Estudio bíblico de Lucas 2:31-3:8
Lucas 2:31-3:8
Terminábamos nuestro programa anterior con el párrafo titulado "incidentes en el templo", que relataba la visita de los padres de Jesús al templo para cumplir lo dispuesto por la ley. Allí les había recibido Simeón, quien había recibido la revelación de Dios de que no moriría sin haber visto al Mesías. Simeón tomó entonces al niño en sus brazos y alabó a Dios con una canción. Comenzaremos nuestra lectura con el versículo 30, leyendo hasta el versículo 32:
"porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel."
Habíamos destacado también que la Palabra de Dios, aunque dada originalmente a cierto pueblo, ha sido dirigida a todo el mundo. Las religiones han estado generalmente identificadas con pueblos determinados, con razas y con naciones. Pero el cristianismo ha tenido desde sus principios un alcance universal. Continuemos leyendo los versículos 33 al 35:
"José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. Los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: Este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones."
Observemos que Lucas, al hablar de los padres de Jesús, les llamó "José y su madre", en vez de referirse a ellos como Su padre y su "madre".
María pagó un precio muy alto por traer el Salvador al mundo y, de manera muy especial, cuando encontrándose al pie de la cruz tendría que verle morir.
La cruz de Cristo ha conmovido e inspirado a muchas personas. Me refiero a artistas que han pintado la escena, músicos que han compuesto obras célebres, y a autores y predicadores que han descrito la escena con palabras. Hay un riesgo al recrearse en Su muerte de una manera compasiva. Cristo no murió para despertar la compasión de la gente. El no quiere nuestra compasión. El quiere nuestra fe. Más adelante en este Evangelio de Lucas, en 23:28, cuando el Señor se dirigía hacia la cruz, algunas mujeres comenzaron a llorar. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: " . . . Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos". Si al contemplar las escenas del sufrimiento de Jesús sientes que puedes llegar a derramar lágrimas, resérvalas más bien para ti y para tu familia. Porque él no quiere provocar tu benevolencia ni tu compasión. El quiere despertar tu fe.
Sin embargo, Cuando María estuvo al pie de la cruz y le vio morir, tenía el corazón quebrantado. Por supuesto, el sufrimiento de ella no tenía nada que ver con su salvación, sino que se debía a una relación humana entrañable, la de ser Su madre, y el instrumento que Dios usó para traerle al mundo y criarle. Cuando Jesús desde la cruz le dijo: "Mujer, he ahí tu hijo", estaba expresando una relación humana que nadie más tenía con El. Ella estaba sufriendo por ser Su madre y cuando la profecía de Simeón se cumplió, sintió también como si una espada traspasase su alma.
Aparte las canciones que hemos visto en los pasajes anteriores, había aún otra más. Leamos los versículos 36 al 38:
"Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada. Había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén."
Como Simeón, Ana vivía muy cerca de la presencia de Dios; y El también le concedió a ella la percepción espiritual de reconocer a Su Hijo, al Mesías que ella esperaba. Y aunque su canción no ha quedado registrada, la suya fue una canción de alabanza.
No puedo evitar decir que hay algunos que creen que hay 10 tribus de Israel que se han perdido, (es decir, que las 10 tribus que fueron llevadas cautivas a Asiria en el siglo octavo A.C., emigraron hacia el norte en vez de regresar a las tierras de Israel.) Si investigamos en la Biblia, desde el tiempo en que Israel regresó a su país después de la citada cautividad, podremos identificar prácticamente a todas las tribus. En este pasaje de Lucas, Ana es mencionada como perteneciente a la tribu de Aser que, evidentemente, no estaba perdida.
