Estudio bíblico de Génesis 46:1-34
Génesis 46
Jacob debió haber pensado que iba a viajar a Egipto para permanecer allí solo por unos años e incluso así, consintió en ir con cierto desgano e indecisión. Dios había dado instrucciones a Abraham para que se mantuviese fuera de Egipto; además, el patriarca había tenido allí problemas. Dios también había ordenado lo mismo a Isaac. Así que entonces, ahora se planteaba la pregunta: ¿debía ir Jacob a la tierra de Egipto? El necesitaba un poco más de estímulo que una invitación de su hijo José, o aun de Faraón. En realidad necesitaba la aprobación de Dios y su guía.
El primer párrafo de este capítulo nos introduce al relato de las incidencias registradas cuando
Jacob y su familia se trasladaron a Egipto
Leamos el versículo 1
"Y partió Israel con todo lo que tenía y llegó a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac."
Aquí nos encontramos con el hecho sorprendente de que Jacob ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. La primera vez que salió de aquella tierra dirigiéndose a la tierra de Harán, había venido a Betel. ¿Estaba entonces buscando a Dios? No. Pensaba que había huido de Él. No estaba buscando en absoluto la voluntad de Dios ni estaba pidiendo Su guía. ¡Qué contraste que hubo entre aquel joven Jacob y el siervo de Abraham! Este nunca daba un paso sin buscar la guía de Dios. Pero Jacob, pensaba que no necesitaba a Dios en su vida para nada. Le llevó mucho tiempo aprender que ésa no era la forma adecuada de vivir.
Esto debería hacer reflexionar a todos aquellos que se declaran cristianos. Muchos pasan toda la semana dejando a Dios fuera del programa de su vida, tomando sus propias decisiones y haciendo lo que les apetece. Entonces llega el domingo y van a la iglesia, donde se muestran religiosos, dispuestos a hacer la Voluntad de Dios. Esas personas piensan que la voluntad de Dios con respecto a ellos consiste simplemente en ir ese día a la iglesia y desempeñar cierta actividad. Una vez que han cumplido con los ritos correspondientes, se despiden de Dios para entrar en otra semana en la que Dios estará ausente de la escena.
Durante la mayor parte de su vida Jacob, no estuvo buscando a Dios para que El formase parte de su vida. Pero ahora, al llegar a Beerseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Y Dios tuvo misericordia de él y se le apareció.
Leamos los versículos 2 y 3;
"Y Dios habló a Israel en una visión nocturna, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí. Y El dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no Temas descender a Egipto, porque allí te haré una gran nación."
Como vemos, Dios le estaba prometiendo convertirle en una gran nación, allí en la tierra de Egipto. Podrías preguntarte si Dios realmente haría tal cosa. Encontramos la respuesta en el libro que sigue al Génesis, el libro del Éxodo, capítulo 1:7;
"Pero los hijos de Israel fueron fecundos y aumentaron mucho, y se multiplicaron y llegaron a ser poderosos en gran manera, y la tierra se llenó de ellos."
Hubo una verdadera explosión demográfica de Israelitas en la tierra de Egipto. ¿Y cuál fue la explicación? Que Dios estaría cumpliendo su promesa a Jacob.
Leamos los versículos 4 y 5:
"Yo descenderé contigo a Egipto, y ciertamente, yo también te haré volver; y José cerrará tus ojos. Entonces Jacob partió de Beerseba; y los hijos de Israel llevaron a su padre Jacob, y a sus pequeños y a sus mujeres, en las carretas que Faraón había enviado para llevarlo."
Recordemos que Faraón había enviado esas carretas desde Egipto. En ellas se instalaron Jacob y sus familiares y emprendieron el viaje.
La vida de Jacob puede dividirse en 3 áreas geográficas: la tierra de Harán, la tierra de Canaán y la tierra de Egipto. Estas no fueron solamente regiones geográficas sino que también denotaron 3 niveles espirituales. Jacob salió de la tierra con pocas pertenencias; quizás solo llevaba un bastón. Cuando llegó a Harán, observamos el primer nivel; Jacob era un hombre de Dios que vivía de un modo carnal, es decir, que vivía bajo el impulso de sus instintos y deseos, en desacuerdo con la Voluntad de Dios. Salió de Harán huyendo. Salió huyendo de su suegro, y temiendo encontrarse con su hermano Esaú. Después, en la tierra de Canaán, pasó al segundo nivel; tuvo lo que podríamos llamar su combate de lucha con Dios, pero continuaba siendo el hombre de Dios que luchaba con sus propias fuerzas y, de esa manera, solo encontraría su derrota. Ahora, en nuestro relato de hoy, en su tercer nivel, se estaba dirigiendo hacia Egipto, no ya con sus propias fuerzas, ni huyendo, sino viviendo y actuando por la fe.
Aunque José es la figura prominente en esta sección del libro del Génesis, también podemos examinar, en la vida de Jacob, las evidencias de un hombre de fe y espiritual que había llegado a convertirse en el hombre que Dios quería que fuese. Y solo Dios podía hacer madurar así a una persona con un carácter como el de Jacob.
