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Estudio bíblico de Joel 2:26-3:1

Joel 2:26-3:1

En los versículos 24 y 25 comentamos una frase clave: Yo os restituiré los años que comió la langosta. Se han predicado muchos sermones espiritualizando este pasaje, que puede ser utilizado como una aplicación, ya que afirma un gran principio. Tenemos la misma idea en el libro de Apocalipsis capítulo 21, versículo 5, donde el que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas las cosas. Él estaba hablando en este capítulo de la Nueva Jerusalén. Y aquellos que pertenecen a la iglesia, esos pecadores que han confiado en Cristo van a estar allí, lo cual será una experiencia extraordinaria. Él enjugará todas las lágrimas. ¡Qué cambio implicará esa situación! Hay muchas lágrimas en este mundo, así que nos consuela y nos alegra que Dios va a hacer nuevas todas las cosas.

Comenzando nuestra lectura de hoy, leamos los versículos 26 y 27 de este capítulo 2 de Joel:

"Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre del Señor, vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy el Señor, vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado."

Este será el estado de cosas cuando Él esté en medio de Israel, es decir, cuando Cristo venga a la tierra y establezca Su reino. En aquel tiempo habrá un cumplimiento de todas las bendiciones físicas que Dios ha prometido a la nación de Israel. Las bendiciones que encontramos en el Antiguo Testamento eran mayormente bendiciones físicas. Dios había prometido bendecir a la tierra para que los israelitas pudieran tener cosechas abundantes y su ganado se desarrollara y multiplicara. En realidad, parecía que las bendiciones espirituales eran casi secundarias. En contraste con esto, las bendiciones que Dios ha prometido a la iglesia son solamente bendiciones espirituales. Tenemos todas las bendiciones espirituales en Cristo Jesús.

Aun cuando las bendiciones principales para Israel fueran bendiciones físicas, llegamos ahora a un pasaje que habló de bendiciones espirituales para Israel. Es un pasaje polémico de la Biblia. Así llegamos a un párrafo que hemos titulado

La promesa del Espíritu Santo

Al llegar a esta sección es importante recordar que nos encontramos en la profecía de Joel, que comenzó con el relato de una aterradora plaga de langostas, que él comparó con eventos que ocurrirían en un futuro distante, que él llamó el "día del Señor". Hemos visto que "el día del Señor" comenzará con el período de la tribulación, después del cual Cristo vendrá para establecer Su reino sobre la tierra. En el versículo 27 acabamos de leer que en aquel tiempo, el Señor estará en medio de ellos. Veamos ahora lo que El va a hacer. Leamos los versículos 28 al 32 de este capítulo 2 de la profecía de Joel.

"Después de esto derramaré mi espíritu sobre todo ser humano, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. También sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días. Haré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día, grande y espantoso, de Jehová. Y todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho el Señor, y entre el resto al cual él habrá llamado."

Ahora, hay muchas cosas que podemos decir en cuanto a este pasaje de las Sagradas Escrituras. En primer lugar, quisiéramos mencionar lo que dijo el Dr. Charles Feinberg, que es un destacado erudito hebreo. Él ha escrito varios libros sobre los profetas menores, que han sido de mucha ayuda para nosotros. Él señaló un detalle que no habíamos notado anteriormente y es que en realidad los versículos 28 hasta el 32 forman el capítulo 3 en el texto de la Biblia hebrea. Y nuestro capítulo 3 es el capítulo 4 en el texto original de la Biblia hebrea. El citado especialista destacó que nadie dudaría de que la revelación de la verdad en el capítulo 2, versículos 28 al 32 tuvo la suficiente importancia como para ser incluido originalmente en un capítulo separado.

