Estudio bíblico de Judas 1:9-11
Judas 9-11
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio de la epístola del Apóstol Judas. Vamos a hacer un breve resumen de esta corta epístola de Judas, porque nos ayudará en la comprensión del texto bíblico. También será útil para aquellos oyentes que no han podido sintonizarnos cada día, o aquellos que nos escuchan por primera vez.
A modo de repaso mencionaremos que el apóstol Judas era hermano del Señor Jesucristo, aunque él nunca presumió de esta situación por varias razones. La primera iglesia cristiana, después de los apóstoles, le dio una prominencia particular a la familia de Jesús, pero Judas sólo deseaba ser conocido como, -y así se llamó a sí mismo-, un siervo de Jesucristo, del Cristo resucitado y glorificado.
Judas, así como los demás hermanos de la familia del Señor Jesús, durante su vida en la Tierra, no había creído en que Jesús era quien decía ser; nunca había creído en Él. No fue sino hasta después de la muerte y resurrección de Jesucristo que Judas y sus hermanos llegaron a creer en Él. Pero, Judas o su familia no tuvieron privilegios especiales por haber formado parte de la familia que vio crecer a Jesús. Como cualquier otro pecador, Judas tuvo que aceptarle como su Salvador para obtener el perdón de sus pecados y la salvación de su alma.
El apóstol Judas tomó la pluma para escribir bajo la inspiración del Espíritu Santo sobre un tema tan vital e importante como nuestra salvación. Judas podría haber escrito sobre el tema de la justificación por la fe, o sobre el tema de la resurrección de Cristo.
También podría haber disertado sobre la doctrina de la reconciliación, o sobre otros grandes temas relacionados con la fe. Judas podría haber escrito acerca del cuerpo de Cristo, la Iglesia, o acerca de temas relacionados con la persona de Cristo, como el Gran Sumo Sacerdote. Pero el Espíritu de Dios inspiró a Judas para que desarrollara un tema específico. El Espíritu Santo cambió el tema inicial que Judas tenía en mente y sobre el cual quería comunicar sus pensamientos y sentir. El Espíritu de Dios le dirigió hacía otro tema que era importante para Dios y para los creyentes, los miembros de la primer iglesia cristiana. Judas tenía que escribir sobre la "apostasía" que se estaba introduciendo en medio de las congregaciones de la Iglesia. Se podría decir que con su carta Judas colocó una luz roja en las curvas muy peligrosas del camino que debía recorrer la iglesia.
Ésa es también la razón por la cual estamos prestando tanta atención, y tiempo, a esta señal de alerta que se nos explica en esta breve carta de Judas. Judas describió en una forma gráfica, muy vívida, con un lenguaje que inspira admiración y temor, esa terrible condición que se había introducido en la iglesia, y que no iba a desaparecer aun en los siglos venideros. Los falsos maestros, los apostatas, habían entrado sigilosa y sutilmente en la iglesia, o como leemos en el versículo 4, de este único capítulo de la carta o epístola de Judas, han entrado encubiertamente en la iglesia. Sin llamar la atención, como lobos disfrazados de corderos, se introdujeron con engaño y mentira. Estas personas no habían manifestado sus verdaderas creencias, ni su falta de fe. Alguien calificó a esta breve carta de Judas como "una bomba" que cayó en medio de la iglesia del primer siglo. Fue una seria y severa advertencia.
Anteriormente hemos mencionado como, poco a poco, lenta pero inexorablemente, se fue levantando una tormenta fuerte y virulenta contra la Fe y contra la Iglesia, azotándola con furia. En los tiempos presentes es necesario recordar y refrescar la memoria sobre el contenido de esta breve epístola. Ha sido en los siglos pasados una advertencia contra esa fría y devastadora tormenta espiritual, pero también es válida para nuestros días, porque la apostasía también se encuentra, en ésta época, en nuestro medio.
