Estudio bíblico de Mateo 3:10-4:11
Mateo 3:10-4:11
Nuestro programa anterior, en el que iniciamos nuestro estudio sobre Juan el Bautista, precursor y mensajero del Señor, concluía al considerar su encuentro con los Fariseos y los Saduceos, cuando éstos vinieron para ser bautizados. Dada la importancia del bautismo, más allá de un acto externo, Juan les había exhortado a demostrar su arrepentimiento con evidencias, con fruto en sus vidas.
Reanudemos el estudio leyendo el versículo 10:
"Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego."
El Nuevo Testamento tiene mucho que decir sobre el producir fruto, que es el resultado de tener un árbol de buena calidad. Solo un árbol frutal puede producir fruto. Juan habla aquí del hacha colocada sobre la raíz del árbol, porque dicho árbol no está dando fruto. Un manzano producirá manzanas y un ciruelo, ciruelas. Pero cuando un árbol da espinas, no es un árbol frutal y debe ser cortado. Por cierto, la raíz y el fruto van juntos, porque un árbol debe tener la clase de raíz adecuada para producir una buena clase de fruto. Esto era exactamente lo que Juan el Bautista les estaba diciendo. Un árbol de mala calidad debía ser cortado y arrojado al fuego.
Continuemos leyendo los versículos 11 y 12:
"Yo a verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. El bieldo está en su mano y limpiará completamente su era; y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible."
Juan les estaba diciendo que él bautizaba con agua, pero cuando El Señor viniese, bautizaría con el Espíritu Santo, y con fuego. Esta conjunción y ya ha abarcado un período de más de 2.000 años. Tú y yo estamos viviendo en la época del Espíritu Santo, iniciada en Pentecostés, cuando vino el Espíritu Santo. En la actualidad, Cristo Jesús bautiza con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo viene no a algunos sino a cada creyente en el momento de creer, identificando y uniendo a cada creyente con el cuerpo espiritual de Cristo, con la iglesia. El bautizará con fuego cuando venga por segunda vez, y el fuego significa juicio. Precisamente, en el versículo 12, Juan terminó su declaración hablando de la segunda venida de Cristo. Es necesario hacer esta distinción, ya que ésta es una de las grandes verdades de la Palabra de Dios.
El relato ahora nos cuenta lo que sucedió el día en que
Jesús fue bautizado por Juan
Leamos los versículos 13 al 15:
"Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trató de impedírselo, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Y respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora; porque es conveniente que cumplamos así toda justicia. Entonces Juan se lo permitió."
¿Por qué fue bautizado Jesús? Podríamos mencionar varias respuestas, pero la razón principal está explicada aquí, cuando Jesús dijo: "es conveniente que cumplamos así toda justicia". Jesús se estaba identificando completamente con una humanidad afectada por el pecado. Isaías había profetizado, según el libro del profeta, 53:12, que Jesús sería contado con los rebeldes, con los transgresores. Vemos, pues, a un Rey que se identifica con sus súbditos. De hecho, el bautismo tiene la connotación de identificación. Y yo creo que esa identificación fue el motivo fundamental del bautismo del Señor Jesús. Además, el Señor Jesús no fue bautizado para establecer un ejemplo ante nosotros ni con el objeto de fijar un modelo que pudiéramos seguir. Cristo era santo y no necesitaba arrepentirse. Tú y yo sí necesitamos arrepentirnos. El era santo, inocente y puro, distinto de los pecadores. Fue bautizado para identificarse totalmente con la humanidad.
Había otra razón para que Jesús fuese bautizado. El bautismo en agua es un símbolo de muerte. Su muerte iba a constituir un bautismo. Recordemos que, según nos cuenta el Evangelista Marcos 10.38, El les dijo a sus discípulos Jacobo y Juan, cuando solicitaron sentarse, uno a su derecha y el otro a su izquierda en el reino: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado . . .? Es que la muerte de Cristo fue un bautismo. El participó de la muerte por ti y por mí.
