese dinero ? contaba el Dr. McGee ? podría pagar los gastos del seminario del año siguiente. Esa noche del banquete alguien me dedicó este versículo de Filipenses, capítulo 1, versículo 6, ese ha sido el texto de mi vida hasta ahora". ? Hasta aquí lo que nos relató el Dr. McGee. Bien, veamos entonces lo que nos dice este versículo 6, a nosotros; leamos otra vez: Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la irá perfeccionando hasta el día de Jesucristo.
Esta frase estando persuadido, es en realidad, causativa, y Pablo sabía bien de lo que estaba hablando, es decir, que estaba plenamente convencido de lo que iba a expresar.
Destacamos también las frases el que comenzó. . . la irá perfeccionando. Es decir, que la llevará a cabo. El consumará, finalizará, la obra que ha comenzado en el creyente.
Y luego dice: "hasta el día de Jesucristo". Usted y yo, estimado oyente, no estamos viviendo en el día del Señor, ni tampoco estamos viviendo en los días del Antiguo Testamento; no estamos viviendo en el día del Milenio, ni tampoco estamos viviendo en el día de la Eternidad. Estamos viviendo en el día de Jesucristo. Ese día será consumado cuando Él venga a buscar a los suyos de este mundo. Y el Espíritu Santo nos ha sellado a usted y a mí hasta ese día de redención, como dijo Pablo, en su carta a los Efesios 4:30, con estas palabras: Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Así es que, estimado oyente, hasta ese entonces, usted puede contar con que Dios realizará cualquier cosa que Él tenga intención de hacer por usted, y Él se ocupará de que todo eso se cumpla. Esta es, para nosotros, una de las verdades más alentadoras que podemos encontrar en toda la Biblia.
Ahora, consideremos esto por un momento y preguntémonos: ¿Es esto algo práctico para usted y para mí? Yo no se cuales son las circunstancias de su vida. Pero si usted es un hijo de Dios, tengo la seguridad de que usted puede dar testimonio de que Dios le ha llevado a usted hasta el momento presente, ¿no es verdad? ¿No es cierto que usted puede mirar atrás a su vida pasada y ver cómo El le ha guiado y provisto para sus necesidades materiales? Entonces, ¿por qué tendría usted que estar preocupado acerca del futuro? ¿Cree usted que ahora El le va a abandonar, que le va a fallar? El profesor McGee nos decía que tenía que confesar que esa era su forma de pensar cuando terminó sus estudios en la universidad, tal como vimos en una cita anterior de esa etapa de su vida.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee también nos contó lo siguiente: "Yo tuve oportunidad de finalizar mis estudios universitarios, pero nunca disfruté de ellos. Nunca tuve esa alegría porque temía que las circunstancias nunca me permitieran continuar. Nunca creí que Dios pudiera hacer eso para mí. Siempre pensaba en que el año que estaba estudiando, iba a ser el último. Muchas veces los creyentes pensamos y actuamos como los "no creyentes". En realidad vivimos y afrontamos las dificultades como su fuéramos ateos. Recuerdo que la ceremonia de graduación fue una experiencia muy feliz para todos los demás estudiantes. Yo podía ver a esos jóvenes que no tenían problemas económicos que eran felicitados y abrazados por sus padres. Pero allí no tenía yo a nadie que me abrazara. Pero aunque hubiera tenido un grupo de amigos que me abrazara y me deseara felicidad, no me habría sentido mejor porque pensaba que todo había terminado para mí. Por una parte me sentía llamado al ministerio cristiano, pero por otra, no había posibilidades de que yo pudiera entrar en el seminario. Sin embargo, yo tenía un maravilloso Padre celestial quien, por medio del hermoso pasaje de Filipenses 1:6, puso sus brazos alrededor de mí y me dijo: "Yo me ocuparé de ti". El se encargaría de finalizar la obra que El había comenzado en mí."
"Y hoy, yo quiero dar testimonio de que El continúa cumpliendo Su promesa. Ha sido un consuelo para mí desde que he sufrido un cáncer en los pulmones, el recordar que mi Padre celestial ha dicho: el que comenzó en vosotros la buena obra la irá perfeccionando hasta el día de Jesucristo. El es también un buen médico; en realidad El es el Gran Médico, y ha dicho: "Cualquier cosa que yo tenga preparada para ti, me ocuparé de que se lleve a cabo hasta el día en que Jesucristo venga". Así que, estoy en Sus manos. Este es verdaderamente uno de los grandes versículos de la Biblia. Me he aferrado a él en muchas noches oscuras cuando la tempestad afuera azotaba con fuerza mi frágil barco". Hasta aquí las palabras del profesor McGee.
Continuemos leyendo ahora el versículo 7 de este capítulo 1 de Filipenses.
"Y es justo que yo sienta esto de todos vosotros, porque os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia que Dios me ha dado."
Destacamos la frase por cuanto os tengo en el corazón. ¿No es ese un lugar apropiado donde poder llevar a nuestros amigos cristianos, estimado oyente?
Realmente, no importaba si el apóstol Pablo estaba encadenado, o en una cárcel (1:13,14 y 17) o en libertad, sus amigos en Filipos compartieron con él la obra que Dios estaba llevando a cabo a través del apóstol. Esa obra se refería principalmente a la propagación del Evangelio. Fue gracias a esa relación de compañerismo con él que el apóstol había podido proclamar el mensaje de la gracia de Dios. Pablo reconoció aquí y elogió el interés de los Filipenses por que esas buenas noticias del Evangelio fueran difundidas. También veamos la frase participantes conmigo de la gracia. Y nuevamente tenemos aquí esa palabra "Koinonia" con una preposición que la intensifica. Esto quiere decir, que ellos estaban envueltos, ligados entre sí. Recordemos lo que dijo la hermosa mujer Abigail al usar esta expresión cuando estaba hablando con el rey David, según leemos en 1 Samuel 25:29: "La vida de mi señor será atada al haz de los que viven delante del Señor tu Dios". Pablo estaba diciendo aquí que él y los Filipenses estaban todos vinculados estrechamente como compañeros en el Evangelio.