Voy a reafirmarlo una vez más. La vida de Jacob en Harán representa al hombre de Dios que vive impulsado por sus instintos y deseos carnales. La vida de Jacob en la tierra de Canaán representa al hombre de Dios que lucha con sus propias fuerzas, y la vida de Jacob en Egipto, representa al hombre de Dios que vive y actúa impulsado por la fe.
Creo que estas características son una realidad en muchos de nosotros en la actualidad. Hubo un momento en nuestras vidas en que llegamos a ponernos en contacto con el Evangelio, con la Palabra de Dios, y nos volvimos a Él. Luego pasamos por un período de luchas y conflictos, en el cual pensábamos que podíamos vivir con el recurso de nuestras propias fuerzas. Quizás esa época duró varios años. Y después llegó un período en el que hemos crecido en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo y comenzamos a vivir y actuar por la fe.
Continuemos leyendo los versículos 6 y 7;
"Y tomaron sus ganados y los bienes que habían acumulado en la tierra de Canaán y vinieron a Egipto, Jacob y toda su descendencia con él: sus hijos y sus nietos con él, sus hijas y sus nietas; a toda su descendencia trajo consigo a Egipto"
A causa del hambre, Jacob tuvo que llevar consigo a todos los de su casa, hijos y nietos. Y también tuvieron que trasladar el ganado con ellos ya que en aquella tierra no hubieran podido sobrevivir.
En los versículos siguientes se presenta la lista de la genealogía de Jacob, que es muy importante porque es la línea de descendencia que en su recorrido histórico nos conducirá a Jesucristo, y que será seguida a través del resto de la Biblia. Después de mencionar a todos los descendientes de Jacob, leemos lo siguiente, en los versículos 26 y 27:
"Todas las personas de la familia de Jacob, que vinieron a Egipto, descendientes directos suyos, no incluyendo las mujeres de los hijos de Jacob, eran en total sesenta y seis personas. Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto, eran dos: todas las personas de la casa de Jacob que vinieron a Egipto, eran setenta."
Fueron 66 personas los descendientes de Jacob que viajaron con él a Egipto. Por supuesto los otros descendientes, es decir José y su familia, estaban ya en aquel país. Esto elevaba el número de la familia de Jacob a un total de 70 personas.
Observemos que cada uno de los hijos de Jacob figura en la lista junto con los nombres de sus hijos. ¿Por qué las Sagradas Escrituras incluyen estas listas de nombres? ¿Acaso no tendría Dios información más importante que darnos? Creo que no hay nadie más importante que nuestro Señor Jesucristo y ésta es la genealogía que nos conduce a Él. Encontraremos algunos de estos nombres en la genealogía del primer capítulo del Evangelio según Mateo, al principio del Nuevo Testamento. Además, también leeremos algunos de los nombres en la genealogía que figura en el Evangelio según Lucas, capítulo 3. Por este motivo, estas listas detalladas de nombres tienen gran importancia.
Pero hay otro motivo, y éste es muy personal. ¿Has oído hablar del libro de la vida del Cordero? Con respecto al Cordero, ¿recuerdas la frase de presentación del Evangelista Juan ante Cristo? "He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Así como todos los seres humanos descienden de Adán, en consecuencia y por nacimiento también entramos en la línea genealógica de Cristo. Pero, con respecto al libro de la vida, según la Biblia, éste contiene los nombres de los redimidos por Jesucristo. Solo se puede entrar en él a través del nuevo nacimiento, que se produce cuando una persona acepta a Jesucristo como su Salvador personal, convirtiéndose en un hijo de Dios. Por eso, la pregunta clave es: ¿está tu nombre escrito allí?
¿Cuán importante crees que eres? Yo probablemente no te conozca, pero Dios sí te conoce. Te conoce mejor que cualquiera persona de este mundo. Te conoce personalmente. Y te ama más de lo que cualquier otro ser pueda amarte.
Volviendo a nuestro pasaje Bíblico, diré que hay nombres en la genealogía de Jacob que no significan nada para mí. En una ocasión, viendo las noticias por televisión, vi una multitud de alrededor de 200.000 jóvenes en un festival de música rock. Se encontraban en un lugar descampado y polvoriento y había llovido, por lo que así, cubiertos de barro resultaban irreconocibles. Creo que ni siquiera sus familiares les habrían reconocido. Mientras les miraba pensé: Dios conoce a cada uno, Dios ama a cada uno de esa gran multitud. Aunque ellos no estén pensando en El, cada uno es valioso para Dios y Jesucristo murió por cada uno. Estimado oyente, vivimos en medio de una gran explosión demográfica, en un mundo habitado por miles de millones de habitantes. Sin embargo, tú eres un individuo especial para Dios. Los nombres incluidos en la genealogía de Jacob pertenecen a personas que desconozco. Sinceramente hablando, no me siento interesado por ellos. Pero Dios sí lo está. El se deleitó escribiendo esos nombres en la lista, porque cada uno de ellos le pertenece. Esta realidad me lleva a preguntarte otra vez: ¿está tu nombre escrito en el libro de la vida del Cordero de Dios?
