Estudio bíblico de Josué 4:19-5:15
Josué 4:19-5:15
Hoy vamos a terminar nuestro estudio del capítulo 4 de Josué. Y en nuestro programa anterior estábamos hablando de las doce piedras que Josué colocó en el río Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el Arca del Pacto. Y de las doce piedras que había colocado al otro lado del río Jordán. Y decíamos que las doce piedras en el río, hablaban de la muerte de Cristo. Y las doce piedras en la orilla occidental del Jordán, hablaban de la resurrección de Cristo.
Quiere decir entonces que los hijos de Israel cruzaron el Jordán mediante la muerte y la resurrección de Cristo. Esas piedras que podían ser vistas al otro lado del río, manifestaban el poder de Dios. Hablan de la gracia de Dios y el hecho de que hoy en día Cristo está a la diestra de Dios. El paso del Jordán pues, no representa la muerte de los creyentes. Representa la muerte de Cristo, de la cual nos apropiamos y por la cual entramos en los lugares celestiales para disfrutar de Sus bendiciones. Por último, nos llevará al cielo. Sólo mediante la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, entraremos algún día en el cielo. Es pues por la fe, mediante la muerte y resurrección de Cristo que pasamos el Jordán y entramos en Canaán, donde vivimos y tomamos posesión de las bendiciones espirituales. Comencemos nuestra lectura con los versículos 19 al 22 de este capítulo 4 de Josué:
"Y el pueblo subió del Jordán el día diez del mes primero, y acamparon en Gilgal, al lado oriental de Jericó. Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán. Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas piedras? declararéis a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó en seco por este Jordán."
Si llevamos hasta sus últimas consecuencias la lección espiritual de este pasaje, nuestra conclusión sólo puede ser que debemos enseñar el evangelio a nuestros hijos. El deber de los padres es entregar el evangelio a sus hijos. No hay mejor privilegio que aquel que tiene un padre, de conducir a su hijo a un conocimiento de Cristo como Salvador personal. Ésta es la responsabilidad de los padres. Continuemos ahora leyendo los dos últimos versículos de este capítulo 4 de Josué; versículos 23 y 24:
"Porque Jehová vuestro Dios secó las aguas del Jordán delante de vosotros, hasta que habíais pasado, a la manera que Jehová vuestro Dios lo había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que pasamos; para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano de Jehová es poderosa; para que temáis a Jehová vuestro Dios todos los días."
Lo que Dios hizo por los hijos de Israel, lo hizo para el beneficio de ellos, para el beneficio suyo, y para el beneficio mío estimado oyente. Lo hizo para que todos los hombres del mundo pudieran saber que la mano del Señor en verdad es poderosa. Este propósito se cumplió gráficamente tan pronto como los cananeos oyeron las noticias de que los hijos de Israel habían pasado el Jordán.
Algunas de las cosas importantes que debemos recordar de este capítulo 4 de Josué, son que el arca iba delante y dividió el río Jordán; en este caso, no fue la vara de Moisés. El arca iba delante, llevada por los sacerdotes. Nosotros, como cristianos, sabemos que Cristo va delante de nosotros en pasar por la muerte, pero también va con nosotros en esta vida. El Jordán es típico de la muerte de Cristo, y no de la muerte nuestra.
Y así concluye nuestro estudio del capítulo 4 de Josué. Llegamos ahora a
Josué 5:1-15
En este capítulo 5 vemos tres detalles importantes. Se celebró el rito de la circuncisión; el maná cesó y los israelitas comenzaron a comer el grano de la tierra; y Josué fue confrontado con un jefe del ejército del Señor. Josué necesita esta visión en aquel momento.
Habían abandonado el rito de la circuncisión en el desierto. Dios les estaba enseñando que la vieja naturaleza humana no era buena y que la nueva naturaleza no tenía poder espiritual. El apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 7, versículo 18 dijo: "Y yo sé que en mí, esto es, en mi débil condición humana, no habita el bien; por eso, aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo."
El maná cesó y los hijos de Israel comieron los productos de la nueva tierra. El maná, espiritualmente hablando, es para los niños en Cristo, es decir para los que no tienen madurez espiritual y representa los días en que Cristo estuvo en la tierra. Hoy en día, nosotros nos alimentamos del Cristo vivo. Dijo el apóstol Pablo otra vez en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículos 16 y 17: "Así que nosotros ya no pensamos de nadie según los criterios de este mundo; y aunque antes pensábamos de Cristo según estos criterios, ahora ya no lo pensamos. Por tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; han sido hechas nuevas."
Comencemos pues nuestro estudio de este capítulo 5 de Josué, leyendo el primer versículo de este capítulo 5, que nos habla de
El terror de los amorreos
"Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de Israel."
Debido a que el río Jordán estaba en su época de inundación anual, los amorreos y los cananeos no esperaban que los israelitas lo cruzaran. Creían que iban a cruzarlo después de pasar la época de inundación. Creían que tenían más tiempo para prepararse para la batalla, y por eso les cayó como un duro golpe descubrir que Dios les había ayudado a los israelitas a cruzar el Jordán. Continuemos ahora con los versículos 2 hasta el 5 de este capítulo 5 de Josué, que nos hablan de que
Una nueva generación fue circuncidada
"En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado."
