Estudio bíblico de 1 Juan 5:13-21
1 Juan 5:13-21
Y llegamos hoy, amigo oyente, a nuestro estudio final en esta Primera Epístola del Apóstol Juan. Queremos decir que hemos llegado al versículo clave de esta epístola, que es el versículo 13 del capítulo 5, que estamos estudiando. Este capítulo abarca la ultima división de este libro, titulada "Dios es vida", Nos encontramos en la segunda sección o párrafo de este capítulo, titulado "la seguridad de la salvación".
Hemos visto que Juan ha presentado de una manera muy clara lo que quiere decir ser salvo, lo que quiere decir, ser un creyente. Él escribió: El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. (1 Juan. 5:12). Es decir, que es Aquel que él ha presentado en este pasaje. Aquel que vino por agua y sangre, Aquel que es Hijo de Dios, que nació de una virgen, Dios manifestado en un cuerpo humano, que murió en la cruz por nuestros pecados, y resucitó de entre los muertos. En esta declaración se resume el Evangelio. Y en este versículo 13 del capítulo 5 de su primera epístola, nos dijo Juan:
"Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios."
Aquí podemos apreciar que Juan tuvo un propósito doble al escribir esta epístola, resumido en las frases de este versículo: (1) Para que creáis en el nombre del Hijo de Dios; eso es salvación, y (2) Para que sepáis que tenéis vida eterna. Si usted tiene a Cristo, si ha creído en El, tiene vida. Y hay muchas personas que dicen: "Yo quiero creer que tengo vida eterna". Pero la pregunta es: ¿En quién cree usted? O sea que reiteramos que la pregunta no es "¿Qué es lo que cree usted?", sino más bien "¿En quién cree usted? ¿Cree usted en Dios? ¿Cree usted en el testimonio que Él ha dado? Él dijo: El que tiene al Hijo, tiene la vida. (1 Juan 5:12). ¿Cree usted esta verdad, amigo oyente? Juan no dijo: "Si le parece bien o si usted se ha unido a algo o a alguien", sino que pregunta si usted cree en el Señor Jesucristo como Salvador. Si usted lo tiene a Él, entonces tiene vida.
Esta fue la razón por la cual Juan había escrito esta epístola: para que sepáis que tenéis vida eterna". Este fue también el propósito del Evangelio que Juan escribió, tal como lo expresó en el capítulo 20;30 y 31, hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este Libro, Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Si usted tiene al Hijo, tiene la vida. Juan quiso que supiéramos esta verdad y cuando la conocemos, honramos a Dios. Esto significa sencillamente que usted no está dejando a Dios como un mentiroso, sino que está creyendo en El. No se trata de cuanta fe tiene usted ni de cómo se siente al respecto. Se trata de si usted cree en Cristo o no. Esto es sumamente importante.
El tener esta certeza de la vida eterna causará un efecto en nuestra vida cristiana aquí y ahora, Leamos a continuación el versículo 14 de este quinto capítulo de 1 Juan:
"Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye."
Nuestra certeza nos dará confianza en la oración y, puede usted creernos, que necesitamos tener confianza en la oración. Esta palabra "confianza" realmente significa "audacia, atrevimiento". Así que ésta es la confianza que tenemos en El. Esta certeza le dará al hijo de Dios la confianza necesaria para orar.
Dice este versículo 14, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad. Es decir, que nuestra oración debe ser hecha conforme a la voluntad de Dios. Si usted y yo nos encontramos en una relación de comunión y compañerismo con El, viviendo cerca de Él, entonces nuestra oración expresará el deseo de cumplir la voluntad de Dios en toda circunstancia. Un misionero llamado Jorge Müller lo explicó de la siguiente manera: "La oración no consiste en vencer la reticencia de Dios, sino en asirnos de Su buena disposición". Hasta aquí la cita. O sea, que la oración no consiste en tratar de conseguir que Dios haga algo que El se muestre reticente a hacer, sino que debe ser el tener en nuestra mente Sus propios pensamientos. Este es el hecho que nos proporciona confianza cuando nos dirigimos a Dios en oración.
