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Estudio bíblico de Salmos 1

Salmos 1:1?6

El tema de este Salmo puede resumirse de esta manera: dos hombres, dos caminos, dos destinos. Este Salmo abre la sección que se corresponde con el Génesis. Comienza con el hombre en vez de hacerlo con el universo material. Nos habla del hombre bendito, del hombre feliz. Este hombre bendecido es contrastado con el impío. Es también una figura de Cristo, el último Adán, en medio de los pecadores impíos y los despreciativos. A veces pensamos del Señor como un varón de dolores, hecho para el sufrimiento y por alguna extraña razón muchos de los cuadros que se han pintado de Él le revelan como un hombre de apariencia triste. Es cierto que el profeta Isaías dijo que era ese "varón de dolores" pero, ¿por qué no continuamos leyendo? En ese mismo libro de Isaías encontraremos que Cristo no tuvo dolores y aflicciones propias. Isaías 53:4 dice: Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, ¡pero nosotros le tuvimos por azotado, como herido y afligido por Dios! Fue nuestro dolor y no el suyo propio el que Él tuvo que llevar, que soportar. Él fue un Cristo feliz y éste es como un cuadro de Él. Leamos el versículo 1 de este primer Salmo, que encabeza un párrafo que hemos titulado

La práctica del hombre dichoso

"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado"

Este versículo declara la práctica del hombre dichoso. Un poco más adelante en este Salmo veremos el poder del hombre dichoso y, finalmente, su permanencia. En este primer versículo vemos el lado negativo de la práctica del hombre feliz. Se nos dice lo que el hombre dichoso no hace. Aquí vemos tres posiciones o posturas. Según este versículo el hombre dichoso o feliz es el que (1) no anda, o no sigue el consejo de los malvados (2) no se detiene en la senda o el camino de los pecadores y (3) no se sienta con los burladores para cultivar su amistad. La persona que hace estas tres cosas, no es una persona feliz. Pasa por esas tres etapas: primero se asocia con los malos, luego comparte el camino de los pecadores y después se une a los que blasfeman.

Definitivamente, aquí hay regresión, deterioro y degeneración. Usted puede notar los pasos que se toman en el proceso. (1) El hombre dichoso no sigue el consejo de los malvados. No escucha a los impíos. ¿Ha observado usted que incluso el Señor Jesús nunca se refirió a Su propia razón o a Su propia mente como la base de una decisión? Todo lo que Él hizo estuvo basado en la voluntad de Dios. Él nunca les dijo a Sus discípulos: "Compañeros, vamos a Galilea otra vez. Lo he estado considerando y como soy más listo que vosotros, creo que esto es lo mejor que podemos hacer de acuerdo con mi punto de vista". Esa no fue la manera en que se acercó a Sus discípulos. Él siempre dijo: "Voy a Jerusalén porque es la voluntad de mi Padre". Él pasó tiempo con Su Padre, y supo cual era Su voluntad y en base a ello, se desplazó hacia ciertas áreas.

Estimado oyente, una cosa es escuchar los consejos, y un buen consejo está bien; pero claramente, el consejo de los malvados no. Nosotros tenemos que vivir por la fe y recurrir al consejo de los malvados no es caminar por la fe. ¿Quiénes son los impíos, los malvados? Aquellas personas que dejan a Dios fuera de sus vidas. No tienen ningún temor reverente de Dios. Viven como si Dios no existiera. En la actualidad, alrededor nuestro hay multitudes de personas como éstas. Se levantan por la mañana, nunca se dirigen a Dios en oración, nunca le agradecen por los alimentos que tienen ni por la vida, ni por la salud. Simplemente continúan moviéndose por la vida pasándoselo en grande. Han dejado a Dios totalmente al margen de su existencia.

