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Estudio bíblico de Romanos 8:35-9:3

Romanos 8:35 - 9:3

Continuamos estudiando hoy el capítulo 8 de esta epístola del apóstol Pablo a los Romanos. Y en nuestro programa anterior, vimos que hay cuatro cosas que Cristo hizo por nosotros, por las cuales, nadie nos puede acusar. Cristo ha removido toda condenación y el creyente está seguro debido a los siguientes aspectos de la obra de Cristo: (1) Cristo murió por nosotros, fue entregado por nuestras ofensas; (2) Fue resucitado de los muertos, para nuestra justificación; (3) Está a la derecha de Dios, se encuentra allí en este momento. Es el Cristo que vive. ¿No le necesita usted? ¿Por qué no recurre a Él? y (4) Él también intercede por nosotros. ¿Oró usted esta mañana por usted mismo? Debió haberlo hecho. Pero si usted dejó de hacerlo, Él no. Él oró por usted. Esta obra, que comprende estos 4 aspectos, es la razón por la cual nadie puede acusar a los escogidos de Dios. Siguiendo ahora adelante, encontramos otras verdades que también son maravillosas aquí en este versículo 35 de este capítulo 8 de la epístola a los Romanos.

"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada?"

Pablo mencionó aquí todas las circunstancias que uno podría imaginar. ¿Nos separará acaso la "tribulación"? Es decir, ¿los problemas? ¿Es posible que el sufrimiento nos separe? No, estimado oyente, no nos puede separar porque Él no lo permitirá. "¿O quizás la angustia?" Usted puede creer que Dios lo ha abandonado, pero no es así. Y la angustia no lo separará de Él. Bueno, tal vez la "¿persecución?" Lo que aquí indica es persecución legal. Quiere decir que hay personas que pudieran llevar a cabo una campaña contra usted. Y eso no lo separará del amor de Cristo. Bueno, tal vez el "¿hambre, o desnudez, o peligro, o espada?" Por cierto, permítanos decir que ésta es como una breve biografía de la vida de Pablo. Por su propia experiencia él podía afirmar que ninguna de esas circunstancias nos pueden separar del amor de Cristo. Escuchemos ahora lo que él dijo aquí en el versículo 36:

"Como está escrito: Por causa de ti estamos expuestos a la muerte todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero".

Pablo estaba citando aquí lo que dice el Salmo 44, versículo 22, donde leemos: "Pero por causa de ti nos matan cada día; somos contados como ovejas para el matadero". Éste es un cuadro espantoso de los creyentes en esta época en que opera la gracia de Dios. Creemos que ésta es la actitud del sistema satánico contra el hijo de Dios aun en esta hora. Creo también que la historia de la Iglesia revela que esto es verdad. El principio general aquí es que si usted, estimado oyente, adopta una actitud comprometida del lado de Dios y de los principios establecidos en Su Palabra, le va a costar algo, tendrá que asumir las consecuencias.

Si usted ha tenido oportunidad de observar las actividades en un matadero, sabrá que allí se da muerte a gran cantidad de animales, lo cual constituye un espectáculo terrible. Pero, también es algo terrible observar la persecución que sufren algunos creyentes en el Señor en algunos lugares. Y Pablo nos dijo que incluso estas circunstancias extremas no nos separarían del amor de Dios. Y nos dijo aquí en el versículo 37:

"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".

Ahora, ¿Cómo puede una oveja de matadero ser más que vencedora? Ésta es otra de las grandes paradojas de la vida cristiana. ¿Qué quiere decir ser "más que vencedores"? Bueno, significa tener la ayuda de alguien que logra la victoria por nosotros y no permite que suframos una derrota si nos encomendamos en Sus manos ante la lucha. La victoria pertenece a Cristo, no a nosotros. La vida victoriosa consiste en permitir que Él sea el Señor de nuestra vida, que Él manifieste Su Voluntad y Su poder en nosotros. Luego, Pablo continuó diciendo en los dos últimos versículos de este capítulo 8, versículos 38 y 39:

"Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro".

