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Estudio bíblico de Mateo 20:24-21:17

Mateo 20:24-21:17

Terminábamos nuestro programa anterior con el incidente en que la madre de Jacobo y Juan le había pedido al Señor que sus hijos, en el reino, ocupasen un lugar a su derecha y a su izquierda. La respuesta de Jesús consistió en aclarar que El no otorgaba arbitrariamente a nadie lugares de honor, porque tales recompensas serían para aquellos que se preparasen para recibirlas, a través de una vida de renunciamiento en el servicio del Señor, viviendo como el atleta que corría digna y esforzadamente para alcanzar la meta y el premio. Comencemos nuestra lectura de hoy continuando con el relato de este incidente, en el 20:24-27:

"Al oír esto, los diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo;"

¿Por qué se indignaron los discípulos? Porque ellos querían ocupar aquellos lugares a la derecha e izquierda del Señor. Este episodio revela un nuevo modo de enfocar el Tema del servicio y la grandeza, que debería quedar bien aclarado para aquellos que están comprometidos en el servicio cristiano. Estimado oyente, si deseas implicarte en alguna forma de servicio para Dios, nunca trates de avasallar o apartar a nadie de ninguna tarea, ni intentes llevarlo a cabo a expensas de ninguna otra persona. Nuestro Señor dejó bien sentado que la manera de ser importante y el modo de servirle es ocupando el lugar más humilde.

Y en aquel momento en que Jesús y sus discípulos se encontraban cerca de la ciudad de Jerusalén, les mencionó por quinta vez su muerte inminente. Leamos el versículo 28:

"así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos."

Este es un versículo tremendo, que cada cristiano debiera aprenderse de memoria, para tenerlo presente en el momento en que surja una ocasión de dar testimonio de su fe y de poder declarar a otros exactamente por qué vino Jesucristo al mundo y cuál era Su misión, porque aún hay cierta confusión sobre este asunto.

Y ahora, vamos a un nuevo párrafo, en que

Jesús sanó a dos ciegos

Leamos el versículo 29:

"Al salir de Jericó, le siguió una gran multitud."

Jesús y sus discípulos estaban yendo de Jericó a Jerusalén, que era la dirección opuesta a la seguida por aquel hombre de la parábola del buen samaritano, en Lucas 10:30, que mientras descendía de Jerusalén a Jericó fue atacado por ladrones. En nuestro relato, el Señor estaba dirigiéndose de Jericó a Jerusalén para morir entre ladrones; precisamente allí, en el otro extremo de aquel camino, donde tú y yo nunca podríamos ir. Ya que solamente podemos venir a El con fe, porque El murió ocupando nuestro lugar.

A propósito, algunos dicen que Jesús nunca se defendió y en el juicio a que fue sometido, tampoco se defendió a sí mismo, entonces los cristianos debieran adoptar esa misma conducta. Sin embargo, en otras ocasiones El sí se defendió. Pero cuando fue a Jerusalén para morir, no se defendió porque estaba ocupando mi lugar, y resulta que yo soy culpable. Puedes creerme. No había defensa posible. Por tal motivo, El no abrió su boca en aquella oportunidad, en la que estaba soportando el peso de mi pecado y el tuyo. Leamos ahora los versículos 30 y 31:

"Y he aquí, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba, gritaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y la gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más aún, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!"

Nadie fue capaz de acallar aquellas voces. Observemos que se dirigieron a El acertadamente, reconociendo su realeza. En otro incidente, una mujer cananea, primeramente le había llamado Hijo de David, pero el Señor le recordó que ella no tenía derecho a dirigirse a El de esa manera. Sin embargo, estos hombres eran judíos y tenían, por lo tanto, el derecho a darle ese tratamiento, ¡y lo ejercitaron! Dicen los versículos 32 y 33:

"Deteniéndose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que yo haga por vosotros? Ellos le dijeron: Señor, deseamos que nuestros ojos sean abiertos."

Si el problema de aquellos hombres parecía tan evidente, ¿por qué les preguntó el Señor qué podía hacer por ellos? Apreciado oyente, cuando tú acudas al Señor Jesucristo, debes decirle cuál es tu necesidad. Si vienes a El para recibir la salvación, tienes que decirle que eres un pecador que necesitas Su salvación. Si no lo haces, no serás salvo. Este es el carácter ofensivo de la cruz. A todos les agradaría venir a la cruz si pudiesen traer consigo el perfume de su propia justicia, rectitud y buenas obras. Es que tú y yo no tenemos ninguna bondad, ninguna en absoluto, para presentarnos delante de Dios. No es posible endulzar el carácter humano con educación y psicología más que lo que lo harías con un montón de fertilizante de un corral. Tenemos que venir a El como pecadores y recibirle como nuestro Salvador. En este caso, los ciegos vinieron al Señor Jesús con su propia necesidad, diciéndole: "Señor, deseamos que nuestros ojos sean abiertos". Y el versículo 34 añade:

"Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y le siguieron."