Como acabamos de recordar, la nación de Israel había descuidado la observación del rito de la circuncisión, la cual era el símbolo del pacto con Abraham. Recordemos que en el pacto que Dios hizo con Abraham dio la tierra de Canaán a Israel. Pero ellos habían abandonado este rito durante aquellos años de vagar a través del desierto. Continuemos leyendo los versículos 6 al 9:
"Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Jehová; por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel. A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino. Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron. Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy."
Los hijos de Israel no habían guardado el rito de la circuncisión ni en el espíritu ni en la realidad. Los israelitas habían caminado por 40 años en el desierto, hasta que todos los hombres que habían salido de Egipto, que eran hombres de guerra, habían muerto. El Señor les había dado hijos, y fue a ellos a quienes Josué circuncidó. Ahora, al suceder esto, Dios entonces quitó "el oprobio de Egipto". Esta frase, "el oprobio de Egipto" citada en el versículo 9, que podría también expresarse como "la vergüenza de los egipcios" se refería a que, durante los últimos años de la esclavitud en Egipto, ese rito de la circuncisión, señal del pacto que Dios había hecho con Abraham, había sido descuidado, y ese incumplimiento había continuado durante el viaje por el desierto. Por eso, el lugar donde Josué circuncidó a los israelitas fue llamado "Gilgal" que viene del hebreo "calal" que significa "quitar". Continuemos ahora leyendo el versículo 10 de este capítulo 5 de Josué:
"Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó."
Por muchos años los hijos de Israel no se hallaban en relación con su Dios en cuanto al pacto. Y por tanto no podían celebrar la Pascua.
Fue en el tiempo de la lluvia, en primavera, cuando Israel observó el rito de la circuncisión, y entonces celebraron la Pascua. La "vergüenza de Egipto" fue entonces quitada de los israelitas. Dios había prometido dar a los descendientes de Abraham la tierra, y la promesa estaba por convertirse en realidad.
Todo esto estimado oyente, tiene un mensaje espiritual para nosotros. La vieja naturaleza humana no es buena. La vieja naturaleza no puede heredar ninguna bendición espiritual. La vieja naturaleza ni siquiera puede disfrutar de las bendiciones espirituales. A esa naturaleza no le gustaría la tierra de Canaán. El apóstol Pablo en su carta a los Romanos capítulo 7, nos habló en cuanto a la guerra entre la naturaleza vieja y la nueva. Luego en su carta a los Gálatas capítulo 5, versículo 17, el apóstol Pablo dijo: "Porque los malos deseos están en contra del Espíritu, y el Espíritu está en contra de los malos deseos. El uno está en contra de los otros y por eso no podéis hacer lo que quisierais". El apóstol Pablo descubrió que no había nada bueno en la vieja naturaleza, ni poder alguno en la nueva naturaleza (Romanos 7). La circuncisión de los israelitas fue un reconocimiento de este hecho. Ahora, Dios les daría victoria en la tierra, pero Él tenía que prepararlos para ella. Continuemos leyendo los versículos 11 y 12 de este capítulo 5 de Josué:
"Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año."
El maná era una figura descriptiva de Cristo. Recordemos que en el evangelio según San Juan, capítulo 6, versículos 49 al 51, el mismo Señor Jesús lo confirmó diciendo: "Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Éste es el pan que desciende del cielo, para que no muera quien coma de él. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo."
El maná representaba a Cristo en Su muerte. En el evangelio según San Mateo capítulo 20, versículo 28, el Señor Jesucristo dijo: "Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por todos". Cuando los Israelitas llegaron a Canaán, el maná cesó y empezaron entonces a comer el fruto de la tierra. Muchos creyentes viven hoy en día de los testimonios, de experiencias pasadas que fueron enriquecedoras. Pero si, espiritualmente hablando, usted entra en la nueva tierra, en esa tierra de luchas y conquistas, es decir, en una nueva dimensión espiritual y toma posesión de las bendiciones espirituales, tendrá que dejar de comer el maná y empezará a comer del fruto de esa tierra. Ahora, ¿Sabe usted cuál es ese fruto? Es la Palabra de Dios, aplicada a su vida por el poder, y el control del Espíritu Santo. Estimado oyente, nosotros, desde aquí, pretendemos animarle a participar de ese fruto.
Leamos los versículos 13 al 15 de este capítulo 5 de Josué, para considerar
El visitante divino del ejército del Señor
"Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo."
Tenemos aquí el llamamiento y la comisión de Josué. Fue el mismo que recibió Moisés en Madián, desde la zarza ardiente. Recordemos que en Éxodo, capítulo 3, versículo 5, a Moisés se le mandó quitarse el calzado de sus pies, porque el lugar en que estaba, era tierra santa. En nuestro pasaje Bíblico, después de cruzar el desierto, los israelitas habían cruzado ya el Jordán y estaban acampando al otro lado. Un día por la mañana, Josué probablemente se levantó y contempló la escena impresionante del campamento y quizá hasta se llenó de orgullo al ver las tiendas de las doce tribus situadas a su alrededor. Él era el líder de este gran grupo y el sucesor de Moisés. Y debe haberse sentido bien. Pero luego, sucedió que miró hacia el límite del campamento y vio allá a un hombre en pie con su espada desnuda en la mano.
