Saltar al contenido

Estudio bíblico de 2 Juan 1:9-13

2 Juan 9-13

Llegamos hoy, amigo oyente, a nuestro último estudio en esta breve Segunda Epístola del Apóstol Juan, que es una epístola de suma importancia. Antes de dedicarnos al versículo 9, y a modo de repaso, recordaremos algunos de los puntos básicos de la última parte de nuestro programa anterior.

Recordemos, por ejemplo, la referencia de Juan al Gnosticismo. El Gnosticismo estaba creando perturbación en los días del apóstol Juan. A cualquier lugar donde haya llegado el Evangelio, los cultos y sectas siempre lo han seguido. Esas sectas siempre llegan y siguen a la predicación del Evangelio - nunca llegan antes. Así que en aquel tiempo se habían introducido en la zona, la que fue conocida por la secta Gnóstica, que realmente estaba dividida en muchos grupos. Había uno de esos grupos que formaba una secta conocida como los gnósticos de Cerintius. Ellos seguían a un maestro de Éfeso que se llamaba Cerintius. Los gnósticos de Cerinto enseñaban que Jesús y Cristo eran dos entidades completamente diferentes. Y que lo divino descendió sobre Jesús en Su bautismo, pero que le dejó cuando Él murió en la cruz. Había también otra filosofía gnóstica llamada docética, cuyos adeptos negaban la realidad del cuerpo físico de Cristo. Ellos dijeron que los apóstoles pensaban que veían a Jesús, pero que de hecho, El no era una persona real. Según ellos, El era simplemente una aparición. Hay algunas sectas que han adoptado también esta herejía. Fue por esa razón que Juan dijo en su primera epístola, recordando a Jesús, en el capítulo 1:1, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos. Los apóstoles sabían de qué estaban hablando, y estaban convencidos de que Jesús era un hombre real.

Ahora, Juan dijo que podríamos distinguir a alguien que fuera hijo de Dios, de una persona que no lo fuera. El que no practicara la justicia ni amara a su hermano, no pertenecía a Dios. El amor y la justicia eran y son dos manifestaciones de un hijo de Dios. Por ello debíamos conocer a aquellos que negaban la deidad de Cristo. Juan decía que aquel que negaba la deidad de Cristo, no era cristiano. Podría ser una persona religiosa, pero no cristiana. Después de todo, "cristiano" significa seguidor de Cristo, o sea, alguien que cree en El. Nadie puede ser un seguidor de Cristo a menos que crea en el nacimiento virginal, en su Deidad, en su vida milagrosa, en Su obra de redención en la cruz, y en su resurrección de entre los muertos.

Cada creyente debería sentir una gran motivación para ser fiel a Cristo, viviendo la expectativa de aquel día en que le escuche decir a su Salvador y Señor; Está bien, buen siervo:...has sido fiel (Lucas 19:17). Al final de su vida, el apóstol Pablo pudo decir lo que leemos en 2 Timoteo 4:7 y 8: 7He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. Durante su vida, Pablo no estuvo completamente seguro de ello, porque en una ocasión dijo que no quería ser desaprobado cuando llegara a la presencia de Cristo. Por lo tanto, nos incumbe a nosotros el no ser engañados ni convencidos por el error.

Y en el versículo 9, de la Segunda Epístola del Apóstol Juan, leemos:

"Cualquiera que se desvía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo."

La palabra extravía hablando de aquel que se desvía es muy interesante. En el griego es la palabra "proago", y "ago" quiere decir "ir". "Pro" quiere decir "antes". Por lo tanto, proago significa "ir antes", o "seguir adelante". En consecuencia, el significado aquí, no es tanto el transgredir sino más bien el ir más allá de lo que es apropiado, el ir más allá de lo que es correcto. Este es el significado que le dio el profesor Thayer en su léxico Griego del Nuevo Testamento. Dice también literalmente, "cualquiera que va más allá de lo correcto, es decir, que va a un extremo". Y esto era lo que reclamaban los gnósticos para sí mismos. Como bien sabemos, la palabra "gnosis" significa conocimiento. Los gnósticos afirmaban tener un poco más de conocimiento que cualquier otra persona, algo que los hacía más santos. También en nuestra época hay algunos que se consideran en esa categoría; en su orgullo, ellos creen tener algo que el resto de los demás no tiene. De vez en cuando recibimos una carta de alguien que señala algo que, en su opinión, nosotros ignoramos, y que esa persona manifiesta conocer. Ese tipo de personas parecen no tener amor por sus hermanos, lo cual significa que no están permaneciendo en la doctrina de Cristo. Esto es algo que los caracteriza. Así que esta era la condición de la cual el apóstol Juan estaba hablando aquí, al referirse a una situación que sobrepasaba lo que era apropiado, es decir, que se iban a un extremo, que eran unos extremistas, que no permanecían en la doctrina de Cristo, y estaban demostrando no tener a Dios en su vida.

