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Estudio bíblico de Romanos 3:10-23

Romanos 3:10-23

Ahora, no hay necesidad de llamar a un médico a no ser que uno esté enfermo. No hay necesidad de buscar a un Salvador a no ser que uno se de cuenta de que está perdido. Y el apóstol Pablo nos muestra aquí que el hombre está perdido. Ahora llegamos a esta sección donde nos encontramos con la acusación de culpabilidad contra toda la humanidad, por parte de Dios. Pablo concluiría esta sección que trata sobre el pecado, colocando a la humanidad ante el juez de toda la tierra. Los culpables aquí son judíos, no judíos, hombres, mujeres, ricos y pobres, indiferentemente de quienes fuesen. El hecho de pertenecer a la raza humana ya le coloca a uno bajo el veredicto de culpabilidad ante Dios. Y después Pablo nos llevaría a la clínica de Dios; una clínica espiritual, donde el Gran Médico nos examinaría. Vemos que hay 14 diferentes acusaciones; 6 de ellas pronunciadas por el Juez, y las otras 8 por el Gran Médico que nos ha declarado enfermos. En realidad, estamos espiritualmente enfermos y cerca de la muerte. Como San Pablo mismo diría a los Efesios, estamos muertos a causa de nuestras maldades y pecados. Ésa es nuestra condición. Pero, veamos lo que dice acerca de nosotros, aquí en este versículo 10:

"Como está escrito: No hay justo, ni aun uno"

Veremos aquí que no hay nadie que haga el bien. Hacer el bien y ser justo es realmente lo mismo. Ahora, ¿Qué quiere decir ser justo? Significa el estar bien. ¿Estar bien con quién? Tenemos que estar en una buena relación con Dios, viviendo conforme a Su voluntad. Si usted, estimado oyente, va a estar bien con Dios, debe tener en cuenta que hay una marcada diferencia entre esto y el estar bien con los otros personas. Nosotros podemos tener diferencias con algún amigo nuestro. Quizá él tenga razón o quizás la tengamos nosotros. Y tenemos que llegar a alguna clase de acuerdo o compromiso. Pero, estimado oyente, si usted quiere estar en buena relación con Dios, debe hacerlo según las normas de Él.

La salvación de Dios es algo que tomamos o dejamos. Dios no está obligando a nadie a aceptar la salvación. Usted no tiene que ser salvo si no quiere. Usted la puede rechazar. Dios dice: "este es Mi universo; Yo he trazado un plan de salvación que está de acuerdo con Mi carácter, Mi naturaleza, Mi plan y Mi programa. Usted es un pecador y yo quiero salvarle porque le amo. Aquí está la salvación, lo toma o lo deja". Eso es lo que Dios le está diciendo a un mundo perdido y, por lo tanto, a usted. Y si yo fuera usted, yo lo aceptaría. Yo ya lo he hecho. Entonces, el estar bien, significa el estar en una buena relación con Dios aceptando su salvación.

"No hay justo, ni aun uno;...no hay quien haga lo bueno", según las normas de Dios, según sus métodos. Esa es la primera acusación que Él pronunció. Es decir, el primer punto de los 6 mencionados por el Juez. El segundo se encuentra en la primera parte del versículo 11. Dice:

"No hay quien entienda"

En otras palabras, Él está diciendo que no hay nadie que actúe según el conocimiento que tiene. Nadie es la persona que quisiera ser. Y el tercer punto, se encuentra en la segunda parte de este versículo, que dice:

"No hay quien busque a Dios".

Dios no está tratando de esconderse del hombre, Dios se ha revelado. ¿Recuerda usted lo que el apóstol Pablo dijo a los atenienses, en la colina de Marte? En el capítulo 17 de los Hechos de los apóstoles, versículo 30, dijo: "Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan". Dios no está mirando para otro lado en el asunto del pecado. Él está en un lugar claro y visible diciéndole al hombre que es un pecador y ofreciéndole la salvación. Y su salvación se ve con claridad total. Esto es lo que aquí se dice. Y no hay quien esté buscando a Dios.