Afirmamos esta circunstancia con verdadera tristeza, porque es un hecho constatado. Para un cristiano mantener una fe, sencilla pero firme, anclada en las Verdades absolutas del Evangelio, no es nada fácil hoy en día. En estos tiempos ya no existen las verdades absolutas, ni los valores están delimitados como lo fueron hace algunos años. Existen estadísticas escalofriantes que cuentan por miles las personas que han renegado o abandonado la Fe cristiana. El continente europeo, que ha sido exportador del Evangelio a casi todos los rincones de la Tierra, ahora, según muchos líderes religiosos, tiene que ser "re-evangelizado". Filosofías y prácticas muy variadas, muchas muy exóticas para la mente del hombre occidental, han invadido y conquistado el hambriento corazón que buscaba una espiritualidad diferente.
A lo largo de los siglos, y como grandes olas, diferentes movimientos religiosos o espirituales han surgido y aportaron una renovación a la vida espiritual de la iglesia. Sin embargo, y a pesar de muchos esfuerzos e intentos por parte de líderes religiosos, tenemos que reconocer que paulatinamente se ha venido produciendo un quebrantamiento moral y ético en la sociedad contemporánea.
Vamos a regresar a esta breve epístola del apóstol Judas, en la que los cristianos de la primera iglesia fueron advertidos sobre los lideres, maestros y personas apóstatas, incrédulas y engañadoras. En su epístola, o carta, Judas, hizo mención de tres ejemplos de apóstatas a los que Dios ya juzgó en el pasado por haberse apartado de la fe.
Primero, mencionó al pueblo de Israel. A pesar de haber visto, vivido, y experimentado la presencia y la provisión de Dios, que los sacó de Egipto, y los acompañó fielmente en su larga travesía por el desierto, el pueblo hebreo no pudo entrar a la "tierra prometida" por su continua incredulidad. A continuación, como segundo ejemplo, Judas mencionó a los ángeles que no mantuvieron su estado original, a los que Dios ya ha guardado en prisiones eternas, en oscuridad, alejados de cualquier luz. De paso, aquí Judas mencionó un aspecto tenebroso del infierno, que es un lugar de eterna oscuridad. Eso lo vimos en una lección anterior, cuando estudiamos el versículo 6, que dice:
"Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día"
A continuación el apóstol mencionó a las ciudades de Sodoma y Gomorra, como tercer ejemplo. Los habitantes de esas ciudades fueron hallados culpables de una inmoralidad que pervirtió a la sociedad, y a cada individuo que vivió entre sus muros; Dios los juzgó por su estilo de vida.
Judas, a continuación, escribió sobre los apóstatas, y los calificó como "soñadores", desconectados y alejados de la realidad espiritual que está fundamentada en la persona y obra de Jesucristo, Salvador y Señor. Este tema también lo tratamos en nuestro programa anterior. Los apóstatas, los falsos maestros, dijo Judas, habían corrompido sus cuerpos por sus prácticas y enseñanzas carentes de espiritualidad auténtica, y con una doble moralidad que estaba en oposición a las leyes y códigos de Dios. Después, el apóstol escribió que estas personas blasfeman de las potestades superiores.