Hace muchos años, algunos teólogos de tendencia crítica se reunieron con ciertos predicadores y después de mantener algunas discusiones concluyeron que ya no necesitaban responder a las creencias de los más conservadores, en asuntos como el nacimiento virginal de Cristo, la deidad de Cristo, o la muerte de Cristo por nuestros pecados. Se sentían como si se hubieran graduado de estas enseñanzas. Se consideraban muy intelectuales, como si hubieran llegado a un nivel muy alto de madurez y santidad, es decir, como si hubieran alcanzado la cumbre del conocimiento, y desde esas alturas contemplaban al resto de los cristianos como ingenuos, que aun creían en la deidad de Cristo y Su muerte a causa de nuestros pecados. Según nuestra opinión, ellos habían quebrantado las creencias de la doctrina de Cristo reveladas en las Sagradas Escrituras y no tenían a Dios en sus vidas. No resultó sorprendente, entonces, que muchos de aquellos teólogos llegaran, con el tiempo, a la conclusión de que Dios había muerto. Pero El no estaba muerto, sino que eran ellos los que estaban espiritualmente muertos en sus pecados. Y hoy hay muchos que creen lo mismo o, al menos, viven como si creyeran que Dios no existe. Y convierten estas palabras de Juan en una realidad porque, amigo oyente, todo el que se descarría y no permanece en las enseñanzas de Cristo, no tiene a Dios. Como dijo el apóstol Pablo en Efesios 2:5, son aquellos que están espiritualmente muertos en sus pecados, y necesitan que Dios les de vida espiritual, salvándoles por su gracia, porque ellos no pueden hacer nada para salvarse por sí mismos.

Por ello el apóstol Juan continuó diciendo en este versículo 9, el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si usted está permaneciendo en la doctrina de Cristo, perseverando en Sus enseñanzas reveladas en la Biblia, entonces tiene a Dios el Padre, tiene a Dios el Hijo, y tiene acceso al Padre por medio del Hijo. Así que tenemos acceso a Dios a través de Cristo, por Su maravillosa e infinita gracia si perseveramos en las enseñanzas de Cristo.

Ahora, esa palabra perseverar o permanecer, indica seguir, continuar, es decir, que se refiere a un arreglo permanente. Algunos teólogos críticos, aunque respeten las opiniones divergentes, y mantengan el aspecto personal o amistoso de una relación, tienden a creer que los llamados cristianos conservadores, al no cambiar la interpretación de ciertos pasajes Bíblicos, o por interpretarlos literalmente en cuestiones doctrinales, son anticuados en su forma de pensar. Pero lo que a nosotros realmente nos preocupa, es que haya personas ejerciendo el ministerio cristiano, leyendo la Biblia en público, por ejemplo, que no crean real y plenamente en lo que están predicando. A través de los años hemos tenido contactos con algunos de los que son críticos con nuestra posición, y después de discutir con ellos distintos puntos básicos de la teología cristiana, y los elementos o eventos sobrenaturales de la Biblia, nos preguntamos si creen realmente en algo, en algo que haya sucedido verdaderamente tal como la Biblia lo relata literalmente, como por ejemplo, la acción sobrenatural de Dios en la historia y en la vida de muchas personas en particular. No olvidemos, pues, el énfasis que el apóstol Juan le dio a permanecer en la doctrina o enseñanzas de Cristo, perseverando en ellas, sin cambiarlas porque alguna parezca contradecir la moda o comportamiento social de una época. Continuemos leyendo el versículo 10 de este único capítulo de la segunda carta del apóstol Juan:

"Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!"

