Estudio bíblico de Isaías Introducción
Isaías - Introducción
Estamos entrando ahora en una sección completamente nueva de las Sagradas Escrituras, y es la sección profética. Con esto no queremos decir que la profecía comenzó con Isaías, porque ya hemos visto profecías en el Antiguo Testamento así como también en el Nuevo Testamento: En el Antiguo Testamento tenemos profecías en el Pentateuco, que fueron escritas por Moisés. Aunque el elemento predictivo ocupa mucho lugar en esta sección, los profetas fueron más que hombres que predijeron el futuro. Fueron hombres llamados por Dios en tiempos de decadencia cuando ni el sacerdote ni el rey eran un canal digno a través del cual las expresiones de Dios pudieran fluir.
Estos libros de profecía también contienen historia, poesía y ley, pero su mensaje principal es la profecía. Cada escritor, desde Isaías hasta Malaquías, fue un profeta de Dios. Existe hoy una división artificial en cuanto a los profetas, al haberlos designado profetas mayores y profetas menores. Ahora, en lo que a nosotros se refiere, todos los profetas eran mayores. Y ninguno de ellos se puede considerar como menor. Esta división artificial fue determinada por la extensión del libro, y no por su contenido. Algunos de los llamados profetas menores son como pequeñas bombas nucleares. Los libros son breves en extensión, pero su contenido tiene mucho poder.
Estos hombres, los profetas, no sólo hablaron de eventos que tendrían lugar en un futuro distante, sino que también hablaron sobre acontecimientos locales del futuro inmediato. Tuvieron que hablar de esa manera para poder hacer frente a los requisitos que para el oficio profético Dios había determinado en el código Mosaico. El libro de Deuteronomio incluyó códigos para el sacerdote, el rey y el profeta. Observemos el código del profeta, que se encuentra en Deuteronomio 18:20-22, y que dice: "20El profeta que tenga la presunción de pronunciar en mi nombre una palabra que yo no le haya mandado pronunciar, o que hable en nombre de dioses ajenos, ese profeta morirá. 21Tal vez digas en tu corazón: ¿Cómo conoceremos que esta no es palabra del Señor? 22Si el profeta habla en nombre del Señor, y no se cumple ni acontece lo que dijo, esa palabra no es del Señor. Por presunción habló el tal profeta; no tengas temor de él". Si el evento local no transcurría exactamente como el profeta había predicho, ese profeta era señalado como un profeta falso y como tal era tratado. Usted puede tener la seguridad de que no hay ningún mensaje de un falso profeta en las inspiradas Sagradas Escrituras.
Si usted hubiera vivido en los tiempos de Isaías, ¿cómo habría sabido usted que un determinado profeta era un profeta verdadero? Usted le habría juzgado de acuerdo con sus profecías locales. Él no hablaba sólo de eventos de un futuro distante, como la primera y segunda venida de Cristo, sino también de eventos locales que ocurrirían en un futuro inmediato. Si estas predicciones locales no hubieran ocurrido exactamente en la forma en que fueron pronunciadas, el hombre que las anunció habría sido reconocido como un profeta falso y en consecuencia, habría sido apedreado.
Los libros proféticos están llenos de profecías locales ya cumplidas. Todos los profetas anunciaron profecías locales para probar que eran genuinos. Recordemos que es necesario hacer una distinción marcada entre la profecía cumplida y la no cumplida. Cuando una profecía era anunciada por primera vez, por supuesto, era una profecía incumplida. Desde el tiempo en que las profecías fueron anunciadas, muchas de ellas se han cumplido. Una de las grandes evidencias de que estos hombres estaban comunicando las palabras de Dios, fue que cientos de esas profecías han sido cumplidas, y cumplidas literalmente.
El hombre no puede adivinar el futuro. Incluso a veces los informadores de las precisiones meteorológicas, con la ayuda de toda clase de dispositivos mecánicos, informáticos o científicos, tienen a veces dificultades para emitir pronósticos acertados.
La ley de la probabilidad compuesta prohíbe al hombre predecir el futuro sistemáticamente. Cada elemento incierto que se añada decrece su posibilidad de exactitud en un cincuenta por ciento. El ejemplo de cientos de profecías que se han cumplido literalmente apela de forma elocuente a la mente honesta del buscador sincero de la verdad. La profecía cumplida es una de las pruebas infalibles de la inspiración verbal y plena de las Sagradas Escrituras.
