Estudio bíblico de Josué 15:20-19:51
Josué 15:20-19:51
Continuamos hoy nuestro estudio en el capítulo 15 de Josué. Y decíamos en nuestro programa anterior que en este capítulo 15, los israelitas tomaban posesión de lo que les pertenecía. Y que nosotros también debemos hacer lo mismo. Dios dio a Caleb la ciudad de Hebrón. Y Dios quiere darnos a nosotros también bendiciones espirituales. Todo lo que necesitamos hacer es extender la mano para recibirlas, porque Dios está dispuesto a entregárnoslas. Veamos ahora
La parte de Judá
Leamos los versículos 20 y 21 de este capítulo 15 de Josué:
"Esta, pues, es la heredad de la tribu de los hijos de Judá por sus familias. Y fueron las ciudades de la tribu de los hijos de Judá en el extremo sur, hacia la frontera de Edom: Cabseel, Edar, Jagur"
Y continuó mencionando más ciudades hasta el versículo 63. Pero es importante notar que estas ciudades mencionadas aquí se dan por distritos según sus posiciones dentro de cuatro regiones geográficas. Había ciudades en el Neguev que encontramos en los versículos 21 al 32; ciudades en las colinas y llanuras occidentales (versículos 33 al 47); en la zona central montañosa (versículos 48 al 60) y en el escasamente poblado desierto de Judá que desciende hasta el Mar Muerto (versículos 61 y 62). Éste fue el territorio de la tribu de Judá. Ahora note usted lo que dice aquí el versículo 63 que, con una nota inquietante, finaliza este capítulo 15 de Josué:
"Mas a los jebuseos que habitaban en Jerusalén, los hijos de Judá no pudieron arrojarlos; y ha quedado el jebuseo en Jerusalén con los hijos de Judá hasta hoy."
Sería difícil hallar en el mapa la mayor parte de las ciudades mencionadas en este capítulo. Sin embargo, el nombre de una de las ciudades es muy conocido. Es Jerusalén. Jerusalén era una de las ciudades de Judá. Y así pues concluye este capítulo 15 de Josué. Pasamos ahora a
Josué 16
En este capítulo 16 tenemos los límites generales de los hijos de José y el límite de la heredad de Efraín. También veremos que los cananeos no fueron conquistados. Consideremos ahora
La porción de Efraín
José, uno de los hijos de Jacob, tenía dos hijos, Efraín y Manasés, los cuales fueron contados como una tribu. Como la tribu de Leví era la tribu sacerdotal y no se le entregó ninguna tierra, el número total de tribus que heredaron tierras fue de 12, en vez de 13. Leamos entonces los primeros 4 versículos de este capítulo 16 de Josué:
"Tocó en suerte a los hijos de José desde el Jordán de Jericó hasta las aguas de Jericó hacia el oriente, hacia el desierto que sube de Jericó por las montañas de Bet-el. Y de Bet-el sale a Luz, y pasa a lo largo del territorio de los arquitas hasta Atarot, y baja hacia el occidente al territorio de los jafletitas, hasta el límite de Bet-horón la de abajo, y hasta Gezer; y sale al mar. Recibieron, pues, su heredad los hijos de José, Manasés y Efraín."
Ahora en los versículos 5 hasta el 9 encontramos el límite del territorio de los hijos de Efraín por sus familias. Y concluye este capítulo 16 como concluyó el capítulo anterior, porque tampoco los efrainitas expulsaron a los cananeos que moraban en Gezer. El versículo 10 de este capítulo 16 dice:
"Pero no arrojaron al cananeo que habitaba en Gezer; antes quedó el cananeo en medio de Efraín, hasta hoy, y fue tributario."