El relato del Evangelio de Mateo nos dice que el siguiente evento en la vida de Jesús fue un viaje a Egipto. Lucas omitió totalmente este viaje. Sería bueno recordar aquí que al redactar los Evangelios, sus escritores tuvieron propósitos diferentes. Mateo presentó al Señor Jesús como Rey, y Lucas como el Hombre perfecto. Y la visita de los magos o sabios del oriente tampoco encajaba en el propósito del Evangelio de Lucas. Los sabios habían venido buscando a un rey, y no al ideal soñado por los griegos. Aun en esos detalles de omisión, puede verse el propósito de Lucas de presentarle como el Hombre perfecto. Continuemos leyendo los versículos 39 y 40:
"Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios era sobre él."
Así es que Lucas continuó presentándole como el Hombre perfecto. Observaba al niño, no solo desde el punto de vista de un médico tocólogo, especialista en obstetricia, sino con el ojo atento de un pediatra, un especialista en niños. El Señor Jesús creció físicamente, se fortaleció espiritualmente y además, mentalmente, adquirió sabiduría. La gracia de Dios actuó en aquel niño para que alcanzase este desarrollo integral.
El párrafo siguiente, nos relata la
Visita de José, María y Jesús a Jerusalén
Aquí nos encontramos con un incidente que solo Lucas registró. Y lo hizo porque como pediatra, estaba interesado en el Señor como niño, y también como adulto. Así fue que este escritor escogió esta escena de la infancia de Jesús, cuando tenía la edad de 12 años. Teniendo en cuenta que en los Evangelios no ha quedado nada registrado sobre los primeros años de la vida de Jesús, algunos llaman a esta etapa de Su vida "los años silenciosos". Yo no los considero tan silenciosos, porque creo que las Sagradas Escrituras completan dicho período, si uno las lee con atención. El relato de Lucas expone detalladamente este incidente aislado. Leamos los versículos 41 al 45:
"Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la Fiesta. Al regresar ellos, acabada la Fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supieran José y su madre. Pensando que estaba entre la compañía, anduvieron durante un día, y lo buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no lo hallaron, volvieron a Jerusalén buscándolo."
María y José estaban criando a un niño sano y normal que no se aislaba ni exhibía una aureola especial. Los artistas de la Edad Media tenían algunas concepciones extrañas sobre el Señor Jesús, como niño y como adulto y yo no creo que la imagen de Jesús que ellos expresaron en sus obras se correspondiese con su aspecto real.
En aquellos días las personas viajaban acompañadas, en grupo. Cuando llegó el momento de salir de Jerusalén, la gente de Galilea se reunió en un pueblo pequeño al norte de Jerusalén para iniciar el viaje de regreso a sus hogares. Fue en ese momento en que los padres de Jesús se dieron cuenta de su ausencia. José probablemente le preguntó a María: "Dónde está Jesús" y ella le habrá respondido: "Yo pensé que estaba contigo". Preguntaron a sus conocidos y al descubrir que no estaba con ellos, regresaron a Jerusalén. Le buscaron durante 3 días y ¿dónde crees que estaba? En el templo. Leamos los versículos 46 al 50:
"Aconteció que tres días después lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores de la Ley, oyéndolos y preguntándoles. Y todos los que lo oían se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando lo vieron, se sorprendieron. Su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Pero ellos no entendieron lo que les dijo."
Aquí vemos que María y José le encontraron finalmente en el templo, sentado en medio de los sabios de aquella época especialistas en la ley, escuchándoles y haciendo preguntas. Aparentemente, les estaba formulando preguntas que ellos no podían contestar. Y ellos estaban sorprendidos de sus respuestas. Recordemos que tenía solo 12 años de edad. Y evidentemente, sus padres estaban irritados con El.
La respuesta de Jesús reveló que estaba sorprendido de que ellos no se hubieran dado cuenta de que El estaba ocupado en los asuntos de Su Padre celestial. En aquel momento María aun no era totalmente consciente de quién era El, ni de lo que Su obra implicaba, aunque seguramente reflexionaba profundamente sobre lo que estaba sucediendo. Al concluir este incidente, siguen diciendo los versículos 51 y 52:
"Descendió con ellos y volvió a Nazaret, y les estaba sujeto. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres."
