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Estudio bíblico de 1 Tesalonicenses 1:5-10

1 Tesalonicenses 1:5-10

En el día de hoy, amigo oyente, continuamos en nuestro estudio del primer capítulo de la Primera epístola del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses, capítulo que en nuestro Bosquejo General, que presentamos en la introducción, habíamos titulado "la actitud del cristiano ante el retorno de Cristo", o "la venida de Cristo es una esperanza inspiradora". En nuestro programa anterior, meditamos en lo que nos decían los versículos 5 y 6 de este primer capítulo de la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses.

Leamos ahora que el versículo 5, que inicia el párrafo que se resume en la frase

El evangelio fue recibido con mucha certeza y aflicción

"Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre. Bien sabéis cómo nos portamos entre vosotros por amor de vosotros."

Este versículo tiene también una gran profundidad. Fue como si Pablo les hubiera dicho: "Sabéis que cuando llegamos a visitaros, éramos simplemente seres humanos, débiles como el barro en nuestros labios y en nuestra lengua. Todo lo que pudimos hacer fue pronunciar palabras, pero os comunicamos la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios llegó a vosotros no solo en palabras, sino con poder y con el Espíritu Santo". Estimado oyente, este hecho convierta a esta tarea en la más agradable del mundo. Por ello me agrada mucho enseñar la Palabra de Dios. Y, ¿sabe usted por qué? Porque al predicar la Palabra de Dios, aunque desde un punto de vista humano solo pronuncie palabras, cuando el Espíritu de Dios toma esas palabras y las utiliza, se convierten en palabras poderosas. Ante nosotros tenemos muchas cartas. No las podemos compartir todas con usted, por supuesto. Pero sería bueno, si pudiéramos. Pero hay algunas que se destacan. Como la de un hombre, acerca del cual nos contó su esposa. Ella dice que en la primera oportunidad que sintonizó nuestro programa, él se pasó como 30 minutos criticando al predicador. Pero ella continuó sintonizando el programa y, en cierta ocasión, él nos escribió cuestionando el contenido del mensaje. Otro día, ella se olvidó de sintonizar el programa y él se lo recordó. Finalmente llegó el día en que al escuchar el programa él se arrodilló y recibió a Cristo como su Salvador. Y tenemos que aclarar que ello no se debió a nuestro poder de convicción. Lo tremendo de todo esto es que el Espíritu Santo de Dios puede usar la Palabra de Dios, y con esa confianza proclamamos este mensaje.

Ahora bien, creemos que la Biblia es la Palabra infalible de Dios. Por supuesto conocemos lo relacionado con dudas que surgen o supuestos problemas relacionados con el texto de las Sagradas Escrituras. Pero aceptamos la Palabra de Dios como infalible porque por ella Dios nos está hablando a nosotros. Pero avancemos un paso más. Creemos que el Espíritu de Dios puede lograr que la Palabra de Dios penetre en su corazón, en su vida, en mi corazón y en mi vida, para que seamos personas transformadas. La gente no experimenta un nuevo nacimiento espiritual por medio de la debilidad de nuestra naturaleza humana, es decir, simplemente por unas palabras que escuche por radio o por leer un libro. Sino que, como dice el apóstol Pedro en su primera carta, capítulo 1 y versículo 23: habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Y creemos que el Espíritu de Dios puede tomar la Palabra de Dios y hacerla real para nosotros. Creemos que la Palabra de Dios tiene ese carácter, esa eficacia. No creemos que el Espíritu de Dios podría hacer lo mismo con libros escritos por seres humanos, por más interesantes, profundos o instructivos que sean, Pero, sí creemos que el Espíritu de Dios puede y quiere tomar la Palabra de Dios y realizar el milagro más grande de todos, y que consiste en transformar a un pecador incrédulo y perdido en un hijo de Dios.

La Palabra de Dios llegó a Tesalónica, aquella colonia romana y pagana, controlada por uno de las mayores potencias políticas y militares que el mundo ha conocido, y allí alcanzó los corazones y vidas de muchas personas, y las transformó. Y así, estimado oyente, esto fue lo que ocurrió en Tesalónica, y esa Palabra, utilizada y activada por el Espíritu puede hacer lo mismo hoy.

Vamos a repetir este versículo 5 de este primer capítulo de 1 Tesalonicenses, teniendo en cuenta la importancia que tiene, y con las palabras de otra versión de la Biblia. Dice así: Pues cuando os anunciamos el evangelio no fue solamente con palabras, sino también con manifestaciones de poder y del Espíritu Santo, y plenamente convencidos de nuestro mensaje. ¡Bien sabéis como nos portamos entre vosotros, buscando vuestro bien!

