Estudio bíblico: La reina de Sabá visita a Salomón - 1 Reyes 10:1-13
La reina de Sabá visita a Salomón (1 Reyes 10)
El país está adornado para dar la bienvenida a la reina de Sabá. Se han hecho grandes preparativos en todo el reino. Las fiestas correspondientes a su dignidad comienzan a medida que la soberana se aproxima a Jerusalén. La comitiva de la distinguida visitante llega precedida por soldados montados en caballos negros con sus lanzas y escudos con los colores del reino. Luego aparece un sin fin de carrozas que transportan a los altos dignatarios de Sabá. En medio viene la carroza real, la misma que se encuentra rodeada de caballos blancos con sus jinetes luciendo yelmos adornados con hermosos y coloridos penachos.
El rey Salomón preside la recepción desde su trono, que es una obra de arte apenas concebible a nuestros ojos. Es de marfil y está todo recubierto de oro puro. Cada lado del soporte de los brazos tiene la escultura de un león en posición de ataque. El estrado del sitial tiene seis escalones. En cada extremo de los peldaños hay una estatua de un león de oro con su boca abierta como si estuvieran prontos para devorar a quien osara discutir la autoridad real. Los rayos del sol entran por las ventanas altas y estrechas del palacio, produciendo un efecto de reflejos como de una aureola de oro bruñido alrededor del estrado. Sentado en ese trono el rey luce su corona y ropas de gala. A sus flancos están parados los generales, ministros y las autoridades religiosas, quienes ostentan sus atavíos ceremoniales.
Los heraldos anuncian con sus trompetas la llegada de la soberana, quien entra con toda su comitiva. La reina de Sabá ha visitado muchas cortes pero nunca vio algo tan lujoso, artístico y delicado.
Luego de los saludos y discursos de protocolo se participa de una fiesta en honor a la visitante real. Esta queda atónita. Los manjares en la mesa son exquisitos. Hay especialidades gastronómicas de todas las naciones cercanas que han sido elaboradas por maestros del arte culinario. Las vajillas y los utensilios están recubiertos de oro puro, y los cubiertos tienen incrustaciones de piedras preciosas. Lo que más asombra a la reina es que todo se desarrolla con orden y precisión. Al día siguiente, el rey la lleva a conocer la ciudad. La comitiva oficial se detiene delante del templo del Señor.
Frente al enorme y glorioso edificio la reina queda pasmada. Ha escuchado mucho acerca de ese templo. La visita a esta construcción tan sólida, hermosa e imponente la conmueve. Ella ha visto muchos templos, algunos aun más grandes. Sin embargo, este tiene algo distinto, algo que los otros no tenían. Es que allí se siente "algo especial" que ni se puede expresar en palabras.
— Majestad — pregunta la reina — ¿podría visitar el templo por dentro?
— Lo siento — responde Salomón —, sólo el sumo sacerdote puede entrar al lugar santísimo, y esto una vez al año. ¡Ni a mí mismo me está permitido entrar allí!
— Comprendo — asiente la soberana un poco confundida, porque no logró entender por qué se le impide al monarca entrar a un lugar en su propio reino.
Por fin llega el día en que la reina va a decidir en forma definitiva si esa fama de Salomón es real o ficticia.
Antes del viaje ella les ha pedido consejo a los hombres más sabios de su reino. Viene con adivinanzas y acertijos. También tienen preguntas sobre astronomía, el reino animal y el vegetal.
El rey responde correctamente a todas las preguntas, aun las más difíciles. La reina está fascinada. Observa las vestimentas y las habitaciones de los oficiales del rey. Estos se visten mejor que algunos monarcas que ella ha conocido.
Finalmente, la reina proclama las palabras que se han inmortalizado: "¡Era verdad lo que había oído en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría!... Yo no creía las palabras hasta que vine y mis ojos lo han visto... he aquí que no se me había contado ni la mitad. En sabiduría y bienes tú superas la fama que yo había oído. ¡Dichosos tus hombres, dichosos estos servidores tuyos que continuamente están de pie delante de ti y escuchan tu sabiduría!" (1 R 10:6-8).
En este momento la expresión de la reina vibra con un sentido que va mucho más allá de Salomón. Estas palabras se han inmortalizado en numerosos himnos insinuando la persona de aquel que "sobresale entre diez mil" (Cnt 5:10).
La reina retorna a su país. Nunca se va a olvidar de lo que ha visto. El rey Salomón le ha enseñado sus edificios y sus tesoros. Pero lo que queda brillando en su memoria es la fe profunda y sencilla que este rey tiene en el Dios de Israel.
El relato bíblico y nosotros
La reina por medio de sus preguntas utiliza una técnica muy similar a la usada para encontrar el coeficiente intelectual (CI) de una persona. Sin duda que los cuestionarios son genuinos y honestos.
La soberana es una persona inquisitiva. Había oído relatos sobre Salomón que parecían increíbles y quería verificarlos. No podía entender cómo podrían ser posibles esas historias que le contaban sobre la gran erudición del rey.
