Estudio bíblico de Efesios 1:1-2
Efesios 1:1-2
Estimado oyente, en nuestro programa anterior hicimos simplemente una introducción a esta gran Epístola a los Efesios. Este libro, por una parte nos eleva para contemplar las riquezas espirituales de los creyentes en los lugares celestiales, y por otra parte nos enseña como debemos vivir los cristianos en la tierra, a la vez que nos inspira, y nos da la energía espiritual para hacer frente a los problemas personales, a las complejas situaciones de la convivencia con otros, y a las luchas de la vida en una sociedad que se aleja progresivamente de Dios.
Hemos considerado todos los antecedentes y creemos que es una de las cartas más importantes que encontramos en el Nuevo Testamento. La ciudad de Éfeso, como dijimos en nuestro programa anterior, era una ciudad hermosa, populosa, e influyente desde el punto de vista comercial, político y religioso.
Así, Éfeso era la ciudad principal de Asia Menor y, probablemente, de toda la sección oriental del Imperio Romano. Sólo era superada por Roma. Había sido fundada en el año 2.000 A.C. por los Hititas. Fue lo que llamaríamos una ciudad oriental, asiática, hasta el año 1.000 A.C., cuando entraron los griegos. Allí uno podía ver una mezcla del este y del oeste.
Por un largo período de 2.500 años, Éfeso fue una de las ciudades más grandes del mundo. Tenía un puerto que hoy ya no existe; se encuentra actualmente obstruido por sedimentos y el mar se encuentra a varios kilómetros. Cuando Pablo fue a esa ciudad, al entrar al puerto y desembarcar, se encontró con una calle muy hermosa de mármol blanco. Era una calle muy ancha y el mármol para su construcción había sido traído de las canteras del Monte Prion.
El templo de Diana en Éfeso era una de las siete maravillas del mundo antiguo. Fue el mayor templo griego jamás construido, cuatro veces más grande que el Partenón, pero muy similar a él. Fue construido en un pantano, sobre un fundamento artificial de pieles y carbón vegetal, de manera que no era afectado por terremotos. El arte y las riquezas de los ciudadanos de Éfeso contribuyeron a su embellecimiento. Tenía 127 hermosas columnas, algunas de ellas artísticamente talladas y pintadas. El templo también guardaba grandes obras de arte, como por ejemplo, un cuadro que representaba a Alejandro Magno arrojando un rayo.
Y dentro de ese hermoso templo se encontraba el ídolo de Diana. No era la hermosa Diana de la mitología griega. No era la diosa de la luna. Era la concepción oriental de la diosa de la fertilidad; un ídolo de madera, vulgar, con muchos pechos. A la sombra de este templo tenían lugar todo tipo de prácticas inmorales.
Y con la fabricación de santuarios o templecillos de plata, que todos los visitantes se llevaban como recuerdo, se había desarrollado un floreciente comercio, que proporcionaba grandes ganancias a los fabricantes.
Así que ésa fue la ciudad a la cual Pablo llegó. Primero se dirigió a la sinagoga y allí habló valientemente por espacio de 3 meses. Luego fue a la escuela de Tirano y allí continuó por 2 años. Dice Hechos 19:10, de manera que todos los que habitaron en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús. Éste fue probablemente el momento culminante del trabajo misionero de Pablo. Él consideró a Éfeso como su gran oportunidad y se quedó allí más tiempo que en cualquier otro lugar. Los habitantes de Éfeso escucharon más enseñanza Bíblica de Pablo que los de otros pueblos, y ése fue el motivo por el cual él pudo escribirles sobre las profundas verdades que esta epístola contiene.
Efectivamente, Pablo podría escribir más adelante en su Carta a los Corintios 16:8 y 9, diciendo: "Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés, porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz, aunque muchos son los adversarios". Como la predicación de Pablo perjudicó el negocio de los plateros, surgió una gran oposición y como resultado, se produjeron graves disturbios en la ciudad. Pablo estaba predicando el evangelio del Dios viviente y sobre la vida que hay en Jesucristo. Dios le protegió de forma sobrenatural y le animó a continuar en su labor (Hechos 19:23-41). Pablo amó a esa iglesia de Éfeso. Su última reunión con los líderes espirituales de esa iglesia fue una tierna despedida (Hechos 20:17-38).
Un gran número de personas se convirtieron a Cristo. Por ello creemos que el evangelio fue más efectivo en esa zona que en cualquier otro lugar y que en otras épocas en la historia del mundo. Aquella iglesia fue la de más alto nivel espiritual. Nos resulta sorprendente que viviendo aquellas personas en una ciudad pagana, comprendieran tan bien las verdades de esta carta. Si no hubiera sido ese el caso, Pablo no les habría escrito a los creyentes de Éfeso en esos términos. Además, en el libro de Apocalipsis encontramos que Éfeso fue la primera de las siete iglesias de Asia mencionada en una serie de iglesias que nos ofrecen cierta descripción del desarrollo general de la historia de la iglesia. Allí vemos que Éfeso se destacó como la iglesia de mayor profundidad espiritual.