Notemos aquí algunas de las cosas que él menciona. "Muerte". La muerte no nos puede separar. Todo lo contrario, nos lleva a Su presencia. Ésta fue la esperanza que ha sostenido a los mártires cristianos cuando les llevaron a la muerte. Eso fue lo que Crisóstomo dijo cuando el emperador trató de asustarlo. Dijo el emperador: "Te voy a dar muerte". A lo cual Crisóstomo respondió: "Por ello le doy gracias, porque me va a enviar a la presencia de mi Salvador". Nadie puede intimidar a personas que tienen esta convicción. Ahora, también dice, "Vida". Es interesante destacar que, con frecuencia, es más difícil hacerle frente a la vida que a la muerte. Nos referimos a enfrentarse a la vida con sus tentaciones, con sus fracasos, desengaños, incertidumbres y sufrimientos. Pero todo ello, estimado oyente, no nos separa del amor que Dios nos ha mostrado en nuestro Señor Jesucristo. También dijo Pablo que ni los "ángeles" podrían. Y creemos que aquí quiere decir, los ángeles caídos, los que siguen al enemigo de Dios y actúan en contra de Dios y los suyos. También menciona, "ni principados", y esto quiere decir, los poderes espirituales que se oponen a los creyentes, como vemos en Efesios 6:12. Continuó Pablo diciendo, "ni lo presente", y eso significa las circunstancias actuales. También dijo, "ni lo por venir", para enfatizar que los acontecimientos futuros no podrán separarnos del amor de Dios, "ni lo alto, ni lo profundo", y esta frase podría describir las enormes dimensiones de la era espacial en la cual vivimos, cuyas distancias difíciles de imaginar tampoco pueden separarnos de la presencia y amor de Dios. Y finalmente dijo aquí, "ni ninguna otra cosa creada", ninguna de las cosas creadas por Dios que podamos mencionar "nos podrá separar del amor de Dios", y ese amor tiene su centro en Cristo Jesús.

Estimado oyente, la salvación es una historia de amor. En la primera carta del apóstol Juan, capítulo 4, versículo 19, leemos que: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero". Y nada nos separará de esa condición, de esa relación. Al entrar a este capítulo 8 de esta carta a los Romanos, lo hicimos sin "condenación", en la parte central del capítulo descubrimos que "Dios dispone todas las cosas para el bien de los que le aman", y luego, al terminar o salir de él vemos que, a pesar de las peores circunstancias y las condiciones más adversas, más extremas, en los mismos límites de la resistencia humana, "no habrá separación" entre los creyentes y su Señor ¿No le parece que es imposible mejorar esa condición, estimado oyente?

Y así concluimos nuestro estudio del capítulo 8 de la epístola a los Romanos y nos disponemos a comenzar nuestro estudio de

Romanos 9:1-3

Llegamos ahora, a una sección o división completamente nueva en este libro a los Romanos. La primera gran división en cuanto a temas se refiere, tiene lugar en los primeros ocho capítulos. En ellos se trató sobre doctrina cristiana. En los capítulos 9 al 11 tenemos otra sección en la cual el tema es la dispensación de Dios, es decir, que se destaca la forma en que Dios gobierna, concede y ejecuta sus propósitos para los seres humanos. La última sección o división comprende los capítulos 12 al 16, y en ella se trata sobre las obligaciones. Así es que en este libro, en esta Epístola encontramos tres grandes temas: la doctrina, la dispensación y la obligación. También se pueden dar otros títulos a estas divisiones. Por ejemplo, a la primera de ellas, o sea los primeros 8 capítulos, se coloca el énfasis en la fe. En la sección que estamos por comenzar, que comprende los capítulos 9 hasta el 11, se trata el tema de la esperanza. Y luego los capítulos 12 al 16 consideran el tema del amor. Ahora, si usted quiere aun otros títulos para estas secciones, podemos decir que la primera de ellas, en los capítulos 1 al 8, habla de la salvación. La segunda, en los capítulos 9 al 11 habla sobre separación. Y luego la tercera, en capítulos 12 al 16, habla del servicio. Así es que tenemos estas tres grandes divisiones en la Epístola del apóstol Pablo a los Romanos, calificadas de acuerdo con el énfasis que resulte adecuado destacar.

Pablo ha concluido los primeros ocho capítulos habiendo presentado la salvación desde un punto de vista amplio e integral, porque toda la humanidad, toda la raza humana está perdida. Leímos en el capítulo 3, de esta epístola, versículo 23 el siguiente veredicto: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios". Dios ha puesto la salvación a disposición de todos, únicamente en base a la fe en el Señor Jesucristo. Dicho esto, Pablo procedió a exponer la segunda gran división de este libro de Romanos.

Algunos han tratado de poner un paréntesis a esta parte y la han considerado simplemente un apéndice. Otros han tratado de reducir su importancia diciendo que no es pertinente. Pero, en realidad, debemos decir que no sólo es pertinente sino que es vital para la lógica y la doctrina de la Epístola. Es verdaderamente importante.