Los impíos aconsejan a un hombre y entonces le encontramos (2) transitando por el camino de los pecadores. El malo es el que se apodera de él allí. El pecado significa "errar el blanco". O sea, que ellos no viven en la forma en que deberían vivir. A ellos se refiere la Escritura cuando dice en Proverbios 14:12, Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte. Y más adelante, en Proverbios 16:2 dice: Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión. El pecador puede pensar que está en lo correcto, que todo está bien en su vida, pero él es un pecador. La Palabra de Dios dice, en Isaías 55:7, Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos... También en el mismo libro en el 53:6, Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino, más el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros. El Padre cargó sobre el Señor Jesús todo el peso de nuestra culpa. Es que somos pecadores y este es nuestro retrato.

El siguiente paso de ir por el camino o la senda de los pecadores, es descender más aún y (3) sentarse en la silla de los escarnecedores o, en otras palabras, cultivar la amistad de los blasfemos, los burladores, o hacer causa común con ellos. Los blasfemos, los que se burlan, son los ateos. Se nos ha dicho que esta tercera etapa es cuando el joven se sienta en compañía de tales personas. No solamente niegan a Dios sino que exhiben un odio y un antagonismo hacia Dios. Esta actitud la vemos por todas partes. Los que le desprecian y se burlan, ellos son los que se oponen absolutamente a Dios. Y también muestran su oposición a la Palabra de Dios. Si usted quiere conocer la actitud de Dios, la puede ver en Proverbios 3:34, donde la Escritura dice: El Señor se burla de los burlones, pero muestra su favor a los humildes. El Señor se opone a los que le muestran su desprecio y su burla y El mismo se burlará de ellos. Por cierto que la que se presenta aquí es una imagen terrible.

Ahora, este es el lado negativo. Esto es lo que el hombre dichoso no hace, En el próximo versículo, veremos lo que este hombre feliz sí hace. Leamos el versículo 2:

"Sino que en la ley del Señor está su delicia y en su Ley medita de día y de noche".

Recordemos lo que el Señor Jesucristo dijo acerca de un hombre que había estado poseído por los demonios, que cuando los demonios salieron de este hombre, éste limpió su vida. La morada de su vida había quedado adecentada, adornada y él pensó que todo estaba bien y en orden. Pero el demonio aun le controlaba. Finalmente, el demonio anduvo vagando por los alrededores sin poder encontrar un lugar donde quedarse, se cansó de viajar y entonces regresó, trayendo a sus amigos con él, otros siete espíritus peores que él mismo. Y se nos dijo que el último estado del hombre era peor que el primero. Hay muchas personas en la actualidad que piensan que si ellas simplemente limpian un poco sus vidas, eso es todo lo que necesitan hacer. Pero, estimado oyente, observemos que, hablando de este hombre dichoso, aquí se dice que se deleita en la ley del Señor. En otras palabras, que encuentra placer y alegría en la meditación de la Palabra de Dios. Desearíamos hacerle llegar el mensaje de que la Biblia es un libro emocionante. Su lectura no constituye una carga ni produce aburrimiento. Su lectura y su estudio son agradables. Este salmo recalca que la persona que experimenta placer al estar en contacto con esa Palabra, es una persona feliz. Las tragedias que hoy afligen a la humanidad, expresadas con lágrimas, suspiros, el dolor del corazón, los corazones quebrantados, las vidas y hogares destruidos, son el resultado inevitable de que los seres humanaos hayan quebrantado las leyes de Dios. En este sentido la Palabra de Dios es clara. En 1 Juan 5:3 encontramos esta declaración: 3pues este es el amor a Dios: que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos, Sus mandamientos para los creyentes hoy no solo incluyen los Diez Mandamientos sino también todas las instrucciones recibidas de Jesús mismo y sus apóstoles en el Nuevo Testamento. Realmente, sus mandamientos no constituyen una carga.

