Estudio bíblico de Santiago 3:14-4:4
Santiago 3:18-4:4
Estimado oyente, continuamos nuestro estudio de la epístola de Santiago. En nuestro programa anterior estuvimos considerando el versículo 18 de este tercer capítulo. Vamos a leer nuevamente este versículo, recordando nuestras conclusiones sobre el mismo. Leamos entonces, el versículo 18 de este tercer capítulo:
"Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz."
Estos son los frutos de la fe. Tiene que haber justicia antes de que pueda haber paz. Nadie puede tener paz, sin justicia. El salmista del Salmo 85, versículo 10 dijo que llegará el día en que se besarán la paz y la justicia. En la actualidad, podríamos decir que en la vida real, la paz y la justicia no se conocen; ni siquiera se reconocerían entre sí.
El capítulo 3 concluye la primera división principal de la Epístola de Santiago, en la cual el apóstol trató el tema general de la verificación de la fe genuina. Hay una diferencia en cuanto a la fe. Usted puede creer en algo equivocado, o puede simplemente inclinar la cabeza en un asentimiento formal o cortés, y llamarlo "fe". Pero la fe que salva es la que produce obras buenas.
En estos tres capítulos Santiago nos mostró varias formas en las cuales Dios somete a prueba nuestra fe para demostrar que es genuina. En primer, el prueba nuestra fe por medio de las dificultades y problemas. Vamos a compartir con usted algo que escribió el Dr. Lehman Strauss en su libro sobre Santiago. Él, a su vez, estaba citando un escrito del Dr. Richard Seume, quien fue un destacado expositor Bíblico que sufrió de una enfermedad al hígado por varios años. Y lo citamos porque proviene de un predicador que no estaba simplemente exponiendo una teoría o sus ideas, sino que sabía por experiencia propia lo que significaba el sufrimiento. Dijo el Dr. Seume: "La vida en este mundo no valdría mucho si cada fuente de molestia fuera removida. Aún así la mayoría de nosotros nos rebelamos contra las cosas que nos molestan, y consideramos como una fuerte pérdida lo que tendría que ser una gran ganancia. Se nos dice que la ostra es inteligente, y que cuando algún objeto molesto como un grano de arena se introduce bajo la capa protectora de su concha, la ostra simplemente la cubre con la parte más preciosa de su ser, y la convierte en una perla. La molestia que estaba sufriendo termina al quedar incrustada en esta formación de perla. Por lo tanto, una verdadera perla es sencillamente una victoria sobre la citada molestia. Cada molestia que se introduce en nuestras vidas hoy es una oportunidad para cultivar una perla. Cuantas más molestias nos arroje el diablo, más perlas podremos tener. Solo necesitamos darles la bienvenida y cubrirlas completamente con amor, que es nuestra parte más preciosa y entonces, la molestia quedará cubierta, aliviada a medida que la perla comienza a existir. ¡Qué colección de perlas tendríamos si actuamos de esta manera! Hasta aquí la cita.
Por lo tanto, hasta ahora hemos visto que (1) Dios pone a prueba la fe por medio de los problemas. (2) Sin embargo, Dios no prueba nuestra fe con el mal (o sea, que la tentación para pecar no proviene de Dios). (3) Dios prueba nuestra fe por medio de Su Palabra. (4) Dios prueba la fe por la actitud y acciones en relación con las personas. (5) Dios prueba nuestra fe por medio de las buenas obras y (6) Dios prueba la fe por la lengua. Santiago dejó bien en claro que la fe genuina será evidente en la vida del creyente. Y así llegamos al
Santiago 4 - La falta de contenido de la mundanalidad
En este capítulo Santiago trató varias cuestiones importantes. ¿Qué es la mundanalidad? ¿Cómo lucha el cristiano contra el diablo? ¿Cómo es su vida? Todos estos asuntos están implicados en el tema general de la mundanalidad.
En primer lugar Santiago respondió a la pregunta: ¿Qué es la mundanalidad? Un cristiano que crea en las verdades fundamentales de la Biblia podría dar una de varias respuestas. Algunos dirían que la mundanalidad tiene que ver con las distracciones o diversiones a las que uno participe, qué tipo de películas le agrada ver, si baila o no, etc. Esto es lo que ese cristiano calificaría como mundanalidad. Pero aquí tenemos que decir que Santiago no estaría de acuerdo con él.
