Estudio bíblico: La preparación del sucesor - 2 Reyes 2:1-9
La preparación del sucesor (2 Reyes 2:1-9)
(2 R 2:1-9) "Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí."
En este capítulo tenemos por delante una etapa en la vida de Elías y Eliseo digna de ser considerada con esmero por la gran cantidad de lecciones prácticas para nuestra vida en pos de Cristo.
Podemos aprender mucho al aplicar la relación entre Elías y Eliseo a nuestra relación con nuestro Señor Jesucristo. Y también podemos ver en esto un ejemplo muy positivo en cuanto a las buenas relaciones entre jóvenes y ancianos; la unión ejemplar entre las generaciones.
Escenas de despedida conmovedoras
En primer lugar reflexionemos brevemente sobre Elías quien se encontraba al final definitivo de su servicio y ante la conclusión triunfal de su vida terrenal. No sabemos cómo, pero Dios le había anunciado a él y también a los "hijos de los profetas" que no iba a morir, sino que semejante a Enoc (Gn 5:24) (He 11:5) sería arrebatado a la presencia de Dios.
Elías no terminaría su vida en un lecho de enfermo sino que ascendería al cielo "en un torbellino". Hans Dannenbaum lo comentó de esta forma: Expirar lentamente marcado por la arteriosclerosis, eso no hubiese cuadrado con este hombre. Por eso el final de su vida no es un suave "Andante", sino un enorme "Presto".
También en el último día de su vida, Elías fue un hombre que vivía "en la presencia de Dios" y recibe instrucción clara de ir de Gilgal, a Bet-el y de allí a Jericó y finalmente al Jordán.
En estos lugares evocadores de grandes acontecimientos, donde hace siglos Dios se había revelado en su santidad, misericordia y poder, pero que ahora eran conocidos por su idolatría, aparecieron jóvenes denominados "hijos de los profetas". Ellos pertenecían a los siete mil que no habían doblado sus rodillas ante Baal y que evidentemente habían sido enseñados, instruidos y atendidos espiritualmente por Elías.
La expresión calurosa "hijos" hace patente que aquí no se trataba meramente de una relación alumno - maestro, más o menos marcada por la distancia en las clases teológicas, sino que más bien era una relación muy personal y familiar, en la cual Elías había formado una importante cantidad de hijos espirituales.
¿Una generación huérfana de padre?
En tiempos donde padres y madres espirituales serían muy necesarios en el pueblo de Dios, buscados por muchos jóvenes creyentes, este hecho debería representar un reto para los más mayores entre nosotros para plantearse la pregunta: ¿soy yo un padre o una madre espiritual para los creyentes más jóvenes? ¿Trato conscientemente de ejercer influencia sobre los creyentes más jóvenes a mi alrededor, para compartir una parte de mi vida con ellos y mostrar con mi vida lo que es el discipulado en la teoría y en la práctica?
Es interesante que 2 Reyes 1 termina con la muerte del rey Ocozías y la explicación de que "... no tenía hijo" (2 R 1:17), mientras que en nuestro capítulo el último día de un profeta es presentado como uno que tenía muchos "hijos".
¡Qué consuelo tuvo que haber sido para Elías ver la estima y el amor que estos "hijos" tenían por él, siendo esto un fruto de su vida agitada! Se fue a la eternidad con estas impresiones.
¿Mejor solo que acompañado?
Nos hacemos la idea de lo que motivó a Elías a decir tres veces a su joven amigo que se quedara atrás, porque Dios le había enviado a Bet-el, a Jericó y al Jordán. ¿Quería Elías pasar las últimas horas de su vida terrenal a solas en comunión con Dios? ¿O fue esta exhortación a quedarse meramente una prueba para ver si la fidelidad de Eliseo era genuina? Eliseo había prometido "te seguiré" (1 R 19:20), y ahora era el test para ver si lo cumpliría de verdad.
¿Respondería Eliseo como Orfa despidiéndose con muchas lágrimas (Rut 1:14), o respondería como Rut: "No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada" (Rut 1:16-17)?
