Estudio bíblico de Abdías 1:1-4
Abdías 1-4
Continuamos hoy con nuestro recorrido por esta breve profecía del profeta Abdías. En nuestro programa anterior tuvimos algunas reflexiones de introducción, un bosquejo general del único capítulo del libro, en el cual vimos que éste se divide en dos divisiones principales. La primera de ellas, titulada "La destrucción de Edom", abarca los versículos 1 al 16. Al comentar el versículo 1, hemos iniciado ya la primera sección de este capítulo, titulada "La acusación contra Edom", que abarca desde el primer versículo hasta el versículo 9.
En nuestro programa anterior también comentamos el pasaje Bíblico del libro del profeta Malaquías, capítulo 1, versículos 2 y 3, que incluye la severa afirmación de que Dios amó a Jacob y aborreció a Esaú, su hermano. Destacamos que tal afirmación, hecha sin mayor comentario ni referencia a otros pasajes Bíblicos, pueden causar extrañeza a algunos. En tal sentido, retrocedimos a los antecedentes familiares de Jacob y Esaú, registrados en el libro del Génesis, en los cuales pudimos apreciar las características de la personalidad de cada uno de estos dos hermanos.
Lo que le da importancia a ese pequeño libro de Abdías, estimado oyente, es que es el único lugar en la Palabra de Dios donde encontramos una explicación de por qué Dios aborreció a Esaú.
El gran erudito hebreo, Ginsburg, tradujo el versículo 6 de Abdías de la siguiente manera: "¡Como fueron desnudadas las cosas de Esaú!". En otras palabras, fueron puestas al descubierto para que las contempláramos por primera vez: Fue como si Abdías hubiera enfocado un microscopio sobre Esaú, y cuando uno mira por el ocular pudiera ver a Edom. Y no fue solo Abdías el que enfocó el microscopio sobre Esaú, porque Abdías era el microscopio de Dios. Miremos atentamente por ese microscopio y veremos la imagen de Esaú ampliada. Y entonces lo que veremos será a 250.000 pequeños Esaús, es decir, que veremos al pueblo de Edom. Un fotógrafo puede tomar una foto en miniatura y transformarla en una gran fotografía ampliada. Así que en realidad este libro de Abdías es como una fotografía ampliada de Esaú. Uno puede inflar una cámara de aire de goma, y encontrar un escape, una pequeña fuga en ella. Uno no podría descubrir esa fuga hasta inflar la cámara. De la misma forma, Abdías presentó a Esaú como si estuviera inflado para que pudiéramos ver en qué área de su vida se encontraba el defecto, y además para que pudiéramos comprender porque Dios lo aborreció. Fue como si al principio hubiera habido un grano pequeño o una espinilla debajo de la piel, pero después ésta se transformó en un cáncer rápido y agresivo. Lo que fue pequeño en Esaú, después lo vemos aumentado 100.000 veces en la nación que provino de él, es decir, en Edom. Dios no dijo que en un principio hubiera aborrecido a Esaú. El tuvo que esperar a que él se convirtiera en una nación y revelara la causa por la cual Dios lo aborreció.
O sea, que Dios no dijo que aborreció a Esaú o que amó a Jacob hasta el tiempo en que se escribió el último libro del Antiguo Testamento. Ambos hermanos se habían convertido en naciones, Edom e Israel. Israel fue poderosamente usado por Dios a través de los siglos; ese pueblo produjo hombres como Moisés, Josué, Samuel, David, Ezequías, Nehemías, Esdras y así sucesivamente muchos otros. Pero la nación que provino de Edom le se convirtió en una nación pagana; le volvió la espalda a Dios. Pero ¿qué fue lo que causó que Dios aborreciera a Esaú y a su nación?
Bueno, leamos ahora el versículo 2 de este libro de Abdías:
"Pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera."
Ellos eran una gran nación, como vamos a poder apreciar en este libro. Pero iba a ser abatida y Abdías hizo esta declaración como una profecía que se proyectaba hacia el futuro, pero desde el punto de vista en que nos encontramos hoy, podemos ver que ya ha sido cumplida.
¿Cuál fue el gran pecado del pueblo de Edom que causó el juicio de Dios sobre ellos? Leamos el versículo 3:
"La soberbia de tu corazón te ha engañado, a ti, que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?."
Aquí dice que su carácter soberbio lo había engañado. ¿Por qué motivo detestó Dios al pueblo de Edom? Por su orgullo. Quizás esta respuesta desconcierte a algunos de nuestros oyentes, que piensen, "¿y esto fue todo? Bueno el orgullo es malo, pero no tanto".