Otros dirían que la mundanalidad está relacionada con la clase de gente con la que uno se relaciona, es decir, con su grupo de amigos. Como dice el refrán: "Dime con quien andas y te diré quién eres". Es decir, que si uno tiene amigos cuya frivolidad se expresa en las prácticas que hemos descrito, entonces uno es mundano. Lamentamos decir que nadie aprobaría un curso en la escuela de Santiago con estos argumentos.
Aun así otros dicen que la mundanalidad tiene que ver con la clase de conversación en la que uno se implica. Si participa de conversaciones frívolas o superficiales, entonces uno sería mundano. Nuevamente tenemos que decir que esa no es la respuesta.
Otras relacionan la mundanalidad con la forma de vestir, pero esa tampoco es la respuesta.
Algunos incluso dicen que si una persona se dedica a los negocios impulsado por el afán de tener cada vez más dinero, con exclusión de todo lo demás y descuida su relación con la iglesia, entonces tal persona sería mundana. Pero ese motivo tampoco encaja con la enseñanza del apóstol Santiago.
Y finalmente otros, calificarían a una persona de mundana si se desconecta de la vida de la iglesia y llena su tiempo libre con actividades de ocio como deportes, televisión, etc.
Con toda seguridad que no reconocemos la validez de los argumentos que hemos presentado y que realmente no representan a la mundanalidad. La mayor parte de esas acciones o actitudes son inclinaciones o pecados de la naturaleza humana o carnal, que no son causados por el sistema del mundo. Son más bien síntomas de la enfermedad; pero nadie muere por los síntomas sino por la enfermedad misma. Esas acciones o actitudes son simplemente evidencias del verdadero problema, que es más profundo.
Un pastor de una iglesia tenía en su iglesia un reloj que nunca marcaba la hora correcta. Entonces él puso bajo el reloj la siguiente advertencia: "No le echéis la culpa a las manecillas. El problema es más profundo". Y esto es lo que tenemos que reconocer de nosotros mismos. Lo que llamamos mundanalidad se parece a las manecillas de aquel reloj; el verdadero problema subyace más profundamente.
William Thackeray, que era cristiano, trató este tema en su novela "Feria de Vanidades" y de una forma en que probablemente nadie más lo hizo. Su novela trata sobre el mundo, y la escribió con el trasfondo de las guerras Napoleónicas. Presentó a personajes que estaban llenos de debilidad, mezquindad, insignificancia, celos, envidia, discordia y conflictos. En una ocasión alguien le preguntó al autor: "¿Por qué no tiene usted grandes héroes en sus novelas? Siempre presenta a personas "pequeñas", normales. Y él respondió: "Yo coloco un espejo ante la naturaleza, y no encuentro héroes en la humanidad". Están llenos de pequeñeces, de mezquindad y pecado". Y cuando uno llega al final de la "feria de las vanidades" descubre que el autor presentó una obra maestra. Porque él dijo: "Bien, ya se acabó la función. Coloquemos los títeres de vuelta en su caja. Se acabó la representación". Y así es el hombre, estimado oyente. Shakespeare dijo: "él se pavonea y consume su hora sobre el escenario". El hombre está lleno de mundanalidad, por su tendencia natural a querer disfrutar de las pompas y placeres del mundo.
Ahora, el Dr. Griffith Thomas concretó la respuesta un poco más cuando fue interpelado por una persona que le preguntó: "¿No cree usted que el mundo se está haciendo más cristiano hoy?" A lo cual el Dr. Thomas respondió: "No, no lo creo. Creo que el mundo se está haciendo un poco más religioso, pero creo que la iglesia se está haciendo inmensamente mundana."
Desde la segunda guerra mundial, ha tenido lugar un quebrantamiento de la muralla de separación que existía entre la iglesia y el mundo. La separación que muchos habían practicado era legalista, y opinamos que sin base en las Escrituras. La iglesia era como ese niño holandés, que ponía su dedo para tapar ese agujero que había en un dique. Después, en el período de posguerra, surgió la televisión, la desobediencia a las leyes, la inmoralidad y la delincuencia juvenil, las drogas. También apareció la filosofía del existencialismo. Una ola gigantesca arrolló los diques de separación, y hasta ese niño holandés fue arrastrado por las aguas.
