Estudio bíblico de Génesis Introducción 5
Introducción a la Biblia (V)
Continuamos con la segunda norma:
2. Leer la Biblia
Esta segunda norma puede parecer excesivamente simplificada.
Hace algunos años, alguien le preguntó a un gran especialista en Shakespeare. ¿Cómo estudia Ud. a Shakespeare? Su respuesta fue muy concisa. "Lea Ud. a Shakespeare ". De la misma manera, a mí me gustaría decirte; lee la Palabra de Dios. ¿Quieres saber lo que la Biblia tiene que decir? Lee la Biblia. Además de lo que cualquier maestro pueda enseñarte, es de suma importancia que leas, por ti mismo, lo que la Biblia tiene que decir.
El expositor Bíblico Dr. G. Campbell Morgan ha escrito algunos comentarios muy buenos y útiles sobre la Biblia. En efecto, es autor de una serie de libros, que yo recomiendo, sobre todos los libros de la Biblia. No conozco otros mejores y cuando comencé, como estudiante, tuvieron gran influencia en mi estudio de la Palabra. Se dijo de él que no empuñaría la pluma hasta que no hubiese leído completamente y hasta unas cincuenta veces un determinado libro de la Biblia. Así que no te canses de persistir en esto: simplemente, lee la Palabra de Dios. Y si algo no estuviese claro la primera vez, léelo por segunda vez. Y si ni aun así, pues continúa leyendo una tercera vez. Debemos procurar conocer las enseñanzas básicas de la Palabra de Dios.
El libro de Nehemías nos relata un incidente muy interesante:
"Y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la Puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel. Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la Ley." (Nehemías 8:1-3)
Este es un pasaje muy notable de la Escritura. Esta gente había vivido en la cautividad Babilónica durante setenta años; muchos de ellos nunca habían escuchado la Palabra de Dios, que en aquellos tiempos no se había difundido mucho. Por supuesto no había cientos de diferentes traducciones circulando por otras naciones ni nuevas ediciones impresas que apareciesen en cualquier momento. Probablemente solo habría una o dos copias disponibles y Esdras poseía una de ellas. Y él se puso en pie y leyó, ante la puerta de las Aguas.
"Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura." (Nehemías 8:8)
Por la manera en que se desarrolla el relato, supongo que los hombres de la tribu de Leví estaban situados en zonas específicas, entre la gente. Después de leer Esdras un determinado pasaje, se detenía para dar a la gente que había escuchado la oportunidad de formular preguntas a los Levitas.
"Y los Levitas... hacían entender al pueblo la Ley: y el pueblo estaba atento en su lugar ." (Nehemías 8:7)
No solamente leyeron la Palabra, pero procuraron que la gente la entendiese. Por ello insisto. Necesitamos leer la Biblia. Pero hay actualmente tantas cosas que nos distraen del estudio de la Palabra de Dios. Y una de las principales distracciones que tenemos, podría ser cierto tipo de iglesia. Aquella iglesia que esté tan elaboradamente estructurada, constituida por comités, esquemas de organización para actividades sociales (como por ejemplo, banquetes, diversas clases de entretenimientos) y otros proyectos de promoción hasta el punto en que los miembros de algunas iglesias no tienen una relación con la Palabra de Dios. Hay iglesias que incluso han suprimido completamente el servicio o reunión de predicación. En su lugar, han programado un tiempo en el que la gente pueda expresarse y decir lo que piensa. A veces he encontrado que las personas más ignorantes de la Biblia son, precisamente, miembros de iglesias que sencillamente no conocen la Palabra de Dios, habiendo transcurrido años desde que esa Palabra dejó de enseñarse. Necesitamos leer la Biblia. Necesitamos introducirnos en la Palabra de Dios. No se trata de leer simplemente algunos versículos favoritos, sino de leer la Palabra de Dios en su totalidad. Esta es, amigo mío, la única manera en que vamos a conocerla. Este es el método de Dios.
Voy a leer a continuación un poema en el que el escritor Amos R. Wells, trata de expresar esta misma idea, en forma sencilla y elocuente.
Cuando leas la Biblia desde el principio hasta el final
Suponía que conocía mi Biblia,
Leyendo poco a poco, acertando o errando,
Ahora un poco de Juan o de Mateo,
Ahora un trocito de Génesis,
Algunos capítulos de Isaías,
Ciertos Salmos (el veintitrés),
El doce de Romanos, el primero de Proverbios --
Sí, pensaba que conocía la Palabra!
