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Estudio bíblico de 2 Pedro 2:9-20

2 Pedro 2:9-20

Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro estudio de este capítulo 2, de la segunda epístola del Apóstol Pedro. Y confiamos en que las advertencias del apóstol nos hagan comprender la importancia de leer y conocer a fondo la Palabra de Dios para conocer la base de nuestras creencias. En mundo en el cual la confusión y la relatividad de los principios suele llegar a situarse frente a nuestra propia fe cristiana. Para relacionar nuestras reflexiones de hoy con lo que hemos dicho en nuestro último programa, leamos nuevamente el versículo 9 de este segundo capítulo:

"El Señor sabe librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio"

A aquellos que creen que la iglesia pasará por la Gran Tribulación, nos agradaría decirles que Dios sabe como liberar a los Suyos y, como dice este versículo, también sabe como reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio. Dios conoce la diferencia entre los justos - es decir, los que han sido declarados justos por Dios--- y los llamados injustos. En muchos casos, nosotros no podemos percibir la diferencia. Como en la parábola que relató Jesús en Mateo capítulo 13. el trigo y la cizaña están creciendo juntos y Dios permite que así ocurra. Y si Dios lo permite, nosotros no podemos tener otra actitud. (En esa parábola, el trigo representaba a las personas que tienen una fe genuina, es decir a los verdaderos creyentes, y la cizaña, a las personas que han hecho una profesión falsa de fe.) Así que, en consecuencia, no nos preocupa la cizaña, aunque debemos confesar que desearíamos que no hubiera tanta cantidad. Ambas semillas continúan desarrollándose y mientras tanto, la Palabra de Dios sigue difundiéndose en este día de grandes oportunidades como el que estamos viviendo. Uno de estos días, el Señor efectuará la separación entre el trigo y la cizaña, cuando recoja a Su iglesia de este mundo y los perdidos serán finalmente llevados ante el juicio del Gran Trono blanco para ser juzgados. Leamos ahora el versículo 10 de este segundo capítulo de 2 Pedro:

"Y mayormente a aquellos que, siguiendo los deseos de la naturaleza humana, andan en placeres e inmundicia, y desprecian la autoridad. Atrevidos y obstinados, no temen hablar mal de los poderes superiores"

Aquí se hace referencia a los que viven de acuerdo con los deseos corrompidos de la naturaleza humana. Esta fue una afirmación fuerte del apóstol Pedro, con respecto a la mancha, a la contaminación de la impureza que caracteriza a la vieja naturaleza. Parece describir un nivel más bajo que el de los animales. Porque hay aquellos que disfrutan con aquello que es vulgar, miserable e impuro, les hace gracia, es como si lo saborearan.

Observemos la frase desprecian la autoridad, Muchos estudiosos de la Biblia opinan que ésta es una referencia al gobierno humano. Teniendo en cuenta que esta palabra aparece muy pocas veces en la Biblia, tenemos motivos para creer que realmente significa "dominio". La misma palabra Griega "kuriotes" se tradujo como "autoridad" en la carta del apóstol Judas, versículo 8, En el `primer capítulo de Efesios se refiere al señorío y allí está relacionada con el gobierno espiritual. En otras palabras, en el pasaje que estamos estudiando, la palabra se refiere a las personas que desprecian todo aquello que es espiritual, aquello que Dios ha ordenado y establecido como autoridad sobre nosotros: los ángeles y la forma en que Dios está dirigiendo el universo. Son esas personas que cuestionan todo lo que sucede en esta tierra. No están satisfechas con nada.

Y no sólo eso; Pedro dijo que eran atrevidos. Se trata de individuos que podemos observar hoy, que son temerarios. No les importa ni preocupa blasfemar. El utilizar ese lenguaje los hace sentir comunicativos e importantes.

El apóstol también los calificó como obstinados. Son individuos que siempre acaban haciendo su voluntad, lo que a ellos les parece, sin siquiera considerar las opiniones de los demás.