Al mirarle Josué, en un principio probablemente habrá dicho dentro de sí: "Seguro que no sabe que aquí yo soy el General. No he dado ninguna orden que alguien desenvaine su espada. Mejor es que yo hable con ese individuo". Josué pues, se acercó donde estaba el hombre y le dijo: "¿Eres tú de los nuestros o de nuestros enemigos?" Entonces, el personaje celestial se presentó diciendo: "Soy Príncipe del ejército del Señor". Y ¿sabe usted quién era? Creemos que no era otro que el llamado Angel del Señor, el mismo Cristo en una de sus apariciones en el Antiguo Testamento, anteriores a su encarnación en este mundo.
La respuesta resultó sorprendente y debió convencer a Josué que éste no era un hombre mortal. Y Josué habrá sentido, como Abraham cuando se encontraba bajo un roble en Mamre, como Jacob cuando estaba en Peniel y Moisés cuando se encontró ante la zarza ardiendo y que no se consumía, como todos aquellos grandes personajes del Antiguo Testamento experimentaron, como un destello de la revelación divina. Y luego, en los tiempos del Nuevo Testamente, hubo otros, como los discípulos que viajaban hacia Emaus, que sintieron junto a ellos la presencia de Dios. Y, ¿Sabe usted lo que sucedió? Josué se postró en adoración delante de Él. Aquella presencia divina se encontraba allí para indicarle que el Señor lucharía a favor de Su pueblo. Pero aquella espada en Su mano también indicaba que la paciente demora en ejercer el juicio sobre la extrema maldad de los amorreos, había llegado a su fin. El pueblo que allí acampaba, muy cerca de esta impresionante escena, iba a ser un instrumento para el justo castigo de Dios. Pero esta espada desenvainada también indicaba que la Justicia de Dios también caería sobre los israelitas cuando estos se dejaran dominar por su propia maldad y se rebelaran contra Él. Ésta pues, fue una experiencia profundamente significativa para Josué. Él habría anticipado una batalla entre dos ejércitos: Israel y los cananeos. Habrá pensado que aquella sería su guerra y que él actuaría como el comandante en jefe de su ejército. Pero entonces, tuvo que enfrentarse al comandante divino y tuvo que aprender que aquellas serían las batallas del Señor. El general de mayor graduación del ejército del Señor no había llegado para ser un mero espectador del conflicto que iba a comenzar o, incluso, un aliado. Él detentaba el control absoluto de la situación y pronto revelaría Sus planes para capturar la ciudad de Jericó. Esta presencia divina habrá estimulado enormemente a Josué. Ya no tendría que soportar en solitario la tremenda responsabilidad del liderazgo de aquel pueblo. Y la presencia divina convirtió a aquel paraje en un lugar sagrado. Al quitarse el calzado, Josué también estaba reconociendo que la próxima batalla y la totalidad de la conquista de aquella tierra era, en realidad, un conflicto de Dios y que él, Josué, era simplemente un siervo.
En cuanto a la expresión "el ejército del Señor" se refiere concretamente al ejército de los ángeles. Hubo en el Antiguo Testamento un caso protagonizado por el profeta Eliseo (2 Reyes 6:8-17) y su criado, en el cual un ejército invisible de ángeles rodeaba la ciudad de Dotan, superando enormemente al ejército de Siria. Siglos más tarde, en el Nuevo Testamento, en Mateo 26:53, y en el jardín de Getsemaní, en el momento en que Jesús fue arrestado, Él dijo que, si así lo hubiera querido, podría haber orado a Su Padre para que le liberara, y Dios el Padre le habría enviado 12 ejércitos de ángeles. También en el Nuevo Testamento, en la carta a los Hebreos 1:14, se describió a los ángeles como espíritus al servicio de Dios, enviados en ayuda de quienes han de recibir en herencia la salvación.
Estimado oyente. Cada persona, en la peculiaridad de sus dificultades personales, y en momentos claves de su vida, necesita sentir la presencia de Dios, la cercanía de Dios. Las circunstancias de nuestra vida resultan, con frecuencia, opresivas, prácticamente imposibles de superar por nuestras propias fuerzas. Y en la lucha por la vida, o por la supervivencia, muchos conflictos y problemas parecen presagiar nuestra derrota, aun antes de habernos enfrentado con ellos. Si se considera usted un creyente, creemos que se habrá apropiado de las lecciones que tuvo que aprender Josué al entrar en una tierra llena de conflictos. Si usted aún no se considera un hijo de Dios por la fe en Jesucristo, y no le ha aceptado como su Salvador personal, le invitamos a que, en una sencilla oración, hable con Dios, y le pida que Él se acerque a usted, y con Su Palabra, le haga sentir su proximidad, señalándole a Jesucristo, a Su Persona y Su obra en la cruz a favor suyo, como el único medio para iniciar una relación con Dios.
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