Y hay un tercer motivo para el bautismo de Jesús. En aquel tiempo El fue separado para ejercer su servicio como sacerdote. Todo lo que Jesús hizo, cada uno de sus actos, fue realizado por el poder del Espíritu Santo. Dice el apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios 5:21: "Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El". No había pecado sobre El, así como tampoco había pecado en El. Mi pecado fue puesto sobre El, no en El; ésta es una distinción importante. Por lo tanto tú y yo somos salvos por identificarnos con El. El se identificó con nosotros en el bautismo. Y el apóstol Pedro, en su primera carta 3:21, dijo que somos salvos por el bautismo. ¿De qué manera? Identificándonos con el Señor Jesús. Ser salvo es estar en Cristo. ¿Y cómo entramos en Cristo? Por el bautismo del Espíritu Santo. Yo creo en el bautismo por agua porque por medio de él declaramos que nos hemos identificado con Cristo. El Señor Jesús dijo, según el evangelista Juan 6:37: ". . . al que viene a mí, de ningún modo le echaré fuera". Debemos reconocer que tenemos que identificarnos con Cristo, y ello es llevado a cabo por el Espíritu Santo. Nuestro bautismo por agua constituye un testimonio de esta verdad. Continuemos leyendo los versículos 16 y 17:
"Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre El. Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido."
Aquí tenemos una manifestación de la Trinidad. Cuando el Señor estaba saliendo del agua, el Espíritu de Dios descendió sobre El como una paloma, y el Padre habló desde el cielo. El Señor Jesús, siendo un Rey, se había identificado con Su Pueblo.
Continuemos, pues, nuestro estudio con
Mateo 4
Tema: La tentación de Jesús en el desierto, el principio de su ministerio público en Capernaum y el llamado de cuatro de sus discípulos junto al mar de Galilea
La triple tentación de Jesús
Sigamos el movimiento del relato del libro de Mateo. Jesús descendió del cielo para nacer entre nosotros y así, poder identificarse con nosotros. El creció como cualquier otro niño, excepto que El era inocente y sin pecado. En su bautismo, se identificó con nosotros. Asumió la carga de nuestro pecado. Después, iba a ser probado porque había algunas preguntas reales que requerían una respuesta. ¿Era el Rey capaz de soportar una prueba? ¿Podía superarla?
La palabra tentar tiene un doble significado:
1. Incitar o tentar al mal; seducir. Hay algo en cada uno de nosotros que nos hace ceder ante el mal. Ese no era el caso en Jesús. En el Evangelio según Juan 14:30 le encontramos diciendo: " . . . viene el príncipe de este mundo, y él no tiene nada en mí". Según la carta a los Hebreos 7:26, El era "santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores". Así que la tentación para Jesús tenía que ser diferente de la que me haría caer a mí, en el sentido de que tenía que ser una tentación mucho más grande.
2. Probar. Dios no tienta a los seres humanos con el mal, de acuerdo con la epístola de Santiago 1:13. Sin embargo, en Génesis 22:1, se nos dijo que Dios probó a Abraham, queriendo decir que Dios probó la fe de Abraham.
Jesús iba a ser probado. ¿Podía haber caído? Quisiera responder con un no enfático. El no podía haber caído. Si hubiera podido ser vencido, entonces tú y yo no tenemos, en absoluto, un Salvador seguro.
Quizás te preguntes. Bueno, si Jesús no podía haber caído, ¿fue su tentación legítima y genuina? Permíteme aclararte que Su tentación fue mucho mayor que cualquiera que tú y yo hayamos jamás enfrentado. Cada diamante genuino es probado para mostrar que no es falso. De una manera similar, el Señor Jesucristo fue probado para demostrar que El era exactamente quien afirmaba ser.