Lo primero que una persona necesita es escuchar la Palabra de Dios. Esa es la base objetiva. La gente tiene que escuchar el evangelio. Como dijo el apóstol Pablo en Romanos 10:17, Así que la fe viene del oír, y el oír, por la Palabra de Cristo. Esta es la parte natural del proceso, que no lo concluye, porque la Palabra de Dios es un libro sobrenatural. Sin el Espíritu Santo el evangelio solo consistiría simplemente en palabras. Pero con el Espíritu Santo es el poder de Dios para salvación de todo aquel que cree. Y esto es exactamente lo que el Señor Jesucristo dijo que el Espíritu haría. Lo expresó en Juan 16:7-11, con estas palabras: 7Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. 8Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9De pecado, por cuanto no creen en mí; 10de justicia, por cuanto voy al Padre y no me veréis más; 11y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

Volviendo ahora a 1 Tesalonicenses, continuemos nuestra lectura con el versículo 6:

"Vosotros vinisteis a ser imitadores nuestros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con el gozo que da el Espíritu Santo."

Pablo pudo citar a Silas, a Timoteo y a él mismo, como ejemplos. Personalmente, cualquiera de nosotros dudaría en presentarse como un ejemplo. Pero el apóstol Pablo, yendo de un lugar a otro del Imperio Romano, se presentó como un ejemplo a estos creyentes.

El versículo 6 dice: recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con el gozo que da el Espíritu Santo. La aflicción (o el sufrimiento) y la alegría. Son tan extremas como el día y la noche. Como el calor y el frío. Nunca las asociaríamos. Si alguien está sufriendo, pasando por una aflicción, no puede sentir ninguna alegría, de acuerdo con nuestra forma natural de considerar este tema. Y si alguien está disfrutando de la alegría en su vida, entonces, con toda seguridad, no está sufriendo.

Sin embargo, ha habido grandes santos de Dios que soportaron la aflicción, y al mismo tiempo han disfrutado de la alegría que da el Señor al corazón. Pasar por esa experiencia es vivir una victoria, un triunfo. Hay personas incluso que se encuentran en el lecho de enfermedad, o por situaciones realmente duras, pero en sus rostros o en sus palabras reflejan la alegría, la conformidad y la paz de Dios, que brota con naturalidad de su interior.

No hay personas que disfrutando de los recursos del mundo, al mismo tiempo, estén sufriendo. El mundo no puede armonizar ambas experiencias, o hacerlas compatibles. En este pasaje Pablo dijo que ellos recibieron la Palabra con mucha aflicción. Se enfrentaban a la persecución, al sufrimiento, y a la tristeza. Pero también disfrutaban de la alegría que les daba el Espíritu Santo. En la vida hay aspectos agridulces. Ahora, para el cristiano, puede haber en la vida experiencias agrias, amargas, aunque al mismo tiempo puede sentir la dulzura en el corazón, en el interior de su vida.

Hemos visto muchos casos que prueban lo que estamos diciendo. Personas que soportaban un intenso sufrimiento físico, pero que reflejaban una experiencia real de Dios en sus vidas, y una alegría interior serena que el dolor no podía doblegar. Esa experiencia no se puede imitar, no se puede forzar, no se puede logar con medios humanos. Es que, así como el Espíritu Santo y la Palabra de Dios pueden, como ya hemos dicho anteriormente, lograr el milagro más grande, que es transformar a alguien que está alejado de Dios, con la rebelión del pecado controlando su vida, en un hijo de Dios, así también, el alimento espiritual de la Palabra de Dios, y la influencia del Espíritu Santo pueden ir transformando gradualmente al cristiano, proporcionándole la energía espiritual que le permita disfrutar de una vida de calidad humana y espiritual, en medio de las circunstancias más adversas. Y como resultado de eso, el Apóstol Pablo dijo en el versículo 7:

"De esta manera habéis sido ejemplo a todos los creyentes de Macedonia y de Acaya."

Aquí Macedonia y Acaya se refieren a la sección Europea del imperio greco-macedonio de Alejandro Magno. La iglesia en Tesalónica, ciudad que era una colonia Romana, aun teniendo una antigüedad de unos pocos meses, era un ejemplo para todas las demás iglesias. Tenían una vida y un testimonio ejemplar.

