Estudio bíblico de Habacuc 1:5-12
Habacuc 1:5-12
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por este interesante aunque breve libro de Habacuc. En nuestro tiempo, pocas personas creen realmente en un juicio de Dios. Algunas de ellas creen lo mismo que Habacuc sintió cuando vio a su nación empeorando cada vez más hasta que el pecado fue flagrante y parecía que Dios no estaba haciendo nada para evitarlo. Amigo oyente, ¿no ha creído usted lo mismo ante las condiciones que se presentan en el panorama de la actualidad? ¿Está Dios haciendo algo al respecto? Un análisis superficial llevaría a la conclusión de que parece que no lo estuviera haciendo.
El profeta Habacuc era un hombre con un corazón tierno, sensible, que detestaba ver como la ilegalidad se generalizaba impunemente. Le desagradaba profundamente ver a la gente inocente que era amenazada, explotada y destruida. Y al dirigirse a Dios se preguntaba: ¿Por qué no estás haciendo nada para evitar esta situación degradante e injusta?
Bien, veremos que Dios tenía una respuesta para el profeta y, amigo oyente, si ésta es también su pregunta, Él también tiene una respuesta para usted. Leamos el versículo 5 de este primer capítulo de Habacuc, que encabeza un párrafo titulado:
La respuesta de Dios
"Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis."
Aquí vemos que Dios estaba desafiando a Habacuc para que abriera sus ojos y mirase a su alrededor, para tener una perspectiva general de lo que Él estaba realizando. Se estaba presentando una gran crisis después de otra. En el norte, el gran Imperio Asirio había sido conquistado, y la ciudad de Nínive, su capital, había sido destruida. En las orillas del río Éufrates estaba surgiendo un reino que ya había logrado una victoria sobre Egipto en Karkemish. El rey Nabucodonosor había resultado vencedor y estaba consiguiendo que la ciudad de Babilonia empezara a destacarse como un poder mundial. Dios, en realidad le estaba diciendo a Habacuc: "¡Mira a las naciones! ¿Piensas que no estoy haciendo nada? Yo no estoy contemplando al mundo desde una perspectiva lejana. Estoy muy implicado en lo que está ocurriendo". Dios está implicado hasta el punto de que no está sujeto al problema y tenga que realizar ciertos ajustes obligados por la situación. Dios está actuando de una forma soberana en el universo. Él está haciendo algo acerca del pecado. En las palabras de otra versión, le estaba diciendo: "¡Mirad a las naciones! ¡Contempladlas y quedad asombrados!"
Y continuó diciendo en el versículo 5 de este primer capítulo: "porque haré una obra en vuestros días, que, aun cuando se os contara, no la creeríais". Dios le estaba diciendo al profeta que cuando le dijera lo que estaba llevando a cabo, le iba a resultar difícil creerlo. En efecto, cuando Habacuc fuera consciente de lo que Dios estaba haciendo, le iba a pedir que retrasara su acción.
Repitamos le última frase de este versículo: "porque haré una obra en vuestros días, que, aun cuando se os contara, no la creeríais". Esta frase fue citada por el apóstol Pablo en el gran sermón que pronunció en la ciudad de Antioquia de Pisidia. Siempre hemos creído que éste fue uno de los sermones más importantes predicado por Pablo que, sin embargo, no ha sido objeto de mucha atención en nuestros días. Está registrado en el Nuevo Testamento, en el libro de Los Hechos. Leamos estas palabras del capítulo 13 de este libro, desde el versículo 38 hasta el 41: "38Sabed, pues, esto, hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, 39y que de todo aquello de que no pudisteis ser justificados por la Ley de Moisés, en él es justificado todo aquel que cree. 40Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas: Mirad, burladores, asombraos y desapareced, porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la cuenta". Como podemos ver, el apóstol Pablo estaba citando del profeta Habacuc, concretamente, de este capítulo 1:5. Esta cita constituyó una sorprendente aplicación de este versículo. Pablo estaba diciendo que Dios había provisto una salvación, y como Pablo dijo en otro pasaje de su obra, no la había llevado a cabo en u rincón escondido, el momento de su crucifixión, porque judíos procedentes de todo el mundo se encontraban en la ciudad de Jerusalén para celebrar la Pascua. Ellos difundieron la noticia de que Jesús de Nazaret había muerto en una cruz, y que se rumoreaba que había resucitado de los muertos. También, judíos de todo el mundo se encontraban en Jerusalén para celebrar la fiesta de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo vino sobre un pequeño grupo de creyentes. Multitudes de personas fueron salvadas en aquel momento en y en los días subsiguientes. Cuando dichas noticias fueron difundidas, al principio, el Imperio Romano no les hizo caso. Así que Pablo les estaba diciendo a sus lectores que Dios había realizado una obra en sus propios días, en el lenguaje Bíblico expresado en la frase de este versículo 5, obra que no creeréis si alguien os la cuenta.