No podemos pensar en un lenguaje más duro y severo que éste. Volvamos a recordar nuevamente los antecedentes de esta carta, para entender mejor la firmeza de estas palabras. Juan estaba escribiendo aquí a la Señora escogida, que puede haber sido una mujer destacada en la iglesia, que disponía de buenos recursos económicos, renombrada por su hospitalidad, y que podía agasajar a sus visitantes espléndidamente en su hogar. Era una mujer generosa. Evidentemente llegaron algunos Gnósticos y ella les ofreció hospitalidad. Quizás sintió preocupación o dudas por lo que estaba haciendo y escribió al apóstol Juan, preguntándole qué debía hacer ante esta situación. Probablemente se sentía incómoda por tenerles que decir a sus visitantes que se fueran. ¿Cuál debía ser su reacción hacia los apostatas, hacia los herejes, hacia quienes negaran la deidad de Cristo, pero al mismo tiempo pretendían ser seguidores de Cristo? ¿Debía recibirlos y hospedarlos en su casa?

También debemos tener en cuenta que en aquellos tiempos, en el Imperio Romano, no había hoteles ni facilidades de alojamiento adecuadas como las que tenemos en la actualidad. Había algunos mesones, pero éstos carecían de comodidades elementales, como por ejemplo, camas. Algunos viajeros tenían que llevar sus propias esteras y almohadillas como parte de sus equipajes. Y quizás cuando uno se acostaba tenía gente alrededor, a sus pies, al lado o en la cabecera. Ese era el método utilizado con los viajeros que desearan pasar la noche en la posada. Todo lo que el viajero podía conseguir era alquilar un espacio donde colocar su cama si la tenía. Así que, en los tiempos de la iglesia primitiva, las casas de los cristianos estaban siempre abiertas para alojar a los predicadores o maestros itinerantes de la Biblia. Cuando aquellos hombres llegaban a una ciudad, siempre había un hogar dispuesto para que ellos se alojaran. Recordemos que el Apóstol Pablo, cuando llegó a la ciudad de Corinto, se hospedó en el hogar de Priscila y Aquila. Así que éste era el procedimiento que se seguía en los días de la iglesia primitiva y la práctica general de aquella época.

Pues, bien, aparentemente esta mujer que se mencionó aquí en la Segunda Epístola del Apóstol Juan, era esa clase de persona que hospedaba a gente en su hogar y, como dijimos antes, tendría dudas sobre si debía continuar hospedando a los maestros falsos. Y, como ya hemos visto, el apóstol Juan le envió una respuesta severa y clara, que decía, como hemos leído en el versículo 10; Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Pero, amigo oyente, Juan iba a decir algo más para alertar a los creyentes y darles el motivo de su severa respuesta. Escuchemos lo que dijo aquí en el versículo 11:

"Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras."

Si alguien recibía a aquellos maestros, entonces los estaba apoyando ante los demás miembros de la iglesia y ante las autoridades de esa congregación, facilitándoles su estrategia y acciones. Esa es la razón por la cual usted debe examinar todo lo que usted da a los demás como cristiano, porque si usted está ofreciendo algo indebidamente, Dios lo considerará un participante en esa acción. En relación con este hecho, el Señor Jesucristo presentó una parábola sobre un hombre que trabajaba para otro y descubrió que estaba a punto de ser despedido (como podemos leer en Lucas 16:1-13) y entonces se puso en contacto con todos los deudores de su jefe, ofreciéndoles un descuento si pagaban sus deudas, Por supuesto, ellos aceptaron encantados este arreglo. Y él actuó de esta manera para que, una vez despedido, pudiera pedirles ayuda, ya que él les había ayudado previamente. Era evidentemente un trato deshonesto - porque el Señor no dijo que fuera un acto honesto y correcto. Dejó en claro que era una mala acción. El se limitó a decir que aquel administrador de las riquezas mundanas había actuado con astucia, y concluyó que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos en sus negocios que los que han recibido la luz del Evangelio de Cristo. Y hay muchas personas que están tratando de ganar dinero rápida y fácilmente en nuestros días; son muy astutas e ingeniosas en el mundo comercial. Por lo tanto, si un hombre o mujer cuyos valores son los del sistema de este mundo, son sabios en la forma de invertir su dinero, ¿qué diremos de nuestra actitud, amigo cristiano?