Hablando de una manera global, podemos decir que la iglesia es la obra de arte de Dios. Es más hermosa que cualquier templo construido por manos humanas. Este edificio espiritual está siendo construido por piedras vivas, y es habitado por el Espíritu Santo de Dios. Es como el cuerpo de Cristo en este mundo para vivir y caminar en esta tierra como Él habría caminado, para luchar contra las artimañas del enemigo espiritual, el diablo. Algún día la iglesia será presentada a Cristo como una esposa.
Vamos a hacer referencia ahora a la parte del Bosquejo General que se refiere al capítulo 1. En este primer capítulo de la Carta a los Efesios, vemos que la Iglesia es un cuerpo, el cuerpo de Cristo. Ésta es una realidad y el cuerpo va creciendo y desarrollándose hoy en el mundo. En los primeros dos versículos encontraremos una introducción, y luego veremos cómo Dios el Padre planeó la Iglesia, en los versículos 3 al 6. Luego tenemos en los versículos 7 al 12, de este primer capítulo de la epístola a los Efesios, que Dios el Hijo pagó el precio por la Iglesia. Porque tenemos redención por medio de la sangre que Él derramó en la cruz. Luego vemos en los versículos 13 y 14, que Dios, el Espíritu Santo protege a la Iglesia; Pablo dijo "fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa". Aquí podemos recordar también sus palabras de Primera de Corintios 12:13: "Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo". Luego, entre los versículos 15 y 23, tenemos la oración del apóstol pidiendo conocimiento y poder. Y nosotros necesitamos esa oración, al llegar a estudiar esta Epístola a los Efesios, en el día de hoy, oremos por lo tanto: "Señor, oramos pidiendo que Tú hagas que esta Epístola sea algo viviente y real a nuestros corazones, y lo hacemos rogándolo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén."
El texto de la carta a los Efesios comienza con la sección doctrinal que trata sobre el llamado celestial de la iglesia. Vamos a leer los versículos 1 y 2, que comienzan la
Introducción
"Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo."
Ésta es la introducción más breve de todas las introducciones a las cartas de Pablo. Es breve porque esta carta fue enviada a la iglesia en Éfeso pero en realidad estaba destinada a ser leída por todas las iglesias. En algunos de los principales manuscritos, las palabras "en Éfeso" no son mencionadas. Aparentemente ésta es la Carta a la cual se refirió Pablo cuando dijo en su epístola a los Colosenses, que se leyera la Epístola dirigida a los de Laodicea. En otras palabras, ésta era una Carta escrita para circular entre las Iglesias de aquella época. El autor no estaba escribiendo aquí tanto para la iglesia local de Éfeso como para la iglesia en general, es decir, para el cuerpo invisible de creyentes.
Aquí dice: Pablo, apóstol de Jesucristo. Esta frase debería ser cambiada y quedar de esta manera: "Pablo, un apóstol de Cristo Jesús". ¿Por qué decimos eso? Bueno, esperamos que usted no piense que nosotros estamos hilando muy fino aquí, pero a través de toda esta Epístola y en muchos otros lugares debería decir, "Cristo Jesús". La palabra "Cristo" es el título, que indica quien es Él: En Mateo 16:15 vimos que Pedro le dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". Jesús era su nombre humano. En Segunda de Corintios 5:16 Pablo pudo decir que a Cristo ya no le conocemos según criterios humanos. Pablo no le conoció como el Jesús de los tres años de ministerio público sino más bien como el Cristo glorificado con quien se encontró en el camino de Damasco. El apóstol Pablo siempre enfatizó el nombre de Cristo primero, refiriéndose a Él como Cristo Jesús.
