Estudio bíblico de Romanos 1:24-32
Romanos 1:24-32
Continuamos hoy estudiando el capítulo 1 de esta epístola del apóstol Pablo a los Romanos. Y en nuestro programa anterior estuvimos hablando de los 7 pasos que conducen a la oscuridad espiritual. Consideramos el séptimo y último paso que nos habla de la degeneración de los seres humanos cuando, según el versículo 23, cambiaron la gloria del Dios incorruptible en imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Los griegos hicieron que sus dioses se parecieran a seres humanos. Los asirios, egipcios y babilonios por su parte, hicieron que sus dioses tuvieran el aspecto de bestias, aves y reptiles. Los romanos, combinaron los dos métodos.
La idolatría, dijimos, es una caricatura de Dios y constituye una difamación y estigma contra Él. Ahora, el hombre no comenzó como idólatra. El salvaje del día de hoy es muy diferente al hombre primitivo. El hombre primitivo, era monoteísta, o sea que creía en un solo Dios. La idolatría no fue implantada sino hasta más tarde. La primera mención de la idolatría en la Biblia se hizo en la historia de Raquel, cuando robó los ídolos de su padre. También se mencionó en el libro de Josué, capítulo 24, versículo 2, donde leemos: "Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice el Señor, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños". Como usted ve, estimado oyente, el hombre descendió en vez de ascender.
La antigua ciudad de Éfeso, bajo el gobierno del imperio romano, alcanzó el grado de cultura más alto que cualquier ciudad jamás haya alcanzado. Sin embargo, el centro de la adoración de esa ciudad, fue una de las imágenes más horribles que se pueda imaginar. Fue en el templo, una de las 7 maravillas del mundo antiguo, donde se encontró esta imagen de Diana. Las personas llegaban al templo y gritaban diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!, como nos dijo el Dr. Lucas en el libro de los Hechos, capítulo 19, versículo 28. Diana no era una de las imágenes hermosas como aquellas de la escultura griega. Una gran inmoralidad y prácticas deshonestas tuvieron lugar en ese templo. Cambiaron la gloria del Dios inmortal, por imágenes del hombre mortal. La idolatría consiste en hacer caricatura de Dios.
Es interesante leer las opiniones de Sir William Ramsay, quien fue durante un tiempo un beligerante no creyente. En su libro "Las ciudades de Pablo" opinó que en su experiencia y lecturas no pudo confirmar las suposiciones de la historia religiosa moderna; en cambio, sí pudo confirmar las afirmaciones del apóstol Pablo. Y añadió que, con raras excepciones, la historia de la religión entre los seres humanos es una historia de la degeneración. Él pensaba que había un hecho innegable en la historia humana; que el ser humano, se degeneraba por sí mismo y que progresaba en sus esfuerzos por mantener el cuerpo social puro y sano, únicamente en la medida en que albergara en su interior devoción y simpatía por la vida divina.
Lo único práctico que el hombre debe hacer, amigo oyente, es volverse al Dios vivo y verdadero. A continuación comienza a desarrollarse el tema de
El retroceso del hombre
Con una exposición de los resultados de la rebelión de los seres humanos contra Dios. En el resto de este capítulo se repite 3 veces la afirmación de que Dios los ha abandonado. Leamos ahora el versículo 24 de este capítulo 1 de la carta a los Romanos:
"Por lo cual, también los entregó Dios a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos"
Esta declaración se menciona tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. La encontramos en el Salmo 81, versículo 12, y también en el libro de los Hechos de los apóstoles, capítulo 7, versículo 42. Pero, Dios, estimado oyente, no entrega a ningún hombre, sino hasta cuando el hombre primero se ha entregado al control de sus pasiones.
La inmoralidad del hombre se mide principalmente por la perversión del sexo. La inmoralidad y la sensualidad son un resultado de la idolatría. Quizá es mejor declarar que la idolatría y la gran inmoralidad son los frutos amargos del rechazo de la revelación de Dios. Dice aquí: "Dios los entregó". Un pecado siguió a otro como un castigo hasta que una cadena aprisionó el corazón humano. Y como dice el apóstol Pablo hablando de ese tipo de personas, en su carta a los Efesios, capítulo 4, versículo 19: "Los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron al libertinaje para cometer con avidez toda clase de impureza". Esta es una descripción terrible y atroz, pero es la historia de la raza humana. El juicio del diluvio y la destrucción de Sodoma y Gomorra atestiguan esta tremenda realidad. Y las religiones de misterio en Grecia eran extremadamente depravadas. Y el escritor a los Hebreos dijo en el capítulo 10 de su carta, versículo 27 hablando del futuro de aquellos que pecan intencionadamente después de haber conocido la verdad: "Una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios". Pasando ahora al versículo 25 de este primer capítulo de la epístola a los Romanos, leemos:
"ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén".