Vemos que Jesús se sujetó a Sus padres y les obedeció, regresando con ellos a Nazaret. Y éste fue realmente un detalle digno de destacar, teniendo en cuenta que se trataba nada menos que del Hijo de Dios.
Así hemos podido ver este relato de aquel período conocido como el de los años silenciosos de la vida de Jesús, en los que estaba viviendo su transición de la infancia, a la adolescencia y a la edad adulta. Recordemos lo que hemos leído sobre su crecimiento y desarrollo en su mente, adquiriendo sabiduría, en estatura física, y espiritualmente en Su relación con Dios, Su padre celestial; y además, socialmente, en su trato con los demás. En todas las áreas, el Señor Jesucristo estaba desarrollándose hacia una persona adulta perfecta, integral.
Llegamos así al capítulo
Lucas 3:1-8
Tema: La predicación y bautismo de Juan el Bautista; El testimonio de Juan sobre Cristo; el rey Herodes encarceló a Juan; Cristo fue bautizado y recibió el testimonio del cielo; la edad y genealogía de Jesús por parte de José.
Con un planteamiento verdaderamente histórico, Lucas detalló las fechas del ministerio de Juan el Bautista en relación con la historia secular. Colocó el énfasis sobre el mensaje de arrepentimiento que predicaba Juan, como una condición para la llegada del Mesías. A partir del lavamiento de purificación en agua del sisTema legal de Moisés, que se acostumbraba a practicar como inmersión en aquellos tiempos, Juan bautizó a aquellos que acudieron a él simplemente como una preparación (o una reforma moral) para la venida de Cristo, quien bautizaría con el Espíritu Santo, realizando en las personas una verdadera transformación.
La genealogía de este capítulo es la de María, que revela 2 hechos: en primer lugar, se remonta hasta Adán, el padre de la familia humana. Es que Jesús era verdaderamente humano. Mateo, al presentar a Jesús como rey, trazaba la genealogía solo a partir de Abraham. Lucas, al presentar a Jesús como hombre, retrocedía en el tiempo hasta Adán. En segundo lugar, María descendía del rey David por alguien que no era Salomón sino Natán, hijo de David (comparar el versículo 31 con 1 Crónicas 3:5).
Leamos el versículo 1, que comienza el párrafo que nos habla del
Ministerio de Juan el Bautista
"En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia"
Este capítulo contiene muchos detalles que revelan que Lucas se esforzó en escribir con la mayor exactitud. Aquí se citan varios personajes que nos permiten determinar las fechas. Cesar Augusto era emperador cuando nació el Señor Jesucristo. Por la historia secular sabemos que Tiberio César era brillante, pero brutal; e inteligente, aunque astuto. Además, era inhumano e irreverente. Intentó dominar al mundo de su tiempo. A continuación se nos dan los nombres de los gobernantes títeres. Continuemos leyendo el versículo 2:
"y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan hijo de Zacarías, en el desierto."
Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. ¿Por qué había 2 sumos sacerdotes? La existencia de 2 sumos sacerdotes revela el poder de Roma en aquel tiempo sobre la religión en Jerusalén. Anás fue sumo sacerdote del año 6 al 15 d.C. pero fue depuesto por los romanos. Posteriormente, su yerno Caifás fue colocado en su lugar (del año 18 al 36 d.C.) Sin embargo los judíos seguían reconociendo a Anás como el sumo sacerdote legítimo, aunque Caifás se desempeñara como tal.
La ocupación normal para Juan habría sido servir en el templo, como su padre. Podría haber sido un líder religioso del templo, pero desechó esa oportunidad. En cambio, abandonó el sacerdocio y se retiró al desierto. No quería servir bajo un sisTema corrupto, y fue así que se convirtió en un profeta. Esa fue su trayectoria. Siendo un sacerdote, llegó a ser un profeta.