Pasamos ahora a
Josué 17
En este capítulo tenemos
El territorio de Manasés
Recordemos que la tribu de Manasés estaba dividida. Una mitad de la tribu se estableció en la ribera oriental del Jordán, pero la otra mitad cruzó el río y entonces se le dio este territorio. Los Cananeos son expulsados. Y los hijos de José obtienen otro territorio. Hay en este capítulo 17 un incidente extraordinario, relacionado con los hijos de José, y de su hijo Efraín en particular. Leamos el versículo 14 de este capítulo 17:
"Y los hijos de José hablaron a Josué, diciendo: ¿Por qué nos has dado por heredad una sola suerte y una sola parte, siendo nosotros un pueblo tan grande, y que Jehová nos ha bendecido hasta ahora?"
Efraín se quejaba porque no había recibido un territorio más extenso. El hecho es que a Efraín le fue dada solamente la mitad de lo que recibió Manasés. Había mucha gente en la tribu de Efraín. Josué era de esta tribu, y los efrainitas probablemente creyeron que él haría algo para ayudarles. Sin embargo, Josué no hizo nada. La tierra que ellos heredaron era montañosa y escabrosa. Y no quedaron nada satisfechos. Ahora, leamos el versículo 15 de este capítulo 17 de Josué:
"Y Josué les respondió: Si sois pueblo tan grande, subid al bosque, y haceos desmontes allí en la tierra de los ferezeos y de los refaítas, ya que el monte de Efraín es estrecho para vosotros."
Si usted viaja por esa región hoy en día, notará que los cerros están desnudos. ¿Qué les sucedió a los árboles? Bueno, los enemigos llegaron a ese país a través de los siglos, han prácticamente arrasado por completo los cerros. Hay una gran campaña en Israel ahora mismo, para plantar árboles en aquella región. Los árboles crecerán allí porque esa tierra una vez, estuvo cubierta de ellos.
Por cierto, en los tiempos del Señor Jesucristo, el monte de los Olivos también estaba cubierto de árboles. Si solo hubiera habido un pequeño grupo de árboles como hay hoy en día, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, no habrían tenido ninguna dificultad para encontrar a Cristo y a sus seguidores en el monte. Pero Judas tuvo que dirigirlos por una verdadera jungla de árboles para poder señalarles exactamente dónde se encontraba nuestro Señor.
La respuesta que Josué dio a su propia tribu, fue una respuesta noble. El dijo: "Tú eres gran pueblo, y tienes gran poder; no tendrás una sola parte, sino que aquel monte será tuyo. . ." según leemos en los versículos 17 y 18. Les estaba diciendo que si querían tener más territorio, tendrían que luchar para conseguirlo. Les estaba diciendo que debían dejar de quejarse y salir a tomar posesión de más tierra. Si ellos quieren tener más territorio, tendrán que ir y conquistarlo, aunque los cananeos fuesen fuertes y estuviesen bien armados. Es decir que les costaría algo. Es por eso que tantos cristianos son tan pobres, espiritualmente hablando. Se quejan acerca de su suerte en la vida, y no toman posesión de sus muchas bendiciones espirituales. Es hora estimado oyente, de dejar de quejarnos y de tomar posesión de las bendiciones que Dios nos ha concedido.
En cierta ocasión un alumno de un seminario, se quejó a su profesor en cuanto a un libro que le había sido asignado para leer. Le dijo: "Doctor, nos ha asignado una porción que es muy seca, muy monótona." El profesor le respondió: "Pues mójela con un poco del sudor de su frente". Volviendo a nuestro relato, vemos que Josué estaba diciéndole aquí a su tribu: "No vengáis aquí para quejaros. Hay mucha tierra que tomar, salid a conquistarla."
Estimado oyente, era necesario que ellos expulsaran al enemigo. Dios no les daría arbitrariamente la tierra. Dios dijo: "Yo os he entregado todo lugar que pisare la planta de vuestro pie." Muchos de nosotros somos pobres espiritualmente hoy en día, porque no nos levantamos para caminar en la tierra. No tomamos posesión de nuestras bendiciones espirituales. Ya es hora de cambiar nuestra manera de ser.