En nuestra generación el mundo pregunta: "¿Por qué no hace Dios algo acerca del problema del pecado, acerca de la maldad humana?" Estimado oyente, tenemos que decir que Dios, efectivamente, ha hecho algo en cuanto a ese problema. Hace más de dos mil años Él entregó a Su Hijo a la muerte; Él se entrometió en los asunto de este mundo. Y dijo que iba a inmiscuirse otra vez en las cuestiones mundiales, aunque hoy en día el mundo, en general, se esfuerza por ver el lado positivo de la situación actual e intenta pasarlo bien implicándose en el pecado y la maldad. Pero lo importante es que seamos conscientes de que Dios está actuando. Así que podemos decir que la cita que el apóstol Pablo hizo de Habacuc capítulo 1:5, fue muy acertada y oportuna.
En los días del profeta Habacuc, Dios estaba actuando. A pesar de la ilegalidad que predominaba, de las guerras y el pecado que controlaba a aquellas naciones, Dios estaba mostrando Su rechazo ante esa situación y llevando a cabo su juicio, su castigo.
Dios fue específico al señalar lo que estaba haciendo. Leamos el versículo 6 de este primer capítulo del libro de Habacuc:
"Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas."
Fue como si Dios le estuviera diciendo a Habacuc: "Mira a tu alrededor. Allí a orillas del río Éufrates, está surgiendo una nación que se convertirá en la primera potencia mundial". (Con respecto a este dato, podemos ver que en el libro el profeta Daniel, Babilonia estaba simbolizada en la cabeza de oro de una estatua, y en el león de las visiones de Daniel). Babilonia era entonces la primera nación en el desfile histórico de las naciones del mundo.
También añadió este versículo la siguiente frase: "que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas". De esta manera Dios le estaba diciendo a Habacuc que los soldados de Babilonia les iban a arrebatar las tierras al pueblo de Judá (o reino del sur). Estas predicciones le causaron al profeta un gran impacto.
Y el versículo 6 finalizó con la siguiente descripción: "nación cruel y presurosa". Esta observación fue una descripción muy apropiada del Imperio de Babilonia. Aquella nación era implacable, odiosa e impulsiva en su avance hacia la conquista del poder mundial. En realidad, aquel ejército tomó la ciudad de Jerusalén en tres ocasiones, y en la tercera, los soldados la incendiaron completamente. Los Babilonios se consideraban a sí mismos como una personificación de la ley. Creían ser una raza superior, la raza dominante, y no reconocían a nadie como igual o similar a ellos. Continuemos leyendo el versículo 7:
"Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y dignidad."