La primera frase de este versículo dice: "Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira". La sugerencia aquí es que se volvieron de Dios a Satanás, autor de la mentira y padre de la idolatría, "honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador". Esta es la idolatría que condujo a las profundidades más hondas de degradación moral. Y el versículo 26 continúa diciendo:
"Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza"
"Pasiones vergonzosas" quiere decir, pasiones de infamia e ignominia. Esto revela la depravación total de la raza, porque se trata aquí de una condición más que simplemente un deseo. La perversión fue algo que formó parte de la vida griega. La gloria que una vez perteneció a Grecia ya había pasado. Hicieron lo que era impropio y resultó en su decadencia.
Continúa el versículo diciendo: "Pues aun sus mujeres" es una frase que descubre las profundidades a las cuales la raza humana descendió. La mujer, fue considerada la más pura y la menos controlada por las pasiones de los dos sexos, pero cuando ella se degrada, puede llegar a extremos en mayor medida que el hombre. Y el versículo 27 de este primer capítulo de la epístola a los Romanos, continúa diciendo:
"Y de igual modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío".
"Y de igual modo también los hombres", dice aquí. La distinción es entre varones y hembras, y enfatiza la diferencia sexual entre los seres humanos. Esto descubre una profundidad aún más honda a la cual ha descendido la raza. La literatura antigua está llena de esta clase de obscenidades, la cual era aceptada como una práctica general. La perversión traspasa los límites de la dignidad humana, surge en cada época de la historia y es un elemento indicador del alejamiento de Dios, y del predominio de los valores materiales sobre los espirituales.
En el versículo 26, el apóstol Pablo parece suavizar los pecados de las mujeres, pero aquí habla claro en cuanto a ellos haciendo uso de palabras muy descriptivas; dice: "Se encendieron" o "se abrazaron" y sugiere un fuego furioso. "Lascivia" es una palabra en el original que se usa únicamente aquí, y denota el hacer esfuerzos por alcanzar algo o un apetito inmoderado de algo. La frase: "Cometiendo hechos vergonzosos" significa una deformidad moral y espiritual de graves consecuencias porque los que esto hicieron, recibieron lo que merecieron, es decir, que sufrieron en su propio cuerpo el castigo de su perversión. Continuemos ahora con el versículo 28:
"Como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben".
La rebelión de la humanidad pagana incluyó el rechazo del conocimiento de Dios. En un sentido, los seres humanos colocaron a Dios fuera de su mente. En respuesta a esta actitud, el juicio de Dios fue el abandono al estado de una mente depravada, es decir, a sus perversos pensamientos. Este es el último estado o condición de la caída del hombre. Ya no puede distinguir entre lo malo y lo bueno. Cualquiera que diga que le es posible ser hijo de Dios mientras vive en perversión y en el cieno espeso del pecado, no está engañando a nadie, sino a sí mismo. Si usted está viviendo de esta manera, estimado oyente, venga a Cristo y Él le desatará de esas cadenas y le proveerá la liberación. Los próximos versículos nos presentan una lista horrible de pecados que se manifiestan como una consecuencia de la citada rebelión de la criatura contra Dios, su Creador. Continuemos ahora, leyendo los versículos 29 al 31:
"Están atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y perversidades. Son murmuradores, calumniadores, enemigos de Dios, injuriosos, soberbios, vanidosos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia".
Las realidades que hemos leído en los versículos precedentes de este capítulo, figurativamente hablando abren las compuertas a esta tremenda lista de pecados que sigue. Seguramente estamos familiarizados con ellos por haberlos visto manifestarse a nuestro alrededor, o por haberlos visto reflejados en los titulares de los periódicos. Esta es la condición del mundo hoy en día. ¿Por cuánto tiempo más será Dios paciente para con nosotros tolerando nuestros pecados? Él ha juzgado ya a grandes naciones en el pasado, que prosiguieron en esa dirección y que después de entrar en un período irreversible de decadencia, fueron conquistadas, aunque en realidad ya se estaban desmembrando desde dentro.
El gran vacío creado en el ser humano después de descartar a Dios, fue llenado por diversas formas de pecado. Aquí se nombran veintiún pecados. Es difícil clasificarlos. "Estando atestados" o "llenos", indica que hay una medida cabal de retribución. Esto denota una depravación total. Consideremos brevemente la lista incluida en estos versículos:
En primer lugar tenemos, "toda injusticia", es un término general más que específicos. El evangelio ofrece una justicia al hombre, quien tiene todo lo que es opuesto a lo que Dios demanda; "toda clase de injusticia" es contraria a Dios.
Ahora, la palabra "fornicación", no se encuentra en los mejores manuscritos. Es específico entre generalidades, y en realidad, no pertenece aquí.
En segundo lugar, tenemos la "perversidad", que significa toda clase de maldad. "Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo, la insensatez", como lo vemos en la lista del evangelio según San Marcos, capítulo 7.