Algunos quisieran tomar los capítulos 8 y 12 y unirlos, como si fueran vagones de un tren. Pero Pablo no estaba armando un tren de carga cuando escribió esta epístola a los Romanos. Lo que tenemos aquí en esta epístola, no es un tren de carga, sino una corriente que fluye sin obstáculos. Y usted no podría quitar la sección de Romanos comprendida entre los capítulos 9 al 11, como tampoco puede quitar la sección del medio de un gran río. El Dr. Griffith Thomas, un estudioso de la Biblia, ha dicho que: "Los capítulos 9, 10 y 11 de Romanos, son una parte integral de la Epístola, y son esenciales para poder interpretarla debidamente".

Creemos que hay ciertos factores particulares aquí que revelan la significación de esta sección y quisiéramos hablar de ellos por unos momentos. Hay un factor psicológico; también tenemos el elemento histórico; así como también un factor doctrinal. Veamos ahora el factor psicológico. Éste tiene que ver por supuesto con la experiencia personal del apóstol Pablo. Por ello, no creemos que sea acertado decir, como en su momento afirmamos, que la Epístola a los Romanos proviene de la cabeza del apóstol, mientras que la epístola que él escribió a los Gálatas, proviene del corazón. En realidad, el corazón del apóstol Pablo se nos muestra abiertamente, por así decir, en los primeros versículos de este capítulo 9 y, en realidad, eso lo podemos apreciar en toda esta sección. Es con gran sentimiento que él dijo más adelante que ". . . ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación". Podemos notar que entre los capítulos 8 y 9 hay como una especie de intervalo. Usted recordará que el capítulo 8 termina con una expresión de triunfo y gozo, y la perspectiva de que no hay ninguna separación del amor de Dios en Cristo Jesús nuestro Señor. Mientras que el capítulo 9 comienza aquí con una nota de tristeza y de dolor; resulta evidente que el cambio en el tema de la Carta le produjo esta angustia al apóstol. Veremos eso dentro de unos momentos cuando comencemos nuestro análisis del capítulo.

Luego tenemos el elemento histórico, que toma en consideración la singular posición y los problemas que tenía que enfrentar el apóstol Pablo en su día. La interpretación moderna ha fracasado considerablemente al no tener en cuenta este hecho. La Iglesia de nuestro tiempo está en su gran mayoría formada por no judíos y los antecedentes judíos han sido casi olvidados. Los hombres suponen que las promesas del Antiguo Testamento se han integrado en la Iglesia. La suposición arbitraria es que la Iglesia es la heredera de las promesas hechas en el Antiguo Testamento, y que Dios ha terminado sus tratos con la nación de Israel.

Pero podemos ver que Dios no ha terminado de cumplir su propósito para la nación de Israel. Quizá usted ha llegado a esa conclusión luego de haber estudiado los primeros 8 capítulos de esta epístola a los Romanos, pero Pablo aclaró que Dios no había rechazado a Su pueblo.

El suponer hoy que Dios ha terminado con la nación de Israel, es un punto de vista muy limitado. Pablo dio una categórica respuesta a la pregunta que tenemos en el capítulo 11 de la epístola a los Romanos, versículo 1. Dice Pablo: "¿Ha desechado Dios a su pueblo? Y respondió, "En ninguna manera". Él iba a mostrar que las promesas que Dios hizo a la nación de Israel, eran promesas que serían cumplidas a esa nación. También, afirmó que Dios había hecho varias promesas a la Iglesia, y que Dios estaba llamando a un pueblo elegido de entre los judíos y los no judíos. Y eso fue exactamente lo que el gran concilio en Jerusalén decidió, según vemos en el capítulo 15 del libro de los Hechos de los apóstoles. Vamos a leer ese pasaje porque es de importancia vital para la interpretación de la profecía. Escuchemos entonces mientras leemos Hechos, capítulo 15, versículos 13 al 18; dice: "Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los no judíos, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los que no son judíos, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos".

Aquí Jacobo estaba afirmando con claridad que Dios estaba llamando un pueblo alrededor de Su nombre, y que cuando concluyera con esa tarea, se dirigiría nuevamente hacia Israel. Pero incluso en ese momento, Dios no habría terminado sus tratos con los no judíos. Se nos da entender que todos los no judíos salvos entrarían al Reino con Israel, al ser establecido en la tierra el reino de Dios. Por eso decimos que en el tratamiento de este tema, el factor histórico no debe ser pasado por alto.

