Estudio bíblico de Génesis 18:9-19:5
Génesis 18:9-19:5
En nuestro programa anterior habíamos dejado el relato cuando Abraham recibía a sus tres visitantes. Uno era el Angel del Señor, es decir una teofanía o aparición del Señor Jesucristo antes de su encarnación. Los otros dos acompañantes eran ángeles. En esta ocasión Abraham les obsequió con una comida especial. Continuemos leyendo los versículos 9 y 10:
"Entonces ellos le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y el respondio: Allí en la tienda. Y aquel dijo: Ciertamente volveré a ti por este tiempo el año próximo; y he aquí, Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara estaba escuchando a la puerta de la tienda que estaba detrás de él."
En aquellos tiempos no se consideraba correcto que la mujer apareciese para recibir y atender a los visitantes, especialmente si éstos eran hombres. La actitud reverente de Abraham mientras ellos comían, el hecho de que conocieran a Sara por su nombre y el anuncio del nacimiento del hijo indican que el patriarca se había dado cuenta de quienes eran dichos visitantes. Continuemos leyendo los versículos 11 al 15:
"Abraham y Sara eran ancianos, entrados en años; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Y Sara se rió para sus adentros, diciendo: ¿Tendré placer después de haber envejecido, siendo también viejo mi Señor? Y el Señor dijo a Abraham: ¿Por qué se rió Sara, diciendo: ¿Concebiré en verdad siendo yo tan vieja? ¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Volveré a ti al tiempo señalado, por este tiempo el año próximo, y Sara tendrá un hijo. Pero Sara lo negó, porque tuvo miedo, diciendo: No me reí. Y El dijo: No es así, sino que te has reído."
La risa de Sara nos revela que seguramente pensó que el tener un hijo a su edad era algo demasiado bueno para ser cierto y no lo podía creer. Es como si hubiese dicho. "¡esto no me puede estar sucediendo a mí!" Podemos comprenderla porque algunos quizás hayamos pasado por una experiencia parecida, en la que Dios nos ha sorprendido con la respuesta a una oración o nos ha permitido vivir una experiencia muy grata; algo que parecía imposible o irreal. El caso es que Sara, además de no creer, cometió un segundo error porque, quizás impulsada por el miedo, mintió. Y el Señor la reprendió por ello. Pero, ¿cómo debiéramos considerar esta reacción de Sara en relación a la fe de su marido? La carta a los Hebreos, en el Nuevo Testamento, en el capítulo 11:11, ofrece un comentario adecuado:
"También por la fe Sara misma recibió fuerza para concebir, aún pasada ya la edad propicia, pues consideró fiel al que lo había prometido."
Estas palabras nos indican que, después del impacto del anuncio del ángel, la fe de Sara se desarrolló hasta un nivel ejemplar, como un digno complemento de la fe de Abraham, mereciendo ser incluida, como hemos leído, en la lista de héroes de la fe del Nuevo testamento.
Continuamos con nuestra lectura, y en el versículo 16 se dice:
"Entonces los hombres se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos para despedirlos."
Parece que Abraham les acompañó por un trecho del camino desde donde se podían contemplar Sodoma y Gomorra. La vista panorámica, desde la distancia debía ser bella, imponente. Pero Dios había tomado una grave decisión con respecto a aquellas grandes ciudades de aquella época. Es así que,
Dios anuncia la próxima destrucción de Sodoma y Gomorra
Leamos los versículos 18 al 22:
"Y el Señor dijo: ¿Ocultaré a Abraham lo que voy a hacer, puesto que ciertamente Abraham llegará a ser una nación grande y poderosa, y en él serán benditas todas las naciones de la tierra? Porque yo lo he escogido para que mande a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino del Señor, haciendo justicia y juicio, para que el Señor cumpla en Abraham todo lo que Él ha dicho acerca de él. Y el Señor dijo: El clamor de Sodoma y Gomorra ciertamente es grande, y su pecado es sumamente grave. Descenderé ahora y veré si han hecho en todo conforme a su clamor, el cual ha llegado hasta mí; y si no, lo sabré. Y se apartaron de allí los hombres y fueron hacia Sodoma, mientras Abraham estaba todavía de pie delante del Señor."