La última frase de este versículo 14 tiene gran importancia: el nos oye. Y usted puede estar seguro de que Él no sólo escucha nuestra oración sino que también la contesta. Dios escuchará las oraciones de Sus hijos, aunque no siempre las contestará como Sus hijos esperan que Él las conteste o dándoles lo que le pidan. Juan estaba diciendo que podemos tener la confianza de que El contestará a nuestro pedido de acuerdo con la forma en que oremos - cuando oremos conforme a Su voluntad. Leamos ahora el versículo 15 de este quinto capítulo:
"Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho."
Ahora, es extraordinario saber que usted y yo tenemos un Padre celestial. Si estamos viviendo en una relación de compañerismo y comunión con El, si somos conscientes de que no hay pecado en nuestras vidas, y si no hay ningún otro estorbo para la oración en nuestras vidas, no vamos a orar con egoísmo. Cuando estamos viviendo en comunión con El, cuando le estamos siguiendo, podemos tener la confianza de que oirá lo que pedimos y contestará nuestra oración. No hemos de acercarnos a Él con desconfianza o con la actitud de un mendigo que implora, sino que lo haremos con una confianza tan osada como respetuosa, para pedir que se cumpla la voluntad de Dios. Continuemos leyendo el versículo 16 de este quinto capítulo:
"Si alguno ve a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida."
La palabra "muerte" aquí se refiere a la muerte física. No es ninguna referencia a la muerte espiritual porque el hijo de Dios tiene vida eterna. Juan estaba diciendo que los creyentes pueden cometer un pecado a causa del cual su Padre celestial los llamará al hogar; es decir, que En los removerá físicamente de esta vida, porque quizás estén siendo una deshonra para El.
Observemos a algunos personajes de la Biblia que han cometido ese pecado, el pecado de muerte. En el Antiguo Testamento, tenemos que Moisés y Aarón cometieron un pecado de muerte. Usted recordará que Moisés se enojó cuando los hijos de Israel imploraban que les dieran agua. Entonces, en vez de hablarle a la roca como Dios le había dicho, la golpeó 2 veces. Él ni siquiera debería haber tocado aquella roca, que ya había sido golpeada antes una vez, y Moisés debió haber confiado y seguido las instrucciones de Dios. La roca había de ser un ejemplo o figura de Cristo. En 1 Corintios 10:4, el apóstol Pablo escribió. 4y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo. Cristo, y Moisés estropeó esa figura al golpear la roca dos veces. Y veamos las consecuencias. En Números 20:12, dice: sólo murió una vez. Ahora, en cierto sentido, Moisés arruinó ese tipo, haciendo lo que hizo, y Dios dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no entraréis con esta congregación en la tierra que les he dado. Hubo una restauración para Moisés en el sentido en que pudo continuar guiando al pueblo. Sin embargo, él comenzó a rogarle a Dios que lo perdonara y le permitiera entrar en la tierra. Pero el Señor le dijo que aunque le había restaurado a su lugar de liderazgo al frente del pueblo, no iba a entrar en la tierra. Y cuando Moisés continuó insistiendo sobre el tema, el Señor le respondió que no le hablara más sobre ese asunto (como podemos leer en Deuteronomio 3:26). Moisés y Aarón habían cometido un pecado de muerte - que implicaba la muerte física.
Ahora en el Nuevo Testamento tenemos otro ejemplo y nos referimos a Ananías y Safira. Ellos formaban parte de la iglesia primitiva, y se les encontró culpables de mentira (como podemos leer en Los Hechos 5:1-11). Ellos estuvieron dispuestos a dar una impresión falsa a aquella iglesia primitiva y llegaron hasta el extremo de vivir una mentira. A causa de ello, Dios los removió de esta escena terrenal.