La idea de que el ser salvo por gracia significa que el creyente entonces puede vivir sin estar sujeto a una ley y vivir como le plazca, no se encuentra en la Biblia. El creyente no ha de rechazar las normas de conducta. Gálatas 5:13 dice lo siguiente: 13Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para dar rienda suelta a vuestras pasiones, sino servíos por amor los unos a los otros, la libertad no implica en ningún modo vivir una vida de libertinaje. Por supuesto, no tenemos que guardar los Diez Mandamientos para ser salvos, pero ello no quiere decir que hemos de quebrantarlos. Significa, estimado oyente, que no estamos a la altura de la ley de Dios, Él requiere perfección y usted y yo no la tenemos. Tenemos que acercarnos a Dios por la fe. Después de ser salvos por la fe, tenemos que vivir en un plano más elevado que la ley. Hemos de tener en nuestras vidas el fruto del Espíritu, que es amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. De esa manera vivimos bajo la disciplina y guía de la gracia de Dios.

El versículo enfatiza entonces que esa persona que se deleita en la Palabra de Dios, en su Ley medita de día y de noche, ¿Qué quiere decir con esto de meditar? Pues ilustra a una vaca rumiando, masticando el bolo alimenticio. Hemos oído que la vaca tiene varios compartimentos en su estómago. Entonces puede salir por la mañana, pastar en la yerba cuando el rocío está sobre ella en la parte fresca del día. Después, cuando hace calor, al mediodía, se reclina bajo la sombra de un árbol y comienza a masticar los alimentos que había introducido previamente por su boca. Es decir, que toma la yerba que había masticado por la mañana y la vuelve a colocar en su boca para masticarla una y otra vez y luego la cambia de estómago. Eso es precisamente lo que hacemos cuando meditamos. Volvemos la vista a lo que ye hemos leído. Tomás Kempis lo expresó de una forma original. Dijo, "Yo no tengo descanso sino en un rincón con un libro, y ese libro es la Palabra de Dios". Quiere decir que el meditar sobre lo que uno lee, hace como esos animales que rumian sus alimentos; considerar lentamente y pensar detenidamente en lo que uno está leyendo. Recordemos lo que el apóstol Santiago dijo en el capítulo 1, versículo 24, hablando de la persona que se mira el rostro en un espejo y después de mirarse se va y se olvida de cómo es. Tenemos que meditar en la Palabra de Dios, que es el espejo de Dios, que nos revela lo que realmente somos. Debemos permitir que la Palabra de forma a nuestra vida según la voluntad y los propósitos de Dios.

Entonces recordemos que el hombre dichoso, En su ley medita de día y de noche, según dice aquí. Estimado oyente, Dios no tiene ningún plan o programa para que usted crezca y se desarrolle como creyente, aparte de la Palabra de Dios. Usted puede estar tan ocupado en su Iglesia como sea posible, en una gran variedad de actividades y andando de un lugar a otro, pero usted nunca crecerá espiritualmente por medio de esa actividad. Usted solo se desarrollará meditando en la Palabra de Dios, es decir, repasando una y otra vez en sus pensamientos hasta que esa Palabra se convierta en una parte de su vida. En esto consiste lo que hemos llamado, la "práctica del hombre dichoso".

Entonces vamos a considerar ahora

El poder del hombre dichoso

Y por cierto, ¿donde obtiene esta persona su poder? Leamos el versículo 3 de este Salmo 1:

"Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará".

Así que el hombre feliz es como un árbol plantado a la orilla de un río. "Corrientes de aguas" o ríos, es un superlativo en el hebreo. Es una hipérbole para expresar "abundancia". Este hombre dichoso es plantado, recibe mucha agua y se convierte en un árbol. Podemos darnos cuenta que los árboles de Dios son árboles "plantados". No son como esos árboles silvestre que crecen en cualquier parte. Creemos que esta figura se refiere a haber nacido de nuevo. En Isaías, capítulo 61, versículo 3, dice: a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé esplendor en lugar de ceniza, aceite de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiad. Serán llamados "Árboles de justicia", "Plantío del Señor", para gloria suya. Dios no utiliza árboles silvestres que nacen en cualquier parte. Sus árboles han nacido por medio de Él, tomados y colocados en el jardín de Dios, expuestos a ríos de aguas.

