Saltar al contenido

Estudio bíblico de Cantares 1:9-13

Cantar de los Cantares 1:9-13

Nos encontramos hoy, amigo oyente, en una sección de la Palabra de Dios verdaderamente preciosa, y vamos a ver la relación gloriosa, maravillosa personal de Cristo y la iglesia; y de Cristo y el creyente

Regresemos a la joven de nuestra historia, cuya piel se había oscurecido por los rayos del sol. Ella había estado trabajando a la intemperie porque sus hermanos estaban enfadados con ella, y en consecuencia la enviaron a trabajar a las viñas. Entonces ella dijo: más mi viña, que era mía, no guardé. Este fue el retrato de la esposa pintado por ella misma. Ella tenía una belleza natural. No tenía nada elogiable, que se pudiera decir a su favor, porque no había podido cuidarse a sí misma. No había podido ir a algún salón de belleza. No había podido arreglar su cabello ni hacerse un tratamiento facial. No había podido hacer nada para resaltar su belleza. Ese aspecto había sido descuidado porque había sido obligada a trabajar tan duramente.

La humanidad no es hermosa ante la presencia de Dios. A veces tenemos la tendencia a pensar que si Dios está interesado en nosotros es porque somos personas buenas y atractivas. Y no es así. Nosotros no somos nada agradable de contemplar. Estamos como quemados por el sol. En la condición en que nos encontramos, no resultamos atractivos para El. Pero El dijo que va a convertirnos en su esposa, en una esposa atractiva. Esta es la hermosa imagen que presenta Efesios 5, donde el ejemplo dado a los maridos es el amor de Cristo por la iglesia. Allí, en los versículos 25-27 el apóstol Pablo dijo: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa y sin mancha. Como podemos ver, Cristo nos está llevando al salón de belleza. , ¿Por qué? Bueno, para poder santificarla y limpiarla por medio del lavado de la Palabra de Dios. Él va a llevarnos, por así decirlo, al salón de belleza. El va a convertirnos en una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, santa e intachable.

Hagamos un pequeño repaso antes de entrar en materia. Usted recordará a esta joven que se menciona aquí, quien había sido obligada a cuidar la viña y a trabajar en la intemperie, y aún a cuidar las ovejas. Y cuando ella estaba cuidando su manada se acercó un pastor, un pastor diferente a los demás. Él parecía no tener ninguna oveja, y ella le preguntó por sus ovejas. El pastor trataba de eludir esa cuestión, como podemos leer en este primer capítulo.

Leamos el versículo 7, en el cual ella pensaba en

Los pastos del rebaño de su amado

"Dime tú, amado de mi alma, dónde apacientas tu rebaño, dónde descansas al mediodía; pues ¿por qué he de andar como errante junto a los rebaños de tus compañeros?"

El parecía ser un pastor peculiar, en el sentido en que no tenía ovejas que ella pudiera ver. Así que ella le preguntó acerca de sus ovejas. El pastor pareció mostrarse evasivo. Ahora miremos debajo de la superficie y veamos algo hermoso.

El Señor dijo en Juan 10:14 y 16: 14»Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 16Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; a esas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor. Todos tenemos cierta tendencia, como la joven Sulamita con el pastor, a preguntar por "las otras ovejas", por los paganos. ¿Están perdidos? Queremos entender la doctrina de la elección. Queremos saber si cierta persona es salva y si otra no lo es. Tendemos a juzgar a los que se encuentran a nuestro alrededor. En vez de cuestionar la posición de otros en Cristo, necesitamos asegurarnos que somos Sus ovejas. Esa debe ser nuestra preocupación directa.

Continuando con el relato, el pastor le respondió. Leamos el versículo 8 de este primer capítulo del Cantar de los Cantares:

"Si no lo sabes, hermosa entre las mujeres, sigue las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores."

Y ante nuestras preguntas, ésta sería la respuesta del Señor para nosotros. Apacienta tus cabritas. Las ovejas más jóvenes necesitaban ser alimentadas. Y todos nosotros, estimado oyente, entramos en esta categoría. Como dijo el apóstol Pedro en su primera carta 2:2, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.