Bueno, estimado oyente, creemos que en el día de hoy, algunas cosas han quedado fuera de proporción. Supongamos que decimos que conocemos a cierto creyente que está totalmente controlado por la bebida, o por algún otro vicio. Es posible que la mayoría dijera que tal creyente debería ser objeto de la disciplina de la congregación cristiana a la que pertenece, y en caso de demostrar que no desea salir de esa situación, debería ser excluido de la membresía de la iglesia. Ahora, supongamos que le dijéramos que un colaborador de otra congregación fue sorprendido por la policía cuando realizaba un acto delictivo. En este caso, también, la mayoría opinaría que ese individuo debía ser disciplinado y excluido de sus cargos y de la membresía de la congregación. Pero ahora supongamos que conocemos a un miembro de cierta iglesia que estaba lleno de soberbia y orgullo, y que es una de las personas más orgullosas que hemos conocido, y preguntamos a nuestra audiencia qué debería hacer la iglesia con él. Nos atrevemos a decir que nadie sugeriría que debiera ser expulsado de la iglesia. Muchos tendrían un sentimiento de compasión hacia él e incluso esbozarían una sonrisa de comprensión, y pensarían que el pastor de la congregación debería conversar con tal persona haciéndola ver que la suya es una actitud improcedente y errónea, de acuerdo con la ética cristiana. En este último caso, entonces, la mayoría pensaría que no se trata de un pecado tan grave, que es un pecado menos evidente, y que no puede compararse a los pecados anteriormente citados en este ejemplo porque no atenta contra el orden, contra las leyes no contra la convivencia social. No es como mentir, difamar, quebrantar una ley atentando contra los derechos de los demás y que, después de todo, está muy generalizado porque todos tenemos una cierta medida de orgullo. Algunos lo demuestran más abiertamente, mientras que otros lo disimulan todo lo que pueden. Pero ante esa posible reacción, debemos decirle que ante los ojos de Dios, el orgullo, la soberbia, es un pecado peor que otros. La Biblia tiene mucho que decir sobre el pecado de la ebriedad, por ejemplo, que contribuyó a la caída de Israel, de Babilonia, de Alejandro Magno y de Roma y de otras muchas naciones a lo largo de la historia, agravado en nuestro tiempo por el creciente uso de las drogas, por la gran cantidad de personas controladas por la drogadicción. Pero, estimado oyente, debemos decirle que delante de Dios, el orgullo es peor que otros pecados. El orgullo es algo que llega hasta la realidad de nuestra vida diaria y nos toca muy de cerca, en el plano en que su vida y la mía se encuentran ante Dios. Se nos ha dado una perspectiva adecuada y clara con respecto al orgullo. El orgullo es el pecado de los pecados, y uno de los peores. Es algo que las Escrituras Sagradas condenan por encima de todo lo demás. Dios ha dicho que detesta el orgullo y el pueblo de Edom estaba consumiéndose con el orgullo. Fue como si Dios hubiera dicho que aborrecía a Esaú a causa de su orgullo.
Hay numerosas citas de la Biblia que destacan la actitud de Dios con respecto al orgullo. Por ejemplo, leamos lo que dijo el escritor de los Proverbios, en el capítulo 6, versículos 16 al 19: Seis cosas aborrece el Señor, y aun siete le son abominables: (1) los ojos altivos, (2) la lengua mentirosa, (3) las manos que derraman sangre inocente, (4) el corazón que maquina pensamientos inicuos, (5) los pies que corren presurosos al mal, (6) el testigo falso, que dice mentiras, (7) y el que siembra discordia entre hermanos. En este pasaje podemos ver claramente que la mirada altiva encabeza esta lista de cosas que Dios detesta. Cuando en una comunidad cristiana alguien mira con una actitud de desprecio a un creyente pobre, de humilde condición social, que ha cometido algún pecado, ante la mirada de Dios, el despreciativo ha cometido un pecado aun peor. Y esta afirmación no pretende minimizar los demás pecados, que tienen su gravedad, pero es que el orgullo es mucho peor.
Pero esto no es todo lo que Dios tuvo que decir sobre el orgullo. El también dijo, El temor del Señor es aborrecer el mal: yo aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa (como podemos leer en Proverbios 8:13) Y el apóstol Juan nos dijo en su primera epístola, capítulo 2, versículo 16 que la vanagloria (o la arrogancia) de la vida--- no proviene del Padre, sino del mundo. ¿De dónde viene el orgullo de la vida? Si hay algo que proviene del diablo, es el orgullo.