Debo decir también que ése era el preciso motivo por el cual el Señor Jesús fue probado; para poner en evidencia, para demostrar que El no podía ser vencido. Por lo tanto, su prueba era mayor que las nuestras. Hay un límite para lo que nosotros podemos soportar. Si me enfrentas con una tentación y aumentas la presión sobre mí, finalmente sucumbiría. Y esto también sería así en tu caso. Pero Cristo no cedió, aunque la presión continuó aumentando.
Otra característica interesante de esta tentación es la comparación y el contraste con la prueba a que Eva fue sometida en el jardín del Edén. En primer lugar, Cristo fue probado en el desierto, mientras que Eva fue probada en un jardín. ¡Qué contraste! Leamos los versículos 1 al 3 de este capítulo 4:
"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan."
Esta fue la misma clase de tentación que le vino a Eva. La primera fue física. En Génesis 3:6 dice que ella vio que el árbol era bueno para comer. Al Señor Jesús se le dijo que convirtiese las piedras en pan. La primera epístola de Juan 2:15 y 16 dice que tal tentación, para el cristiano, es la "pasión de la carne", es decir, los malos deseos de la naturaleza humana. Continúa el versículo 4:
"Pero El respondiendo, dijo: Escrito está: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."
Estas palabras proceden del libro del Deuteronomio 8:3. Jesús seguramente conocía esa afirmación y El creía que era Palabra inspirada de Dios.
Pasemos ahora a la segunda tentación. Leamos los versículos 5 y 6:
"Entonces el diablo le llevó a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está: A sus ángeles te encomendara, y: En las manos te llevaran, no sea que tu pie tropiece en piedra."
El diablo estaba citando el Salmo 91:11 y 12, aunque no con exactitud. Ahora, esta era la tentación espiritual. Para Eva, fue que ella vio que el fruto era "deseable para alcanzar sabiduría". Para el cristiano, y continuando con nuestra referencia a primera Juan 2:16, corresponde a la "arrogancia" de la vida. Veamos la respuesta en el versículo 7:
"Jesús le dijo: También está escrito: No tentaras al Señor tu Dios."
En esta ocasión estaba citando al libro del Deuteronomio 6:16. Pasemos, finalmente, a la tercera tentación, que fue psicológica. Leamos los versículos 8 y 9:
"Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras."
Decimos que es una tentación psicológica porque el ser humano anhela y codicia el poder. Eva fue sometida a la misma tentación. Según Génesis 3:5, el tentador le dijo: ". . . seréis como Dios, conociendo el bien y el mal". Muchos de nosotros sucumbimos ante esta prueba. Observemos la respuesta del Señor Jesús, en el versículo 10:
"Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: Al Señor tu Dios adoraras, y solo a El servirás."
El estaba citando a Deuteronomio 6:13 y 10:20. En cada uno de los casos que hemos examinado, Jesús respondió con las Sagradas Escrituras. Ciertamente, esa actitud es un mensaje dirigido a todos nosotros.
¿Por qué es que muchos tienen problemas al vivir la vida cristiana? Con todo respeto por cada uno, diré que la problemática viene de la ignorancia de la Palabra de Dios. Hemos tomado nota de que nuestro Señor siempre respondió al acoso citando la Palabra de Dios. Yo creo que esa Palabra tiene una respuesta para tu problema concreto. Por ese motivo, debiéramos conocer este Libro mejor de lo que lo hacemos.
Por cierto, el diablo debió pensar que las respuestas eran adecuadas porque en el versículo 11, leemos:
"El diablo entonces le dejó; y he aquí, ángeles vinieron y le servían."
En el mismo relato, el Evangelio según Lucas 4:13 nos dice que el diablo le dejó hasta un momento oportuno. Creo que debió regresar al día siguiente y continuó probando a Jesús durante toda su vida. De manera especial, veremos la tentación del diablo poco antes de la muerte de Cristo en la cruz, en el jardín de Getsemaní, donde El soportó un sufrimiento indescriptible.
Hagamos ahora una breve recapitulación de este episodio en la vida de nuestro Señor.