Para comprender esta profecía, es de la máxima importancia recordar el tiempo del cumplimiento indicado en este pasaje Bíblico, evidente en la frase Después de esto. Joel nos ha estado hablando de la llegada del "día del Señor". Como primero de los profetas escritores, el presentó ese tema y nos explicó que iba a ocurrir durante ese período. Enfatizó el hecho de que daría comienzo con la oscuridad del período de la gran tribulación, período al cual Jesús mismo asignó tal nombre. Hemos destacado la importancia de la secuencia de los eventos en el libro de Oseas. En el capítulo 3, versículo 5 de esa profecía se escribió lo siguiente: Después volverán los hijos de Israel, buscarán al Señor su Dios, y a David, su rey; y temerán al Señor y a su bondad al fin de los días. (otras versiones finalizan el versículo traduciendo "en los últimos días"). Hemos identificado a los últimos días como aquel período de la gran tribulación que nos introducirá al reino a través de la venida de Cristo a la tierra, que comenzará el reino milenario. Esto nos lleva a concluir que en este pasaje de Joel, el profeta estaba hablando de un determinado período de tiempo, y que esta profecía será cumplida durante el "día del Señor", después de la noche del período de la gran tribulación. Entonces Dios derramará Su Espíritu sobre todo ser humano.

Aunque Joel fue el primero de los profetas que escribieron sus profecías, no fue el único que mencionó el derramamiento del Espíritu Santo. En Isaías capítulo 32, versículo 15, el profeta escribió lo siguiente: hasta que sobre nosotros sea derramado el espíritu de lo alto. Entonces el desierto se convertirá en campo fértil y el campo fértil será como un bosque. Él estaba hablando del reino que vendrá sobre la tierra y el derramamiento del Espíritu se refería al reino de Cristo sobre la tierra. Por supuesto, ninguno de los profetas habló sobre la iglesia; todos ellos hablaron de los últimos días refiriéndose a la nación de Israel.

Ezequiel, en el capítulo 36, comenzando con el versículo 27 dijo: Pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra. Y continuó diciendo en el versículo 28, Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Ahora, es evidente que el profeta estaba hablando de un determinado pueblo, y de una tierra específica, que era Israel. También se refirió a un período de tiempo concreto en el que Dios derramaría Su Espíritu. Y el profeta Ezequiel también dijo en su capítulo 37, versículo 14, 14Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis, y os estableceré en vuestra tierra. Y sabréis que yo, el Señor, lo dije y lo hice, dice el Señor». Y esto no es todo. En su capítulo 39, versículo 29, el mismo profeta escribió: 29No esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice el Señor Dios"».

Zacarías, uno de los últimos profetas que escribió, y dijo en el capítulo 12, versículo 10: 10»Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito.

Y en el libro de Joel, que estamos estudiando, el profeta fue escribió: Y todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación. Aquí se destaca una referencia a un lugar geográfico concreto.

Ahora, surge la pregunta: ¿Qué quiso decir Pedro cuando se refirió a este pasaje Bíblico en el día de Pentecostés? ¿Quiso decir que la profecía de Joel se había cumplido? No, él no dijo tal cosa. Nunca dijo que la profecía fue cumplida en aquel día.

En el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, ellos comenzaron a hablar a los judíos que habían venido a Jerusalén desde todos los rincones del Imperio Romano. Cada persona escuchó el mensaje en su propio idioma. Aquellas idiomas en que los discípulos anunciaron el mensaje, no fueron idiomas desconocidos. Cada idioma era el idioma nativo, el idioma materno de una o más personas que se reunieron en Jerusalén de todo el Imperio Romano e incluso, de más allá del Imperio.

Ahora en aquella ocasión muchos creyeron, pero otros comenzaron a burlarse y a decir que los discípulos se habían embriagado con vino nuevo. Entonces, Simón Pedro actuó como portavoz del grupo y respondió ante la acusación que se les había hecho, con las siguientes palabras, que encontramos en los Hechos capítulo 2, versículos 14 y 15, que dicen: 14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: «Judíos y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras, 15pues estos no están borrachos, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. O sea que Pedro dijo que uno no encontraría gente que se hubiera emborrachado por la mañana.

