Estudio bíblico de Proverbios 1:6-33

Proverbios 1:6-33

En este día, amigo oyente, regresamos al Libro de Proverbios. En nuestro programa anterior tuvimos un estudio de palabras que se encuentran en los versículos 1 al 5 de este capítulo 1. Llegamos ahora a un reto, a un desafío, como pudimos ver en nuestro programa anterior; en la primera parte del versículo 5, hablando de los proverbios decía: El sabio los escucha y aumenta su saber, y el inteligente adquiere capacidad. Ahora, aquí en el versículo 6, nos dice para qué adquiere capacidad.

"Para entender los proverbios y sentencias, las palabras de los sabios y sus enigmas."

Hay otro proverbio que expresa la misma idea, en el 25:2, que dice: Gloria de Dios es encubrir un asunto; pero honra del rey es investigarlo. Dios ha dado el evangelio claramente para que pueda ser proclamado de forma pública. Pero hay mucha verdad que se encuentra en la Palabra de Dios, que es como los diamantes. Dios no ha esparcido diamantes sobre la tierra. Las joyas, y todo lo que es de mucho valor, lo ha escondido, por así decirlo, para que el hombre tenga que buscarlo y encontrarlo. El hombre tiene que hacer un esfuerzo para hallarlo. El oro tiene que ser extraído de las entrañas de la tierra, así como también los diamantes y otras cosas valiosas, como en el caso del petróleo por ejemplo, que exige una búsqueda y perforar la tierra. ¿Por qué? Porque es así como Dios hace las cosas. Forma parte de la gloria de Dios ocultar un asunto o tener secretos.

Ahora, la Palabra de Dios merece todo el estudio que usted pueda dedicarle. El Señor Jesucristo dijo en Juan 5:39: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna. O sea que El dijo con toda claridad que había que estudiarlas. Usted cree que lo ha encontrado porque aún no lo ha buscado. Quizás usted ha estado leyendo la Biblia de una manera superficial u ocasional, y no ha encontrado el verdadero tesoro, el mensaje que allí se encuentra. El verdadero tesoro está allí y es Cristo. La totalidad de este versículo de Juan 5 dice: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y añade, y ellas son las que dan testimonio de mí. Estimado oyente, si usted no ha encontrado a Cristo Jesús en la Biblia, entonces usted no ha estado buscando los diamantes; usted no ha estado excavando a la profundidad suficiente como para encontrarlos. Eso es lo que se nos dice aquí en el Libro de Proverbios capítulo 1, versículo 6; leámoslo otra vez. Para entender los proverbios y sentencias, las palabras de los sabios y sus enigmas. Es decir, que Dios ha colocado esas grandes verdades aquí en Su libro. y diríamos que la tragedia de nuestro tiempo es la ignorancia de la Palabra de Dios a todos los niveles en que se supone que debía ser leída y conocida en profundidad. Tiene que haber un estudio serio, intenso de esa Palabra. De alguna manera existe hoy la idea de que uno puede leer rápidamente un pasaje de la Biblia y comprender todo lo que allí se dice. Confiamos en que hayamos podido descubrir una cosa por lo menos en este estudio, llegando a la conclusión de que usted no podrá descubrir las pepitas de oro de la Palabra de Dios sin un estudio atento y detenido de la misma.

En la localidad de Fort Myers, en el estado de Florida, en los Estados Unidos, se encuentra el hogar y el laboratorio donde trabajaba Thomas A. Edison, y donde también existe un museo. Una de las cosas que él estaba buscando, tratando de descubrir, era el caucho sintético. Edison tenía como vecinos a Firestone y a Henry Ford, y uno ya puede darse cuenta por qué estos dos personajes estarían tan interesados en seguir de cerca el proyecto y estaban trabajando con él. En su laboratorio había cientos de tubos de ensayo y probetas. Edison estaba tomando todas los elementos que uno pueda imaginarse, y haciendo experimentos para ver si podía obtener caucho sintético de ellos. ¿Y sabe dónde lo consiguió al final? En esa planta que se conoce como diente de león o amargón. Ahora, ese sería uno de los últimos lugares donde uno buscaría caucho sintético. Pero así era su forma de trabajar experimentando y buscando todas las posibilidades.