Ahora el factor doctrinal se refiere a una correcta interpretación dispensacional, es decir, a los propósitos soberanos de Dios en las épocas de la historia. En los primeros ocho capítulos de esta epístola a los Romanos, el apóstol Pablo está interesado en los grandes temas del pecado, la salvación y la santificación. En esta época la edad, la nacionalidad y las ceremonias no tienen ningún valor ante Dios. La fe es lo único que Dios acepta del ser humano. Todas las personas, sea cual fuere su raza o condición, pueden recibir la gracia de Dios. Esto parecería eliminar las distinciones hechas en el Antiguo Testamento. Pero el apóstol Pablo iba a responder a esta pregunta retórica de Romanos 11:1, ¿Ha desechado Dios a Su pueblo? Por supuesto, la respuesta era que no. Pablo comenzó esta Epístola a los Romanos, diciendo en el versículo 16 del capítulo 1, que el evangelio era primero para los judíos. Creemos que quiso decir que, cronológicamente, fue proclamado a los judíos primero.

Dijimos que esta sección que abarca los capítulos 9 al 11, es de suma importancia. No trata sobre la doctrina cristiana, sino que habla de la escatología de la Biblia, es decir, la sección profética que revela que Dios no ha relegado a Su pueblo. Ahora al comenzar este capítulo 9 usted puede apreciar la forma en que Dios obró con Israel en el pasado. En el capítulo 10 veremos cómo Dios está obrando en el presente con Israel, mientras que en el capítulo 11 veremos cómo Dios obrará en el futuro con la nación de Israel.

El hecho de que Dios trató con Israel en el pasado, no fue consecuencia de sus cualidades excepcionales, ni de sus esfuerzos superiores. Por el contrario, todas las acciones de Dios se basan en Su propia y soberana voluntad. Dios actúa por medio de la misericordia en Sus tratos con Israel y con todos los demás, incluidos usted y yo. Veamos, pues, lo que dijo el apóstol Pablo en este primer versículo del capítulo 9, que encabeza un párrafo que titularemos

Israel es definido

"Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo"

Otra versión traduce así este versículo: "Como creyente que soy en Cristo, digo la verdad, no miento. Además mi conciencia, guiada por el Espíritu Santo, me asegura que esto es verdad". Ésa parece una introducción muy formal, especialmente cuando proviene del apóstol Pablo. Pero debemos recordar que cuando él escribió esta carta, había sido acusado de ser un enemigo de su propio pueblo. En el capítulo 23 del libro de los Hechos de los apóstoles, versículo 12, leemos: "Cuando fue de día, algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran dado muerte a Pablo". Y aquí en este versículo encontramos la frase "Verdad digo en Cristo. No miento", que era una de sus expresiones favoritas. Ahora, en el versículo 2, de este capítulo 9 de su epístola a los Romanos, dijo el apóstol Pablo:

"Que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón"

Resulta difícil para nosotros apreciar adecuadamente la angustia de este gran apóstol por su propio pueblo. Su paciencia a la luz de la persistente persecución de que era objeto es una prueba de ese sentimiento. Él sabía lo que sentían hacia Cristo y hacia el cristianismo, porque él mismo había pensado de la misma manera. Había sido un Fariseo, un verdadero líder. Y ahora anhelaba que ellos vinieran a Cristo, como él lo había hecho. Luego continuó diciendo en el versículo 3:

"Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes, físicamente hablando"

Otra versión lo traduce así: "Y hasta querría estar yo mismo bajo maldición (o destinado a la destrucción) separado de Cristo, as así pudiera favorecer a mis hermanos, los de mi propia raza". Lo que Pablo estaba expresando aquí era simplemente su deseo y nada más. Él acababa de decirnos en el capítulo 8 que nada nos podía separar del amor de Dios que era en Cristo Jesús. Y aquí dijo: "deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo". Lo cual no podía ser en ni ninguna manera, por lo que dijo anteriormente en 8:38; así que fue sólo una manera de expresar un deseo. Así que, por una parte, esta expresión parece haber sido un recurso de oratoria.

Por otra parte, parece como si él hubiera querido expresar lo que hubiera sido capaz de hacer, si hubiera dependido de él, para que su pueblo se salvase, aunque supiera que por la soberanía de Dios estaba planteando la situación personal imposible de ser separado de Cristo. Es muy difícil para nosotros entender la dimensión del amor en Moisés y en Pablo, Moisés expresó el mismo sentimiento en Éxodo 32:31-32, cuando dijo: "Puesto que este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse dioses de oro, te ruego que perdones ahora su pecado, y si no, bórrame del libro que has escrito".

Estimado oyente, queremos transmitirle hoy nuestra confianza, basada en la Palabra de Dios, de la condición de aquellos que han aceptado al Señor Jesucristo como su Salvador. Usted también puede formar parte de ese grupo de personas, que al haber iniciado una relación con Dios, han quedado unidas a Cristo. En medio de las circunstancias y experiencias de la vida, podemos así proclamar los vínculos permanentes de la relación de hijos de nuestro amante Padre celestial, gracias a haber depositado nuestra fe en la obra redentora de Jesucristo en la cruz.

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