Hasta este momento, Dios no le había revelado nada a Abraham sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra. El consideró importante que el patriarca estuviese enterado de Sus planes, con un conocimiento adecuado de un Dios que no se aprestaba a castigar ciegamente a los habitantes de aquellas ciudades, incapaz de sentir misericordia, sino que tenía motivos fundados para hacerlo. Incluso habló de descender para que este pecado fuese evidente y quedase demostrado al examinar Dios de cerca el alcance del pecado de aquella gente. Esto sería, además, un estímulo personal para el patriarca, cuya influencia sería ejercida sobre sus propios hijos, descendientes y a nivel mundial en todas las épocas de la historia.
Después de esta conversación, el Señor envió a los dos ángeles a Sodoma, permaneciendo solo con Abraham. Leamos el versículo 23:
"Y Abraham se acercó, y dijo: ¿En verdad destruirás al justo junto con el impío?"
Lo primero que vino a la mente de Abraham fue su sobrino Lot, a quien había rescatado anteriormente de su cautiverio y que se encontraba nuevamente en peligro ante el inminente castigo de Dios. Quizás muchas veces habría tenido dudas en cuanto a la relación de Lot con Dios pero, al menos, creía que su sobrino era un hombre justo. De ahí su pregunta sobre qué les sucedería a los justos: El pensaba que habría en Sodoma muchos justos y no podía entender por qué Dios iba a destruir a los justos junto con los malvados. Por ello, entabló con Dios un intenso diálogo. Leamos los versículos 24 al 28:
"Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad; ¿en verdad la destruirás y no perdonarás el lugar por amor a los cincuenta justos que hay en ella? Lejos de ti hacer tal cosa; matar al justo con el impío, de modo que el justo y el impío sean tratados de la misma manera. ¡Lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia? Entonces el Señor dijo: Si hallo en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo el lugar por consideración a ellos. Y Abraham respondió, y dijo: He aquí, ahora me he atrevido a hablar al Señor, yo que soy polvo y ceniza. Tal vez falten cinco para los cincuenta justos, ¿destruirás por los cinco a toda la ciudad? Y Él respondió: No la destruiré si hallo allí cuarenta y cinco."
Esta es una pregunta que mucha gente se hace: "el juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?" El resto de las Sagradas Escrituras da testimonio de que, en efecto, Dios siempre hace lo que es justo. Si no lo crees así, hay un problema en tu forma de plantear el problema. Tu capacidad humana para razonar es limitada y desconoce todos los factores y detalles involucrados en las decisiones de Dios. En el caso de Abraham, comenzó a interceder ante Dios por aquellos justos con el mismo valor, perseverancia y generosidad con que había luchado anteriormente a favor de ellos. Es así que con una audacia que podría sorprendernos, pero también con genuina humildad y respeto, como podemos leer en los versículos 28 al 32, fue rebajando la cifra desde 50 justos, sucesivamente a 45, 40, 30, 20 y finalmente, 10. Y aquí surge la pregunta: ¿por qué Abraham no continuó preguntando por debajo de 10? Es posible que no se haya atrevido. Quizás le asaltó la duda de si Lot no estaría en realidad perdido y eso le preocupó tanto que decidió no continuar preguntando. Seguramente, si hubiese insistido hasta el punto de preguntar si Dios habría destruido la ciudad en al caso de que hubiese en ella solamente un justo, Dios le habría respondido: "Si hubiese en la ciudad un justo, le quitaré fuera de la ciudad, porque yo no destruiré a un justo junto con esa ciudad". ¿Y cómo sabemos que Dios habría respondido así? Porque así efectivamente sucedió. Ante las dudas de Abraham, resulta que había un justo en la ciudad y Dios le conocía. Era Lot. Y más adelante veremos cómo Dios le haría salir de la ciudad con su familia. Y ante esta conversación, con la que finaliza este capítulo 18, hemos visto que aunque Dios evidentemente conocía la situación moral de la ciudad y la de Lot, siguió pacientemente el razonamiento de Abraham para demostrarle que el juicio que estaba a punto de caer sobre Sodoma era justo.