Observemos la frase: "de ella misma procede su justicia y dignidad". Es decir, que confiaban en ellos mismos. Y esa confianza los convertía en personas presuntuosas, que se jactaban de sus propias fuerzas y su justicia. Estas supuestas cualidades serían evidentes en el rey Nabucodonosor, que fue el verdadero fundador de aquel gran Imperio. En el libro de Daniel leímos que Nabucodonosor sufrió una especie de demencia, de egotismo, llamado "histeria" por la psiquiatría actual. Era una forma de psicosis maníaco- depresiva. Y llegaría el tiempo en el que ni siquiera sabría quien era. En realidad, salió de su entorno del palacio dirigiéndose al campo para comer hierba, como si fuera un animal. Leamos ahora el versículo 8 de este primer capítulo de Habacuc:
"Sus caballos serán más ligeros que leopardos, y más feroces que lobos nocturnos, y sus jinetes se multiplicarán; vendrán de lejos sus jinetes, y volarán como águilas que se apresuran a devorar."
¡Qué panorama el que tenemos aquí, amigo oyente! De paso, digamos que los Babilonios probablemente utilizaban la caballería más que cualquier otra nación. Seguramente usted recordará que los Egipcios utilizaban carros de guerra. En cuanto a los Asirios, ellos construyeron los últimos modelos de carros de combate. Después llegaron los Babilonios y utilizaron un método nuevo, que fue la caballería.
El versículo 8 continuó describiéndolos como más feroces que lobos nocturnos. El profesor McGee, hablando con cazadores, se enteró que éstos habían observado que después de caer una nevada, tenían que ser muy cuidadosos al encontrarse en espacios abiertos al aire libre. Si aparecía un grupo de lobos, era necesario abatir a uno de ellos. Entonces, cuando su sangre comenzaba a ser visible, el grupo de lobos se acercaba al lobo herido para devorarlo, ocasión que aprovechaban los cazadores para huir.
Y este versículo terminó diciendo: "y volarán como águilas que se apresuran a devorar". El ejército de Babilonia se acercaría como un grupo de animales hambrientos o de aves feroces para abalanzarse sobre sus presas. Éste fue, pues, el comportamiento histórico de los Caldeos, de los Babilonios. Leamos el versículo 9 de este primer capítulo de Habacuc:
"Toda ella acude a la violencia; el terror va delante de ella, y recoge cautivos como arena."
El versículo comenzó diciendo: "Toda ella vendrá a su presa; el terror va delante de ella". El pueblo de Dios había estado actuado con violencia, pero aún no habían visto todo ni lo sufrirían en carne propia hasta que llegaran los Babilonios. Dios los haría vivir una buena dosis de violencia. Porque el pueblo de Dios sufriría las consecuencias, es decir, que recogería lo que había sembrado, cumpliéndose así la sentencia del apóstol Pablo cuando escribió, en su carta a los Gálatas 6:7; "todo lo que el hombre siembre, esto también segará".
Otra traducción en castellano incluyó en el versículo 9 la frase "la muchedumbre de sus rostros está fija hacia delante"; otra tradujo "su horda de rostros avanza". En ambas traducciones la frase pretende explicar que el enemigo sería formidable e irresistible en su avance.
El versículo 9 finaliza diciendo: "y recoge cautivos como arena". El rey Nabucodonosor condujo a su ejército contra Jerusalén en tres ocasiones. En el último ataque, incendió la ciudad, incluyendo al templo, y se llevó a los sobrevivientes como cautivos. Los Babilonios tenían sólo un propósito en su mente, y éste era capturar al mayor número posible de naciones y pueblos que les fuera posible para convertirlos en esclavos. Así que esto fue lo que finalmente le sucedió al pueblo del reino de Judá, también llamado reino del sur. Y ahora continuamos leyendo el versículo 10:
"Se mofa de los reyes, y de los príncipes hace burla; se ríe de las fortalezas, levanta terraplenes y las toma."
Aquí vemos como ridiculizaban a los reyes, se burlaban de los gobernantes y se reían de toda ciudad amurallada. Tenían confianza en sus propias fuerzas y el poder de sus dioses paganos. Y con la misma arrogancia que habían demostrado los asirios antes de ellos, marchaban avanzando a través de la tierra.
El resto del versículo dice que levanta fortalezas y las toma. Es posible que al destruir fortalezas del enemigo, amontonaran los escombros para penetrar en las ciudades, capturar a los habitantes y llevárselos como prisioneros para convertirlos en esclavos. Leamos también el versículo 11 de este primer capítulo de Habacuc:
"Luego pasa como el huracán, y peca porque hace de su fuerza su dios."
