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Estudio bíblico: Cuando el líder tiene que ejercer disciplina - Josué y Acán - Josué 7:1-26

Autor: Roberto Estévez
Uruguay
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Cuando el líder tiene que ejercer disciplina

Josué y Acán (Jos 7)

Es de noche, y un hombre está moviendo unas piedras de los escombros de la muralla caída. Al rato aparece con tres bultos, dos grandes y uno chico. Se dirige de vuelta al campamento y entra en su tienda. Después empieza a mover las cosas adentro de su carpa. Cuando ha movido todo lo que estaba en el medio de la carpa, empieza a hacer un pozo. La pala golpea con fuerza en ese suelo duro de arena y tierra que no se quiere romper. Una de las hijas le pregunta: Padre ¿para qué estás haciendo un pozo en medio de la carpa?
Acán le contesta: no me preguntes nada, después te lo explico. Los hijos le interrogan: ¿Qué hay adentro de esas tres bolsas? La respuesta es la misma. No me pregunten nada, después les explico. Los muchachos miran y se sonríen como si adivinaran algo. Después de todo saben muy bien que su padre es muy hábil en cualquier situación en que se produzca una "oportunidad" para ganar algo.
Una vez que Acán ha depositado cuidadosamente los tres bultos en el fondo del pozo, lo empieza a rellenar. El trabajo más difícil es aplastar esa tierra y arena en forma tal que quede al mismo nivel, como si "aquí no ha pasado nada".
Los hijos le vuelven a preguntar: ¿Papá, dinos por favor que hay adentro de esas bolsas? El padre se sonríe con una expresión de satisfacción y les responde. Después les cuento, es algo para que ustedes también lo puedan disfrutar. Los jóvenes carcajean porque ellos sospechan de dónde procede el contenido de esas bolsas.
Los ojos saltones de Acán delatan su euforia. Nadie lo ha visto entrar en la tienda con los bultos. Nadie fuera de la familia le ha visto hacer el pozo, y ahora está todo bien tapado. Nadie pensaría que allí en esa tienda, donde se ha colocado en el medio una piel de cordero, alguien había hecho un hoyo.
A la mañana siguiente Josué envía tres mil guerreros a pelear contra el pueblo de Hai. Los espías han informado que no es necesario enviar a todo un ejército. Son pocos y la misión va a ser fácil, han dicho. Pero ante el asombro de todos, los de Hai hacen un contraataque inesperado. Sin temor y con denuedo acometen a las fuerzas de Israel. Treinta y seis hombres de la vanguardia caen muertos y los heridos no se cuentan. Israel retrocede y luego huye ante el ataque feroz del enemigo.
Josué está anonadado y no lo puede creer. Habían salido victoriosos contra la fortaleza inexpugnable de la ciudad de Jericó y ahora habían fracaso contra el pequeño pueblo de Hai.
El comandante rompe sus vestidos en señal de duelo intenso y los ancianos hacen lo mismo. Delante del arca de Jehová echan polvo sobre sus cabeza y llorando claman: "¡Hay Señor Jehová! ¿por qué hicisteis pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos a nosotros en manos de los amorreos para que nos destruyan?" (Jos 7:7).
Por fin, después de un largo rato de silencio en el que sólo se escuchaba el llanto y las oraciones de los ancianos, llegó la respuesta: "Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos" (Jos 7:7-8).
Cuando los hijos de Acán le traen a su padre la noticia de la derrota, éste les contesta: "así es la guerra; hoy perdemos y mañana ganamos".
Se rumorea en todo el campamento que Josué ha prometido encontrar a los culpables de la derrota. Se convoca a todo el pueblo para la mañana del día siguiente. Se pregona que se va a determinar quién es el responsable, y este va a ser castigado duramente.
Uno de sus hijos le dice: Padre, ¿se ha enterado de lo que van a hacer mañana? Están ciertos que van a encontrar al culpable de derrota. Acán con una sonrisa burlona le responde: no te preocupes, ya les dije que nadie me ha visto. Diciendo esto mueve la improvisada alfombra y observa una vez más el lugar donde ocultó el anatema. Le da un "toquecito" más para estar seguro de que no se nota absolutamente nada. Nuevamente una sonrisa maliciosa se esboza en el rostro de Acán mientras sus hijos también se ríen. ¡Ya les dije que aquí no ha pasado nada!
Acán ignora que esa noche es la última oportunidad que él tiene para confesar su pecado, y quizás tener un castigo menos severo.
Ha llegado la hora de la prueba. Ante el asombro de todos, la tribu de Judá ha sido seleccionada como culpable. El proceso lento de selección continúa y por último se ha indicado que los infractores son Acán y su familia.
Josué está profundamente emocionado. Mira a ese hombre que ha sido señalado como el culpable. Yo perdí a mi hermano por su culpa dice uno. Yo perdí a mi esposo; él es el responsable, grita una mujer. Los dedos se van levantando aquí y allí, y docenas de individuos lo señalan diciendo: yo perdí a un ser querido por causa de su pecado.
Acán está pálido y tembloroso. Josué se dirige a él y le dice: "Hijo mío"; y al decir estas palabras se percibe el profundo dolor en su corazón. "Hijo mío da gloria a Jehová Dios de Israel y dale alabanza".
El culpable mira a su alrededor y se da cuenta de que no tiene escapatoria. Ve a todas esas gentes apuntándole con sus dedos y delante de él al hombre de Dios. Empieza a temblar como una cuerda de guitarra que está un poco floja. Está pálido. Las voces de los acusadores aumenta de intensidad segundo a segundo: "¡Por tu culpa!", "¡Por tu culpa...!".
El delincuente por fin confiesa lo que hizo y dónde está el tesoro. Josué envía mensajeros que confirman el delito y encuentra el manto, la plata y el oro. El sueño de pasear por una gran ciudad luciendo el manto babilónico se ha terminado. Los talentos de plata y el lingote de oro con los cuales pensaba comprar tantas cosas no ha sido mas que sueño y ahora se ha cambiado en una pesadilla. La sentencia con todo rigor se cumple sobre él y sus hijos.