Vamos a continuar nuestro estudio con el
Capítulo 19
Y en una breve introducción diremos que el capítulo anterior era una figura de una vida cristiana caracterizada por la comunión y una relación personal de intimidad con Dios. Pero, en este capítulo 19, la imagen cambia. Habíamos dejado el relato allá en Hebrón, en las llanuras de Mamre, donde Abraham habitaba y ahora descendemos a la ciudad de Sodoma, donde reside Lot. En este capítulo leeremos acerca de cómo Lot abandonó la ciudad con su mujer y sus dos hijas, y de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Se incluye luego el episodio de cuando la mujer de Lot se convirtió en una estatua de sal y luego, el relato del tremendo pecado que cometió Lot con sus dos hijas.
Decíamos que en este capítulo cambia drásticamente la imagen, porque aquí tenemos la figura de los que es una vida malograda. No olvidemos que aquel personaje, Lot, era considerado un hombre justo. Esto resultaría difícil de creer si solamente tuviéramos el relato de este libro del Génesis. Pero Simón Pedro, el apóstol, en su segunda carta, nos cuenta la experiencia de Lot entre los habitantes de Sodoma, en el capitulo 2:18. Dice así:
" . . . porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por sus hechos inicuos."
Aunque Lot vivía allí, nunca fue feliz. Fue en un día trágico que él eligió trasladarse a aquella ciudad, porque si miramos a la totalidad de este episodio y a sus consecuencias, vemos que acabó perdiendo a su familia.
Hay en la actualidad muchas personas que creen en Dios, que parece que son salvas y que, incluso, profesan tener firmes convicciones al respecto, Pero debido a elecciones equivocadas y a su estilo de vida, pierden sus relaciones familiares, malogrando sus vidas por haberse apartado de los planes y la voluntad de Dios. Vidas que, de esta manera, no son coherentes con las creencias que se profesan. Vidas que se dañan o destruyen a sí mismas y, frecuentemente, a las personas que las rodean. La vida de Lot constituye un trágico ejemplo de este tipo de personas.
Leamos ahora, en este capítulo 19, los versículos 1 al 3, que nos relatan cuando
Los ángeles llegan a Sodoma y visitan a Lot
"Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma al caer la tarde, cuando Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó para recibirlos y se postró rostro en tierra. Y dijo: He aquí ahora, señores míos, os ruego que entréis en la casa de vuestro siervo y paséis en ella la noche y lavéis vuestros pies; entonces os levantaréis temprano y continuaréis vuestro camino. Pero ellos dijeron: No, sino que pasaremos la noche en la plaza. El, sin embargo, les rogó con insistencia, y ellos fueron con él y entraron en su casa; y les preparó un banquete y coció pan sin levadura, y comieron."
Vemos que cuando llegaron los ángeles a Sodoma, Lot estaba sentado en la puerta de la ciudad. Los que así lo hacían, desempeñaban el cargo público de jueces. Esto nos aclara que Lot, no solo residía en esa comunidad sino que, además, al entrar en la carrera judicial, se había integrado en la vida pública y política.