Y también tenemos una cita del Nuevo Testamento. En la carta del apóstol Santiago, capítulo 4, versículo 6, leemos: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Y Él siempre está del lado del humilde. Como hemos visto, Dios siempre aborrece la mirada altiva del que está controlado por la soberbia y el orgullo.
Hay muchos cristianos hoy que tienen orgullo de su raza, orgullo de su aspecto y condiciones personales, e incluso orgullo de haber sido salvos por la gracia de Dios. Estimado oyente, la salvación no debería ser motivo de orgullo para nadie; no es algo para andarse jactando. Es un motivo para dar a Dios la honra por Su gloria. Un individuo debiera más bien sentirse avergonzado porque, siendo un pobre pecador ha tenido que ser salvo por la gracia. Nos hubiera gustado tener algo que ofrecerle a Dios por la salvación, pero no poseemos nada, así que tenemos que ser salvos por Su gracia y no podemos enorgullecernos por ello. Ya hay bastantes jactándose del hecho de que han sido pecadores. Dios les da gracia a los humildes. El apóstol escribió en su carta a los Filipenses capítulo 2, versículo 5, Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. Ahora, ¿qué sentir, qué forma de pensar tuvo El? Pues fue la humildad. Él mismo dijo, en el Evangelio de Mateo, capítulo 11, versículo 29, 29Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. El orgullo ha destruido el testimonio de muchos creyentes, y los ha hecho ineficaces para Dios. Han vivido y actuado para jactarse ante los demás y solo han logrado construir un muñeco de paja. Ho han estado construyendo sobre el fundamento de Cristo con materiales valiosos como el oro, la plata o las piedras preciosas. Podemos decir que el orgullo ha causado la caída de muchos cristianos.
Después de todo, el orgullo fue el pecado de Satanás. En otra ocasión ya hemos leído el pasaje de Isaías 14:12-14, en el cual vimos que dijo: Subiré al cielo. En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, . . . sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo. Además, recordemos que el orgullo fue la raíz de la locura del rey Nabucodonosor. En Daniel, capítulo 4, versículo 30 leemos: Habló el rey y dijo: "¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? ¿Y qué le sucedió a aquel rey? Bueno, los versículos 31 y 32, de ese capítulo 4 de Daniel, dicen: Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: "A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino te ha sido quitado; y de entre los hombres te arrojarán, con las bestias del campo será tu habitación. . . Y realmente, aquel no fue un accidente. Los sicólogos actuales lo habrían considerado como una forma de historia que lo condujo a una amnesia. Aquel hombre no sabía quién era y comenzó a actuar como los animales del campo. ¿Y por qué? Porque cuando una persona se enaltece por causa de su orgullo, en realidad no se eleva sino más bien desciende al nivel de los animales. Dios degradó al rey Nabucodonosor y lo rebajó al nivel de las bestias del campo.
Ahora, ¿qué es el orgullo? Humanamente hablando es arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia. Desde un punto de vista espiritual, es una actitud de la vida que declara su capacidad para vivir sin Dios. Aquí en el libro de Abdías, encontramos que el orgullo del corazón enalteció a esta nación de Edom, tal como Esaú, quien despreció su primogenitura. Aún en el hogar de Abraham, donde había abundancia de comida, le gustó aquel plato de lentejas, prefiriéndolo a su primogenitura. A él no le preocupó Dios en absoluto. Al despreciar el privilegio espiritual de su primogenitura, despreció a Dios. Y después, con el transcurso del tiempo, Esaú se convirtió en una gran nación que había declarado su capacidad para vivir sin Dios.
El versículo 3 de Abdías dice además a ti, que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: "¿Quién me derribará a tierra?" Aquel pueblo vivía en un lugar muy singular y único. Vivía en la firmeza y solidez de la ciudad de Petra, ciudad labrada en la roca. El lugar puede verse en la actualidad. Muchos turistas quedan asombrados del tamaño de la ciudad, protegida por un acceso de entrada que en ciertos lugares es muy estrecho; un jinete y su caballo pueden pasar con cierta dificultad. Por lo tanto, era una ciudad que se podía defender muy fácilmente, y que se había convertido en un lugar muy seguro. Muchas naciones depositaban allí su dinero, así como su oro o su plata, porque allí se encontraban bien custodiados, y porque consideraban que la ciudad nunca sería conquistada.