Y así concluye el capítulo 17 de Josué. Llegamos ahora a
Josué 18
En este capítulo llegamos al momento en que
Se levantó el tabernáculo en Silo
En este capítulo se describió el resto de la tierra y se dividió en siete partes. Josué repartió la tierra así por territorios. Y tenemos también el territorio y el límite de Benjamín y sus ciudades. Leamos el primer versículo de este capítulo 18 de Josué:
"Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo, y erigieron allí el tabernáculo de reunión, después que la tierra les fue sometida."
Los hijos de Israel erigieron el tabernáculo en Silo, un pueblo de la tierra de Efraín. Sin embargo, no sería el lugar permanente para el tabernáculo, a causa de que Silo no era el centro del territorio. Dios escogería un sitio permanente por medio del rey David, y ese sitio un día sería Jerusalén. Pero los hijos de Israel deberían adorar al Señor en Silo, hasta el día en que ese sitio fuese cambiado. El tabernáculo estuvo en Silo durante todo el período de los jueces. Leamos los versículos 2 y 3 de este capítulo 18 de Josué, para ver
La división del resto de la tierra
"Pero habían quedado de los hijos de Israel siete tribus a las cuales aún no habían repartido su posesión. Y Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo seréis negligentes para venir a poseer la tierra que os ha dado Jehová el Dios de vuestros padres?"
Aquí Josué presentó un desafío. Siete de las tribus estaban allí sin hacer nada. Dijeron a Josué: "¿Qué te parece esta tierra?" ¿Cuál territorio nos darás a nosotros?" Y Josué les dijo: "Os ha sido dado cierto territorio. Entrad y tomad posesión de vuestra tierra. ¿Por cuánto tiempo más pensáis esperar?" Dios nos hace la misma pregunta a nosotros, estimado oyente. Nos ha dado muchas bendiciones espirituales, pero somos lentos cuando se trata de reclamarlas, tomando posesión de ellas. Ahora, después de que Josué mandó a las tribus que tomaran posesión de lo que les había sido dado, empezaron a salir y a tomar la tierra que se les había asignado. Y esto, estimado oyente, es lo que nos corresponde hacer a nosotros. Debemos tomar posesión del amor de Dios, y de Su bondad y Su misericordia. Debemos avanzar para tomar posesión de lo que es nuestro. Ahora, con respecto a
La porción de Benajmín
Esta tribu recibió su heredad entre la tierra de Judá y las tribus de Efraín y Dan. Y llegamos ahora a
Josué 19
En este capítulo tenemos los territorios de Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí y Dan. Los hijos de Israel le dieron una heredad a Josué. La primera suerte le había correspondido a la tribu de los hijos de Benjamín, como ya vimos en el capítulo anterior. Leamos el versículo 9 de este capítulo 19, para ver la
Porción de Simeón
"De la suerte de los hijos de Judá fue sacada la heredad de los hijos de Simeón, por cuanto la parte de los hijos de Judá era excesiva para ellos; así que los hijos de Simeón tuvieron su heredad en medio de la de Judá."
Este capítulo da una continuación del reparto de la tierra entre las tribus de Israel. La mayoría de las guerras se habían acabado. Hemos visto que a Judá le fue dada preferencia especial porque era la tribu real. Sería en esta tribu, que la capital religiosa y política del reino sería establecida. David fue el rey que haría la selección, y la ciudad se convertiría en Jerusalén.
Como las tierras asignadas a Judá eran más extensas que lo que ellos necesitaban, la porción del sur fue entregada a Simeón. Consideremos ahora
La porción de Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí y Dan
La tribu de Simeón tenía su heredad en el extremo austral de la heredad de Judá. Ahora, la tribu de Zabulón recibió una porción rodeada de tierra, es decir sin costas, en la parte Baja de Galilea. La herencia de Isacar se extendía desde el monte Tabor en la parte occidental, hasta el sur del mar de Galilea. También incluía el territorio en la región costera, desde la parte norte del monte Carmelo, hasta la región de Tiro y Sidón. La tribu de Neftalí se estableció en la región de la Alta y la Baja Galilea oriental. El territorio de Dan estaba ubicado entre Benjamín y el Mar Mediterráneo. Más tarde algunos danitas emigraron al norte y se establecieron cerca de la parte norteña de Neftalí.