La historia bíblica y nosotros

Vienen a nuestros corazones las palabras del Señor: "Sed santos porque yo soy santo" (1 P 1:16). También: "Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos esperanza" (Ro 15:4).
Hay capítulos en la Biblia que no son populares. En realidad nos cuesta hablar de esos episodios. Sin embargo sabemos que "toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (1 Ti 3:16). "Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos" (He 2:1).
Cuando como en este caso vemos la consecuencia del pecado, nos turbamos y nos preguntamos: ¿Será posible que a Josué se le fue la mano en el castigo? ¿Será posible que fue demasiado severo? Algunos objetarán: ¿Por qué la familia también fue castigada? Es muy probable que ellos también participaron en el asunto. Sin duda que vieron cuando Acán hacía el pozo y todo lo que colocó adentro, y se callaron. Después de todo a ellos también les iba a beneficiar ese oro y plata. En la vida espiritual el cómplice también es culpable.
Después de esta experiencia la vida de Josué sin duda ha cambiado. El ha aprendido que antes de hacer una batalla o una acción importante en la vida hay que buscar la dirección del Señor en oración. Había recibido instrucciones precisas de cómo tenía que actuar para tomar Jericó (Jos 6:2). No está documentado qué fue hecho cuando fue a combatir a Hai (Jos 7:2).
1. El pecado de Acán
Acán fue codicioso y trató de obtener fácilmente algo que no le pertenecía. Dios específicamente había determinado qué había que hacer con las riquezas obtenidas durante el saqueo de una ciudad (Jos 6:18-19). Él pensaba que el Dios de Israel no lo podía ver, que era pequeño como esos dioses de los pueblos paganos y que se le podía engañar.
Cuando Acán comete el pecado hace lo que quizás algunos hubieran hecho si hubieran estado en la misma situación. Estos elementos de mucho valor económico hubieran cautivado la ambición de otros individuos aparte de Acán. Su acción pecaminosa, individual o familiar, es un síntoma de una situación colectiva mucho más extensa. El pisotear voluntariamente los mandamientos de Dios es algo muy peligroso.
2. La reacción de Josué
Su acción: Rompió sus vestidos, lo cual era una demostración de dolor, tristeza, y a veces de indignación. Pero no se quedó ahí. Recordemos que el Señor les había prometido la victoria: "Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida, porque como estuve con Moisés estaré contigo, no te dejaré, ni te desampararé" (Jos 1:5). Había, por lo tanto, dos posibilidades: O Dios había fallado, o ellos habían fracasado. Y por supuesto sabemos que el Eterno nunca falla.
Su posición: Se postró en tierra delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel, y echaron polvo sobre sus cabezas. El echar el polvo era señal de tristeza y arrepentimiento. Nosotros no tenemos el arca, pero qué preciosas son las palabras en Hebreos: "Acerquémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (He 4:16). Notemos además que Josué no se postró solo, sino con los ancianos. Los principales de Israel estaban junto al líder que Dios había puesto.
Su oración: No fue una plegaria corta. Parecería que se quedaron en esa posición por largo tiempo. El texto nos informa que fue "hasta caer la tarde" (Jos 7:6).
Su decisión: Luego de saber la causa de la derrota, era importante hallar al culpable. "¡Ah Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan?" (Jos 7:7).