Así que, de acuerdo con la descripción Bíblica, vivían en las hendiduras de las peñas. Tenían grandes edificios construidos sobre la roca sólida, dentro de esta gran hendidura o garganta y hacia arriba y abajo, a ambos lados de ella. Así que la seguridad de los pobladores parecía perfecta, o al menos ellos así lo pensaron. Influenciado por ese falso sentido de seguridad, fue como si ese pueblo hubiera firmado una declaración de independencia, cortando su relación con Dios y separándose del gobierno de Dios. Se habían levantado y rebelado contra Él.
Ahora. ¿qué iba a hacer Dios en un caso como aquel? Leamos el versículo 4 de este libro de Abdías:
"Aunque te remontaras como águila y entre las estrellas pusieras tu nido, de ahí te derribaré, dice el Señor."
Aquí destacamos la frase Aunque te remontaras como un águila. El águila fue usado en la Biblia como un símbolo de la deidad. Los Edomitas creían poder derrocar a Dios, como Satanás había intentado hacer, y pretendían en constituirse en una deidad. Pretendían ocuparse de ocuparse de los asuntos que Dios tenía que controlar. La frase y entre las estrellas pusieras tu nido nos recuerda el pecado de Satanás, expresado prácticamente con las mismas palabras, y quien pretendió exaltar su trono sobre las estrellas. Por ello Dios dijo: De ahí te derribaré.
Y cuántas personas hoy, estimado oyente, están tratando de vivir sus vidas como si fueran dioses. Piensan que no necesitan a Dios, y viven sin Él. Lo interesante es que cuando Dios nos creó, figurativamente hablando, no colocó por ninguna parte un instrumento para dirigirnos. Porque lo que Él quiere es guiar nuestras vidas. Primero quiere que acudamos a Él para recibir la salvación, y después quiere hacerse cargo de nuestras vidas. Y cuando usted y yo nos guiamos a nosotros mismos, estamos ocupando el lugar de Dios. Es como si ocupáramos en un coche el lugar del conductor, o en un barco ocupáramos el lugar del capitán y en un avión el lugar del piloto. Y así viajamos por tierra, mar y aire a nuestro antojo y a nuestro gusto. Esto es orgullo, y cualquiera que alcance esa posición, que haga suya esa actitud, si continúa en ella, está cometiendo un pecado que resultará en una fatalidad, porque va a vivir en una eternidad de perdición.
Enfoquemos nuevamente el microscopio y veamos en el pueblo de Edom la encarnación de Esaú. Ahí está Esaú. ¿Qué vemos entonces? Desde un punto de vista espiritual, vemos a un animal humano, vemos a un animal en estado original. Aquí, en vez de descender de los animales, cabría afirmar que descendemos al nivel de los animales. En vez de una ascensión, de una evolución, se ha registrado un descenso, un retroceso.
Las teorías que prescinden de Dios como el autor del origen de la vida no pasan de ser ilusiones falsas. Se enseñan como si fueran logros de la ciencia y han sido aceptadas por muchos de forma dogmática, sin ser cuestionadas, sin pedir explicaciones. Pero hay que reconocer que contra ellas han surgido objeciones inteligentes y fundamentadas. No es éste el momento de tratar este tema en detalle. Solo recordaremos, un ejemplo entre muchos científicos que han objetado las conclusiones de esas teorías. El Dr. Edwin Conklin, un biólogo, dijo que la probabilidad de que la vida se hubiera originado en un accidente, se puede comparar a la probabilidad de que un diccionario surgiendo de una explosión en una imprenta.
Lo triste de estas teorías son los resultados, porque conducen a un pesimismo fatal. Impulsan la creencia de que el ser humano está llegando a la meta, de que es alguien que puede prescindir de Dios, y dejan la clara sensación de una vida sin valores trascendentes, que van más allá de la experiencia humana material. Y ese pesimismo se revela ya en las vidas de muchos jóvenes, y en este sentido resulta significativo el aumento de suicidios. ¿Cómo es posible que en las edades en que existe ilusiones y esperanzas para vivir en el presente y para lograr en el futuro, tantos adolescentes y jóvenes llegan a la conclusión de que no vale la pena vivir? Fue el Dr. Alberto Einstein quien dijo: "El hombre que considere a su propia vida y a la de sus semejantes como sin sentido, no es simplemente desafortunado, sino que casi está descalificado para la vida. Esta fue una acertada declaración". Bien, estimado oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Esperamos continuar contando con su compañía, ya que en nuestro próximo programa continuaremos nuestro recorrido por este breve libro del profeta Abdías. Mientras tanto, le sugerimos que lea el resto de este libro de Abdías, para familiarizarse con su contenido.
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