Este capítulo 19 de Josué revela cuantos detalles dio Dios con respecto a Israel y a la tierra. La tierra prometida y el pueblo se consideraban juntos. Dios no sólo les dio la tierra de Canaán, sino también le entregó a cada tribu una región en particular. Dio a cada tribu cierta parte de la tierra. Dios tenía interés en cada individuo y su posesión.
De este capítulo podemos sacar una lección admirable. Y es que Dios tiene interés en la vida personal y privada de cada uno de nosotros. Estimado oyente, para Él su vida privada, no es privada. Él le conoce como si fuera usted un libro abierto. Un día alguien me dijo que le agradaría salir al desierto para estar solo, lejos de todos y para ser él mismo. Dijo, "quiero alejarme de todo". Bueno, éste es un deseo normal. Todos necesitamos alejarnos de la gente de vez en cuando. Pero yo le recordé que él no podría esconderse de Dios. Dios le estaría esperando allá en el desierto. Sí, estimado oyente, Dios sabe donde estamos en cada momento. No hay lugar en donde podamos escondernos de Él. Esto es algo de lo cual nunca debemos olvidarnos. Y pasamos ahora a los versículos 49 al 51 para considerar
La porción especial que Josué recibió
"Y después que acabaron de repartir la tierra en heredad por sus territorios, dieron los hijos de Israel heredad a Josué hijo de Nun en medio de ellos; según la palabra de Jehová, le dieron la ciudad que él pidió, Timnat-sera, en el monte de Efraín; y él reedificó la ciudad y habitó en ella. Estas son las heredades que el sacerdote Eleazar, y Josué hijo de Nun, y los cabezas de los padres, entregaron por suerte en posesión a las tribus de los hijos de Israel en Silo, delante de Jehová, a la entrada del tabernáculo de reunión; y acabaron de repartir la tierra."
Uno creería que porque Josué era un hombre de Dios, un hombre que había guiado con mucho éxito a los hijos de Israel contra los cananeos, y que había salido victorioso, que los israelitas le darían permiso para escoger primero cualquier sitio que deseara tener para establecerse allí. Pero no sucedió así. Los israelitas no le ofrecieron los lugares más selectos para que se estableciera. Josué hizo su propia elección. Fue un lugar llamado Timnat-sera que estaba situado a unos pocos kilómetros de Silo. Era un lugar árido y uno de los sitios peores que Josué pudo haber escogido. Y esto nos recuerda al incidente entre Abraham y Lot cuando volvieron a la tierra de Canaán. Abraham dijo a Lot: "Escoge tú cualquier porción que quieras y yo me quedaré con el resto." Lot escogió lo mejor y dejó lo peor a Abraham. Este incidente mostró el carácter de estos hombres. En nuestro relato, Josué escogió la tierra que era semejante al desierto. Y esto ciertamente revela su carácter. También revela algo acerca de los israelitas. Estaban muy dispuestos a dejar que este hombre de Dios tuviera un pequeño y árido lugar como heredad.
Estimado oyente, no podemos esperar gran cosa de otras personas. Aunque nos demuestren afecto y nos traten con aparente respeto y consideración, cuando llega el momento decisivo, cada uno busca lo suyo propio y nada más. ¡Cuantas esperanzas han quedado defraudadas y cuantas ilusiones rotas por personas de las cuales tanto esperábamos! Así le sucedió al rey David, quien en el Salmo 40:1, pudo decir al fin: "Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí y oyó mi clamor". Dios oyó el clamor de una humanidad perdida. Escuchó su clamor y el mío. Por eso se acercó lo más posible a nosotros. Hasta tal extremo que la Palabra eterna se encarnó y habitó entre nosotros. Los seres humanos le condujeron a una cruz para morir. Pero Él resucitó y hoy puede conducir a todos los que en Él crean, a la misma presencia de Dios.
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