Y eso fue precisamente lo que hizo Nabucodonosor. Usted quizá pueda recordar que, cuando estudiábamos el libro de Daniel, y leímos el capítulo 4, versículo 30, se nos dijo que llegó un día en el que el rey Nabucodonosor dijo lo siguiente: "¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?" Ya indicamos anteriormente que Él estaba lleno de orgullo, era egocéntrico. Confiaba plenamente en sí mismo no tenía ninguna confianza en Dios. Y en el día de hoy hay unas cuantas personas que revelan esa forma de ser y actuar, que confían completamente en sus propias fuerzas, antes que confiar en los recursos de Dios. Podemos decir que en la actualidad, en nuestros pueblos y en algunos de sus dirigentes encontramos, hablando en general, una falta de humildad al acusarse mutuamente de la situación y dificultades con las que se encuentra la sociedad. Esta actitud, en el caso concreto de Nabucodonosor, se convirtió en una forma de insensatez.
En estos versículos Dios le estaba diciendo a Habacuc Él estaba preparando a una nación, allá en las márgenes del río Éufrates, y también le dijo que si Su pueblo, el pueblo de Judá, no se arrepentía, permitiría que los Babilonios siguieran sus propios planes de conquista. Y, tal como fue predicho, ellos llegarían y el registro histórico nos informa que la destrucción de Jerusalén sería encarnizada y terrible. Algunas de las acciones que cometieron con los sobrevivientes del pueblo de Judá cuando los condujeron al cautiverio, fueron tan horribles que casi superan cualquier descripción.
Ahora llegamos a otro párrafo que hemos titulado:
El segundo problema del profeta
Ahora bien, cuando Dios le dijo al profeta que iba a usar a los Babilonios para castigar a su propio pueblo, otra pregunta surgió en la mente de Habacuc. Si consideramos que antes él tenía una pregunta importante, veremos que entonces, él tuvo otra de no menor importancia. Leamos el versículo 12 de este primer capítulo de Habacuc:
"¿No eres tú desde el principio, oh Señor, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Señor, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar."
Éste era el nuevo problema de Habacuc. Teniendo en cuenta que los Babilonios eran un pueblo aún más malvado que el pueblo de Judá, ¿por qué escogería Dios a una nación más malvada para castigar a una nación que, comparativamente hablando, era menos malvada? Pero ésta no fue la única ocasión en que Dios utilizó este método. Recordemos que en el libro del profeta Isaías, capítulo 10:5, los Asirios fueron llamados por Dios la vara y bastón de mi furor. En otras palabras, Dios había usado al imperio de Asiria como un látigo para castigar al reino del norte de Israel. Pero después de que Él utilizó a Asiria para ejecutar su juicio sobre Israel, Dios castigó a Asiria por sus propios pecados.
Así que encontramos en este pasaje de Habacuc la misma situación. Dios iba a usar a una nación perversa como Babilonia para castigar a Su pueblo. Cuando Su juicio terminara, juzgaría al Imperio de Babilonia, como efectivamente hizo. Es que Dios ha intervenido en los asuntos humanos, y continúa haciéndolo.
Quizás Habacuc, en el versículo 12 de este primer capítulo nos da a entender que el profeta creía que Dios iba a actuar en sentido contrario, es decir, que usaría a Judá, Su pueblo, para castigar a sus enemigos de Babilonia.
Amigo oyente, nuestro tiempo, por hoy, ha llegado a su fin y continuaremos con este interesante tema en nuestro próximo programa. Por lo tanto le sugerimos que lea, por lo menos, hasta el versículo 17 de este primer capítulo de Habacuc, para estar más familiarizado con la oración del profeta a Dios. Le esperamos, pues, en nuestro próximo encuentro para completar nuestro estudio de este versículo 12, y para continuar juntos este viaje que hemos emprendido "a través de la Biblia."
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