Pero descubrí que una lectura minuciosa (cuidadosa)
Era una experiencia diferente.
Y la manera de hacerlo, desconocida,
Cuando leí la Biblia desde el principio hasta el final.
A ti, que te gusta jugar con la Biblia,
Mojarte y salpicarte por aquí y por allá,
Justo antes de arrodillarte, cansado,
Y pronunciar bostezando una oración apresurada,
Tu, que tratas a la Corona de los Escritos
Como no tratarías a ningún otro libro --
Solo un párrafo inconexo,
Solo una mirada vulgar e impaciente --
Intenta un procedimiento más digno,
Prueba una actitud amplia y constante
Caerás de rodillas en un verdadero éxtasis
Cuando leas la Biblia desde el principio hasta el final.
Ahora, la tercera norma es...
3. Estudia la Biblia
Hace algunos años, alguien le preguntó al Dr. Morgan (expositor Bíblico), "¡Ud. habla como si estuviese inspirado!" El Dr. Morgan respondió; "La inspiración consiste en un 95 por ciento de transpiración ".La Biblia tiene que ser estudiada. Necesitamos darnos cuenta de que el Espíritu de Dios no nos enseñará algo que podríamos obtener por nosotros mismos a través del estudio. Yo solía enseñar la Biblia en un Instituto Bíblico y las clases estaban formadas por jóvenes muy diversos. Entre ellos había algunos muy devotos y, después de un tiempo llegué a entenderles muy bien. Reconozco que, en un principio no les comprendí. Descubrí que su fachada de piedad encubría una tremenda ignorancia y un gran vacío en relación con la Palabra de Dios. Algunos ni siquiera estudiaban en la noche anterior a un examen. Siempre ponían la excusa de que habían estado ocupados en una reunión de oración o en un servicio religioso. Yo tenía la sensación de que algunos creían que podían colocar sus Biblias bajo sus almohadas durante la noche y que, mientras dormían, ¡los nombres de los reyes de Israel y Judá se transmitirían a sus mentes automáticamente a través de aquellas almohadas! Créeme, no es así como se transmite el conocimiento. Debemos dedicarnos con ahínco y en serio al estudio de la Palabra de Dios. Cuando yo estudiaba en la Universidad, un compañero de una clase de Biblia le dijo al profesor: " Ud. nos ha asignado una sección que es muy aburrida ". Sin perder el tiempo, el profesor le contestó: "Entonces, humedécela un poco con el sudor de tu frente ". Por ello insisto en que es importante darnos cuenta de que la Biblia sea estudiada. Hay ciertos conocimientos que el Espíritu de Dios no te va a dar. Yo no creo que El revele la verdad a los perezosos. Después de todo, tú nunca aprenderías logaritmos, geometría o griego, leyendo simplemente un capítulo sobre estos Temas justo antes de acostarte por la noche.
Puede ser que te asombres cuando digo que yo no animo a nadie para que realice una lectura devocional de la Biblia. Después de algunos años he llegado a la conclusión de que muchas personas que son muy constantes en lo que llaman una lectura devocional, son muy ignorantes en cuanto a la Biblia. En cierta ocasión, cuando me encontraba celebrando unas conferencias en la zona central del estado norteamericano de Tennessee, me hospedé en la casa de una familia. Cada mañana, al reunirnos en la mesa para el desayuno, teníamos un momento devocional. Desafortunadamente, el desayuno siempre tenía lugar un poco tarde y los dos niños tenían que darse prisa para salir hacia la escuela. Estoy seguro de que ni siquiera se enteraban de lo que se leía. El padre estaba ansioso por salir para su trabajo y generalmente hacía la lectura Bíblica muy breve. Solía decir, "Bueno, esta mañana leeré este pasaje conocido porque no tenemos mucho tiempo ". Realmente, no lo teníamos. Cuando la lectura apenas había finalizado, los niños se levantaban y salían como disparados por una pistola. Y el padre también salía casi tan rápidamente. Le quedaba a la madre el trabajo de recoger la mesa y la limpieza, y yo me pregunto si siquiera había escuchado lo que se había leído. Inmediatamente tomé la decisión de que en mi hogar nunca realizaríamos una lectura devocional. Siempre he animado a los miembros de mi familia para que lean la Biblia por sí mismos. Porque ésta es la lectura que resulta provechosa.