Ahora, no existe una respuesta sencilla a esta pregunta: ¿qué es la mundanalidad? Pero vamos a permitir que el apóstol Santiago nos presente algo que creemos es una respuesta definitiva. ¿Qué es la mundanalidad? Bueno, Santiago dijo que la mundanalidad era la envidia y los conflictos, Retrocedamos al capítulo 3 y leamos nuevamente el versículo 13, que dice: 13¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. La fe fue la asignatura principal en la universidad dirigida por Santiago y todos los cursos optativos del plan de estudios estaban relacionados con la fe. Las obras de la fe traen humildad. Entonces leemos, en el mismo capítulo 3 y en el versículo 17: 17Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Aquí vemos que la humildad trae sumisión, entrega.
En el mismo capítulo 3 y el versículo 16 dice: 16pues donde hay celos y rivalidad, allí hay perturbación y toda obra perversa. En esto consiste la mundanalidad. Y la mundanalidad en círculos cristianos ha conducido a divisiones y facciones. Ello se debe a un espíritu de rivalidad, competitividad y celos. En el versículo anterior, el versículo 15, Santiago describió a este espíritu o actitud como terrenal ---es decir, limitada a esta tierra. También dijo que era natural ---es decir, psicológica. Y además, afirmó que era diabólica o demoníaca, lo cual es algo terrible.
¿Qué producen en el mundo la envidia y los conflictos? Según dijo el apóstol producen perturbaciones y toda obra perversa --- es decir, confusión y toda clase de acciones malvadas.
Con este trasfondo vamos a comprobar lo que Santiago quiso comunicarnos en el capítulo 4. Leamos entonces el versículo 1:
"¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?"
La mención a las guerras aquí, se refiere a las guerras entre las naciones. Los pleitos o conflictos tienen que ver con las escaramuzas ---es decir, con aquellos conflictos entre hermanos en la misma fe.
El apóstol se preguntó si no venían de las pasiones que luchan dentro de nosotros mismos. Cada uno quiere actuar a su manera. Y entonces describió las pasiones a las cuales se refirió el apóstol eran realmente los placeres sensuales. Los conflictos y el desorden son creados por los deseos arrogantes de los miembros del cuerpo, que anhelan encontrar su propia satisfacción. Continuemos leyendo el versículo 2 de este cuarto capítulo:
"Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia y nada podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís."
Santiago dejó bien en claro que los deseos egoístas conducían a todo tipo de conflictos. Este espíritu o actitud conflictiva es mundana; no es cristiana, y no constituye un enfoque cristiano de la vida. Estas son las pasiones que representan a la vieja naturaleza humana. Una persona debe ser regenerada por medio de la fe en Cristo, y estar así habitada por el Espíritu Santo.
Lo que Santiago describió aquí fue el espíritu del mundo. Cuando ese espíritu que predomina en el mundo se introduce en una iglesia o comunidad cristiana, produce una iglesia mundana. Estimado oyente, seguramente usted habrá pensado que era trágico que existieran campos de batalla. Y todos compartimos ese sentimiento. Pero es tan trágica y lamentable la situación imperante entre las personas y dentro del corazón de algunos individuos. En el mundo comercial existe una competencia salvaje, propia del espíritu que predomina en el sistema del mundo. Incluso asociaciones y partidos políticos a veces se dividen y un grupo se opone y lucha contra el otro. En el mundo laboral con frecuencia perduran conflictos entre los empresarios y los sindicatos. En el mundo social existen los trepadores o arribistas, que son personas que tratan de progresar en la vida o escala social por medios rápidos y sin escrúpulos, que pisan las manos de otros a medida que suben por dicha escala. En la convivencia de los vecindarios o comunidades de vecinos a veces existen sensibilidades diferentes que chocan entre sí, rivalidades y situaciones de conflicto por cuestiones de importancia relativa. Y dentro de las familias se producen peleas y distanciamientos entre miembros de la pareja, entre padres e hijos y entre hermanos. Cuando ese espíritu, esa actitud se introduce en círculos cristianos, entonces podemos decir que nos encontramos ante la mundanalidad.