Nos llama también la atención la actitud hospitalaria de Lot al ofrecer alojamiento en su casa a los viajeros. Era normal que necesitasen lavar sus pies, al haber recorrido aquel camino polvoriento desde las llanuras de Mamre hasta Sodoma, con un calzado abierto, como las sandalias, propio de aquella época. Por ello, además del alivio que implicaba, ese gesto era una forma de expresar y ofrecer hospitalidad a los visitantes, tal como hemos considerado en nuestro programa anterior. Al principio los viajeros, para no causar incomodidades, se mostraron reacios a aceptar la invitación y sugirieron pasar la noche en las calles o en la plaza. Pero Lot, consciente del peligro que habrían corrido a causa del ambiente que se vivía en la ciudad, les rogó insistentemente que pernoctasen en su casa. Nosotros, que conocemos las circunstancias que se dan en nuestras grandes ciudades, especialmente por la noche, con una creciente delincuencia y violencia, somos cada vez más sensibles a la inseguridad ciudadana.
Para concluir nuestra lectura Bíblica de hoy vamos a leer los versículos 4 y 5, que nos describen
La baja condición moral de Sodoma
"Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, rodearon la casa, tanto jóvenes como viejos, todo el pueblo sin excepción. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿ Dónde están los hombres que vineron a ti esta noche ? Sácalos para que los conozcamos."
Evidentemente, los visitantes no habían pasado desapercibidos para los hombres de la ciudad y la preocupación de Lot por la integridad física de ellos no había resultado infundada. En esta escena desagradable, vemos que la degradación moral de los habitantes de Sodoma había llegado a tal punto que eran capaces de llegar a la intimidación o violencia física para satisfacer sus inclinaciones. Aquel comportamiento sensual que, aunque difuso o no especificado en detalle podemos imaginar, se describe en la actualidad en el término "sodomía". Cuando Dios le había comunicado a Abraham su decisión de juzgar y castigar a esta ciudad le dijo que había oído el "clamor" de Sodoma y Gomorra, y que consideraba su situación de pecado sumamente grave, y esta expresión seguramente se refiere a todas las prácticas, abusos e injusticias que se cometían allí, incluyendo también el sufrimiento causado por los más fuertes sobre los más débiles. Todo ello era contrario al orden natural y a los principios divinos. El proceso y la orientación de aquellas relaciones humanas eran claramente destructivos para la vida y para la dignidad del ser humano. Cuando Lot había decidido, en su momento, trasladarse para residir en Sodoma no sabía qué tipo de comunidad era. Quizás la ciudad, contemplada desde la distancia, con sus calles, bulevares, parques y edificios públicos producía una impresión agradable. Después y una vez viviendo allí y ver que cualquier perversión estaba a la orden del día, no tuvo el valor de irse y, de esa manera, sus hijos se criaron en ese ambiente.
Hoy en día parece que algunos aceptan que uno puede ser cristiano, un hijo de Dios y, a la vez, continuar viviendo una vida de pecado, es decir, con un comportamiento, conducta o prácticas que la Palabra de Dios desaprueba. La situación que prevalecía en Sodoma y la actitud de Dios nos aclaran que eso no es posible. También el apóstol Pablo aclaró esa incompatibilidad, en su carta a los Romanos, en el capítulo 6:1 y 2, donde dijo: ". . . ¿continuaremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo!
No se trata de si en aquella época había, o no, una idea primitiva de Dios, o de si hoy en día se ha modificado aquella concepción de Dios adaptándola a una nueva mentalidad individual o social, Si observamos el modelo de Jesucristo, el recibió a todos los que la Biblia llama " pecadores, " personas con comportamientos o prácticas contrarias a Dios y a su Palabra. Pero Jesús confrontó a aquellos hombres y mujeres con sus respectivas realidades y transformó aquellas vidas, dotándolas de nuevos pensamientos y valores. Su poder para salvarlas las capacitó también para pasar a un nivel de conducta acorde con el plan original de Dios, y con su Palabra.
Más allá de todo cambio humano, a nivel personal o social y de los avances de la civilización, el hombre y la mujer son descriptos en la Biblia como pecadores, infractores naturales de las demandas de Dios. Esta es una realidad evidente en todas las etapas de la historia. Es por todo ello que continúa vigente y operativo el amor de Dios y su gracia salvadora. Y en cuanto al resultado, éste no podría ser mejor. Dice el apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5:17,
". . . si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas."
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