Y el versículo termina diciendo que tales individuos no temen hablar mal de los poderes superiores. Otras versiones traducen "blasfeman de las majestades angélicas" o, "menosprecian toda soberanía". La idea es que aquellas personas hablan mal de aquello que es santo, sagrado. ¿No es interesante observar con qué facilidad muchas personas usan el nombre de Dios en vano? Con ello revelan que respetan más cualquier cosa o el nombre de cualquier persona, e incluso a quienes los detestan, que a Dios mismo. No tienen el más mínimo respeto o temor de hablar mal de cualquier autoridad no orden que Dios haya establecido para Su universo. Continuemos leyendo el versículo 11 de este segundo capítulo:

"Mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en poder, no pronuncian juicio de maldición contra ellos delante del Señor"

En este contexto, los maestros falsos estaban crecidos por el orgullo, y hacían algo que ni siquiera los ángeles se atrevían a hacer. En la breve epístola del apóstol Judas, veremos que el escritor presentó un ejemplo específico del incidente en el cual el arcángel Miguel tuvo un conflicto con Satanás al disputarle el cuerpo de Moisés. Algunos expositores Bíblicos creen que el diablo no quería que Moisés apareciera más adelante en la tierra prometida (en la transfiguración de Jesús), y entonces se produjo el citado conflicto. Dios enterró el cuerpo de Moisés y el apóstol Judas nos contó que el arcángel Miguel no se atrevió a pronunciar contra el diablo un juicio de maldición (como podemos leer en el versículo 9 de esa epístola de Judas), y entonces se limitó a decirle: "¡Que el Señor te reprenda!". Este es el espíritu, la actitud que necesitamos manifestar hoy, es decir, una actitud de humildad en el sentido en que dejamos nuestro caso en manos de Dios. A veces, es el orgullo el que nos impulsa a hablar como lo hacemos. Cuando oímos a alguien - incluso a algún cristiano--- hablar acerca del diablo, ridiculizándole y asignándole ciertos nombres, tenemos que decirle que el arcángel Miguel no se expresaría de esa manera. Y si el arcángel Miguel, en su elevada posición no lo haría, un ser humano como todos los demás tendría que ser más cuidadoso en un área tan delicada como ésta. Y dice el versículo 12 de este segundo capítulo de 2 Pedro:

"Esos hombres, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales nacidos para ser capturados y destruidos, perecerán en su propia perdición"

Aquí se mencionó una comparación con los animales irracionales. Los apostatas fueron comparados con ellos. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento dejaron en claro que el ser humano es capaz de descender al nivel de los animales comportándose como algunos de ellos e incluso, vivir en un nivel inferior al de los animales y el apóstol Pedro presentaría más adelante en este capítulo una ilustración al respecto.

Eran como animales salvajes, hechos para ser capturados y destruidos, es decir, tal como se caza a un animal. Se estaba hablando de individuos que habían descendido a ese bajo nivel, y habían llegado al punto en que se encontraban sin esperanza e impotentes para salir de esa condición.

El apóstol Pedro los describió diciendo Estos hombres, hablando mal de cosas que no entienden. Esto que el apóstol dijo de los maestros falsos, puede ser aplicado a muchos otros, por ejemplo, a personas que poseen una gran inteligencia, pero demuestran ser incapaces para entender el mensaje de la Palabra de Dios.

El destino de aquellos individuos fue descrito en las palabras finales de este versículo 12: perecerán en su propia perdición. Anteriormente el apóstol habló sobre el hecho de que el hijo de Dios había escapado de la corrupción del mundo - pero éstos mencionados en este versículo 12---, no habían escapado a la corrupción. Algunos de ellos pueden haber escapado a la contaminación del mundo, es decir, que hay muchos pecadores perdidos en el día de hoy, que dicen que no cometerían las malas acciones que otros individuos están cometiendo. Y realmente, no las cometerían. Diríamos que ellos han escapado a las contaminaciones del mundo, pero no han escapado a las corrupciones. Se trata de personas que, exteriormente, en su apariencia, son religiosas; cumplen los ritos, las formalidades, tienen costumbres cristianas, hacen ciertas obras buenas, pero sus corazones no están en relación con Dios, Tienen corazones corrompidos, y no han hecho absolutamente nada al respecto. Continuemos leyendo el versículo 13 de este segundo capítulo de esta carta del apóstol Pedro:

"Recibiendo la recompensa de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de placeres disolutos cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros se recrean en sus errores."

En los versículos 13 y 14 veremos, en la descripción de los apostatas, la corrupción completa del corazón humano. Estimado oyente, cuando una persona piensa mal, va a acabar actuando mal - nadie puede escapar a este hecho. Hay muchos que dicen: "Esta es mi vida, y la puedo vivir como me plazca".