Parecería que Josué ya se olvidó del tremendo triunfo sobre Jericó, la ciudad inconquistable. Y luego dice una frase en que se expresa como uno de nosotros: ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! Cuando la cláusula tendría que haber sido: Ojalá que no hubiésemos pecado desobedeciendo voluntariamente el mandato de Dios. Por supuesto que Josué ignoraba, hasta que el Señor se lo reveló, los detalles de todo lo que había sucedido.
¡Ah, Señor! ¿Qué diré ya que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos? (Jos 7:8). La preocupación de Josué no es solamente el hecho de que han perdido una batalla, no es que tres mil hombres han huido, no es que treinta y seis soldados están muertos. Notemos su análisis: "Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán y nos rodearán y borrarán nuestro nombre de sobre toda la tierra. Nos van a destruir" (Jos 7:9). Vamos a desaparecer como raza (genocidio). La conclusión final es tremenda. "¿Qué harás tú a tu grande nombre?". Es decir, la gente va a pensar que el Dios de Abraham, Isaac y Jacobo no es todopoderoso, no es mayor que el de los amorreos u otro pueblo. El mejor argumento entonces de Josué tiene que ver con la gloria y honra del nombre del Eterno.
3. La respuesta de Dios
"Levántate, ¿por qué te postras?" (Jos 7:10). De inmediato vienen seis acusaciones: a) Israel ha pecado. b) Han quebrantado mi pacto que yo les mandé. c) Han tomado del anatema. d) Han hurtado. e) Han mentido. f) No han guardado.
Un solo pecado trae automáticamente una cadena de pecados. No existe la infracción aislada.
Hay entonces una seria advertencia. "No podrán hacer frente ni estaré más con vosotros si no destruís el anatema" (Jos 7:12).
El remedio: Hay que destruir el anatema. "Levántate. Santifica al pueblo y di: santificaos para mañana, porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayan quitado el anatema de en medio de vosotros" (Jos 7:13).
Todo el pueblo va a pasar por el proceso hasta que se encuentre el culpable. Acán ha perdido la oportunidad de presentarse inmediatamente delante de Josué y de confesar toda la verdad. Sin duda que él piensa que de alguna manera no va a ser descubierto. Él cree que nadie lo ha visto. Es cierto que ningún ojo humano lo ha observado, pero Dios lo ha visto. La palabra de Dios enseña: "El que encubre su pecado no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia" (Pr 28:13).
Acán no creía en la omnisciencia del Eterno. El creyó que Dios no lo veía y estaba equivocado. Luego tenemos la autoridad de Josué al decirle: "Hijo mío da gloria a Jehová el Dios de Israel y dale alabanza y declárame lo que has hecho. No me lo encubras" (Jos 7:19). El malhechor confiesa después de ser descubierto cuando ya no tiene más posibilidad de ocultar su pecado (Jos 7:20).

El líder que hay en nosotros

Josué busca la dirección de Dios frente a la crisis inesperada. A veces las autoridades de la iglesia o de una organización tienen que tomar decisiones severas frente a situaciones graves. El tapar o cubrir el pecado hace que la bendición de Dios se suspenda. Una iglesia o un ministerio puede sufrir mucho cuando sus líderes se encuentran cometiendo pecados morales graves. Solamente la aplicación de la disciplina correcta y la confesión total es la solución para tales problemas.
El líder espiritual sufre mucho cuando los miembros de su congregación u organización han caído en un pecado serio. Tenemos una visión del corazón quebrantado de Josué al llamar a Acán "hijo mío". Al parecer era un hombre acomodado dado que tenía bueyes, asnos y ovejas (Jos 7:24).