Él dijo aquí que era un apóstol. Ahora, ¿qué era un apóstol? Ése fue el cargo o ministerio más alto que la iglesia ha tenido. Nadie puede hoy ser un apóstol en aquel sentido original por la sencilla razón que no puede cumplir los requisitos de aquellos apóstoles de la iglesia primitiva. Estos eran los requisitos: (1) Los apóstoles recibieron su comisión directamente de los labios del Señor Jesucristo. Pablo mismo alegó esa condición para sí mismo, cuando escribió a los Gálatas en 1:1 diciendo: "Pablo, apóstol (no por disposición de hombres, ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó de los muertos)". O sea, que había sido nombrado apóstol directamente por Jesucristo. Y ésa fue la razón por la cual creemos que Pablo ocupó el lugar de Judas, y no Matías. Los apóstoles habían votado para elegir a Matías. Pero, no encontramos en ningún lugar que el Señor Jesucristo lo hubiera hecho apóstol. Aparentemente todos los apóstoles recibieron su comisión directamente del Señor Jesucristo. (2) El segundo requisito para ser apóstol, era que esta persona tenía que haber visto al Salvador después de Su resurrección. Pablo podía cumplir con ese requisito, como bien sabemos. (3) Y luego, el tercer requisito de un apóstol era que ellos ejercitaban una inspiración especial explicaban y escribían la Escritura. (ver Juan 14:26; 16:13; Gal. 1:11-12). Ciertamente, Pablo estaba a la altura de este requisito más que cualquier otro apóstol. (4) Ellos ejercitaron una autoridad suprema. (ver Juan 20:22-23; 2 Cor. 10:8). (5) El distintivo de su autoridad era el poder para realizar milagros. (ver Marcos 6:13; Lucas 9:1-2; Hechos 2:43). Así que ésa era la señal de un apóstol. Hacia el final del siglo Juan escribió en su segunda carta v. 10, "10Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa ni le digáis: ¡Bienvenido!" La señal distintiva ya no era la capacidad de realizar milagros, sino tener la doctrina correcta. (6) A ellos se les dio la comisión universal de establecer iglesias (ver 2 Cor. 11:28). Y Pablo satisfizo expresamente estos 6 requisitos del apostolado.
Luego, dijo aquí que él era apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios. Pablo apoyó su apostolado en la voluntad de Dios, en lugar de hacerlo por cualquier ambición personal, por la voluntad de algún hombre, o por la petición de una iglesia. En su epístola a los Gálatas, capítulo 1, versículos 15 y 16 el Apóstol Pablo escribió: Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicara entre los no judíos. Y Pablo le dijo a Timoteo en su Primera Carta, capítulo 1 y versículos 12 y 13: "Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús, nuestro Señor, porque, teniéndome por fiel, me puso en su ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; pero fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad". Y Pablo se refería constantemente a la voluntad de Dios como el fundamento de su apostolado. Si usted quiere constatar estas afirmaciones, puede leerlas en la Primera Epístola a los Corintios, capítulo 1, versículo 1. También en la Segunda epístola a los Corintios, capítulo 1, versículo 1. En su epístola a los Colosenses, capítulo 1, versículo 1. En la Segunda Epístola a Timoteo, capítulo 1, versículo 1. En todos estos pasajes bíblicos, Pablo estaba diciendo que él era un apóstol por la voluntad de Dios.
Ahora, él les está escribiendo a los santos. Esa palabra "santos", en el idioma original, es "hágios" y quiere decir "separados o apartados para el uso único de Dios". Es decir, aquello que pertenece a Dios, por ejemplo, los utensilios que estaban en el tabernáculo fueron llamados "utensilios santos" ¿Por qué? ¿Acaso porque éstos eran artefactos especialmente santos, o acaso porque eran muy hermosos? No, creemos que estos utensilios estaban golpeados y usados después de aquel largo viaje por el desierto; eran santos porque estaban separados para el uso exclusivo de Dios. Y estimado oyente, un santo es aquel que ha confiado en Cristo y ha sido separado para el uso exclusivo de Dios. En realidad, en el presente existen solamente dos clases de personas: los santos, y los que no lo son. Ahora podemos decir que hay algunos santos que no están siendo utilizados por Dios, por supuesto; pero eso es por su propia culpa. Porque ellos han sido separados para el uso de Dios y para Su servicio. Los santos deberían actuar santamente, eso es cierto. Pero ellos no son santos por la forma en que estén actuando; ellos son santos gracias a la posición que tienen en Cristo, y le pertenecen a Él para ser usados por Él.
Y después dijo: a los fieles en Cristo Jesús. Los fieles son los creyentes. Los fieles y los santos son las mismas personas. Un santo deber ser santo, y un creyente debe ser fiel. Un creyente es una persona que ha confiado en Cristo y un santo también. El término "santo" es el aspecto del creyente en relación con Dios. Mientras que el término "creyente" es el aspecto del creyente en relación con las personas.
Ahora, refiriéndonos nuevamente a nuestro texto, dijo Pablo: en Cristo Jesús, y esto es probablemente lo más maravilloso de todo. Para mí la palabra más importante en el Nuevo Testamento, es la preposición en. Algunos teólogos han salido con ciertas ideas tratando de decirnos lo que significa el ser salvo. ¿Cómo definiría usted nuestra salvación? Pues bien, ellos nos han salido con palabras como: redención, expiación, justificación, reconciliación, propiciación, y el vicario, sacrificio substitutivo de Cristo. Todas estas palabras son buenas, pero cada una de ellas simplemente nos da un aspecto de nuestra salvación. Pero, ¿qué significa realmente ser salvo? El ser salvo significa estar en Cristo, es decir, unido a Cristo. Nosotros estamos unidos irrevocable y orgánicamente a Cristo, por el bautismo del Espíritu Santo (ver 1 Corintios 12:12 y 13). Hemos sido colocados en el cuerpo de los creyentes. En su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 6, versículo 17, el apóstol Pablo dijo: "Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él". Nosotros le pertenecemos a Él, y no hay nada más hermoso que eso. Porque como también dijo Pablo en Romanos 8:1", ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". ¿Puede usted, estimado oyente, mejorar esa realidad? Estar unido a Cristo es el gran logro de la salvación.