Con frecuencia oímos de cristianos que son ejemplo para otros, a un nivel personal. Sin embargo, realmente nos preguntamos si hay muchas congregaciones cristianas que por todas partes sean conocidas como ejemplos de la fe cristianas. Pero, esta Iglesia en Tesalónica era un ejemplo.

Leamos ahora el versículo 8, que comienza a hablarnos sobre

Los resultados del evangelio

"Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor; y no solo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada."

Por todos los lugares que el apóstol Pablo había recorrido en sus viajes, encontró que la reputación de la iglesia de Tesalónica ya era conocida; por lo tanto, el apóstol no necesitaba hablar de aquellos cristianos. Así que podemos ver cuánto se había extendido la fama de aquella congregación. Continuemos leyendo los versículos 9 y 10:

"Ellos mismos cuentan de nosotros cómo nos recibisteis y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera."

Ya hemos considerado estos dos versículos en conexión con el versículo 3. Porque los versículos 9 y 10 nos mencionan 3 pasos concretos que ellos dieron. La respuesta de aquellos Tesalonicenses evidenció el tipo de influencia y relación que Pablo, Silas y Timoteo tuvieron con ellos. En el versículo 3 Pablo les había elogiado por su respuesta, que había sido (1) la obra de su fe, que equivale en el versículo 9 al primer paso en la experiencia de ellos: como os convertisteis de los ídolos a Dios. En el versículo 3, en segundo lugar Pablo les había elogiado (2) por el trabajo de amor, que equivale en el versículo 10 al segundo paso, que fue para servir al Dios vivo y verdadero. Y finalmente, en el versículo 3, (3) en tercer lugar, les había destacado por la constancia en la esperanza, que equivale en este versículo 10 al tercer paso y esperar de los cielos a su Hijo,

Ahora, quisiéramos enfocar a estos versículos desde un punto de vista un poco diferente. Cuando Pablo llegó a Tesalónica, no anunció que pronunciaría una serie de mensajes denunciando a la idolatría o destacando los errores que implicaba la adoración de Apolos, Venus, o cualquiera de los otros dioses y diosas del Imperio Romano; sino que cuando Pablo llegó a Tesalónica, predicó a Cristo. Y cuando él predicó a Cristo, ellos dejaron los ídolos y se volvieron a Dios. No es que uno quiera entrar en sutilezas, pero hay ciertos detalles que conviene resaltar y acerca de los cuales es bueno reflexionar.

Consideremos el primer paso como os convertisteis de los ídolos a Dios. A veces oímos decir que el arrepentimiento es esencial para la salvación. Y el arrepentirse y creer son presentados como dos pasos de un proceso. En realidad, están incluidos en el mismo acto, y así los tenemos aquí. Cuando Pablo predicó a Cristo, ellos se apartaron de los ídolos y se volvieron a Dios. Y aquí queremos destacar algo importante. Cuando se volvieron a Dios, fue su obra de fe, lo que su fe logró. En Juan 6:29 el Señor Jesús dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado. En el caso de los Tesalonicenses, ellos se volvieron de los ídolos a Dios, y ahí tenemos el arrepentimiento. El arrepentimiento siguió a su relación con Dios, no lo precedió. Cuando ellos se volvieron a Dios, automáticamente se apartaron de los ídolos.

Uno no puede volverse a Cristo sin apartarse de algo. Y ese apartarse de algo equivale al arrepentimiento. Un individuo necesita saber que es un pecador perdido. El puede sentarse y llorar por sus pecados hasta el Día del Juicio, y ello no le traerá ningún beneficio. Hemos conocido a personas que se pasaron la vida lamentándose por un determinado vicio o pecado, se arrepentían de estar sujetos a él, pero en sus vidas no cambió nada porque no se volvieron a Cristo.

Solo cuando una persona se vuelve a Cristo se apartará de algo, se apartará de su pecado. Si una persona no se aparta de su pecado, es porque no se ha vuelto a Cristo.

Tenemos la seguridad de que cuando los creyentes de Tesalónica se apartaron de los ídolos, habrán llorado y lamentado el tiempo que habrán perdido en la adoración de ídolos. Después de que volvieron a Dios, experimentaron un verdadero arrepentimiento por los años malgastados de su vida. Su relación con Dios vino primero, y entonces fueron conscientes de que el volverse a Dios significaba apartarse de los ídolos. El apartarse de los ídolos fue la consecuencia de haber creído en Dios.