Alguien podría decir. "Pero yo tengo mis momentos devocionales por la noche, después de que el día ha terminado ". Al hablar así, ¿no es cierto que los tengas justamente antes de acostarte? Ya tienes un pie en la cama, un ojo casi cerrado y te pones a buscar un pasaje de la Biblia para leerlo. Amigo mío, seguro que no podrías aprender matemáticas ni literatura de esa manera. Tampoco puedes aprender así de la Biblia. Tienes que estudiar la palabra de Dios. Debes leerla cuando puedas dedicarle tiempo. Y si no puedes encontrar tiempo, debes crear ese tiempo. Puedes separar 30 minutos o 1 hora. O, si haces las cosas de cualquier manera (a la buena de Dios), como yo, lee por 30 minutos un día, quizás por solo 5 minutos el día siguiente y por 2 o 3 horas el siguiente, como quiera que se adapte a tu programa diario. En mi caso, no pongo por escrito ninguna regla al respecto, excepto la norma de que cada uno debe leer por sí mismo. Y los niños también, debieran ser estimulados a leer la Biblia por sí mismos. Algunos piensan que deberían leer lecturas devocionales en conjunto, toda la familia. Eso está bien, si el Señor os guía a hacerlo así. Pero os garantizo que, después de unos años de hacerlo, no seréis estudiantes inteligentes de la Biblia. Porque también necesitáis estudiar la Palabra de Dios por vosotros mismos, por vuestra cuanta, a solas.
Se dijo de Juan Wesley que fue un hombre de un Libro. ¿Qué le hizo llegar a ser el hombre de un Libro? Bueno, el se levantaba cada día a leer la Biblia a las 4 o 5 de la mañana, y la leía en 4 o 5 diferentes idiomas. Realmente estudiaba la Palabra de Dios. Tú y yo necesitamos estudiar la Palabra; necesitamos comprender y asimilar el significado de la Biblia.
Esto me lleva a la cuarta norma.
4. Medita en la Biblia.
La meditación fue objeto de la enseñanza de Dios a Su pueblo. La Palabra de Dios tenía que estar presente en todo momento ante los Israelitas, para que pudiesen meditar en ella. Moisés, el legislador, nos detalla en el libro del Deuteronomio 6:6-9 las instrucciones precisas que Dios había dispuesto en relación con Su Palabra:
"Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos: y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas" (Dt. 6:6-9)
Esta es una declaración sorprendente, considerando que viene directamente del mismo Señor. El les dijo que escribiesen la Palabra de Dios sobre las jambas de las puertas, que eran las dos piezas labradas que, puestas verticalmente en los dos lados de las puertas o ventanas, sostenían el dintel de ellas. O sea que, dondequiera que se volvían, era como si estuvieran mirando a unas vallas publicitarias. Considerando esta situación en el contexto actual, me recuerda que no podemos recorrer nuestras calles o autopistas en uno u otro sentido sin ver anuncios publicitarios de una gran variedad de productos. ¡Vaya abundancia de carteles! Podemos pensar que semejante despliegue publicitario, al estar a la vista de la gente constantemente, ejerce una influencia considerable sobre el consumo de tales productos. El Señor conoce la naturaleza humana. Nos conoce. Y El le dijo a Su pueblo que colocase Su Palabra donde ellos pudiesen verla. Además de estar en aquellas jambas, en sus puertas, la llevaban en sus ropas. Y debían hablar sobre ella al andar por los caminos. Igualmente debía ser un Tema de conversación cuando se sentaban a reposar y antes de disponerse a descansar en sus lechos. Está claro que Dios le pidió a aquel pueblo que meditase en Su Palabra.
Ahora, ¿qué significa realmente meditar en la Palabra de Dios? En el primero de los Salmos se encuentra una interesante afirmación.
"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni anduvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado. Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche." (Salmo 1:1,2)
Meditar es como rumiar. Es traer algo a la mente y considerarlo una y otra vez. Rumiar es lo que hace la vaca cuando está masticando su comida. La vaca vieja sale por la mañana y, mientras la hierba está aún fresca por el rocío, se pone a pastar. Más tarde, cuando el sol se eleva y ya hace calor, se recuesta bajo un árbol o permanece en pie al abrigo de una sombra. La ves masticar y te preguntarás qué estará masticando. Y continuará masticando por 1 0 2 horas. Bien, es como si ella estuviera meditando. Es que parece que la vaca tiene un estómago complejo. Está transfiriendo nuevamente a su boca la hierba que engulló por la mañana, trasladándola de un compartimento a otro del estómago y en ese proceso la mastica bien una y otra vez. Sería bueno que tú y yo aprendiéramos a hacer lo mismo en nuestros procesos mentales. Debemos recibir la Palabra de Dios, leerla, tenerla expuesta donde podamos contemplarla, pensando y meditando en ella.