O sea, que el Señor les sanó y ellos le siguieron. Recordemos hacia donde se dirigía el Señor. Se encaminaba hacia la cruz. Pasemos al

Mateo 21:1-17

Tema: Jesús entró oficialmente en Jerusalén, limpió el templo, maldijo la higuera y, cuando fue desafiado por los principales sacerdotes y los ancianos, les condenó por medio de las parábolas de los dos hijos y del hacendado cuyos labradores mataron a su hijo.

En Mateo, la narración vuelve a colocar el movimiento de la acción enfáticamente en el centro de atención. Jesús llegó a Jerusalén desempeñando un nuevo papel. Hasta aquí, El había entrado en la ciudad discretamente. Pero en este momento insistió en sus derechos como Rey ante la ciudad del Rey. Ninguna actitud suya podría haber sido más atrevida. Limpió el templo por segunda vez lo cual habría sido una presunción de primera categoría, si El no hubiera sido quien afirmaba ser. Luego maldijo la higuera, como una acción simbólica. También enfrentó el desafío de los líderes religiosos y, por medio de parábolas, les acusó de tramar su muerte.

Igualmente observaremos, en el método de Jesús, un estilo decisivo y deliberado. Estaba presionando para que el problema llegase a un punto decisivo, obligando a sus adversarios a actuar cuándo y cómo El prefería. Controlaba toda la situación. Nunca antes había revelado más su carácter real que en este momento, en que se acercaba a la cruz.

Leamos los versículos 1 al 3, que comienzan el párrafo que hemos titulado,

La llamada entrada triunfal

"Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús entonces envió a dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis una asna atada y un pollino con ella; desatadla y traédmelos. Y si alguien os dice algo, decid: El Señor los necesita; y enseguida los enviará."

No creo que este incidente deba ser considerado un milagro, aunque muchos lo explican de esa manera. Yo creo que se trata de una situación normal y natural. Posiblemente, cuando Jesús estuvo anteriormente en Jerusalén, hizo preparativos con algunos amigos para utilizar a aquellos animales en su próxima visita a la ciudad. Puede, incluso, que les hubiese revelado lo que se proponía hacer y ellos acordaron tener los animales listos para que El dispusiese de ellos durante la fiesta de la Pascua. Supongo que les habrá dicho que enviaría a dos de Sus discípulos para hacerse cargo de ellos, instruyéndoles para que dijesen: "el Señor los necesita". Creo que, si lo consideramos de esta manera, el incidente resulta más admirable. Continuemos con los versículos 4 y 5:

"Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: Mira, tu Rey viene a ti, humilde y montado en un asna, y en un pollino, hijo de bestia de carga."

Esta es una cita del libro de Zacarías 9:9, que dice:

"Regocíjate sobremanera, hija de Sion. Da voces de júbilo, hija de Jerusalén. He aquí, tu rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, montado en un asno"

Se da por sentado que nuestro Señor estaba demostrando Su humildad al cabalgar sobre aquel asno. Esto no fue así. Este pequeño animal fue montado por reyes. En nuestro tiempo equivaldría a entrar en una ciudad conduciendo un coche de lujo, como un Rolls Roice. El asno era un animal de paz, contrariamente al caballo, considerado un animal de guerra. Cuando Jesús entró en Jerusalén sentado sobre este pequeño y pacífico animal, se estaba ofreciendo a Sí mismo como Rey. Y a pesar de esta actitud, el profeta dijo que Jesús era humilde. Es realmente importante que lo veamos de este modo. Continuemos leyendo los versículos 6 al 9:

"Entonces fueron los discípulos e hicieron tal como Jesús les había mandado, y trajeron el asna y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y Jesús se sentó encima. La mayoría de la multitud tendió sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y las multitudes que iban delante de El, y las que iban detrás, gritaban, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"

Es posible que El nunca hubiese entrado antes en Jerusalén por esa ruta, como veremos al estudiar el Evangelio según Juan. Creo que generalmente entraba por la puerta de las ovejas y en una forma muy discreta; era la puerta por la que traían los animales para los sacrificios. ¡Pero no esta vez! Aquí le vemos cabalgando y entrando como un Rey, y aquellos que se encontraban con El le reconocían como un Rey. Era la ocasión para aceptarle o rechazarle. Veamos la reacción que se produjo, en los versículos 10 y 11:

"Cuando El entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó, y decían: ¿Quién es éste? Y las multitudes contestaban: Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea."