En primer lugar, hemos visto a Jesús nacer como un Rey. Fue presentado como un Rey, bautizado como un Rey y, en último lugar, hemos comprobado que fue probado como un Rey. Por todo este Evangelio según Mateo, El es presentado como un Rey.
Esta prueba reveló varias cosas. Una de ellas es que el diablo es una persona. En este encuentro con Jesús, él es tratado como una persona. Esta debiera ser una respuesta a cualquier creyente en la Biblia que tenga preguntas o dudas sobre él, porque hay algunos que insisten en que el diablo es solamente una influencia.
Además, observemos la insinuación sutil del diablo. Lo primero que le dijo a Jesús fue: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan". En otras palabras, demuéstralo de un modo que no sea hecho a la manera de Dios. No hubo ningún intento para que Jesús cometiese, por ejemplo, un crimen. Para El ello no habría sido una tentación real porque la inclinación natural de Jesús era hacer el bien. Ya que el pan era el sostén de la vida, convertir piedras en pan hubiera sido una buena acción. Y más adelante en Su ministerio alimentó a las multitudes con pan. Pero el mal inherente de la tentación de Satanás consistía en conseguir que Jesús se apartase de la voluntad de Dios para Su vida.
También hemos visto que durante todas las tentaciones, el Señor Jesús respondió al diablo desde la Palabra de Dios. En otras palabras, utilizó lo que la carta a los Efesios 6:17 llama la espada del Espíritu para hacer frente al enemigo de Dios y del ser humano. En cada caso Su respuesta fue la frase: "Escrito está . . ." Si estuviésemos más dispuestos a utilizar la espada del Espíritu, muchas situaciones cambiarían. Es nuestra arma en los tiempos en que vivimos y es, además, muy efectiva.
En su segunda tentación el diablo pretendía que Jesús se convirtiese en un líder religioso al realizar un milagro espectacular, en vez de que presentase Sus credenciales del modo que Dios había dispuesto. El método del diablo evitaría así la cruz de Cristo. En ese sentido resulta significativo que muchos sectores llamados cristianos dejan la cruz de Cristo totalmente fuera de sus esquemas.
Habrás observado que en la última tentación, el diablo citó también las Escrituras, concretamente el Salmo 91:11 y 12: ". . . Pues El dará órdenes a sus ángeles acerca de ti . . . En sus manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra". El diablo citó incorrectamente las Escrituras para sus propósitos. En este caso, dejó fuera una frase muy importante del pasaje que citó, del Salmo 91. Omitió lo siguiente: "para que te guarden en todos tus caminos", que es la parte importante del versículo. Satanás estaba intentando conseguir que el Señor Jesús no hiciese caso de los caminos y propósitos de Dios. Como aplicación práctica, hay que destacar que no siempre será la voluntad de Dios llevar a cabo un hecho milagroso en tu vida o en la mía. Dios es soberano y nosotros somos sus criaturas. El es el Creador. Por la tanto debemos ser sumisos a la voluntad de Dios aunque, a veces, no será una actitud agradable de asumir.
Otro aspecto de esta tentación que suscita un interrogante es que el diablo le ofreció a Jesús los reinos de este mundo. ¿Tiene el diablo dichos reinos para poder ofrecerlos? El Señor no puso objeciones a esta declaración del diablo; no le dijo "no me puedes ofrecer los reinos de este mundo porque no los tienes". Yo asumo que sí los tiene. Esta realidad nos da un punto de vista algo diferente de los problemas actuales del mundo. Recordemos quien es verdaderamente nuestro enemigo. El quiere convertirse en Dios. Recordemos qué le dijo a Jesús: "Todo esto te daré, si postrándote me adoras".
En nuestro próximo programa continuaremos con las actividades públicas de Jesús en Capernaum. Y al terminar recordamos que la victoria de Jesús puede ser también la nuestra, si estamos dispuestos a permanecer firmes, utilizando la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
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