En tercer lugar, tenemos la "avaricia", y quiere decir literalmente "un deseo pecaminoso por adquirir más", un afán desmesurado y desordenado de adquirir y poseer riquezas para atesorarlas, y está asociado contiguamente con la palabra que se usa para "perversidad". El apóstol Pablo en su carta a los Colosenses, capítulo 3, versículo 5, la llamó "idolatría". Dice el apóstol: "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría".
En cuarto lugar, tenemos la. "maldad", que significa "toda maldad moral".
En quinto lugar, "llenos de envidia", marca el principio de una lista de pecados específicos. Envidia significa un descontento, tristeza o pesar al ver el bien ajeno, la superioridad o las ventajas de otros.
En sexto lugar, leemos: "homicidios". Y aquí significa aun el pensamiento de homicidio. Esto confirma la declaración que el Señor Jesucristo hizo en el evangelio según San Mateo, capítulo 5, versículos 21 y 22 donde leemos: "Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que insulte a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que injurie gravemente a su hermano, quedará expuesto al infierno de fuego".
En séptimo lugar, esta lista de pecados, tenemos "contiendas".
En octavo lugar, leemos "engaños". Y es literalmente un cepo o lazo. Es un esfuerzo premeditado por engañar.
En noveno lugar, tenemos "malignidades", que es una disposición mala, la cual lo interpreta todo de la peor manera.
En décimo lugar, tenemos "murmuradores", que significa aquellos que secretamente llevan información, sea verdadera o falsa, que es dañina al carácter o bienestar de otro. Otra palabra es "chismosos".
En undécimo lugar, tenemos los "detractores", que significa literalmente "los que hablan maldad". La persona a quien atacan puede estar presente y la intención es desacreditarla.
En décimo segundo lugar tenemos a los "aborrecedores de Dios", y esto aquí indica el sentir y el dejar ver este aborrecimiento.
En décimo tercer lugar están los "injuriosos", o sea los "ultrajadores".
En décimo cuarto lugar están los "soberbios", que quiere decir "altaneros" o "arrogantes".
En décimo quinto lugar, leemos "altivos". Simplemente significa "fanfarrones". Y se deriva de una palabra que significa vagar. De allí la palabra vagabundo o impostor.
En décimo sexto lugar están los "inventores de males", o sea los "ingeniosos para el mal", los que sólo ingenian y piensan maldades.
En décimo séptimo lugar, están los "desobedientes a los padres", o sea "rebeldes a sus padres". Y esto denota una revolución moral y social. Uno de los Mandamientos principales ? el cuarto Mandamiento, ? tiene que ver con la obediencia a los padres. La estructura de la sociedad se apoya en este Mandamiento.
En décimo octavo lugar, están los "necios", y puede ser traducido aquí como "sin discernimiento" o insensato y es la misma palabra usada al final del versículo 21, de este mismo primer capítulo.
En décimo noveno lugar, están los "desleales".
En vigésimo lugar, están los que son "sin afecto natural" o "desamorados". La palabra "implacables" no se encuentra en los mejores manuscritos.
Y en vigésimo primer lugar, o sea, el último lugar, están los que son "sin misericordia" o "despiadados".
Esta en verdad, es una descripción terrible y horrible de la humanidad. Algunos pensaron que tienen una formación moral y cultural que les evitaría caer en los pecados que acabamos de mencionar. La formación y educación de una persona es importante, pero debemos reconocer el carácter pecaminoso y la tendencia a la maldad de la naturaleza humana. Por ello, todo ser humano necesita de Jesucristo como su Salvador. Sin Él, estimado oyente, no hay esperanza de regenerar a las personas. Leamos ahora el versículo final de este capítulo 1 de la epístola a los Romanos, el versículo 32 dice:
"Esos, aunque conocen el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican".
Y aquí concluye este primer capítulo de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos. Hemos visto que los seres humanos tienen una revelación de Dios, pero descaradamente desafían el juicio de Dios contra tales pecados. Y lo hacen al continuar practicándolos y al aprobar que otros los cometan también. Es que tienen encallecido el corazón, la conciencia, es decir, que se han insensibilizado con respecto a todo aquello que se opone a la Palabra de Dios. Y ello nos indica que se encuentran el nivel más bajo de su degradación. No es extraño, pues, que el apóstol Pablo no se avergonzara del evangelio de Cristo. Porque el evangelio había provisto el único medio de salvación. En el evangelio según San Juan, capítulo 14, versículo 6, el Señor Jesucristo le dijo a Tomás: "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí".
Sí, amigo oyente, el evangelio ha presentado el único medio de salvación. Y ese único medio de salvación, es la persona del Señor Jesucristo, el Hijo eterno de Dios. Le invitamos en esta hora a que usted acuda a Él y le acepte como su Salvador personal.
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