Ha habido casos en los cuales, hubo personas que demostraron estar dominadas por la inmoralidad y lo pusieron en evidencia en su gestión administrativa, así como en el ámbito de su vida personal y familiar. Y se han defendido diciendo que su vida privada, su intimidad, era un asunto que les concernía únicamente a ellos. Al actuar solamente en beneficio propio, olvidaron que al representar la autoridad de una institución, representaban también al pueblo que los había elegido. Si querían vivir su vida privada con entera libertad, debían haber renunciado a sus cargos; al no hacerlo, han desprestigiado a las instituciones arrojando una sombra de sospecha sobre quienes ocupan cargos similares y se conducen con honestidad y transparencia. La sociedad necesita a su frente a personas sobrias, honestas y que tengan principios morales. Y dice el versículo 14 de este segundo capítulo:

"Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las personas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia y son hijos de maldición."

Realmente el apóstol Pedro utilizó un lenguaje muy duro y severo para hablar de los maestros falsos. Ellos eran culpables de todos estos excesos inmorales y, con toda seguridad, Dios los juzgaría algún día, así como también a todos aquellos que en cualquier época actuaran de esta forma. Y también añadió el versículo 15:

"Han dejado el camino recto y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad."

Balaán fue mencionado tres veces en los últimos libros del Nuevo Testamento. Aquí en 2 Pedro se mencionó el camino de Balaam. En el libro del apóstol Judas, en el versículo 11, encontraremos el error de Balaam. Y en Apocalipsis, capítulo 2, versículo 14 se mencionó la doctrina de Balaam. Cada una de las menciones es diferente. Aquí en el caso de 2 Pedro, tenemos el camino de Balaam. Ahora, ¿cuál fue el camino de Balaam? Pedro escribió que él fue hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad. Balaán sabía que no debía profetizar contra el pueblo de Israel, pero el ambicionó el precio que le fue ofrecido por hacerlo. Por lo tanto, el camino de Balaán, representa a la codicia de aquellos que realicen obras religiosas para obtener un beneficio personal. Y ahora, en el versículo 16 de este segundo capítulo de 2 Pedro leemos:

"Y fue reprendido por su iniquidad, pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta."

Pedro dijo que Balaam estaba tan interesado por hacer el viaje que el burro en el cual cabalgaba finalmente le habló. Lo reprendió a causa de su codicia. Y tenemos que decir la forma de vivir y el nivel de vida que llevaban, era una de las formas de reconocer a los maestros falsos de aquella época, y de todos los tiempos. Y Dios juzgará a los que utilizaron la religión para obtener un beneficio personal. Ese fue el llamado "camino" de Balaam, el camino de la codicia. Ahora, en el versículo 17 de este capítulo 2 de la segunda epístola del Apóstol Pedro, leemos:

"Esos hombres son fuentes sin agua y nubes empujadas por la tormenta, para quienes la más densa oscuridad está reservada para siempre."

Creemos que la gente que vive en el campo puede comprender este versículo mucho mejor que los que residen en la ciudad. Hay tiempos de sequía que duran por un largo período, a veces dos o tres años. A veces, uno puede observar en el campo afectado por la sequía que el cielo se cubre de grandes nubes, que parecen presagiar lluvia. Se ven relámpagos, se escuchan truenos y todo parece indicar que pronto caerá una lluvia torrencial. Pero no ocurre así y el campo queda tan seco como estaba. Mucha gente estaba y está siguiendo a maestros falsos que son de esta manera. Son como pozos sin agua. Son como esas nubes, que ofrecen un panorama espectacular. Algunos de estos maestros se expresaban con gran elocuencia. Causan una grata impresión. Pero continúan siendo como pozos secos. De esas nubes no desciende la lluvia. Y la gente hoy tiene sed espiritual y una gran necesidad de recibir la Palabra de Dios, y sin embargo, esa Palabra no les está siendo entregada. Y dice el versículo 18 de este segundo capítulo:

"Hablando palabras infladas y vanas, seducen con pasiones o deseos carnales y vicios a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error."

Aquí se dice que aquellos individuos hablaban con arrogancia y vanidad. Estos maestros usaban un lenguaje florido, Con su oratoria y una voz bien modulada se elevaban, humanamente hablando, a grandes alturas.

Y continuó diciendo el apóstol seducen con pasiones o deseos carnales y vicios. Aquella era una religión que apelaba a la vista, al oído y al olfato. Por supuesto que un lugar de culto, dentro de las posibilidades de cada congregación, tiene que ser atractivo, la música tiene que ser buena y la fragancia que se respire, agradable. Pero no se debe llegar el extremo de depender de estos factores ambientales para crear una atmósfera espiritual. Si así fuera, se está intentando apelar a los sentidos de la naturaleza humana, a los deseos de esa naturaleza. Aquí Pedro estaba acusando a aquellos maestros falsos de mucho más de lo que acabamos de poner como ejemplo. Aquí se estaba refiriendo a instintos naturales desenfrenados.