Nuestro Señor estaba presionando por última vez a los habitantes de Jerusalén para que considerasen sus derechos reales.

El último párrafo de nuestro estudio de hoy describe

La segunda limpieza del templo

Leamos los versículos 12 y 13:

"Y entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que compraban y vendían en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas. Y les dijo: Escrito está: "Mi casa sera llamada casa de oracion", pero vosotros la estáis haciendo cueva de ladrones."

Este fue un lenguaje duro. ¿No es cierto? Quisiera llamar tu atención sobre ciertos hechos relacionados con esta, así llamada, entrada triunfal. En primer lugar, no creo que "entrada triunfal" sea el nombre adecuado porque, como ya hemos visto, solo se cumplieron algunas partes de la citada profecía de Zacarías. Nuestro Señor entró en la ciudad de Jerusalén para poder ser el Salvador. Estaba efectuando la última presentación pública de Sí mismo al pueblo. Cuando consideramos los relatos de los cuatro Evangelios conjuntamente, vemos que presentaron una imagen complementaria, La conclusión evidente es que El no entró en la ciudad solamente en un día, sino en tres días distintos.

La primera vez que Jesús entró fue el Sábado, el día del reposo. En ese día no había cambistas en el templo, así que echo una mirada alrededor y salió, regresando a Betania con sus discípulos, según nos relata el Evangelista Marcos 11:11. En esa ocasión entró en Jerusalén como Sacerdote.

La segunda vez que entró Jesús en Jerusalén fue el domingo, primer día de la semana. Los cambistas estaban allí y entonces, El limpió el templo, según nos lo cuenta este Evangelio, en los versículos 12 y 13, que acabamos de leer. En ese día El entró en la ciudad como Rey.

La tercera vez que entró en Jerusalén, fue el lunes, segundo día de la semana. En esa oportunidad, Jesús lloró sobre la ciudad. Después, fue al templo, donde enseñó y sanó enfermos. En esa ocasión, entró como Profeta.

Al comparar estos tres relatos de Mateo, Marcos y Lucas, resulta evidente que ellos registraron tres entradas diferentes, y yo creo que nuestro Señor entró en Jerusalén en tres días consecutivos; como Sacerdote, como Rey y como Profeta. Y cada uno de esos días, se retiró a Betania. Al parecer, no pasó la noche en la ciudad hasta que fue arrestado.

Recordemos que la llamada entrada triunfal terminó en la cruz. Pero la segunda vez que El entre, será triunfalmente. El autor de la carta a los Hebreos 9:28, reúne magistralmente el pasado y el futuro, cuando dice:

"así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan."

Se nos dice en el libro de Zacarías 14:4, que cuando venga a la tierra la próxima vez, al descender, Sus pies se apoyarán sobre el Monte de los Olivos. Entonces, cuando entre en la ciudad de Jerusalén, ¡ésa será realmente la entrada triunfal! Por ese motivo, no puedo calificar a estas tres entradas que hemos mencionado como triunfales, porque El se dirigía hacia la cruz para morir por tus pecados y los míos.

Después de limpiar el templo, muchos vinieron a El para pedirle ayuda. Leamos, finalmente, los versículos 14 al 17:

"Y en el templo se acercaron a El los ciegos y los cojos, y los sanó. Pero cuando los principales sacerdotes y los escribas vieron las maravillas que había hecho, y a los muchachos que gritaban en el templo y que decían: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les respondió: Sí, ¿nunca habéis leído: De la boca de los pequeños y de los niños de pecho te has preparado alabanza? Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y se hospedó allí."

La expresión "dejándolos" destacó Su rechazo a los líderes religiosos, que ya le habían rechazado. Como ya hemos indicado, nuestro Señor no pernoctó en Jerusalén hasta la noche de su arresto. Pero le encontraremos regresando a la ciudad al día siguiente. Según creo, ésa será la entrada que el Evangelistas Lucas enfatizó para nosotros, Su tercera y última entrada del lunes por la mañana.

Sin embargo, el texto nos deja con el sabor de las aclamaciones del otro grupo; eran aquellos jóvenes que le admiraron y le rindieron honores por las obras que Jesús había realizado. Estimado oyente, ¿en cual de los dos grupos se encuentra usted?

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