En el versículo 9 encontramos una interesante declaración no muy frecuente. Recordemos que tiempo atrás, cuando estudiamos los libros de la primera parte de la Biblia, el Antiguo Testamento, hablamos de Satanás, o Lucifer. Él fue el más hermoso de los ángeles que en tiempos pasados se rebeló contra Dios, fue juzgado y declarado como el "enemigo de Dios". Aunque Satanás es una criatura ya juzgada, con una condena eterna, todavía actúa y desarrolla una actividad terrible en la Tierra para apartar al ser humano del conocimiento y la presencia de Dios. También habíamos estudiado que el arcángel Miguel, otro importante ángel de alta jerarquía y posición en el ejército de Dios, llegó a luchar con Satanás por el cuerpo de Moisés, después de la muerte de éste, justo antes de que el pueblo de Israel llegara a pisar la Tierra Prometida. Este arcángel Miguel no se atrevió a pronunciar un juicio de maldición sobre el ángel caído y rebelde, llamado Satanás. Miguel aún respetaba la posición que Satanás todavía tiene ante Dios, hasta que El Altísimo culmine Su juicio de condenación eterna, ya proclamado, pero no ejecutado todavía. Clemente, uno de los padres de la primera iglesia cristiana, citó un escrito apócrifo que mencionaba el funeral de Moisés, y dijo: "Cuando se le encargó a Miguel sepultar a Moisés, Satanás se opuso argumentando que el cuerpo de Moisés le pertenecía a él ya que él era el dueño de las cosas materiales. La única respuesta que le dio Miguel fue: ?El Señor, es decir, el Creador, te reprenda?. Satanás también acusó de asesinato a Moisés, y esto sugiere que Satanás quería estorbar la aparición de Moisés más adelante, en el Monte de la transfiguración. Ahora, leamos el versículo 9:
"Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda."
Creemos que debemos mencionar la traducción que hizo el Dr. Wuest, ya citado en otras ocasiones, de este versículo. Escribió: "Con todo, Miguel el arcángel, cuando disputaba con el diablo por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar una sentencia que impugnara su dignidad, sino que le dijo: ?Que el Señor te reprenda?."
Pasemos al versículo 10, que comienza diciendo: "Pero éstos". ¿Quiénes son éstos? Recordemos que Judas había hablado sobre los falsos maestros, los apostatas que se habían infiltrado en la iglesia, encubiertamente. Leamos todo el versículo 10:
"Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales."
Éste es uno de los versículos más importantes de esta epístola, y deseamos explicarlo con claridad. Comenzó el versículo hablando de quienes blasfeman. Esta palabra "blasfeman", proviene de la palabra griega "blasfeméo", que se traduce como "blasfemia" en castellano. O sea que estos apóstatas en realidad blasfemaban cuando hablaban de temas espirituales. "Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen..". Se utilizó aquí una expresión que tiene dos significados diferentes para la palabra "conocer". Proviene de la palabra "eído", que significa una comprensión y un conocimiento mental, es decir que se refiere a todo un abanico de cosas invisibles.
Como usted sabe, el conocimiento no se limita sólo a aquello que uno puede colocar en un tubo de ensayo o que se pueda observar bajo el microscopio. Sin embargo, muchas personas opinan que sólo lo que se puede ver, tocar, y comprobar por medio de las ciencias exactas, es real y creíble. Sin embargo, las cosas mejores de la vida son aquellas que no se pueden colocar bajo el microscopio, o puedan ser analizadas en un tubo de ensayo.
Por ejemplo, cuanto escuchamos una hermosa composición musical, y sentimos que nuestro espíritu se eleva, y nuestra alma se llena de un sentimiento de asombro y de regocijo, ¿cómo se puede evaluar, medir en un tubo de ensayo, o calcular bajo un microscopio ese sentimiento de satisfacción que nos ha producido la música? Es cierto que se pueden medir el sonido y el sentido del oído que intervienen en este proceso, porque esas ondas sonoras son recibidas en nuestro cerebro, lo cual nos producirá la sensación de placer. Pero, esa experiencia personal, íntima, de satisfacción, no se puede medir. No es tangible, y es invisible. Como la palabra "amor". No se puede colocar "el amor" bajo el microscopio. Sí, se pueden cuantificar las manifestaciones del amor, pero no el sentimiento en sí. Esto es imposible. ¿Y qué diremos en cuanto a "la Fe"? Tampoco se la puede colocar bajo el microscopio. Existen muchísimas cosas que conocemos y aceptamos, aunque no tengamos una prueba tangible, visible, para someterla a un examen de laboratorio, ¿verdad?