Cuadro comparativo entre la reina de Sabá y nosotros
La reina de Sabá - Nosotros
1. Como reina posee muchas riquezas y trae consigo muchos obsequios para el rey. Ella acarrea especias aromáticas, oro en abundancia y piedras preciosas.
1. Nos evoca a los sabios trayendo sus tesoros al recién nacido Mesías (Mt 2:11).
2. Muestra "sus tesoros". Hay un verdadero paralelismo simbólico entre la experiencia de la reina de Sabá y el creyente en el Señor Jesucristo. Ella vio las riquezas que Salomón tenía. Él heredó algunas de ellas de su padre David y otras se obtuvieron por medio del comercio, los negocios y aun los impuestos fuertes que se pusieron sobre los ciudadanos. 2. Los tesoros de nuestro Salvador, quien "es más que Salomón" (Mt 12:42), son muy distintos. Los tiene por su condición de Eterno Hijo de Dios (Jn 17:24) y otros los ha ganado por su obediencia hasta la muerte (Ap 5:12).
3. La reina habló de todo lo que tenía en su corazón; es decir, ella derrama todo lo que está en su alma.
3. ¿Quién de nosotros no tiene algunas preguntas que le gustaría hacer?; sin embargo, no las hacemos porque sabemos que nadie nos las puede responder.
4. El rey le ha mostrado con satisfacción todas sus riquezas. Él reconoce que todo lo que tiene y ha logrado es por la gracia del Señor. Ella ha quedado maravillada por las dimensiones y la arquitectura del templo. Sin embargo, lo que más le ha impactado es la sabiduría de Salomón. Es así que prorrumpe diciendo: "En sabiduría y en bienes tú superas la fama que yo había oído. ¡Dichosos tus hombres, dichosos estos servidores tuyos que continuamente están de pie delante de ti y escuchan tu sabiduría!".
4. Resuenan en nuestros corazones las palabras del rey David cuando envidia a las golondrinas que anidan en el templo de Jehová (Sal 84:3).
5. La reina se da cuenta de que el estar cerca y poder escuchar y aprender de Salomón era algo realmente maravilloso.
5. Si esto se pudo decir de una persona que después de todo era un mortal pecador, ¿qué podremos decir de aquel que es infinitamente más sabio que Salomón? (Lc 24:32).
6. La razón primordial por la que los servidores de Salomón son bienaventurados no es por los vestidos lujosos y el lugar hermoso en que sirven, sino por el alto honor y el privilegio de escuchar la sabiduría del monarca.
6. Al final del camino vamos a ver no solamente la Jerusalén celestial sino también al Señor Jesús en su gloria (Ap 1:13-18). Podremos entonces derramar nuestro corazón y entonces entenderemos lo que nunca entendimos de este lado del río (Ro 8:18).
7. Quizás nuestro Salvador estaba pensando en esta misma escena del rey Salomón mostrándole a la reina la magnificencia de sus tesoros cuando dijo: "Mirad los lirios del campo... Ellos no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos" (Mt 6:28-29).
7. En su misericordia él se agrada de las piedras preciosas que son nuestras palabras de adoración o al escucharnos cantar himnos alabando su nombre.
8. Después de ver tantas maravillas ella exclama: "¡Bendito sea el Señor tu Dios, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel! Por causa del eterno amor que el Señor tiene por Israel, te ha constituido rey, a fin de que practiques el derecho y la justicia" (1 R 10:9). Vemos la gracia del Omnipotente. El Señor en su misericordia se agradó de Salomón. La historia termina con alabanza y adoración a Dios. Ella le ofrece presentes. El Rey de Israel responde a los regalos mostrando su generosidad: "El rey Salomón dio... más de lo que ella había llevado" (2 Cr 9:12). Además, él le concede todo lo que ella le solicita (1 R 10:13).
8. Lo mismo hace con nosotros nuestro Salvador (Jn 14:7) (Jn 16:23) (Ef 1:3).
Notas al margen
Sabemos que la reina de Sabá interrogó a Salomón con preguntas concretas sobre distintos temas desde científicos hasta políticos y aun administrativos. Los expertos nos dicen que la palabra utilizada en el hebreo para este tipo de preguntas también incluyen los enigmas y los acertijos. También cada pregunta encubre un profundo significado filosófico, práctico o teológico. La literatura arábiga abunda en enigmas y proverbios. En la historia de Sansón y Dalila también hay enigmas o acertijos (Jue 14:12).
El historiador Jamiesson cita una interesante leyenda extra bíblica que dice: El rey Salomón estaba en sus jardines con toda su corte. De pronto, en forma inesperada, la reina de Sabá, quien estaba un poco distante del rey, les muestra a todos un hermoso ramo de flores. Lo hace desde cierta distancia para que él no pudiera darse cuenta si las flores exhalaban perfume. Ella le pregunta al rey si las flores son naturales o artificiales. De acuerdo con la leyenda, el rey mira el hermoso ramo de flores y parece que perplejo titubea delante de toda la corte. De pronto, sobre un lado algo apartado del jardín él observa unas abejas volando alrededor de unas flores silvestres. El rostro del rey se ilumina y una sonrisa asoma en sus labios. Ordena que el ramo de flores sea colocado en esa parte del prado donde están las abejas volando. Unos segundos después tiene la respuesta. Las abejas no se acercan a las flores de la reina. El rey se levanta y dice con seguridad: "Esas flores son una obra de arte pero no son reales". Un gran aplauso cierra el acto. Salomón una vez más ha mostrado su sabiduría.