¿Pero qué significan concretamente esos ríos de aguas? Representan a la Palabra de Dios. Ahora, alguien quizá pregunte: "¿Está usted seguro de eso?" Sí, estimado oyente. Usted mismo podrá leer en el Libro de Isaías, capítulo 55, versículo 10 y 11, las siguientes palabras: Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para lo cual la envié. Y Dios quiere que Su Palabra descienda como la lluvia desciende de los cielos. Creemos que un programa por radio ilustra esto de una manera muy adecuada, porque permite que la Palabra de Dios sea esparcida por todas partes, y esa Palabra producirá fruto, y hará que los árboles crezcan.

La lluvia provee bebida y sustento. Y también produce limpieza y usted puede ver el lavado del agua por medio de la Palabra expresado por el salmista en el Salmo 104, versículo 16: Se llenan de savia los árboles del Señor", los cedros del Líbano que él plantó. La savia es la Palabra de Dios. Esos árboles que Él plantó están bien regados por la Palabra de Dios.

Y se nos dice además que el árbol da su fruto en su tiempo. Esto es muy interesante: que los árboles de Dios no den fruto todo el tiempo, sino que dan su fruto cuando llega su tiempo y su poder está en la Palabra de Dios. Se oye hoy con frecuencia, en días de mucha actividad y frenética actividad, que el principal asunto para el creyente es el de ganar almas para Cristo. Bueno, no estamos muy de acuerdo con esto. La Palabra de Dios no dice eso. En la Segunda epístola a los Corintios, capítulo 2, versículos 14 al 16, el apóstol Pablo dijo: Pero gracias a Dios, que nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo entre los que se salvan, y entre los que se pierden; para éstos ciertamente, olor de muerte para muerte, y para aquellos, olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién es suficiente? Bueno, yo no lo soy, de eso estoy seguro. Yo estoy llamado a proclamar la Palabra de Dios, y el de traer las personas a Cristo es asunto del Espíritu. Y estamos experimentando esto en estos programas de radio. Pero no somos nosotros quienes traemos a las personas a Cristo; nosotros simplemente presentamos la Palabra de Dios. Y al hacerlo así, es Dios el que triunfa con su mensaje en las vidas de las personas. Supongamos por un momento en que casi nadie aceptara a Cristo, entonces para los que se salvan, seríamos como una fragancia que les da vida y para los que se pierden, como una fragancia que les lleva a la muerte espiritual. Mi responsabilidad es dar a conocer la Palabra de Dios, y la suya, estimado oyente, es hacer algo al respecto.

(Un predicador solía decir en el momento de invitar a la gente a recibir a Cristo; "Si usted sale de aquí sin ser salvo, será muy lamentable y trágico porque cuando usted se encuentre ante la presencia de Dios no podrá decir que no ha oído el Evangelio. Entonces, yo me habré convertido en enemigo suyo porque usted no le podrá decir a Dios que nunca ha escuchado Su Palabra".) Por ello decimos, estimado oyente, que es su responsabilidad el comunicar esa Palabra a otros, y será responsabilidad de esas otras personas lo que hagan en consecuencia frente a la Palabra de Dios. Ellos serán responsables ante Dios. Dios nos dice que tenemos que comunicar a todos la Palabra divina, el mensaje de Dios, y eso es lo que por varios años hemos intentado hacer. Algunos se salvan, y otros no.

Hemos notado entonces que lo importante aquí es que el hijo de Dios dé su fruto en su tiempo. Es que hay un tiempo para obtener fruto. Por tal motivo, tiene que haber un prolongado período de preparación, de sembrar la semilla, de ayudarla a dar fruto. Y todo lo que hagamos durante ese período tiene importancia, porque tenemos la responsabilidad de difundir la Palabra de Dios, y ello requiere un cuidado especial. Y lleva su tiempo y dedicación, porque el fruto solo se produce en el momento apropiado.