El versículo 8 se completa diciendo: y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores. Los creyentes necesitan alimentarse junto a las cabañas de los pastores, porque ese es el lugar donde la hierba estaría más verde. Por supuesto que nuestro alimento es la Palabra de Dios. No podemos alimentar a otros y hablarles de la alegría que produce esa Palabra, a menos que experimentemos esa alegría nosotros mismos. Pero una vez que nos hemos alimentado de ella, necesitamos hacerla llegar a otros, La esposa de Cristo, que ha de ser presentada al Señor en el futuro, debe difundir hoy la Palabra de Dios. En conjunto, como cuerpo de creyentes, estamos descuidando esa misión.

Destacamos la frase del versículo 8, aparentemente cantadas por el coro: si no lo sabes, hermosa entre las mujeres. Y esto nos recuerda que hay muchos asuntos para los cuales no tenemos una respuesta. Un buen consejo es no permitir que lo que no sabemos altere o sea un obstáculo para lo que sabemos. ¿Sabe usted que Cristo murió por sus pecados? ¿Sabe usted si está confiando en El? ¿Está usted descansando en El? Usted puede decir, como el patriarca Job en 19:25, Yo se que mi Redentor vive. Usted puede decir, Yo se a quien he creído. San Pablo pudo decirlo en 2 Timoteo 1:12. El apóstol pudo expresar así su fe, pero en ninguna parte encontramos que Pablo supo todo acerca de la doctrina de la elección. Así que no permitamos que lo que no sabemos constituya un obstáculo para aquellas grandes verdades de la fe que sí sabemos. Eso es lo que el pastor de nuestro relato en el Cantar de los Cantares le estaba diciendo a la joven. Le dijo que no necesitaba saber acerca de todas las demás ovejas. Ella solo tenía que alimentar a sus cabritos. Así que no debemos preocuparnos por todo aquello que ignoramos. Simplemente asegurémonos de difundir el alimento de la Palabra de Dios a aquellos que la necesitan. Esa es nuestra responsabilidad.

Escuchemos ahora lo que él le dijo a la esposa, aquí en el versículo 9, de este capítulo 1 de Cantar de los Cantares, sobre

La belleza y el adorno de la esposa

"A la yegua del carro del faraón te he comparado, amada mía."

Cuando Moisés y los israelitas llegaron al Mar Rojo en su huída de Egipto, encontraron el camino de retirada bloqueado por los carros de Fararón que se estaban acercando rápidamente. Era un ejército temible con todos sus caballos, carros y sus banderas flameando al viento. Era una vista abrumadora. El esposo estaba diciendo que estaba impresionado por la belleza del país por la belleza de esa joven montañesa. Ella no tenía la elegancia de las otras jóvenes de la corte. Nunca había ido a un salón de belleza. En realidad, ella nunca se había cuidado a sí misma. Lo que ella tenía era una notable belleza natural.

Ahora él procedió a describir lo que había observado y dijo en los versículos 10 y 11:

"¡Qué hermosas son tus mejillas entre los pendientes y tu cuello entre los collares! Zarcillos de oro te haremos, con incrustaciones de plata."

Observemos la delicadeza e intimidad con que él resalta la belleza de sus mejillas y su cuello. Le dijo que iba a cubrirla de joyas. El vio sus mejillas atractivas entre los pendientes y su cuello con cadenas de oro. Habló de las partes del cuerpo que resultaban atractivas en una relación de amor. Estamos seguros que muchos de nuestros oyentes habrán observado el impacto físico de la belleza de otras personas, y habrán sido objeto de miradas de admiración, según los gustos y el sentido de la estética de cada uno. El amado estaba hablando aquí de su esposa.