El gran predicador Spurgeon lo explicó de la siguiente manera: "Nadie me tiene que decir que la miel es dulce. Yo lo sé por mí mismo, por experiencia". A éste tipo de conocimiento se refería el apóstol Judas cuando dijo: "Éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen".
El segundo significado proviene de la palabra "epístamai" que significa comprender, entender. Y el expositor bíblico Vincent explica que esta palabra se utilizaba originalmente para referirse a las habilidades, a las labores manuales, y a las cosas que se pueden palpar, por medio de los sentidos, a las circunstancias que se pueden disfrutar con los sentidos. Lo tangible, concreto, lo material, sí es posible evaluarlo en el tubo de ensayo. Ésa es la palabra que se utilizó aquí para hablar de la materia, de lo que se puede ver, y tocar. El apóstol Pablo, usó la palabra "epignosis" cuando escribió "Vosotros podéis conocer que la Biblia es la Palabra de Dios. Vosotros podéis conocer que Jesús es el Salvador del mundo. Pero éstos, conociendo sólo las cosas físicas, creen que ya conocen todo lo que se puede conocer". Regresando a nuestro versículo 10, Judas afirmó: "en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales". Ése era la descripción de los apóstatas que ya se habían introducido en la primera iglesia cristiana. Continuó Judas en el versículo 11:
"¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré."
Estos tres personajes ya fueron mencionados en la segunda epístola del apóstol Pedro. Hablaremos de ellos, de Caín, Balaam y de Coré más adelante, cuando estudiemos el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, en donde se nos presentarán a cada uno de estos hombres como ejemplos, para distintos temas. Ahora, este versículo 11 comienza con la palabra "Ay", que proviene de la palabra "ouai", que denota tristeza, pero sobre todo es una expresión de denuncia.
El primer nombre que se mencionó aquí fue Caín, hijo de la primera pareja, de Adán y Eva. Caín era un hombre religioso, pero también era lo que la Biblia llama "un hombre natural", lo que significa que "no era espiritual". Caín creía en Dios y creía en las prácticas religiosas, pero hizo las cosas a su manera, según su propósito, según su propia voluntad. Se rebeló y rechazó acercarse a Dios según lo había establecido por el Creador, por medio de la sangre, como lo había hecho su hermano Abel. Caín se presentó ante la santa presencia de Dios, según su propia manera de pensar. Era más importante para Caín "su" propio juicio y "su" propio criterio. Eso denota que estaba lleno de orgullo, soberbia, auto-satisfacción y auto-justificación. Ésa es la descripción de un apóstata. Estas características hoy en día las maquillamos, y forman parte de lo que se considera una persona "moderna", liberal, que no acepta órdenes, ni acata leyes más que las necesarias para ser aceptado en la sociedad. Pero, al mencionar a Caín, lo que el apóstol Judas, inspirado por el Espíritu Santo quería transmitir, es que la rebelión y la auto-suficiencia del ser humano son tan antiguas, como el mismo Jardín del Edén.
Estimado amigo oyente, tenemos que detenernos aquí. Continuaremos en nuestro próximo programa con los siguientes versículos de este breve libro de Judas. Como siempre, nos permitimos sugerirle que lea usted todo el capítulo para así familiarizarse con el texto bíblico.
Si tiene dudas o quiere hacernos llegar sus comentarios, con mucho gusto le responderemos. Es nuestra más ferviente oración que allí donde usted se encuentra ahora mismo, Dios pueda llegar con Su misericordia y amor, para abrazarle y hacerle sentir lo mucho que le ama. No importan las circunstancias, Dios le conoce, y creemos que "no es por casualidad" que usted haya sintonizado este programa. Dios quiere hablarle, y mostrarle Su Amor incondicional, aunque quizá usted piense que no lo merece, que no ha hecho nada para ganárselo, o quizá, porque le ha fallado a Dios y se ha apartado de Él. ¡No importa! Dios continúa amándole hasta el final de sus días. No se arrepentirá si HOY le da una oportunidad a Dios.
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