La epístola a los Romanos es sin lugar a dudas uno de los escritos más importantes de toda la Biblia por su contenido doctrinal y práctico. Aquí tenemos una interesante introducción que son servirá para comprender las circunstancias en las que fue escrita y su importancia en relación con las demás epístolas del apóstol Pablo.
En esta parte de la introducción se hace un rápido recorrido por la Epístola analizando su contenido y el desarrollo de algunos temas doctrinales expuestos por el apóstol, tales como la justificación, la gracia, la propiciación, la redención, la reconciliación... Sin duda estamos estudiando una carta con un alto contenido doctrinal y teológico...
Continuamos la introducción a la epístola a los Romanos considerando tres importantes parejas de conceptos relacionados entre sí: Ley y Gracia, obras y fe, carne y Espíritu...
Pablo comienza su carta presentándose a los creyentes en Roma y explicando su deseo de visitarles para compartir algo del don que había recibido como apóstol de los gentiles. Estos versículos iniciales pueden considerarse como unos divinos entremeses que despiertan el apetito para el disfrute del gran banquete espiritual que es el cuerpo principal de la epístola.
Esta porción nos revela mucho acerca del corazón y la personalidad del apóstol Pablo, además de arrojar luz sobre el concepto que tenía de su apostolado y la manera en que había de cumplir su misión.
El pasaje nos enseña que a pesar de que Dios se ha revelado al hombre por diferentes medios (la creación, la conciencia y su Palabra), el hombre le ha rechazado, haciéndose culpable. Los frutos de este pecado se perciben claramente en la impiedad del hombre frente a Dios, la maldad en su trato con el prójimo y la oposición a la verdad revelada...
El apóstol Pablo expone cómo Dios llega a justificar al hombre por gracia por medio de la fe, y explica que esto había sido así a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Demuestra esto último citando el caso de Abraham, quien fue justificado cuando creyó a Dios.
Llegamos en este pasaje a una de las cimas de la obra de Dios desde la que podemos contemplar diversos aspectos de la nueva vida que ha conseguido para nosotros por la justificación. ¡Pero cuánto han costado las bendiciones de este sublime inventario de riquezas espirituales!
Tanto Adán como Cristo son el comienzo de dos humanidades diferentes. El primero pecó e introdujo la muerte en toda la raza humana. Cristo, en cambio, fue obediente en todo y trajo vida y salvación a todos los que creen en él.
Nuestra identificación con la muerte y resurrección de Cristo se ha de traducir en una nueva forma de vida y servicio. Antes vivíamos para nosotros mismos y ahora queremos agradar al Dios que nos salvó.