Es interesante que para demostrar la sabiduría de Salomón se utilizan tres mujeres: las dos prostitutas del capítulo 3 y la reina de Sabá. Obviamente estas mujeres son muy diferentes.
David había predicho que al "hijo del rey" se le daría el oro de Sabá (Sal 72:15).
Es llamativo el deseo profundo de la reina de Sabá de inquirir. Sus preguntas no son sin sentido o superfluas, porque Salomón las contesta en forma apropiada. Suponemos también que la visita incluye una misión oficial en cuanto a negocios. Quizás para conseguir permisos para que sus caravanas pudieran transitar con "seguridad" llenas de mercancías, por el territorio y aun poder usar algunos de los puertos de Israel.
Es curioso que en la descripción se le dé casi más importancia a las especias aromáticas que al oro.
La forma y manera como Salomón adora a Dios tiene que haber impactado a la reina.
Sabá corresponde a lo que hoy es Yemen al sur de la península arábiga.
El líder que hay en mí
Tenemos aquí la interesante e inteligente actuación de un líder femenino. Indudablemente la reina de Sabá era una mujer extraordinaria. El rey Salomón no hubiera desaprovechado el tiempo respondiendo a preguntas superfluas o irrelevantes.
En la usanza de aquellos tiempos se hacían verdaderos certámenes entre dos personas de importancia. Quizás sería algo similar a las polémicas políticas televisivas de dos candidatos previos al acto electoral. El rey de Israel se dio cuenta de que, quien estaba delante de él, tenía una educación e inteligencia excepcional. La reina era curiosa y escéptica. Un líder no debe creer todo lo que se le dice, pero tampoco debe rechazar toda la información. Cuando hay dudas vale la pena hacer lo que esta reina hizo: indagar y preguntar. Por ello buscaba corroborar la información. Deseaba también aprender de Salomón elementos que le permitieran a ella y a su reino alcanzar el desarrollo económico y militar que había obtenido Israel.
Como líder sabe elogiar cuando hay que hacerlo. Sus palabras, precisas y apropiadas, nos impresionan y muestran que era una mujer articulada y culta. Esto era inusual en aquella sociedad a menos que la persona perteneciera a la "nobleza" o a los privilegiados de las clases altas (política, militar o religiosa). Si estudiamos las palabras de la reina nos daremos cuenta de que es una oradora de primera clase. No hay vocablos que sobren. Es fundamental que el líder siempre procure mejorar su oratoria.
El líder es siempre un maestro y tiene tacto para enseñar aun en situaciones difíciles. Al compartir con la reina, Salomón recordó que la razón por la cual Dios le ha dado todo lo que tiene no es para que él viva una vida opulenta sino para que "practiques el derecho y la justicia" (1 R 10:9). Este principio se aplica también hoy al líder religioso.
Un viaje de 2.500 kilómetros, aun en las mejores condiciones, era dificultoso. El líder que toma responsabilidades debe saber que éstas incluyen "viajes" literales o simbólicos que pueden ser arduos y aun peligrosos.
Temas para el estudio en grupo
La reina de Sabá es un ejemplo de un alma que busca la verdad y las razones de una vida con propósito.
Buscando: No se quedó en la comodidad de su país. Buscó y halló.
Preguntando: Hizo muchas preguntas. (La Biblia responde a todas las preguntas básicas del ser humano).
Admirando: Se maravilló de las glorias del rey Salomón. El creyente que es guiado por el estudio de las Escrituras y por el Espíritu Santo descubre las glorias del Señor Jesús.
Testificando: "No se me había contado ni la mitad" (1 R 10:7). Un día en la gloria diremos algo muy similar. En vez de ser la mitad será la millonésima de la millonésima.
Quedando atónita: "Sin aliento" (2 Cr 9:4). Indica que hubo momentos en que le faltaron las palabras para expresar su admiración por Salomón y su reino.
El mayor galardón que esta mujer recibe es que fue mencionada por el mismo Señor Jesucristo como una persona que buscó oír la sabiduría de Salomón y descubrió la grandeza de Dios (Lc 11:31).
Preguntas para la reflexión
1. ¿Por qué la reina de Sabá dice que los siervos de Salomón son dichosos?
2. ¿Qué referencia hace el Señor Jesucristo sobre la reina de Sabá? (Lc 11:31).
3. ¿Cuáles son los contrastes entre el rey Salomón y el Señor Jesús?
4. Cite un ejemplo del tipo de pregunta que la reina de Sabá pudo haber hecho a Salomón.
5. ¿Cómo expresa la reina de Sabá lo que encuentra en la corte del rey Salomón?
6. Todas las preguntas de la reina de Sabá fueron contestadas por el rey Salomón. ¿Quién responde a las pregunta de los creyentes hoy?
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