Ahora en el sentido espiritual, la esposa es la Iglesia y el esposo, el Señor Jesucristo. ¿Encuentra El alguna belleza en la Iglesia? Estimado oyente, el se dio cuenta de que todos nosotros éramos pecadores perdidos. La joven Sunamita tenía una belleza natural, aunque ésta había sido descuidada. Pero en nuestro caso, ni siquiera tuvimos esa belleza natural. No hay nada en nosotros que pudiera resultar atractivo para Cristo. No le traemos a El nada. Pero El nos provee de todo.

La misma figura puede aplicarse a Israel. Cuando El descendió a liberar a los hijos de Israel, él no les dijo: "os voy a liberar porque son un pueblo superior, superior a los Egipcios". Porque no lo eran. En realidad, eran un pueblo pequeño e inferior. Tampoco les dijo: "Habéis sido fieles conmigo". Porque habían sido infieles, desleales, viviendo en la idolatría. Habían abandonado a Dios. Habían dado la espalda a Dios y se habían implicado en las peores formas de inmoralidad. Entonces, ¿qué le resultó atractivo a Dios? ¿Por qué desperdició El su tiempo con ellos? La respuesta a estas preguntas se la dio Dios a Moisés. En Hechos 7:34, vemos a Dios diciendo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, he oído su gemido. Dios se sintió atraído por ese sufrimiento. O sea que Su respuesta está basada en Su amor y en Su gracia. Fue la condición perdida de los israelitas la que le llevó a proveer una salvación para ellos. Y El dijo que recordaba Su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Dios es fiel a Su Palabra. Cuando El dice que hará algo, es porque tiene la intención de cumplir esa promesa.

Fue nuestra condición miserable y perdida que le llevó a proveer una salvación para nosotros, para la iglesia. Dios nos dice que seremos salvos si no hacemos nada más que depositar nuestra confianza en Cristo.

La frase del versículo 11 dice Zarcillos de oro te haremos, con incrustaciones de plata. Esta es una figura de lo que nuestro novio divino hará por los creyentes. El pasaje Bíblico de Efesios 5 lo deja bien en claro. Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por la Iglesia. Lo hizo para poder santificarla y purificarla con el lavamiento de agua por la Palabra. Lo hizo para poder presentársela a sí mismo, una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa, es decir, separada para El, e intachable. Entonces, ¿qué le ha sucedido a la Iglesia? El nos ha redimido, ha pagado el precio por nosotros. El ha quitado nuestros pecados y ha añadido Su justicia. Estamos cubiertos con la justicia de Cristo, estamos completos en El y aceptados en el Amado.

Escuchemos ahora hablar a la esposa en el versículo 12, sobre

La fiesta a la mesa real

"Mientras el rey está en su reclinatorio, mi perfume esparce su fragancia."

Aquí tenemos la frase Mientras el rey estaba en su reclinatorio. Aquí vemos al rey en el lugar donde se reclina o se sienta con sus invitados alrededor de la mesa del banquete.

Este pasaje contiene un profundo mensaje espiritual. El esposo trajo a todos Sus huéspedes, que han sido invitados a la mesa del banquete. Podemos recorrer la historia y señalar a aquellos que han aceptado la invitación al banquete del Esposo. Cuando El nació, los pastores descendieron de las cumbres para verle en el establo. Después, hombres sabios vinieron del Oriente para presentarle sus regalos de oro, incienso y mirra. Usted recuerda que esta es la ocasión cuando él lleva a ese lugar a todos sus huéspedes invitados. Y, cuando Él nació, usted recordará, llegaron esos magos del oriente y le presentaron regalos o dones: oro, incienso y mirra. Así es que estos fueron los primeros en hacerlo.

David tenía esa mesa del banquete en sus pensamientos cunado en el Salmo 23:5 escribió: preparas mesa delante de mi en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando.

Esta es la mesa del banquete a dónde Él lleva a los Suyos. Nosotros hemos estado sentados a esa mesa por muchos años. ¿Está usted, estimado oyente, sentado a esa mesa en el día de hoy? Usted tiene una invitación. Él ha enviado una invitación a todas partes. En Apocalipsis 3:10 le vemos diciendo: Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. ¿Por qué no viene usted y se sienta en esa mesa para asistir al banquete? El caballero Lancelot puede haber tenido el privilegio de sentarse a la mesa redonda del Rey Arturo, pero aquella no era nada comparada con la mesa del banquete de Cristo.