Causas y resultado de la derrota

Ahora hay otra batalla contra una ciudad relativamente pequeña: pocos miles de habitantes y al parecer sin muros, o si los tenían no eran muy fuertes. El peligro de menospreciar al enemigo lo vemos en (Jos 7:3): a) Son pocos. b) Suban a la batalla solo dos o tres mil. c) La razón: para no cansar al pueblo.
Se nos dice luego que la población de hombres y mujeres que participaron en la batalla fue de doce mil personas (Jos 7:25). Treinta y seis de ellos son muertos (Jos 7:4-5). Si bien el porcentaje de bajas es un poco más del uno por ciento, ellos esperaban un triunfo absoluto sin fatalidades. Sin duda que hubieron muchos heridos que no se mencionan en el texto.
El pecado de un hombre y de su familia va a traer consecuencias graves en la muerte de hombres, heridos y una sensación de fracaso y miedo sobre todo el pueblo. El resultado es que "el corazón del pueblo vino a ser como agua" (Jos 7:5), es decir, se derritió. Después del fácil y espectacular triunfo sobre Jericó pensaban que todas las batallas iban a ser exitosas sin muertos ni heridos. Pero esta vez les faltaba algo y esto era el poder de Dios a su lado. Es imposible ser victoriosos en este mundo sin la bendición de Dios.

Qué podemos ver de positivo o luminoso en esta historia tan triste

1) Josué como líder actúa correctamente y es fiel a su Dios.
2) El pueblo de Israel obtiene después fácilmente la victoria sobre los de Hai.
3) El pueblo aprende que los pactos de Dios con su pueblo están condicionados a la obediencia. La crisis no es debida a la infidelidad de Dios, sino al pecado de la gente. También la nación toma conciencia del hecho de que hay circunstancias en que el juicio de Dios y la disciplina tienen que ser ejercitados aunque esto nos duela mucho.
4) Si bien el nombre de Josué no se menciona específicamente en el libro de Hebreos, sí se señala la caída de Jericó como una proeza de fe en la que desde el punto de vista humano Josué es el principal protagonista (He 11:30).

Detalles técnicos

Un talento o shekel pesará unos 11 gramos. Doscientos siclos de plata serían unos 2 kilogramos. Un lingote de oro pesaría unos 550 gramos. En el año 2016 el precio de oro se aproximaría a unos 20 mil dólares.
El "manto babilónico muy bueno", de acuerdo con algunos expertos, sería semejante a una de esas alfombras persas muy elaboradas.
Creemos que los hijos eran culpables porque la ley de Moisés expresamente prohíbe el castigo sobre los hijos cuando eran inocentes: "Los padres no serán muertos por culpa de los hijos ni los hijos serán muertos por culpa de los padres" (Dt 24:16).
"Anatema". Esta palabra se usa en el Antiguo Testamento en dos sentidos. Uno como algo que se dedica a Dios. El otro sentido como algo que tiene que ser destruido. Se ha sugerido que la razón por la cual tiene que ser destruido es por estar conectado a una divinidad pagana.

Preguntas para grupo de estudio

1. ¿Tuvo Josué alguna responsabilidad en la derrota en la batalla contra Hai?
2. ¿Cual fue la secuencia del pecado de Acán?
3. ¿Que aplicación podemos tomar de esa historia para nosotros en el día de hoy?
4. ¿Podemos despreciar los mandamientos de Dios impunemente?

Comentarios

México
  Froylan Montoya Garcia  (México)  (03/05/2019)

Gracias por los estudios. Me llenan de gozo. Gracias, bendiciones.

Colombia
  HernÁn DarÍo Borja Quiroz  (Colombia)  (16/04/2019)

Considero que el liderazgo de Josué le permitió aunque fuera con dolor que era necesario hacer lo correcto a pesar de que tuvo que tomar una decisión en contra de un ciudadano de Israel. Para él era necesario cumplir la voluntad de Dios aunque esta fuera dolorosa. Cumplir el propósito de Dios le permitió que la siguiente batalla la pudieran ganar en el nombre de Jehová.

Colombia
  Campo Elias Palma Millán  (Colombia)  (16/04/2019)

Gracias a ustedes mi concepción de lo Espiritual hoy es mas claro. Dios los bendiga.

Argentina
  Gladis Luna  (Argentina)  (08/04/2019)

Me encantan los estudios bíblicos son precisos, entendibles ,y llenan el corazón de sabiduría ...DIOS los bendiga por semejante bendición!!!

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