Las antologías de la religión dicen que el hombre está buscando a Dios. Pero esto no es cierto. Se dice que en el proceso de la evolución, la religión es la búsqueda de Dios. Pero, en realidad ¿podemos decir que la religión es la búsqueda de Dios de parte del hombre? No. Esto no es lo que la Biblia enseña. Bueno, el hombre no ha encontrado mucho todavía acerca de Dios actuando por su propia cuenta. No ha llegado muy lejos avanzando en esa dirección porque va por camino equivocado. Por el contrario, más bien se está apartando de Dios. Ahora, el cuarto punto o acusación, se encuentra en la primera parte del versículo 12 de este capítulo 3 de la carta de Pablo a los Romanos, y dice:

"Todos se desviaron"

¿Ve usted? Se han desviado. Dejaron el camino que sabían era el correcto. Incluso las tribus primitivas tienen antiguas tradiciones que afirman que sus antepasados conocieron al Dios vivo y verdadero. Estimado oyente, usted sabe que no está haciendo lo que debiera hacer; mas aun, diríamos que no lo va a hacer, aunque sabe de qué se trata. Usted se ha desviado, así como toda la humanidad. Y vemos en este mismo versículo 12 el quinto punto:

"A una se hicieron inútiles"

La palabra aquí utilizada como "inútiles" se refiere a la fruta demasiado madura, podrida. Es decir, se ha echado a perder. Así es la humanidad. El hombre hoy es un montón de fruta putrefacta, corrupta. El hombre no es como una fruta jugosa. Es una fruta corrupta. Y eso es lo que está diciendo Dios aquí. Eso es lo que el Juez de toda la tierra está diciendo. Luego vemos en la última parte de este versículo 12, el sexto punto:

"No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno".

Esta es una negación triple. La humanidad es como un grupo de viajeros que se ha dirigido en la dirección opuesta a la correcta, y no hay ninguno de ellos que pueda ayudar a los otros. El Señor Jesucristo les dijo a los líderes religiosos de Su tiempo, en el capítulo 15 del evangelio según San Mateo, versículo 14: "son ciegos guías de ciegos". Eso es lo que el Juez de toda la tierra dice acerca de usted, de mí y de toda la humanidad.

Pablo ahora nos traslada al hospital de Dios. Este es un hospital para el espíritu. Y el Gran Médico dijo al examinarnos, que estamos enfermos espiritualmente. En el versículo 13 vemos el primero de los 8 puntos que El mencionó:

"Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de víboras hay debajo de sus labios"

Cuando uno visita al médico en su consultorio, ¿qué es lo primero que le suele decir? Bueno, es que "abra la boca". Luego, ¿qué hace? Bueno, toma una especie de cuchara y la pone en mi boca y luego observa mi garganta. Y Dios el Gran Médico hace lo mismo con la humanidad. Y usted ya sabe lo que dice: "Sepulcro abierto es su garganta". Esta es la primera declaración del Médico.

¿Ha tenido usted alguna vez la oportunidad de oler carne humana en estado de descomposición? Cuando Dios lo mira a usted amigo oyente no destaca la buena persona que usted es. Alguien dijo, creemos que fue Mel Trotter: "Si nosotros nos pudiéramos ver como Dios nos ve, no podríamos soportarnos". Pues bien, eso es lo que Pablo estaba diciendo aquí. Luego dijo: "Con su lengua engañan". Y ese es el segundo punto.

La segunda cosa que el médico dice en su examen al paciente es: "Saque la lengua". Y eso mismo es lo que dijo el Gran Médico aquí. Y cuando Dios ve la lengua de la humanidad, es decir, su lengua y la mía, ¿sabe lo que dice? "Veneno de víboras hay debajo de sus labios". Y este es el tercer punto.

Si usted se dirige a un espejo, puede ver reflejado una lengua que es mucho más peligrosa que la de la serpiente de cascabel. Todo lo que la víbora puede hacer, es matarlo, pero no puede dañar su reputación. En cambio, usted y yo también, estimado oyente, tenemos una lengua y con ella podemos arruinar la reputación de otra persona. Creemos que una de las peores cosas que puede suceder en algunas comunidades, es la cantidad de chismes que por ellas se divulgan. Esos chismes han arruinado la reputación de muchas personas, aunque muchos de aquellos que los propagan creen ser espirituales, y en realidad no son más que personas vanidosas. Tienen unas lenguas llenas de maldad. ¡Ah, cuánta maldad existe en la boca humana! ¡Qué terrible puede llegar a ser!

Leamos ahora el versículo 14 de este capítulo 3 de la epístola a los Romanos:

"Su boca está llena de maldición y de amargura".

Esta es la cuarta cosa que observó el Gran Médico. Dijo que su boca estaba llena de maldiciones, de engaños y mentiras. Este cuadro que aquí se nos presenta es también terrible. ¿Qué es lo que quiere decir? Bueno, simplemente esto. El hombre tiene la inclinación a maldecir. Y usted puede escuchar a su alrededor hoy y comprobar que ese es el vocabulario de todas las personas de cualquier nivel cultural. Les gusta más usar un lenguaje profano y ofensivo que cualquier otro lenguaje. Ahora, Pablo continuó con el versículo 15, donde observamos el quinto punto:

"Sus pies se apresuran para derramar sangre"

Isaías 59:7 nos presenta la versión completa: "Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar sangre inocente; sus pensamientos son pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos". ¡Qué imagen se nos presenta aquí de la humanidad!