Dice aquí el texto en el versículo Mientras el rey está en su reclinatorio, mi perfume esparce su fragancia. El perfume del nardo, referido aquí, es la fragancia de la vida de Cristo, y que agradable es. La misma fragancia debería emanar de nuestras vidas como consecuencia de nuestra unión con El. Y el sentarnos a Su mesa hará esto por nosotros. La ordenanza de la Cena del Señor es un servicio muy importante si se convierte en un tiempo de verdadera comunión y compañerismo con El. Ahora, si para usted es simplemente una forma, un ritual, olvídese de ella. Porque para usted no tendrá valor.

Una oyente nos escribió diciendo: "Nunca antes había oído decir nadie que deberíamos decirle al Señor Jesús que le amamos: Yo nunca lo he dicho, pero le he amado. Pero desde que les he escuchado a ustedes decir que deberíamos decírselo expresamente, lo hago por la mañana, al mediodía y por la noche. Es que he tratado de recuperar el tiempo perdido. Entonces ahora le digo que le amo". Y luego añadió: "La Palabra de Dios ha adquirido un nuevo color, un nuevo significado". Realmente, necesitamos la fragancia de Cristo en nuestras vidas.

Continuando con la historia, vemos que la esposa hizo una declaración bastante íntima, pero nadie debería extrañarse de ello. Leamos el versículo 13 que nos habla sobre

Un manojo de mirra en el pecho

"Mi amado es para mí un saquito de mirra que reposa toda la noche entre mis pechos."

Debemos decir aquí que en el original esto podría traducirse de varias maneras diferentes. En realidad, lo que reposa entre los pechos es una referencia al saquito de mirra.

Para el creyente el saquito de mirra representa a Cristo. Recordemos que cuando el nació, uno de los regalos traídos por los sabios del Oriente fue mirra. Cuando Cristo murió, José de Arimatea y Nicodemo compraron mirra para colocarla en Su cuerpo. La mirra nos habla de la totalidad de Su vida, desde Su nacimiento hasta Su muerte. Estimado oyente, Cristo debería estar sobre su pecho y sobre su corazón durante la noche. ¿En qué piensa usted cuando se despierta por la noche? ¿Comienza a preocuparse por el día siguiente? Debemos confesar que a veces nosotros lo hacemos. Pero resulta tranquilizador apartar esos pensamientos que oprimen y volverse a El durante la noche, cuando estamos ansiosos y preocupados. Necesitamos sentir el consejo de Pablo de Filipenses 4:8, que dice: Por lo demás, hermanos, (cuando uno no pueda soportar más una preocupación) todo lo que es verdadero, (es decir, Cristo) todo lo honesto, (también Cristo) todo lo justo, (es decir, el Señor Jesús) todo lo puro, (El también es puro) todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. En otras palabras, meditemos en el Señor Jesucristo.

Isaac Watts, autor de conocidos himnos, escribió estas palabras. "Como la mirra nueva que sangra del árbol, así es para mí un Cristo que muere. Y mientras El convierte a mi alma en Su huésped, mi pecho, Señor, será tu descanso."

Querido amigo cristiano, usted pierde mucho cuando está satisfecho con algunas indicaciones sobre como vivir la vida cristiana, o cumpliendo algunos ritos. ¡Qué diferente es tener a Cristo Jesús como el mismo objetivo de su vida, Aquel que trae la emoción, el éxtasis, la comunión y la alegría! Su gracia, Su amor y Su misericordia son todos suyos. Simplemente abra la puerta, porque Jesús está llamando ahora mismo.

Copyright © 2001-2024 ( TTB - Thru the Bible, RTM - Radio Transmundial, EEA - Evangelismo en Acción). Todos los derechos reservados.

CONDICIONES DE USO