Esto es lo que queremos decir cuando enfatizamos que había tiernos sentimientos de afecto en el Apóstol Pablo hacia esta iglesia de Filipos. Ya hemos indicado que él se sentía más cercano a ellos que a ninguna otra iglesia. Es hermoso tener amigos cristianos como estos, que estén participando de la gran misión de difundir la Palabra de Dios. Esto es lo que mencionamos anteriormente, de que la cooperación armoniosa, además de la comunicación espiritual, siempre produce un dulce compañerismo y comunión. Ahora, en el versículo 8, de este capítulo 1, de la epístola a los Filipenses, que estamos considerando, leemos:
"Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo."
Aquí vemos que Pablo llegó a poner a Dios como testigo de sus sentimientos hacia aquellos creyentes de Filipos. Pablo era consciente, así como también sus lectores, de que ellos no podían saber verdaderamente lo que había en el corazón del apóstol. Pero Dios lo sabía perfectamente. Y ese afecto, ese cariño, no era un interés o una atracción humana. Tenía su origen en el Señor Jesucristo mismo. El amor de Cristo había abrumado a Pablo de tal manera, que el amor de Cristo, era el propio amor que sentía Pablo.
Esta palabra "entrañable" es algo que viene de muy dentro de uno. Se refiere a un sentimiento tierno. Es realmente una expresión que comunica un afecto muy profundo. Pablo les echaba de menos y anhelaba estar con ellos, debido a los sentimientos que les unían en Jesucristo. Es común hoy decir que se quiere entrañablemente a alguien, es decir que se siente por esa persona sumo cariño, la mayor ternura.
Cierto psicólogo, al escuchar una exposición Bíblica sobre el término entrañable, referido a los sentimientos tiernos, que proceden de lo más profundo de nuestro ser, de nuestras entrañas, dijo que los antiguos estaban en lo correcto cuando hablaban de que nuestros sentimientos se localizan en la región de nuestras entrañas. Añadió que la persona común cree que todo lo que hace el es resultado de su pensamiento, de haberlo pensado mucho, y por su propia inteligencia.
Por el contrario; dijo que lo que ocurre en el cerebro, es muy poco. Y también explicó que el cerebro es realmente como una central telefónica extraordinaria. Un mensaje le llega por el sistema nervioso sensorial a través de diversas conexiones que van, por ejemplo, desde la mano al cerebro. Inmediatamente se produce una transferencia a una neurona motora, y el mensaje se transmite por las citadas conexiones. De esta manera, cuando uno toca un objeto caliente, inmediatamente se transmite un mensaje al cerebro y éste reacciona y devuelve el mensaje que dice "quite su dedo porque se va a quemar". Entonces usted reacciona instantáneamente y quita su dedo tan pronto como pueda. Lo hace sin pensarlo, porque se realizó una conexión con el cerebro. Por eso enfatizamos la importancia de nuestra parte interior, de nuestras entrañas, porque de allí recibimos los impulsos de la vida y se encuentra el asiento de nuestras emociones. Por ello Pablo en este pasaje estaba expresando sus más tiernos, es decir, entrañables sentimientos. Y no reaccionó de esa forma porque le hubieran enviado algo. Su reacción no fue mental, sino emocional.
Y por ello pudo decir: "Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo". Luego, en el versículo 9 continuó diciendo el apóstol Pablo:
"Y esto pido en oración: que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento y en toda comprensión"
La oración de Pablo era que el amor de los Filipenses por otros creyentes rebosase, como si estuviera en una copa llena, o se desbordase, como si fuera un río.
Esta palabra "amor" ha sido, con frecuencia, mal utilizada, en base a que Jesús dijo en las Sagradas Escrituras que teníamos que amar a nuestros enemigos y hacer bien a aquellos que nos odiaban. Esta afirmación de Jesús es cierta, pero necesitamos observar a quienes se lo dijo. El Señor Jesús dijo cosas muy severas sobre los líderes religiosos de su tiempo. Por ejemplo, en Juan 8:44 dijo: Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. También les dijo, en Mateo 23:33, ¡Serpientes, generación de víboras!, ¿cómo escaparéis de la condenación del infierno? O sea, que les dijo que el diablo era su padre, y que su madre era una serpiente. Creemos que ninguna persona habría llegado a ese extremo.
Ese amor que se menciona aquí en el versículo 9 tenía que ser más que una expresión o una vivencia sentimental. Tenía que estar regulado por el conocimiento y el buen juicio o discernimiento. A este respecto destacamos que otra versión traduce este versículo de la siguiente manera: que vuestro amor abunde cada vez más en conocimiento y en buen juicio. Porque este último término puede significar "discernimiento". Además, tenemos que amar a todos los creyentes en Cristo. Algunos creyentes son un poco difíciles de amar. Incluso algunos de nuestros amigos son difíciles de amar. Tenemos que amar a aquellos que no tienen ningún atractivo. Pero debemos amarlos con conocimiento y con buen juicio. Esto no significa que debemos hacer que nuestro amor se exprese de la misma manera en todas direcciones. Realmente, este versículo evita que el cristiano sea crédulo o ingenuo, porque su amor debe abundar junto con el discernimiento. O sea, que este conocimiento espiritual genuino de Dios, y un discernimiento profundo, nos capacitan a los cristianos a amar más a Dios, y a las demás seres humanos que no creen en El, que se encuentran en un estado de perdición, o que son sus enemigos, como El las ama.
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