Muchas veces al preparar un mensaje escojo un versículo de las Escritura y paso horas no haciendo otra cosa que leerlo varias veces. Es como si estuviera masticando lo que otros han dicho sobre él. Al final de ese proceso surgen nuevas enseñanzas de ese pasaje Bíblico. Recuerdo que el ´Dr. Ironside, expositor Bíblico, decía que había escuchado una conferencia sobre el Cantar de los Cantares, libro poético de la Biblia, y que dicha conferencia le había dejado insatisfecho. Entonces fue y leyó el Cantar de los Cantares otra vez, se puso de rodillas y le pidió a Dios que le permitiese comprender ese poema. Lo hizo repetidas veces. En realidad lo hizo durante semanas y meses. Finalmente, surgió para él como una nueva luz de ese libro. Cuando yo enseño el Cantar de los Cantares, generalmente asumo la interpretación de este maestro, por 2 razones: la primera, es que satisface mi propia mente y corazón más que cualquier otra interpretación que haya escuchado, y la segunda, porque sé que el maestro que expuso esa interpretación ha pasado mucho tiempo meditando en ella.
Hay oyentes que nos escriben diciendo que la esposa escucha nuestro estudio Bíblico por radio en casa, y el esposo en su trabajo. Luego, cuando están sentados a la mesa cenando, comentan la Escritura tratada en el programa. Esto es meditar, o sea, volver una y otra vez a una Escritura concreta. Incluso cuando vas solo en el coche es un buen momento para pensar en un pasaje Bíblico determinado.
¿Cuántos de vosotros, después de haber tenido unos momentos devocionales, meditáis en cierto pasaje Bíblico durante el día? La mayoría de las personas lo leen y luego lo olvidan, no pensando en él otra vez hasta que, por algún motivo, les vuelva a llamar la atención. O si lo han leído por la noche, se meten en cama tan pronto como pueden, apagan la luz y se disponen a dormir, relegándolo al olvido. La meditación es casi un arte perdido en nuestra sociedad contemporánea. Sinceramente, en muchos hogares la televisión hace desaparecer totalmente la posibilidad de meditar. Esta situación está cambiando actualmente la vida espiritual de muchas familias. Uno de las razones por las que muchas iglesias se están enfriando y haciéndose más indiferentes a la Palabra de Dios es sencillamente porque hay una falta de meditación sobre esa Palabra.
Recordemos que en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 8, se nos relata el incidente en el que el eunuco Etíope estaba viajando en su carruaje leyendo al profeta Isaías. En realidad, estaba estudiando el libro de Isaías, porque estaba leyendo un pasaje en el cual estaba teniendo problemas, pues no sabía qué significaba. Aquí tenemos a un hombre que estaba leyendo, estudiando, y a quién el Espíritu de Dios iba a abrir la Palabra de Dios. Por ese motivo el Espíritu Santo había llevado a Felipe a aquel lugar para explicarle ese capítulo al etíope. A este hombre se le abrió un nuevo mundo, al conocer a Cristo de una manera personal. El relato dice que luego, continuó su viaje con gran alegría. Y, ¿qué fue lo que le hizo sentir esa alegría? Pues, que había estado meditando. Había estado pensando en aquel capítulo 53 de Isaías, que describe de una manera profética la figura de Cristo como un cordero que iba a ser sacrificado, para dar a todos la oportunidad de ser salvos.
¿Has meditado alguna vez en aquel Cordero que fue llevado, como una oveja, al matadero? ¿Quién era El? El descendió a la tierra y se identificó con nosotros, que como ovejas nos habíamos extraviado y cada una se había vuelto por su propio camino. Y Dios puso sobre El la maldad de todos nosotros. ¿Con que frecuencia meditas en estas cosas? Lo que está claro, es que el etíope lo hizo. Su vida después de este incidente es un Tema de especulación. La tradición dice que regresó a su país y fundó la iglesia Copta de Etiopía. ´Bien podría haber ocurrido así; no lo sabemos. Sin embargo, lo que sí nos resulta interesante saber es que prosiguió feliz su largo viaje, lo cual nos da a entender que continuaba meditando en la Palabra de Dios y que esa palabra estaba obrando eficazmente en él.
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