Esta expresión de estar "en Cristo" aparece muchas veces en el Nuevo Testamento. El Señor Jesucristo dijo en Juan, capítulo 15, versículo 4: "Permaneced en mí, y yo en vosotros". ¡Qué gran realidad es ésta! Nosotros estamos en Cristo, unidos a Cristo. No podemos explicarlo, es tan profundo. Las analogías pueden ayudarnos algo. Podemos decir que el ave está en el aire, y que el aire está en el ave. El pez está en el agua, y el agua está en el pez.
Y el creyente está en Cristo, y Cristo está en el creyente: estamos unidos a Él. La Cabeza está en el cuerpo y el cuerpo está en la Cabeza. Mi cuerpo no se puede mover sin que la cabeza lo dirija. Ahora la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, está en Cristo, la Cabeza. Todas las verdades de esta Epístola a los Efesios giran alrededor de esa gran verdad.
Luego continuó diciendo el apóstol, que están en Éfeso. Y ya nos hemos referido a esto.
Tenemos que dedicar tiempo a examinar atentamente esta epístola. Yo siento la convicción de que junto con Romanos, Primera y Segunda de Corintios y Gálatas, a Efesios se la debería dar la máxima prioridad entre las cartas apostólicas. Estas cartas contienen un mensaje palpitante, personal y vivo para usted y para mí en la actualidad, probablemente, como ninguna otra parte de las Sagradas Escrituras. Son las grandes cartas doctrinales. Por ejemplo, cuando Dios le dijo a Josué en Josué 1:2, Levántate y pasa este Jordán, por supuesto, no me estaba hablando a mí, sino que le estaba dando instrucciones a Josué. Sin embargo, para mí hay allí una aplicación. La epístola a los Efesios equivale al libro de Josué en el Nuevo Testamento, y siento que me habla directamente a mí de una manera especial.
En el versículo 2 tenemos la expresión Gracia . . . a vosotros. "Gracia" era la forma de saludar entre los no judíos del tiempo de Pablo. El término griego equivalente era "charis". En la actualidad se utiliza entre los griegos una forma parecida.
Y Pablo añadió y paz. Éste era el saludo en el mundo religioso. Ésa es la palabra que usted escucharía en Jerusalén: "shalom".
Pablo tomó estas dos palabras que constituían un saludo común de la época y les dio un significado hermoso, elevándolas a las alturas. La gracia de Dios es el medio por el cual Él nos salvó. Usted debe conocer la gracia de Dios antes de poder experimentar la paz de Dios. Pablo siempre las mencionó en ese orden, la gracia antes que la paz. Como dijo también Pablo en Romanos 5:1, Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Hoy podemos ver la palabra "paz" por todas partes. Generalmente se refiere a la paz en alguna parte del mundo, o a la paz mundial. Pero el mundo nunca podrá conocer la paz hasta que conozca la gracia de Dios. Lo interesante es que uno no ve mucho por ahí la palabra "gracia". Uno suele ver las palabras "amor" y "paz", son palabras muy familiares, y se supone que han sido tomadas de la Biblia, pero con frecuencia no se usan con el significado de la Biblia. La "paz" es paz con Dios porque nuestros pecados son perdonados. Nuestros pecados nunca pueden ser perdonados hasta que conozcamos algo de la gracia de Dios.
La frase final del versículo 2 dice: de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. La gracia y paz provienen de Dios nuestro Padre: En realidad, Él se convierte en nuestro Padre cuando nosotros experimentamos la gracia de Dios y somos regenerados por el Espíritu de Dios. La gracia y la paz también provienen del Señor Jesucristo. ¿Por qué no dijo Pablo que ellas también provienen del Espíritu Santo? ¿No creía Pablo en la Trinidad? Sí, creía, pero el Espíritu Santo ya estaba en Éfeso habitando en los cristianos. El Señor Jesús estaba sentado a la derecha de Dios en el cielo. Cuando estudiamos la Biblia, debemos tener la geografía correcta. Mucha gente tiene su teología fuera del debido equilibrio debido a que su punto de vista sobre la posición de las personas de la Trinidad no es correcto. En nuestro próximo programa continuaremos avanzando por este capítulo 1 de Efesios, y al despedirnos le deseamos que pueda usted conocer la gracia de Dios, para que experimente la paz que sólo Él puede dar.
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