Y al observar la labor que se realiza en un laboratorio de esa clase, y los cientos de probetas que esta gente utiliza, y las largas horas que los miembros de un equipo de investigación tienen que pasar trabajando allí para tratar de encontrar algo, uno no puede menos que pensar en la poca atención que le dedicamos hoy a la Palabra de Dios, donde uno puede realizar verdaderos experimentos y uno puede llevar a cabo verdaderos estudios. Y en el día de hoy, estimado oyente, el desafío que tenemos ante nosotros en el Libro de Proverbios, y frente al cual debemos reaccionar positivamente es éste, tal como fue elocuentemente expresado por el apóstol Pablo en 2 Timoteo 2:15: Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad. Este es el gran desafío que el autor de la Biblia pone delante de nosotros. Leamos a continuación el versículo 7, que nos presenta

La idea clave del libro

"El principio de la sabiduría es el temor del Señor; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza."

Aquí en la segunda línea o parte de este versículo tenemos un contraste interesante. Nos explica el motivo por el cual los insensatos o necios no salen de su ignorancia. La experiencia no les enseña nada.

Para ilustrar esto tenemos una sencilla historia que quizá nos ilustre esta realidad. En cierta ocasión un hombre de negocios iba viajando por la carretera en su automóvil, y de pronto uno de los neumáticos reventó. Tuvo que salir de la carretera y detener su automóvil al lado de un manicomio. Del otro lado de la cerca estaba un hombre observándolo con mucha curiosidad, y miraba mientras este automovilista cambiaba la rueda de su automóvil. Nunca le dijo nada a él, simplemente permaneció allí mirándolo. El automovilista tampoco quería decirle nada, porque no sabía en qué condiciones se encontraba ese hombre que estaba allí internado. Así es que, cuando él quitó la rueda de su automóvil, colocó las tuercas correspondientes en el tapacubos. Pero inclinó accidentalmente el tapacubos y entonces las tuercas cayeron por una alcantarilla y no las pudo recuperar. Y este hombre se quedó allí rascándose la cabeza sin saber qué hacer. Entonces, el hombre que le había estado observando le dijo: "¿Por qué no quita una tuerca de cada una de las otras ruedas y la coloca en esa que no tiene ninguna y va a la estación de servicio, y allí podrá conseguir las otras que le faltan para fijar la rueda?". Ante esa sugerencia, el automovilista le miró sorprendido y le dijo: "¿Por qué no se me ocurrió a mí esta idea?" Usted está en una institución psiquiátrica y yo estoy aquí afuera, y sin embargo, usted es quien pensó en la solución". A lo cual, el internado le respondió: "Bueno, yo puedo estar loco pero no soy tonto". Bueno, en cierto sentido, este libro de los Proverbios está intentando quitarnos a usted y a mí de una actitud de insensatez permanente que nos impide ver cosas evidentes de la vida diaria, que de esa manera nos pasan desapercibidas. Es que este libro que estamos estudiando tiene mucho que decir acerca de la necedad, la insensatez o la estupidez, es decir, de esa torpeza para comprender las cosas. Veamos ahora lo que nos dicen los versículos 8 y 9:

"Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre, porque adorno de gracia serán en tu cabeza, y collares en tu cuello."

Esta es una importante relación familiar. Hay muchos de nuestros oyentes que provienen de hogares en los que tuvieron padres piadosos. Ellos les instruyeron, les enseñaron a amar a Dios y Su Palabra, y nunca se apartaron de las buenas cosas que aprendieron en su hogar. Por otra parte, deseamos que Dios tenga misericordia de los padres que no estén instruyendo a sus hijos en las enseñanzas de Dios.

Pasaremos ahora a otro tema, Leamos el versículo 10, de este capítulo 1, de Proverbios, donde se comienza a hablar sobre

La tentación fuera del hogar

"Hijo mío, si los pecadores intentan engañarte, no lo consientas."

Ahora, las circunstancias se sitúan fuera del hogar. Cuando el joven sale del hogar, ¿cuál es la primera persona con la que hablará? Bueno, generalmente entrará en contacto con un pecador porque la mayoría de la raza humana está formada por pecadores que aun no han venido a Cristo. Todos nosotros somos pecadores, pero el joven se va a encontrar con el pecador que aun no ha sido redimido y en consecuencia su vida está controlada por el pecado. Y entonces, ¿cuál debe ser su actitud en cuanto a esta persona? Bueno, si esa persona intenta engañarle, el proverbio le dice No lo consientas.