Juan el Bautista fue uno de esos notables y sorprendentes personajes que aparecen de vez en cuando. Al verle, la gente se acordó del profeta Elías, debido a la similitud de sus métodos. También le recordó a le gente a Aquel que aparecería algún día, el Mesías. Juan era un personaje paradójico y un hombre excepcional. Recordemos que fue asistido por una visita del ángel Gabriel. El relato pasa por alto toda su infancia y el próximo evento que se presenta de su vida, es el comienzo de su ministerio. Fue un sacerdote, un profeta y un predicador. Fue sacerdote por nacimiento, al ser hijo de Zacarías, pero fue llamado por Dios para ser un profeta. Leamos ahora el versículo 3:
"Y él fue por toda la región contigua al Jordán predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:"
Juan predicó el bautismo de arrepentimiento. Fue el último de los profetas. De hecho, fue un personaje del Antiguo Testamento que surgió de las páginas del Nuevo Testamento. Su apariencia era pintoresca, sin afeitar, con cabellos largos, desgreñado y vestido de ropa hecha de pelo de camello. Era realmente diferente en sus ropas, su dieta y su aspecto general. Y tendría la misma recepción que muchos profetas recibieron, ya que acabarían causándole la muerte.
El mensaje más inoportuno y mal recibido, incluso en la actualidad, es la voz de un profeta. El mundo no recibe a nadie que contradiga su filosofía de vida. Si quieres ser popular, y éste también es un principio valido para los predicadores, tienes que cantar al unísono con la multitud. Que Dios tenga misericordia del púlpito que no sea nada más que una caja de resonancia de lo que la congregación, o la gente en general, piensa y dice. El mundo no desea escuchar la voz de Dios, especialmente cuando esa voz habla de juicio. En este sentido, el mensaje de Juan era muy fuerte, muy enérgico. Escuchemos una parte de ese mensaje, leyendo los versículos 4 al 7:
"Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados, y verá toda carne la salvación de Dios. Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera?"
Me pregunto cuánto duraría un predicador en una iglesia, o en un programa de radio o de televisión, si comenzase su discurso dirigiéndose al público de esta manera: "Generación de víboras . . ." Creo que su congregación y su audiencia televisiva o radial le abandonaría muy pronto. Yo no recomendaría a nadie que utilizase una introducción tan insólita para un sermón, (por más que resultase necesario hacerlo en algunos ambientes u ocasiones.). Continuemos leyendo el versículo 8:
"Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre, porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras."
El mensaje de Juan era de arrepentimiento. El arrepentimiento está incluido en la fe. El apóstol Pablo les dijo a los creyentes de Tesalónica que ellos habían abandonado los ídolos para seguir al Dios vivo y verdadero, y para comenzar a servirle. No puedes volverte a Dios, convertirte a Dios, sin apartarte de algo, sin abandonar algo. Cuando te vuelves hacia Dios, te apartas del pecado y ello implica arrepentimiento. Cuando aceptas a Cristo como tu Salvador, te vas a apartar de la forma de pensar y de los valores de este mundo. Quizás has escuchado hablar acerca del amor de Dios, pero eso no te ha conmovido, y te habrás preguntado por qué. Es que necesitas escuchar aquella voz que resonó en el desierto, repitiendo aquel mandato: "Arrepentíos". El arrepentimiento constituye una parte de la fe que salva. Nosotros hoy predicamos el Evangelio de la gracia de Dios; pero si tú has sido un receptor de la gracia y misericordia de Dios, y te has convertido a El, vas a tener que apartarte de tus pecados. Si no los abandonas, no habrás cambiado de dirección, no te habrás convertido verdaderamente, ni habrás vuelto a Dios. Ese arrepentimiento forma parte de la salvación. Y el mensaje de Dios hoy, es el mismo que, según Los Hechos 16:31, San Pablo le comunicó a un carcelero: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo".
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