Leamos el versículo 28:
"Y Jacob envió a Judá delante de sí a José, para indicar delante de él el camino a Gosén; y llegaron a la tierra de Gosén."
El relato aquí nos muestra la llegada de Jacob con toda su familia a una zona privilegiada de la tierra de Egipto. Este capítulo llega a su fin relatando el emocionante encuentro, cuando al fin,
Jacob y José se reunieron
Leamos los versículos 29 y 30:
"Y José unció su carro y subió a Gosén para ir al encuentro de su padre Israel; y apenas lo vio, se echó sobre su cuello y lloró largamente sobre su cuello. Entonces Israel dijo a José: Ahora ya puedo morir, después que he visto tu rostro y sé que todavía vives."
Podemos imaginarnos la emoción y alegría de padre e hijo; para el padre, que le consideró muerto durante muchos años y para el hijo, después de tantos años de separación. Jacob, ya muy anciano y no lejos del momento de su muerte, no podría haber afrontado el largo viaje si Dios no le hubiese dado fuerzas. Veremos que El le permitió vivir por algunos años en la tierra de Egipto. Jacob era entonces un hijo de Dios que vivía sustentado por la fe, por lo que aquí es llamado por su nuevo nombre, "Israel," tal como Dios le había llamado después de su lucha con el ángel en Peniel.
Leamos los últimos versículos de este capítulo, desde el 31 hasta el 34;
"Y José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre: Subiré y lo haré saber a Faraón, y le diré: Mis hermanos y la familia de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí; y los hombres son pastores de ovejas, pues son hombres de ganado; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tienen. Y sucederá que cuando Faraón os llame y os diga: ¿Cuál es vuestra ocupación? vosotros responderéis: Tus siervos han sido hombres de ganado desde su juventud hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres, a fin de que habitéis en la tierra de Gosén; porque para los egipcios todo pastor de ovejas es una abominación."
Resulta interesante que la Palabra de Dios tenga tanto que decir sobre los pastores. Estos hombres criaban sus propias ovejas, como algunos lo hacen aun hoy en Israel. El "pastor" es la figura utilizada para describir a nuestro Señor. Las Sagradas Escrituras le presentan como el Buen Pastor, que da su vida por las ovejas. El es el gran Pastor de Sus ovejas que guarda y vela por ellas hasta en la hora actual. El es el jefe de los pastores, que debe aun aparecer otra vez. El se llama a sí mismo el Pastor.
Y, tal como aquellos pastores eran odiados por los egipcios, El es despreciado por el mundo actual. El no es recibido hoy, y estoy hablando del verdadero Jesucristo. Ciertos sectores llamados "cristianos" han confeccionado un Jesús que resulte aceptable para la sociedad. Han creado un ídolo que ni siquiera se parece al Señor Jesús de la Biblia. El Jesús a quien se quiere imponer hoy, no ha nacido de una virgen, nunca ha realizado milagros, no ha muerto por los pecados del mundo ni ha resucitado corporalmente de los muertos. De este supuesto Jesús no existen registros históricos. El único Jesús de quien tenemos documentos históricos nació de la virgen María, hizo milagros, murió por los pecadores del mundo y resucitó de entre los muertos. Este es el Pastor que al mundo no le agrada. Por ello la sociedad en general le desprecia y le rechaza.
Hemos leído que José aconsejó a sus hermanos que se presentasen ante Faraón como pastores y criadores de ganado. Más tarde veremos que Faraón les confirmaría la entrega de la tierra de Gosén, pidiéndoles que se ocupasen del cuidado de las ovejas. Así se convirtieron ellos en los pastores de Egipto.
Resulta sorprendente, pues, ver a la familia de Jacob instalada en la tierra de Gosén, que sería su hogar por mucho tiempo. Después de la muerte de José, los israelitas se convertirían en esclavos, en el país de Egipto; pero Dios estaría con ellos durante todo ese período. Allí mismo llegarían a ser una gran nación y entonces, bajo el liderazgo de Moisés, Dios les guiaría para salir de esa tierra.
Las Sagradas Escrituras no registran ninguna aparición de Dios a José. Sin embargo, con toda certeza, hemos visto la previsión y presencia de Dios en la vida de este personaje excepcional. Al mirar a José desde la perspectiva de nuestro tiempo, resulta evidente que él tenía que adelantarse y preparar el camino, para que toda la familia de Jacob pudiera sobrevivir en el país de Egipto.
De la misma manera hoy, estimado oyente, si ya perteneces a Jesucristo, el Buen Pastor, aunque no le veas con tus propios ojos, aunque no contemples una aparición suya, tienes la garantía de su presencia y su cuidado. Poco antes de ascender al cielo, les dijo a los suyos: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".
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