Eliseo da sus primeros pasos solo
No se nos dice mucho sobre el período que Eliseo vivió con Elías. No sabemos cuántos años pasó en la comunión con el profeta. Sólo leemos breves indicios acerca de lo que hacía: "...le seguía", "... le servía", "...vertía agua en las manos de Elías". Aparentemente, este tiempo fue una escuela para Eliseo donde aprendió a obedecer y a someterse. Pero ahora era inminente la despedida y después iba a comenzar una nueva etapa para el discípulo de Elías.
¿Estaba Eliseo ya preparado para tomar decisiones bajo su propia responsabilidad?
Al pedirle Elías "...quédate ahora aquí", posiblemente no tenía la intención de darle un mandato, sino quizá era más bien una pregunta examinadora o una petición para ver la lealtad de Eliseo y el estado de su madurez.
Las tres respuestas de Eliseo "Vive el Señor, y vive tu alma, que no te dejaré" debieron haber alegrado inmensamente a Elías. Esta confesión mostraba que Eliseo ahora se sentía responsable ante Dios. Y esta creciente seguridad, de que tenía que empezar a actuar con responsabilidad propia no le llevó a distanciarse de Elías, sino todo lo contrario, le hizo buscar más aún la comunión con el anciano profeta.
Exactamente esta actitud sería un gran regalo para nuestros días: una joven generación de hermanos entregados, abnegados y con ganas de aprender, cuya consciencia de tener que responsabilizarse delante de Dios no les lleva a la separación, para actuar como normalmente se comportan los jóvenes, escandalizando y provocando enojo en la generación de los más mayores, sino un tropel de jóvenes creyentes dispuestos a entrar en acción, llenos de ideas, con ganas de aprender y buscando y apreciando la bendición, el consejo y la corrección de los hermanos mayores con experiencia.
Y vice versa, surge esta pregunta: ¿Dónde hallamos hermanos y hermanas mayores experimentados en el servicio para el Señor, que en su interior sienten un gozo profundo cuando ven a jóvenes que decididamente, pero con humildad, empiezan a independizarse y a dar sus primeros pasos en la fe en el servicio para el Señor, buscando al mismo tiempo las oraciones, la compañía y el consejo de la generación de los más ancianos?
Comunión bajo la bendición de Dios
En los versículos 6 al 8 se enfatiza tres veces: "... Descendieron, pues [juntos]" o "Fueron, pues, ambos?".
Los otros hijos de los profetas en Bet-el y Jericó mostraron sus conocimientos teóricos sobre la ascensión inminente de Elías. Es loable que cincuenta de estos sabios hombres siguieran a Elías y Eliseo hasta el Jordán observando la escena desde lejos cuando Elías golpeó el agua con su manto abriendo así el camino a través del río impetuoso. Pero solamente Eliseo permaneció en esa comunión tan estrecha con su maestro y así pudo vivir de cerca el milagro en el Jordán.
La escena es como un triste espejo para nosotros que confesamos creer en la Palabra de Dios y seguir al Señor. Muchos de nosotros tienen archivado en su mente todo el panorama de la historia de la salvación de Dios con Su iglesia y con el Pueblo de Israel. Incluso son capaces de relatarlo en todo momento sin omisiones, o bien pueden dar mensajes sobre el tema o plasmarlo esquemáticamente en papel. Pero, lamentablemente, los conocimientos sobre los planes futuros de Dios no pasan automáticamente de la cabeza a las manos y los pies, y menos todavía al corazón.
Es posible acumular conocimientos bíblicos sin vivir en una entrañable comunión con el Señor Jesús y sin vivir para Él.
Un estudio de Warren Wiersbe comenta este punto muy acertadamente: "La característica de un verdadero alumno de las Sagradas Escrituras es siempre un corazón ardiente y jamás solamente una cabeza llena de conocimientos" (Lc 24:32).
En los comienzos del movimiento de hermanos en Inglaterra, unos amigos de J.N. Darby acusaron al "apóstol del amor", Roberto C. Chapman, de divulgar enseñanzas falsas. Darby reaccionó con palabras claras y también con palabras de acusación propia: "¡Dejad en paz a este hombre; pues vive lo que enseña!". Y más tarde dio el siguiente testimonio sobre Chapman: "Nosotros hablamos de los lugares celestiales, pero Roberto Chapman vive en ellos" [R. C. Peterson: Robert C. Chapman - El hombre que vivía Cristo).