Y Pedro continuó diciendo, en el versículo 16: 16Pero esto es lo dicho por el profeta Joel. Observemos que el apóstol no dijo que ese acontecimiento fuera el cumplimiento de lo que el profeta Joel había dicho. Todos los escritores de los Evangelios y el apóstol Pablo se expresaron con claridad cuando escribieron algo referente al cumplimiento de una profecía. No podríamos mencionar todos los pasajes. Por ejemplo, vayamos a Mateo capítulo 2, versículos 17 y 18, que dice: Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: "Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos y no quiso ser consolada, porque perecieron. Ese fue un cumplimiento de la profecía que tenía que ver con incidentes relacionados con el nacimiento de Cristo. Continuamos en este pasaje hasta el versículo 23, que dice 23y se estableció en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno. O si no, vayamos a los Hechos capítulo 13, versículos 32 y 33, donde se registró el sermón del apóstol Pablo en la ciudad de Antioquia de Pisidia, en el cual el apóstol habló sobre de la resurrección de Cristo diciendo: 32»Nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, 33la cual Dios nos ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: "Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy". En estos y en otros pasajes podemos comprobar que la Biblia es muy concreta en el tema del cumplimiento de la profecía.

Entonces, ¿qué dijo Pedro en los Hechos capítulo 2, versículo 16? Pero esto es lo dicho por el profeta Joel. Pedro no dijo que este evento fue el cumplimiento de lo que Joel había profetizado. Más bien él dijo que esto era como aquello, o similar a lo que había dicho Joel. Si retrocedemos con el pensamiento a aquel día de Pentecostés, seremos conscientes de que Pedro no estaba hablando a no judíos, sino a judíos que conocían el Antiguo Testamento. Eran judíos provenientes de todo el Imperio, que habían venido a Jerusalén para la fiesta; en su viaje habían recorrido enormes distancias porque estaban cumpliendo lo que se requería de ellos en la ley de Moisés. En realidad, Pedro les dijo: "No os burléis, no ridiculicéis esto que está sucediendo. Esto es como aquello que va a tener lugar en el Día del Señor, tal como nos fue explicado por el profeta Joel."

Entonces Pedro continuó citando la profecía de Joel, y ahora leemos los Hechos capítulo 2, versículo 17: En los postreros días ---dice Dios---, derramaré mi Espíritu sobre toda carne. Esto ocurrirá en los últimos días. En ese tiempo, el Espíritu de Dios será derramado sobre todo ser humano. ¿Fue esto cumplido en el día de Pentecostés? Difícilmente. Fue experimentado por aquellos enumerados en el capítulo anterior de los Hechos. Y en este capítulo se nos dice que creyeron y se salvaron unas 3.000 personas. Incluso su hubiera habido 300.000 que se salvaran, aun no habría sido un derramamiento del Espíritu sobre todos los seres humanos. Aun así, no habría sido el cumplimiento de la profecía de Joel.

En realidad, Pedro les estaba diciendo: "No os burléis de lo que está ocurriendo. Deberíais reconocer de vuestra propia Palabra de Dios que Joel dijo que llegaría el día en que Dios derramaría Su Espíritu sobre toda persona. Si el Espíritu está siendo derramado hoy sobre algunas personas, no deberíais estar sorprendidos de que ello ocurra."

Y así fue que Pedro continuó citando el resto de la profecía de Joel, en cuanto a lo que tendría lugar. Dicen los versículos 30 y 31 de este capítulo 2 de Joel que estamos estudiando: Haré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día, grande y espantoso, del Señor. ¿Fueron estos eventos espectaculares cumplidos en el día de Pentecostés? Por supuesto que no. No se registraron terremotos, ni cambios en el sol y en la luna, que por otra parte afectarían gravemente a toda la humanidad. Estos eventos sí ocurrirán en lo que Joel llamó el día grande y espantoso del Señor. El día de Pentecostés fue un gran día, pero no fue un día terrible. ¡Fue un día maravilloso!