Tenemos también otro incidente como este. Se menciona en la Primera Epístola a los Corintios. Algunas personas se habían estado embriagando en la cena del Señor, y estaban perdiendo de vista totalmente el significado de la misma. Y entonces el Apóstol Pablo les escribió lo siguiente: Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen (ver 1 Corintios 11:30); es decir, que estaban muertos. Pablo estaba diciendo que ellos habían cometido un pecado de muerte.
En este punto alguien podría preguntar: "¿cuál es ese pecado de muerte?" Bueno, para comenzar, debemos aclarar que Juan no estaba hablando de un pecado imperdonable. Aquí estamos hablando de un pecado que implica la muerte física, no la muerte espiritual. Estas personas eran hijas de Dios. El nunca las habría llevado al hogar celestial si no hubieran sido Sus hijos o hijas. El Señor no castiga a los hijos de Satanás, sino a los que son sus hijos. Cuando sus hijos cometen el pecado de muerte, El les lleva consigo a su hogar eterno.
Pero, ¿cuál es este pecado? Específicamente, ¿en qué consiste? Bueno, para Moisés y Aarón fue una cosa -perdieron el control de su carácter y destruyeron una figura del Señor Jesús. Ananías y Safira estaban viviendo como hipócritas. Y en la ciudad de Corinto, había creyentes que se estaban embriagando y comportándose desordenadamente en la reunión de la Cena del Señor. Así que el pecado que implicaba muerte ni consistía en un pecado específico, y pensamos que para usted sería una cosa diferente de lo que sería para mí, por ejemplo. Pero en nuestra opinión, cada creyente es capaz de cometer el pecado de muerte, cualquiera que éste sea según sus circunstancias personales. Usted puede continuar pecando hasta que Dios lo remueva del mundo. esto no significa que todo cristiano que muere ha cometido el pecado de muerte, pero es posible que se produzca este desenlace.
Creemos que Absalón también cometió un pecado de muerte. Y pensamos que Absalón era realmente un hijo de Dios; pero él encabezó una rebelión contra su propio padre, el rey David. Nosotros hemos observado en el transcurso de muchos años, cómo ha tratado Dios a los que causan problemas en la iglesia. No sólo hemos visto que algunos han sido removidos por la muerte, sino que también hemos visto que el Señor los ha puesto a un lado de tal manera que resultaron inútiles para continuar en el servicio de Dios. Así que es posible cometer un pecado de muerte, y reiteramos que se trata de muerte física, y no de muerte espiritual.
Creemos que si un hijo de Dios, por su conducta ante los demás, continúa deshonrando al Señor, El lo apartará del escenario de su actividad, o lo removerá de esta tierra llevándolo al hogar celestial. Como ya hemos visto, el relato Bíblico, con sus ejemplos, nos ha demostrado que Dios está dispuesto a actuar de esta manera cuando el honor de Su nombre y de la causa del Evangelio están en peligro de deshonra o de caer en el descrédito. Continuemos leyendo ahora el versículo 17 de este quinto capítulo de 1 Juan:
"Toda injusticia es pecado, pero hay pecado no de muerte."
Todos los creyentes que están con vida en la actualidad han pecado. Hemos cometido aquello que era pecado, e injusticias, pero Dios no nos ha removido de esta tierra llevándonos al hogar celestial. Si el Señor estuviera llevando a ese hogar eterno a cada cristiano que ha pecado, muchos habríamos sido removidos hace ya mucho tiempo. Y dice el versículo 18 de este quinto capítulo:
"Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo guarda y el maligno no lo toca."
Prestemos atención a la primera frase de este versículo: Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado. Como hemos visto en esta epístola, usted y yo tenemos dos naturalezas; una vieja naturaleza y una nueva naturaleza. La nueva naturaleza no peca. Nunca peca, sino que tiene un deseo de agradar a Dios y de implicarse en las cosas de Dios. La vieja naturaleza sí peca, y es por causa de ella que el cristiano peca.