Recordemos que en la introducción al libro de los Proverbios, mencionamos que en esta obra uno encuentra Proverbios que se corresponden con personajes de la Biblia. Y que probablemente uno también encontrará proverbios con los que pueda comparar a amigos. Vamos a leer nuevamente este proverbio: Hijo mío, si los pecadores intentan engañarte, no lo consientas. Creemos que éste encaja con un personaje de la Biblia. ¿No le parece, estimado oyente, que describe a José cuando fue llevado como un esclavo a Egipto y la mujer de Potifar intentó seducirlo? Pero él no lo consintió. Este proverbio del versículo 10 es entonces un ejemplo positivo de su experiencia en aquella tentación.

"Si te dicen: Ven con nosotros, pongamos asechanzas para derramar sangre, acechemos sin motivo al inocente; los tragaremos vivos, como el sepulcro, y enteros, como los que caen en la fosa; hallaremos toda clase de riquezas, llenaremos nuestras casas con el botín."

El pecador ya tiene un plan y un programa para obtener algo sin pagar nada. El vive a costa de alguien y hace que alguien más sufra para que él pueda prosperar. Ahora el versículo 14 dice:

"Ven, une tu suerte a la nuestra y hagamos una bolsa común entre todos"

Esta es la filosofía de nuestros tiempos: "Vivamos todos del mismo fondo común". Y por lo general, aquellos que tienen esta forma de pensar no están haciendo nada por ellos mismos. Ellos quieren que la gente que trabaja comparta el fruto de su trabajo, pero ellos no tienen ninguna clase de contribución que hacer. Esa es una filosofía falsa de la vida. Se trate de usar toda clase de métodos, aun métodos nada honrados, para obtener algo a cambio de nada. Esa es la forma de ver la vida de algunos en nuestro tiempo.

(El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. Vernon McGee contaba que cuando su padre falleció en un accidente (él tenía 14 años de edad), su madre y su hermana lo llevaron de regreso a la ciudad de Nashville, donde estaba su hogar. Y él tuvo que ponerse a trabajar. No pudo continuar en la escuela porque hacía falta dinero en la casa. Consiguió un trabajo en una ferretería que vendía de todo al por mayor. No sólo vendían cosas relativas a la ferretería, sino que también vendían dulces y toda clase de artículos. Y él tuvo que trabajar en el departamento de correspondencia con otros jóvenes. Bien, el Dr. McGee contaba que estos jóvenes no eran muy buenos, se habían dado cuenta que uno podía sacar de las cajas de dulces un pequeño paquete, y que nadie se daría cuenta de ello ya que se vendía al por mayor, y allí había por lo menos unas cincuenta cajas. Pues bien, uno podía llenar varias de ellas por uno mismo, y el Dr. McGee confesaba que el primer día él cooperó con los muchachos y que luego su conciencia comenzó a molestarle durante la noche, ya que se dio cuenta que eso no estaba bien, porque estaba robando. Así que, al día siguiente fue y le dijo a sus jóvenes compañeros de trabajo que él no quería seguir tomando lo que no le pertenecía, sino dedicarse a trabajar honradamente. Calculó que eso era lo mejor que podía hacer. )

Ahora, debemos decir estimado oyente, que es fácil para un joven caer en las costumbres turbias de un grupo de holgazanes, por la presión que ejercen las malas amistades y compañías en ciertos tipos de trabajos. Hay gente que trabaja lo menos posible y no producen de acuerdo al pago que están recibiendo. Y es fácil dejarse arrastrar y cooperar con esa clase de gente. Es por tal motivo que en estos proverbios se le dan consejos al joven para cuando salga de su hogar. En el versículo 15, leemos:

"Tú, hijo mío, no vayas en el camino con ellos, sino aparta tu pie de sus senderos"

Esta es la clase de separación en la cual la Biblia es muy clara. El apóstol Pablo escribió en 2 Corintios 6:17, Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor. El apóstol se estaba refiriendo a la idolatría, pero con toda certeza sus palabras se pueden aplicar aquí. Es como si Salomón hubiera aconsejado a ese joven que había salido del hogar: "líbrate de esas malas compañías que te rodean", Ahora, en los versículos 16 al 18, de este capítulo 1, de Proverbios, leemos:

"Porque sus pies corren hacia el mal, se apresuran a derramar sangre. En vano es tender una red ante los ojos del ave, pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, contra sí mismos tienden la trampa."