Dice este versículo 2, no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Es que nuestros deseos deberían ser presentados ante el Señor en oración ---para que sean satisfechos, negados o refinados--- y entonces tenemos que aceptar la respuesta divina. ¿Cuál es la cura para la mundanalidad? Pues es la oración; por lo tanto, es la fe en Dios. El apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 5, versículo 4, lo expresó de la siguiente manera: 4porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. La respuesta es confiar absolutamente en Dios, dirigirnos a Él en oración y encomendarle lo que tenemos en nuestro corazón. Cuando uno encuentra que hay conflictos y envidia en su corazón, debería hablarle al Señor acerca de esa pasión. Muchos nosotros nos presentamos ante Él dando por sentado que somos buenas personas y que, en consecuencia, debería reconocerlo o recompensarlo de alguna forma. Reflexionemos acerca de las siguientes palabras, que fueron escritas por un gran místico de la Edad Media, llamado Fenelon:
"Exprésale a Dios todo lo que hay en tu corazón, como uno descarga su corazón, con sus placeres y dolores, a un amigo querido. Cuéntale todos tus problemas, para que Él te consuele; háblale acerca de tus alegrías, para que pueda moderarlas. Exprésale tus anhelos y deseos, para que pueda purificarlos. Háblale de las cosas que te producen rechazo, para que te ayude a conquistarlas. Exponle tus tentaciones, para que pueda protegerte de ellas. Muéstrale las heridas de tu corazón, para que pueda sanarlas. Pon al descubierto tu indiferencia hacia el bien, tus depravados gustos por el mal, tu falta de estabilidad. Cuéntale como tu egoísmo te hace ser injusto con los demás, como la vanidad te tienta a ser poco sincero, como el orgullo te oculta ante ti mismo y ante los demás."
"Si derramas todas tus debilidades, necesidades y problemas, no te faltará qué decir. Nunca agotarás el tema, que será renovado constantemente. Las personas que no guardan secretos entre sí nunca quieren temas de conversación. No sopesan sus palabras, porque no hay nada que ocultar, ni se preocupan sobre qué van a decir. Hablan de la abundancia de su corazón, sin consideración, simplemente diciendo lo que piensan. Dichosos son los que logran una relación tan familiar y franca con Dios."
Habiendo estudiado la Palabra de Dios, y después de haber escuchado las palabras de Fenelon, hemos llegado a la conclusión de que íbamos a contarle todo al Señor Jesús. Le hemos expresado todas las vivencias todas las vivencias de nuestra vida que eran pecaminosas y discutibles. Él nos conoce, comprende, y nos ha perdonado.
Estimado oyente, la única forma de remover la envidia, los celos y los conflictos de su corazón es dirigirse al Señor Jesús. A veces los especialistas o profesionales de la psicología que no creen en Dios, simplemente se limitan a desplazar sus problemas de un área a otra. Usted necesita librarse de esas pasiones y complejos acudiendo a la ayuda del Señor Jesús, reclinándose en el sofá de Su consulta médica, y contándole todo.
Santiago dijo que la solución para usted y para mí era orar, pero con frecuencia oramos por nuestros motivos egoístas. Dice el versículo 3 de este cuarto capítulo de la Epístola:
"Pedís, pero no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites."
Aún cuando pedimos algo a Dios, lo hacemos para satisfacer nuestras propias pasiones. Y finalmente, el versículo 4 continúa diciendo:
"¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios."
Ya que muchos que profesaban ser cristianos parecen estar dispuestos a contemporizar con el sistema de valores del mundo para logar sus objetivos, Santiago los llamó adúlteros. Esta es la manera de actuar los que propugnan tal sistema; tomar por la fuerza lo que quieren, apropiándose por las buenas o por las malas de ello, sintiendo celos y envidia de otros y provocando conflictos. En esto consiste la mundanalidad.
Y las consecuencias de tal actitud son peores que quedarse con las manos vacías. Destacamos aquí la pregunta: no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios? Esta fue una seria advertencia. Un cristiano rebelde que tuviera una relación ilegítima con el sistema mundano, está en enemistad con Dios.
Bien, estimado oyente, debemos poner punto final a nuestro estudio de hoy. Le invitamos a continuar acompañándonos en este recorrido detallado por la epístola de Santiago, y le sugerimos que se adelante a nuestra lectura, leyendo el resto de este capítulo 4, para estar más familiarizado con este importante pasaje Bíblico, y reiteramos nuestro deseo de contar con su compañía en nuestro próximo programa
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