Y dice el versículo 16, con respecto al sexto punto.

"Destrucción y miseria hay en sus caminos"

El ser humano deja tras sí la desolación y el sufrimiento. Y esto se encuentra incluido en la cita de Isaías que acabamos de leer. Continuemos con el séptimo punto, en el versículo 17:

"Y no conocieron camino de paz".

El hombre no conoce el "camino de la paz". Sólo tenemos que observar el mundo a nuestro alrededor para darnos cuenta de esto. Por largo tiempo se ha venido hablando de la paz, pero el ser humano no la ha encontrado. Y las noticias de cada día nos recuerdan todos los días las amenazas contra la paz en todos los órdenes. Veamos ahora el versículo 18, donde se expone el octavo y último punto señalado por el Médico Divino:

"No hay temor de Dios delante de sus ojos".

Pareciera que el apóstol Pablo resumió todos los pecados del hombre en esta declaración. Estimado oyente, ése es el cuadro clínico del hombre de todos los tiempos. No tiene un temor reverente de Dios. Vive como si Dios no existiera. Y en realidad desafía a Dios. ¡Qué cuadro de la humanidad el que tenemos ante nosotros!

Llegamos ahora a la última declaración que Pablo pronuncia sobre el tema del pecado. Todavía existen aquellos que dicen: "Tenemos la ley y vamos a guardar la ley. Nosotros la obedeceremos". Bien, escuchemos lo que dijo Pablo aquí en el versículo 19 de este capítulo 3 de la epístola a los Romanos:

"Pero sabemos que todo lo que la Ley dice, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios"

El ser humano no puede alcanzar la justicia por medio de la Ley de Moisés. Es como si la humanidad, con desesperación, se aferrase a la ley como a un salvavidas cuando se está ahogando. Pero la ley no la mantendrá a flote. En realidad, hará lo contrario. El aferrarse a la ley sería como si alguien saltase de un avión y en vez de llevar un paracaídas, llevase con él un saco de cemento. Verdaderamente, en ese caso la ley le haría caer más rápidamente. Porque la ley condena al ser humano. Es como una condena a muerte espiritual. Luego, el apóstol Pablo hizo esta declaración en el versículo 20:

"Porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de él, ya que por medio de la Ley es el conocimiento del pecado".

Yo quisiera desafiar a cualquier persona que cree que tiene que guardar la ley para ser salvo, a que me explique lo que dice este versículo: "ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él;" Y aquí "justificar" quiere decir que ningún ser humano podrá ser declarado justo, es decir, ningún ser humano podrá ser salvo, ningún ser humano podrá cumplir las normas establecidas por Dios, mediante las obras de la ley. Estimado oyente, eso nunca lo podría hacer, es absolutamente imposible para la humanidad, el poder lograrlo. "Por las obras de la ley ? dice aquí ? ningún ser humano será justificado". Entonces, ¿cuál es el propósito de la ley? En vez de proveer salvación al ser humano, la ley sirve para hacernos saber que somos pecadores.

Y llegamos ahora al final de esta sección, con este versículo 21. Comenzó entonces el apóstol Pablo a hablar de la maravillosa salvación de Dios. Pasar de una sección a otra es como pasar de la oscuridad de la noche a la luz del día. Leamos el versículo 21 para comenzar a hablar de

La disponibilidad de la justicia de Dios

"Pero ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Ley y por los Profetas"

Ahora, esta justicia de Dios aquí, no es la justicia de Dios en sí, es decir Su atributo, porque Él no comparte Sus atributos con nadie. Dios dice que Él no comparte Su gloria con otra persona. Por tanto, no se refiere a un atributo de Dios. Tampoco es la justicia del hombre, porque Dios ya ha dicho allá en el capítulo 64 del libro del profeta Isaías, versículo 6, que: "todas nuestras justicias como trapo sucio". Entonces, ¿de qué justicia está hablando Pablo aquí? De la justicia que Dios mismo provee. Cristo ha llegado a ser nuestra justicia. El mismo apóstol Pablo dijo en su primera carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 30: "Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención". Y también dijo en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículo 21: "Al que no conoció pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para así en Cristo, hacernos a nosotros justicia de Dios". Ahora, es muy importante que nosotros reconozcamos que Dios es el que provee esta justicia. Este asunto de la justicia que Dios provee para nosotros pecadores hoy. Es muy importante que nosotros reconozcamos que Dios es quien provee esta justicia. No es algo que usted y yo, estimado oyente, podamos hacer, sino más bien algo que Dios ha provisto para nosotros. Es una justicia que Dios demanda, pero que también Él suple.