Y ahora al leer el versículo 19 de este segundo capítulo, observamos que Simón Pedro estaba siendo verdaderamente sarcástico. Dijo el apóstol:

"Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción, pues el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció."

Los que prometían libertad, quienes al mismo tiempo eran esclavos de la corrupción. Aquellos maestros tenían ciertos hábitos que los esclavizaban y, sin embargo, les prometían libertad a otros.

Dice aquí, el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció. Y ya que ellos eran esclavos de aquello que los dominaba, estaban prometiendo una libertad cuyo significado e implicaciones ellos mismos realmente desconocían. Finalmente por hoy, leamos ahora el versículo 20 de este segundo capítulo de esta segunda carta del apóstol Pedro:

"Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su último estado viene a ser peor que el primero."

Aquellos apostatas tenían un conocimiento intelectual de Cristo. Hasta cierto punto conocían la verdad, pero no amaban la verdad. Rechazaban la fe que una vez habían profesado tener y se habían convertido en esclavos de algún tipo de corrupción.

Hay personas que parecen sentirse satisfechas por vivir una apariencia de religión, por pertenecer a una determinada iglesia. No creen que la Biblia sea la Palabra autorizada de Dios para la hora actual. Pero colocan mucho énfasis en el amor, la hermandad y la solidaridad. Algunas pueden jactarse de que su congregación se reúna en un hermoso edificio y manifiestan disfrutar de un culto o servicio religioso agradable, que las hace sentir bien. Y como se sienten horrorizadas cuando escuchan o leen noticias sobre el crimen, las diversas clases de violencia y toda violación de las leyes en general, podemos decir que han escapado de las contaminaciones del mundo, es decir, a los aspectos externos del pecado y la maldad humanas, pero no se han librado de la corrupción interna y personal.

El versículo continuó diciendo por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo. No se trató de un caso en el que ellos no hubieran escuchado el Evangelio, Lo habían escuchado. Hay personas que escuchan estudios Bíblicos y predicaciones pero, en el fondo, tienen que admitir que no creen realmente en nada e incluso dudan de la existencia de Dios. Esas personas conocen el Evangelio y el apóstol Pedro dijo que, en esos casos, en su tiempo, si tales personas se enredaban de nuevo en las contaminaciones del mundo, habían sido vencidas y su último estado llegaba a ser peor que el primero.

Así que en este capítulo 2, hemos visto que el apóstol Pedro trató muy decidida y definitivamente sobre la apostasía que estaba llegando a la iglesia por medio de unos falsos maestros que se estaban introduciendo sigilosamente para propagar enseñanzas y doctrinas erróneas, enseñando aquello que era contrario a la Palabra de Dios. Pedro dijo que pervertían, distorsionaban la verdad de Dios y lo hacían para obtener ventajas, para su propio beneficio. Aquellos maestros se enaltecían a sí mismos en vez de exaltar a Cristo. No usaban realmente la totalidad de la Palabra de Dios sino que se limitaban a utilizar o manipular algunos versículos para revestir a sus enseñanzas de una aureola de piedad. Usaban falsamente palabras que impresionaban bajo las cuales ocultaban sus creencias erróneas. Trataban de transmitir la imagen de que eran personas intelectuales, de buena preparación cultural, cuando en realidad su objetivo era el de obtener ganancias. Otra característica válida para identificar a ese tipo de maestros es que generalmente ocultan el hecho de estar dominados por algún vicio, deseo desenfrenado o pasión. No se trata de luchar contra nadie ni contra ningún grupo, pues nos hemos limitado a exponer las advertencias del apóstol Pedro ante estos casos y a contrastar estas conductas con la ética que la Palabra de Dios exige a todos los creyentes y, de forma más concreta, a los que enseñan Su Palabra. Algún día Dios pondrá al descubierto a cada uno y como Juez justo emitirá Su juicio.

En nuestro próximo programa, finalizaremos este segundo capítulo de esta segunda epístola del apóstol Pedro. Estimado oyente, como esperamos continuar contando con su compañía, le sugerimos que lea los dos versículos restantes y repase en su lectura todo este capítulo para recordar las ideas principales que hemos considerado en nuestro estudio.

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