Como indicamos antes, destacamos que Jesucristo, el Salvador del mundo, debe ser proclamado a un mundo de pecadores perdidos, pero el mensaje de arrepentimiento es predicado a la Iglesia. Usted puede leer los mensajes a las siete Iglesias de Asia registrados en los capítulos 2 y 3 del Apocalipsis. El mensaje del Señor a las iglesias instó a las iglesias a arrepentirse. La Biblia enseña que es la gente de la Iglesia la que necesita arrepentirse. Tenemos que inclinarnos ante Dios y arrepentirnos, antes que ir a decirle al hombre que aun no ha sido salvo que se arrepienta. El necesita saber que tiene un Salvador.

El segundo paso fue servir al Dios vivo y verdadero. Así que los Tesalonicenses estaban sirviendo a Dios. Era su trabajo de amor (como dice el versículo 3). Uno no puede servir a Cristo a no ser que le ame. El Señor Jesús dijo en Juan 14:15, Si me amáis, guardad mis mandamientos. Supongamos que usted no le ama; bueno, entonces no hay ningún mandamiento para usted. Supongamos que usted quiere salir a predicar el Evangelio, pero no ama realmente al Señor. Entonces es mejor que se quede en casa. El ir por todo el mundo predicando el evangelio a todos es un mandamiento para aquellos que le aman. Si usted no le ama verdaderamente, no lo haga.

Como vimos en el relato registrado en Juan 21, cuando el Señor habló con Simón Pedro no le preguntó: "¿Por qué me negaste?" Tampoco le dijo: "Pedro, si me prometes comportarte mejor te permitiré predicar en el Día de Pentecostés". No dijo nada por el estilo. No comenzó a reprocharle, exigiéndole un compromiso. Recordemos que el Señor le preguntó: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?. . .Si Pedro hubiera respondido que no, que no le amaba, creemos que el Señor le habría dicho que se olvidara de servirle. ¿Le parece esto duro, demasiado exigente? Bueno, yo no lo he dicho, lo dijo Jesús. Si me amáis, obedeced mis mandamientos.

Y el tercer paso que ellos dieron fue esperar de los cielos a su Hijo. Y ello no quiere decir esperar sentado, pasivamente. Si usted le ama, le servirá. Estará ocupado en Su servicio mientras le espera. Se trata de una espera activa, trabajando.

En una ocasión, el Dr. Mc Gee, autor de estos estudios, se encontraba predicando por primera vez en una ciudad. Un colaborador de una de las iglesias de la zona, que había oído que el predicador creía en las verdades fundamentales de la Biblia, y concretamente que creía que el Señor volvería a la tierra para establecer Su Reino, fue a escucharle y al día siguiente le dijo: "He escuchado su sermón de ayer, y usted no hablaba como una de esas personas que están pegadas a la ventana, esperando que venga el Señor". Entonces el profesor McGee le respondió que las personas que están esperando la venida del Señor no están inmóviles, mirando por la ventana para ver si se produce ese gran evento. Sino que se encuentran fuera, ocupadas, trabajando intensamente para el Señor. Y entonces añadió que mientras ciertos grupos cristianos estaban llamando a los misioneros que habían enviado previamente a otros países, las misiones impulsadas por aquellos que creían en un regreso de Cristo a la tierra para establecer Su Reino estaban enviando cada vez más misioneros a países muy distantes, para proclamar el evangelio en medio de grandes dificultades y persecución religiosa. Y entonces el predicador se preguntó: "¿quién está realmente esperando que el Señor venga?"

Y así llegamos al final del capítulo 1. En nuestro próximo programa comenzaremos nuestro estudio del capítulo 2 de esta carta a los Tesalonicenses y le sugerimos que lo lea para familiarizarse con su contenido.

Estimado oyente, si usted le ama, le servirá, estará ocupado por causa de El mientras le espera. Es una forma de expresar, como dice el versículo 3, la constancia en la esperanza. Es un servicio constante, difundiendo la Palabra de Dios mientras uno espera el regreso del Señor. Recordemos que la venida de Cristo para recoger a Su Iglesia del mundo no es una operación de fuga. Es más bien un incentivo para servirle más activamente, para que el conocimiento de la Palabra de Dios y el mensaje del evangelio lleguen al mayor número posible de personas. Y al mismo tiempo, de su corazón puede brotar el deseo expresado en Apocalipsis 22:20 con las siguientes palabras: "¡Ven, Señor Jesús!."

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