El versículo 18 continúa diciendo: pues Aquel que fue engendrado por Dios lo guarda y el maligno no lo toca, Este es otro versículo que nos hace creer que el hijo de Dios nunca puede estar poseído por un demonio. Creemos que los cristianos pueden llegar a un punto en el cual estén oprimidos por demonios, pero si se demuestra que están realmente poseídos por demonios, cuestionaríamos su salvación - incluso si ellos mismos piensan que han nacido espiritualmente de nuevo. ¿Por qué? Porque, como dijo Juan en esta epístola, capítulo 4:4, mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo. En vista de estas afirmaciones categóricas, podemos afirmar que el Espíritu Santo no estaría morando en el mismo lugar en que mora un demonio. Continuemos nuestra lectura con el versículo 19:
"Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno"
Así que el mundo entero está bajo el control del maligno. Y nosotros sabemos que pertenecemos a Dios. En cuanto al sistema del mundo está en realidad adormecido o dormido en su maldad. En otras palabras, es como si el diablo hubiera puesto a dormir al mundo y, en consecuencia, no quiere que los mensajeros de la Palabra de Dios lo despierten. El enemigo de Dios quiere que la gente se sienta cómoda en esa situación y que no despierte a esa realidad. Muchas personas que incluso tienen formalmente su membresía en iglesias están espiritualmente muertas en sus transgresiones y pecados, y el diablo no quiere que se despierten. El desea que las dejen tranquilas, para que puedan continuar bajo su control. Por ello, se preocupa cuando algunas se despiertan, y abren los ojos para contemplar la verdad de Dios. Así que tengamos en cuenta que como creyentes, estamos viviendo en un mundo que duerme plácidamente, aunque con sueños inquietos, en los brazos del maligno, de la misma manera que un niño pequeño descansa confiadamente en los brazos de su madre. Si miramos a nuestro alrededor con objetividad, más allá de las apariencias de paz y normalidad, estaremos de acuerdo con la realidad de esta evaluación. Leamos ahora el versículo 20 de este capítulo:
"Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna."
Amigo oyente, esta es la razón por la cual el cristianismo no es una religión, sino una relación con una persona. Y esa persona es Cristo. Si usted tiene esa relación, si usted le tiene a Él, entonces tiene la salvación, es poseedor de la vida eterna. Es una persona. Esa persona es Cristo. Si usted viene a Él, entonces tiene la salvación. Y después, Juan concluyó diciendo en el versículo 21:
"Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén."
Cualquier cosa que se interponga entre Cristo y el creyente es un ídolo. El apóstol Juan nos advirtió que nos apartáramos de aquellos elementos del sistema del mundo que acaparan nuestra mente y nuestra atención. La codicia es idolatría, así como otras pasiones, obsesiones o inclinaciones también lo son. Como resultado, nos encontramos con que muchas personas están adorando hoy, muchas cosas del mundo malvado en que vivimos, cosas que no son otra cosa que ídolos. Recordemos que la primera declaración de Dios registrada en la Biblia para nosotros fue: En el principio Dios creó (como podemos leer en Génesis 1:1. Y entre Sus últimas palabras dirigidas a nosotros se encuentran las de este último versículo de esta carta, que dice: Hijitos, guardaos de los ídolos.
Bien, amigo oyente, llegamos así al final de este estudio de la Primera Epístola del Apóstol Juan. Confiamos que haya sido de tanta inspiración y bendición como lo ha sido también para nosotros. Damos gracias a Dios por el privilegio que nos ha concedido de recorrer junto a usted esta parte de la Palabra de Dios, que seguramente ha contribuido a reforzar aspectos fundamentales de la fe cristiana, ilustrados de diversas maneras y con un énfasis especial, en su aplicación a la vida diaria del cristiano. Que vive en un contexto humano de hostilidad por parte del sistema dominante de un mundo malvado. En nuestro próximo programa, volveremos al Antiguo Testamento para comenzar nuestro estudio en el libro de Miqueas. Le agradecemos por la atención que está dedicando a estos estudios y le invitamos, pues, a continuar acompañándonos en una nueva etapa de este largo viaje "a través de la Biblia". Así que nos despedimos hasta nuestro próximo encuentro.
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