¿Se siente usted conmovido por una historia sentimental o conmovedora que lo anima a contribuir económicamente en una causa. ¿Ha averiguado bien los antecedentes de quienes dicen canalizar adecuadamente los envíos de dinero, alimentos o material sanitario a zonas deprimidas de otros países? Conoce algunos detalles sobre los receptores de esa ayuda? Porque sin saberlo, podría estar ayudando usted a quienes nieguen la deidad de Cristo, todo lo que El es en Su persona divina, todo lo que El hizo en su obra redentora a favor nuestro. Si ese fuera el caso, si usted está apoyando esa obra concreta, es decir, si está participando en ella, Dios podría considerarlo responsable. En cambio, y por otra parte, hay excelentes organizaciones cristianas motivadas espiritualmente, distribuidas por todo el mundo, que actúan inteligente y honestamente, de acuerdo con la ética cristiana revelada en la Biblia, Por ello hemos dicho que debemos enfrentarnos a estos esfuerzos humanitarios con sabiduría, pidiéndole a Dios que El nos guíe para no ser engañados, y para colaborar activamente con aquellos que con su labor están contribuyendo a mostrar de una manera práctica, el amor de Dios, y haciendo esto, están participando en la difusión de la Palabra de Dios. Y Juan aquí nos estaba dejando una advertencia. Ahora leeremos los versículos 12 y 13, que constituyen el párrafo final, que hemos titulado

Saludo personal

"Tengo muchas cosas que escribiros, pero no he querido hacerlo por medio de papel y tinta, pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido. Los hijos de tu hermana, la elegida, te saludan. Amén."

El apóstol estaba diciendo que prefería más comunicarse con ellos de palabra, que por escrito. Y el rey David dijo lo mismo, en el Salmo 45:1, escribiendo lo siguiente: Mi lengua es pluma de escribiente muy diestro. Cuando David comenzó a escribir ese hermoso Salmo 45, un Salmo de alabanza a Cristo, él también dio a entender que hubiera podido comunicar estos elevados pensamientos con sus palabras, personalmente. Es como si hubiera dicho que podía expresar su poesía verbalmente, mejor que escribiéndola. Por eso nos agrada tanto el ministerio de la radio al difundir el mensaje de la Palabra de Dios, porque creemos que podemos expresarlo mejor que si lo escribiéramos.

EL versículo 12 dice Los hijos de tu hermana, la elegida, te saludan. Amén. Aparentemente, ellos eran los hijos de una hermana de esta señora llamada hermana elegida, o quizá este pasaje Bíblico se estaba refiriendo a una iglesia hermana, enviando saludos a esta señora y a la iglesia local de aquel lugar.

Esta carta de una extensión tan breve, es extraordinaria por su profundidad, y por su carácter incisivo para señalar actitudes del cristiano con gran claridad y, a la vez, escribiendo con sencillez y sinceridad. El apóstol Juan comunicó a la iglesia de todos los tiempos ciertas señales de alerta en el área doctrinal y teológica, defendiendo la integridad y cohesión de la iglesia cristiana en general, y de una congregación local.

Y así, amigo oyente, concluimos nuestro estudio de esta Segunda Epístola del Apóstol Juan. En nuestro próximo programa, comenzaremos a estudiar la tercera y última de las epístolas del Apóstol Juan. Le invitamos pues, a acompañarnos en el estudio de esta carta, también breve, pero muy descriptiva de ciertos personajes, cuyas características se han podido observar desde el principio mismo de la historia de la iglesia hasta nuestros días. En su momento veremos que tales personajes, concretamente dos de ellos, fueron un ejemplo positivo a imitar, y el tercero, constituyó una advertencia para no imitar sus motivaciones.

Queremos insistir en que si usted tiene dudas o preguntas sobre los temas que hemos tratado hasta ahora en los escritos considerados en nuestro estudio, se ponga en contacto con nosotros para aclarar cualquier asunto que haya captado su interés. Consideramos muy importante conservar la relación con nuestros oyentes, con el propósito de mantener nuestra presentación dentro del contexto de las necesidades de los cristianos, recalcando al mismo tiempo el amor de Dios hacia aquellos que no creen en El, para que puedan iniciar una relación `personal con Jesucristo, de manera que, como Salvador y Señor, El llegue a formar parte de su vida.

Finalmente, queremos sugerirle que lea anticipadamente la tercera epístola del apóstol Juan, para familiarizarse con su contenido, y de esta manera poder aprovechar mejor sus enseñanzas, Le esperamos, pues, en nuestro próximo encuentro.

Copyright © 2001-2024 ( TTB - Thru the Bible, RTM - Radio Transmundial, EEA - Evangelismo en Acción). Todos los derechos reservados.

CONDICIONES DE USO