Cuando uno se enreda en estas acciones malas o dudosas, éstas finalmente lo llevarán a su propia destrucción. Usted quedará atrapado en su propia red. Y el versículo 19, dice:

"Así son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida de sus poseedores."

Y esta es la condenación al comienzo de la codicia. Usted y yo vivimos en una época materialista en el día de hoy. No faltan hoy profesores de universidades que creen que esos centros de estudio deberían apartarse de la enseñanza de un materialismo extremo. Piensan que se debe retornar a los valores de la religión. Es que están despertando a una realidad preocupante. La codicia es el gran pecado de la hora actual. Y es lo que este proverbio está condenando aquí. Leamos ahora el versículo 20, que presenta

Una invitación a la escuela de sabiduría

"La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas"

La sabiduría está aquí recomendándole al joven que venga a su escuela para aprender verdaderamente algo. Y luego, los versículos 21 y 22, de este capítulo 1, de Proverbios, dicen:

"Clama en los principales lugares de reunión, a la entrada de las puertas de la ciudad dice sus razones: ¿Hasta cuándo, ingenuos, amaréis la ingenuidad? ¿Hasta cuándo los burlones desearán burlarse y los insensatos aborrecerán el conocimiento?"

La simplicidad equivale a la estupidez, a la insensatez. Fue como si la sabiduría estuviera preguntando: "¿hasta cuándo permaneceréis en ese estado?" Cierto joven que tendría unos 20 años decía que había estado atrapado por las drogas por tres años. Y al hablar de su pasada condición repetía una y otra vez: "Ah, cuán tonto, cuán insensato fui". Y nuestra pregunta va dirigida con verdadero afecto a todos aquellos que se encuentren en esa condición; ¿por cuánto tiempo van a permanecer en ese estado? ¿No les parece que ha llegado el momento de entrar en esta escuela de la sabiduría? Y el versículo 23, continúa expresando una invitación urgente y dice:

"¡Volveos a mi reprensión!, pues ciertamente yo derramaré mi espíritu sobre vosotros y os haré saber mis palabras."

Avancemos ahora hasta el final del capítulo 1 de Proverbios y leamos el versículo 32, que dice:

"Porque el desvío de los ignorantes los matará, la prosperidad de los necios los echará a perder"

Apartarse, alejarse de Cristo, el Salvador, el único que puede restaurar las vidas de las personas, es un suicidio espiritual. Y el último versículo de este capítulo 1, de Proverbios, el versículo 33, dice:

"Pero el que me escuche vivirá confiadamente, estará tranquilo, sin temor del mal."

Esta es una magnífica expresión. Parece estar dirigida a nosotros, que vivimos en la sociedad de la abundancia, aunque dentro de la misma haya, por supuesto, grandes desigualdades. Y en esa sociedad con frecuencia evaluamos a las personas por la casa en que viven, por el coche o coches que tienen, por el sueldo que suponemos que reciben, o por la cuantía que imaginamos tienen en el banco. ¿No estaremos disfrutando de la prosperidad de los insensatos? Cuánto necesitamos hoy aprender a oír, a escuchar con atención la Palabra de Dios. Y no solamente a oírla, sino también a ponerla en práctica, a cumplirla, a obedecerla. Sólo así podremos vivir confiada y tranquilamente, sin temor al mal, como bien dice este proverbio del versículo 33. ¡Quiera Dios ayudarnos a alcanzar esta sabiduría que Él quiere darnos!

Y aquí, estimado oyente, vamos a detenernos por hoy. Dios mediante, en nuestro próximo programa, continuaremos con este estudio de Proverbios y comenzaremos con el capítulo 2. Le sugerimos que lo lea antes de nuestro próximo encuentro para estar así familiarizado con su contenido. Le invitamos pues, a acompañarnos.

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