Usted puede notar que ésta es una justicia aparte de la ley. Es decir, que no se puede obtener haciendo algo o guardando ciertas reglas; ni siquiera las leyes de Dios que, por empezar, tampoco se pueden cumplir. Dios no le puede salvar por medio de la ley, por la sencilla razón de que usted no la puede cumplir, no puede estar a la altura de esa ley. Dios no puede aceptar algo imperfecto, y ni usted ni yo, estimado oyente, podemos proveer la perfección. Es por eso que Dios no nos salva por la ley.

La frase "testificada por la ley y por los profetas" significa que la Ley dio testimonio de ello en el hecho de que en el mismo centro del sistema mosaico estaba el tabernáculo donde se ofrecían sacrificios de sangre que señalaban a Cristo. Así también los profetas fueron testigos cuando hablaron de la venida de Cristo, de su muerte y su resurrección. Por ejemplo, Isaías profetizó lo siguiente en 53:6 y 10: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros. El Señor quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá descendencia, vivirá por largos días y la voluntad del Señor será en su mano prosperada". En conclusión, la ley y los profetas testificaron de ésta justicia que Dios proveería en Cristo Jesús. Ahora, en el versículo 22 de este capítulo 3 de la epístola a los Romanos leemos:

"La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia"

Hay algunos que piensan que la gracia de Dios tiene que descender en gran medida para alcanzar a los peores pecadores, pero en menor medida para llegar a los otros que no son tan malos. Pero, en realidad, es necesario que la gracia de Dios llegue bien hasta el fondo para que nos alcance a todos. Cada uno de nosotros está completamente perdido fuera de Cristo. O uno está absolutamente salvado en Cristo, o completamente perdido fuera de Cristo. Todos necesitamos la justicia de Cristo. No hay diferencias entre los seres humanos. No hay tal cosa como un término medio.

La justicia de Cristo viene a nosotros por medio de la fe en Cristo y se ha definido de varias maneras. Un pensador del pasado, William Cunningham, lo explicó así: "Bajo la ley Dios requirió justicia del hombre. Bajo la gracia, Él provee justicia para el hombre. La justicia de Dios es esa justicia que Su propia justicia le hace requerir". Es una definición sencilla, pero profunda. El teólogo Charles Hodge dio esta definición: "Es esa justicia de la cual Dios es el autor y que está disponible ante Él, que satisface y asegura Su aprobación". Y el profesor Brooks presentó esta definición: "Es esa justicia que el Padre requiere, en la cual el Hijo se convirtió, y de la cual el Espíritu Santo nos convence, y que la fe nos asegura". Y el Dr. Moorehead escribió que esa justicia es "la suma total de todo lo que Dios manda, requiere, aprueba y Él mismo provee". No creo que pueda definirse mejor que lo que estos eruditos lo han hecho.

Como hemos visto, esta justicia es conseguida y asegurada por la fe, no por las obras. Examinemos ahora estos dos versículos juntos: el 22 y el 23:

"La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él, porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios"

Otra traducción lo expresa de esta manera: "Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, declara justos a todos los que creen. Pues no hay diferencia, porque todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios".

Esa justicia se obtiene por la fe, no por medio de las obras. El Señor Jesucristo lo aclaró bien cuando en el relato del Evangelio de Juan 6:28 y 29 le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado". Y lo importante acerca de asegurarse esta justicia de Dios no es que haya algún mérito en la fe suya, o algo de mérito en el simple hecho de creer. Porque, en realidad, la fe no es una obra de parte suya. Lo importante es el objeto de la fe. El gran predicador Spurgeon lo explicó así: "No es su esperanza en Cristo lo que le salva. Es Cristo. No es su alegría o satisfacción en Cristo lo que le salva. Es Cristo. No es su fe en Cristo lo que le salva, aunque sea el instrumento. Sino la sangre y los méritos de Cristo". Debiéramos recordar bien estas aclaraciones.

Y la justicia es como una prenda de vestir. Está disponible para todos, pero viene sobre los que creen. Y el apóstol Pablo dijo entonces que todos la necesitaban y lo expresó así: "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios".

Estimado oyente, todos hemos pecado. Algunos más que otros. Y hay quienes han llegado mucho más lejos en su maldad. Pero ninguno puede llegar hasta la gloriosa presencia de Dios. Usted estimado oyente, nunca podrá alcanzarla por sus propios medios, y Dios ha provisto esa justicia en Cristo para todos nosotros. Eso es lo que Dios nos ha dado y que debemos aprovechar. Es un regalo que, por la fe, podemos recibir. ¿Por qué no hacerlo hoy mismo?

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