Estimado oyente, si entendemos el libro de Joel, nunca llegaremos a la conclusión de que Pedro estaba diciendo que la profecía de Joel estaba siendo cumplida en el Día de Pentecostés. Simón Pedro estaba simplemente usando la profecía de Joel como una introducción para responder a aquellos que se estaban burlando.

Ahora surge la pregunta; ¿Cuál era el tema del mensaje de Simón Pedro? En el día de Pentecostés el tema de aquel sermón del apóstol fue la resurrección del Señor Jesucristo. Cuando llegó al punto de citar un texto, citó el Salmo 16, versículos 8 al 10, que profetizó la resurrección de Cristo. Observemos como la aplicó a Cristo. Dice el texto del mensaje de Pedro en los Hechos capítulo 2, versículos 32 y 33: 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.

La conclusión, tanto en el libro de Joel como en el mensaje del apóstol Pedro fue: Y todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo. Este es uno de los muchos pasajes Bíblicos que nos impulsa a afirmar que el mayor tiempo de salvación se encuentra aun en el futuro. Creemos que Dios salvará a más personas de la raza humana que las que se perderán. Estamos de acuerdo con el famoso predicador Spurgeon que dijo que él creía que Dios ganaría a más para Su causa que los que se perderían. Cuando Cristo venga la tierra para establecer Su reino se registrará el mayor número de individuos que se vuelvan a Dios que el mundo jamás haya visto. Y también durante el período de la tribulación habrá un gran número de personas que acudirán al Señor, muchas más que las que han creído en El durante la época de la iglesia. La resurrección de Jesucristo, a quien Dios ha convertido en Señor y Cristo fue el tema y argumento alrededor del cual giró todo el sermón del apóstol Pedro. No estaba enfatizando los fenómenos que sus oyentes habían presenciado. El asunto importante era llegar a conocer a Jesucristo. Estimado oyente, no descuide usted o pierda la oportunidad de llegar a conocer a Cristo. ¿Qué lugar ocupa Él en sus pensamientos, en su vida, en su ministerio?

Así que esta sección de la profecía de Joel es sumamente importante, pero aun aguarda su cumplimiento en el futuro. Y ahora hemos llegado al

Joel 3

Leamos ahora el versículo 1 de este tercer capítulo, que inicia la tercera y última gran división de esta profecía, que hemos titulado

Mirando al día del Señor (en un postludio)

"Ciertamente en aquellos días, en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén"

Dice aquí en aquellos días. ¿Qué días? ¿El día de Pentecostés? No, porque el profeta habló del tiempo señalado en que el Señor restauraría la suerte de Judá y Jerusalén. En el día de Pentecostés Él no los trajo de regreso a su tierra; en realidad, el Señor Jesús invirtió el orden de los acontecimientos cuando dijo, en el primer capítulo de los Hechos, versículo 8, me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. En vez de traer a los cautivos de regreso a Jerusalén, Cristo, como cabeza de la iglesia, dijo a aquellos que habían nacido espiritualmente de nuevo y formaban parte del cuerpo de los creyentes que llegaran hasta los confines de la tierra proclamando el mensaje de que Él había resucitado de los muertos, diciendo a las personas que Dios era compasivo y misericordioso, y que cualquiera que invocare el nombre del Señor, sería salvo.

El mensaje del Evangelio parece tan simple que muchas personas inteligentes no lo captan. Es un mensaje extraordinario. Todo lo que usted hace es creer. Debemos decir que no creemos en la salvación por obras ---lo cual es obvio--- pero creemos en una salvación que funciona. Es importante ver este aspecto. Si usted ha sido salvo, deseará difundir el Evangelio. Si usted no desea hacerlo, estimado oyente, cuestionaríamos su fe ---no sus obras---, porque, la fe funciona y se hace realidad en la vida de un verdadero creyente.

Bien, estimado oyente, debemos poner punto final por hoy. Le sugerimos que lea este capítulo 3, último capítulo de este libro y le invitamos cordialmente a continuar acompañándonos en nuestro próximo encuentro.

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