"Y pasaron ambos por lo seco" (v. 8). Juntos cruzaron el Jordán, el río de la muerte que tipológicamente simboliza el haber muerto con Cristo (Ga 2:20). Pocas horas después, tras la partida de Elías al cielo, Eliseo volvió solo por el mismo camino. En el poder de Aquel que había llamado a su maestro, hizo que el Jordán se separase y lo atravesó como portador de la bendición de Dios para salir al encuentro de las necesidades del pueblo de Dios en Israel.
El examen final
Poco antes de la ascensión de Elías al cielo hubo una conversación entre estos dos profetas. Ambos sabían que la hora de la despedida había llegado y por eso un silencio solemne y santo acompañó esta última conversación.
"Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti" (v. 9). A Eliseo le es concedido pronunciar un último deseo ante Elías, mientras que el anciano profeta estaría en una tensión difícil de imaginar para nosotros, pues esperaba la hora de su arrebatamiento y al mismo tiempo sentía la responsabilidad por su joven amigo y sucesor. Eliseo debía abrir su corazón y expresar con su deseo la actitud que tenía, lo que había aprendido con Elías y qué metas tenía para la vida.
¡Con qué interés y tensión esperaría Elías la respuesta de Eliseo, que le mostraría si este hombre de Dios estaba preparado para su partida! ¿Aprobaría el examen que revelaría el grado de su madurez necesario?
Los deseos de nuestro corazón, alrededor de los cuales giran los pensamientos que ceban nuestra imaginación, y que a veces se ven reflejados incluso en nuestros sueños, revelan cuál es la meta de nuestra vida y para lo que realmente vivimos.
"Las flores de nuestros pensamientos, muestran dónde están nuestras raíces"; así solía decir el evangelista Wolfgang Dyck, quien murió en 1970.
Ante un público creyente, expresaremos nuestros más piadosos deseos, claro está: "Queremos ser una bendición para otros", "queremos glorificar al Señor", "queremos parecernos más a Cristo" etc. Pero allí donde nadie nos ve y nadie nos observa, allí es donde se manifiesta lo que llena nuestro corazón y qué deseos secretos ocultamos delante de los hombres.
Como joven rey, una noche a Salomón le fue concedido un deseo. Dios se le había aparecido en sueños con las asombrosas palabras: "Pide lo que quieras que yo te dé" (1 R 3:5). Conocemos bien su respuesta conmovedora que nos deja avergonzados: "Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?" (v. 9).
Un estudio de los deseos y peticiones dirigidos a Dios o al Señor Jesucristo en la Biblia es sumamente interesante y revelador. Pensemos solamente en la petición de los discípulos Santiago y Juan, que después de preguntarles el Señor "¿Qué queréis que os haga?" dicen: "Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda" (Mr 10:35-37). Sin darles vergüenza delante de los demás discípulos, abrieron su corazón y pidieron tener un lugar de honor en la gloria.
Por otro lado, hallamos en los Salmos una oración conmovedora de David:
"Una cosa he demandado al Señor, ésta buscaré; que esté yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para inquirir en su templo" (Sal 27:4) Moisés pidió al Señor: "Te ruego que me muestres tu gloria" (Ex 33:18), después de que el pueblo de Israel había pecado al pie del monte Sinaí haciendo el becerro de oro.
Recordemos también a Jim Elliot que en 1948, siendo un joven misionero con 21 años oró así: "Dios, te ruego que enciendas las partes ociosas de mi vida para que yo pueda arder por ti. Consume mi vida, mi Dios, porque es tuya. No busco una larga vida, sino una vida plena, como tú, Señor Jesús".
¿Qué iba a responder Eliseo en esta hora crucial de su vida? ¿Una larga vida? ¿Bienestar material? ¿Una vida familiar feliz? ¿Respeto y reconocimiento en el pueblo de Dios?
En el siguiente capítulo reflexionaremos sobre esto.
Comentarios
Munoz Rosa (Estados Unidos) (27/03/2023)
Cada vez que leo un estudio realizado por ustedes uno es más que revelador que otro, gracias por el inmenso trabajo que realizan y el esmero se ve reflejado en ellos Dios continúe bendiciendo.
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