Ahora, aquí también se nos dice del árbol plantado junto al río, que su hoja no se marchita. La hoja es el testimonio exterior del cristiano. Ese testimonio debe estar siempre presente. Los árboles de Dios son como los pinos que siempre están verdes y nunca pierden sus hojas, que son como un testimonio para los demás.

(Alguien cuenta que estuvo en cierta ocasión en la ciudad de Nueva York durante el verano, en el mes de Agosto, y que visitó una Iglesia muy famosa en ese lugar, era casi un mausoleo. Esta Iglesia tan conocida tenía unas inscripciones talladas en mármol en las que se leía: "Esta es la casa de Dios; la puerta misma del cielo". Pero debajo de esa inscripción se había colocado un cartel temporal que decía: "Cerrado durante los meses de Julio y Agosto". De modo que la "puerta del cielo" estaba cerrada durante esos meses de verano.) Con demasiada frecuencia, esto sucede en las vidas de los creyentes a nivel individual, pero no debería ser así. Usted tiene que ser siempre un árbol de hoja perenne. La hoja es el testimonio visible que usted tiene en este mundo acerca de Cristo. Todos los hijos de Dios son árboles de hoja perenne.

Además, del hombre dichoso que es como un árbol plantado a la orilla de un río se dice que: su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. Dios ha prometido bendiciones materiales a Su pueblo en el Antiguo Testamento, Esas bendiciones no han sido prometidas a los creyentes hoy. Estimado oyente, si usted las tiene, puede darle gracias por haberle dado más de lo que Él ha prometido. Alguien dijo en una ocasión lo siguiente: "La prosperidad exterior, si sigue a un andar cercano a Dios, es agradable". Lo importante es tener a Cristo. Él es como el número uno. Todas las bendiciones materiales equivalen a cero. Si uno no tiene el número uno antes de los ceros, sería como no tener nada. Así como el cero cuando sigue a un número. Se suma a ese número aunque no sea nada en sí mismo.

Ahora, finalmente tenemos

La permanencia del hombre dichoso

Observemos la inseguridad de los impíos. Leamos los versículos 4 y 5 de este Salmo 1:

"No así los malos, que son como la paja que arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio ni los pecadores en la congregación de los justos"

Recordemos los temas del capítulo. Dos hombres, dos caminos, dos destinos. Uno se encuentra en un callejón sin salida. Conduce a la muerte. El otro conduce a la vida. Dios es el que dice lo que está bien y lo que está mal. Estamos viviendo en un día en el que las personas no están seguras de lo que está mal y de lo que está bien. Dios sí está seguro. Su Palabra no cambia con cada filosofía de una nueva generación. Leamos el versículo 6:

"Porque el Señor conoce el camino de los justos, mas la senda de los malos perecerá".

Y perecerá quiere decir simplemente que está perdido. Es una palabra que indica el final irreversible, definitivo. Quiere decir que los malvados perecerán. Proverbios 10:28 dice: El futuro de los justos es halagüeño; la esperanza de los malvados se desvanece. Cristo nos amonestó con las siguientes palabras de Mateo 7:13-14; 13Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Y el camino ancho y espacioso es como un embudo en el cual uno entra por la parte ancha y luego al continuar, se hace cada vez más estrecho hasta que finalmente conduce a la muerte. Pero, estimado oyente, usted puede entrar por el camino angosto por Cristo, quien es el camino, la verdad, y la vida. A medida que usted continúe por ese camino, éste se hace cada vez más ancho, y es el camino que conduce a la vida. En Juan 10:10 el Señor Jesucristo dijo: Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. ¡Qué hermoso cuadro de una persona feliz se presenta en este primer Salmo! Estimado oyente, estimada oyente, si usted permite que Dios transforme su vida al creer en la obra de Cristo a favor suyo, usted puede ser esa persona.

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