Ahora, a modo de ilustración, supongamos que yo hago una profecía y digo que mañana va a llover. Amigo oyente, yo tengo un 50% de probabilidades de acertar ya que, o va a llover, o no va a llover. Ocurrirá una de esas dos opciones, eso es seguro. Supongamos ahora que añado un elemento más a mi profecía y lo que digo es: "Mañana va a llover y comenzará a las 11 de la mañana". Entonces, reduzco otra vez mis posibilidades de acertar en otro 50 %, pero aún me queda un 25% de posibilidades de acertar. Pero no me detengo aquí, y no sólo predigo que va a comenzar a llover a las 11 de la mañana, sino que también anuncio que dejará de llover a las 3. En ese caso he reducido mis posibilidades otra vez y sólo me queda un 12% de posibilidades de acertar. Y si continúo añadiendo elementos de predicción inciertos hasta que llegue a un total de 300 profecías, usted puede darse cuenta de que ellas nunca se cumplirán literalmente. Ningún ser humano podría adivinar de esa manera. Sólo el Espíritu de Dios podría facilitar esa información. Una persona no tendría la más remota posibilidad de acertar tantas veces y, sin embargo, la Palabra de Dios tiene más de trescientas profecías sobre la primera venida de Cristo, que se han cumplido literalmente.
¿Por qué dio Dios tantas profecías sobre la primera venida de Cristo a la tierra? Hay una respuesta lógica y obvia. La llegada de Jesucristo a la tierra era un evento de la máxima importancia. Dios no quiso que a los israelitas se les pasara por alto semejante acontecimiento. Y Dios le señaló, le distinguió con tanta claridad que Israel no tendría excusa para no reconocerle cuando estuviera aquí en la tierra.
Ahora también podemos ilustrarlo con otro ejemplo sencillo. Supongamos que yo estoy invitado a su ciudad y que llegara al aeropuerto, en el cual usted me recogerá. Pero, como usted no me ha visto nunca antes me pregunta, ¿cómo le vamos a reconocer entre tanta gente que llegará al aeropuerto a esa misma hora? Entonces yo le describiría los colores de la ropa con que iré vestido, la actitud o movimientos que haré con las manos, o al primer lugar al que me dirigiré. Incluso le diría, para que no quepa ninguna duda, las primeras palabras que pronunciaría al que venga a mi encuentro para saludarme. Con todos esos datos, con toda seguridad, que sería reconocido.
Cuando el Señor Jesucristo vino hace más de 2.000 años, aquellas personas que tenían el Antiguo Testamento y que conocían el Antiguo Testamento, tendrían que haberle estado esperando en el mesón de Belén, o por lo menos pendientes de la noticia de Su nacimiento, porque tenían toda la información que necesitaban. Y cuando aparecieron los magos del oriente buscando al Señor Jesús, los israelitas, al menos, tendrían que haber estado lo bastante interesados como para querer viajar con aquellos viajeros del oriente en sus camellos para comprobarlo por ellos mismos. ¡Ah, cuán importante era Su venida, y Dios la había predicho con tanta claridad!
Los profetas eran muy nacionalistas. Ellos reprendían el pecado de la adoración pagana tanto en los lugares altos como en los lugares bajos. Ellos advirtieron a la nación. Le rogaron a un pueblo orgulloso que se humillara y volviera a Dios. El fuego y las lágrimas se mezclaban en su mensaje, que no era sólo catastrofista, porque ellos vieron el Día del Señor y la gloria que seguiría después. Todos ellos miraron a través de las tinieblas hacia el amanecer de un nuevo día, y en la noche del pecado, ellos contemplaron la luz del Salvador y Soberano que venía. Ellos vieron al reino del milenio acercarse en toda plenitud. Su mensaje debe ser interpretado antes de lograr una comprensión del reino en el Nuevo Testamento. La perspectiva correcta del reino debe ser obtenida a través de los ojos de los profetas del Antiguo Testamento.
Ahora, debemos decir que los profetas no eran superhombres, ellos eran hombres con sus pasiones, como nosotros, pero ellos, hablaban de parte de Dios, y su mensaje es aún la infalible e inspirada Palabra de Dios. Como nos dijo el apóstol Pedro, en su primera epístola, capítulo 1, versículos 10 y 11: "Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, procurando saber qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos."
Y luego leemos nuevamente en la segunda epístola del apóstol Pedro, capítulo 1, versículos 15 al 21, lo siguiente: "También yo procuraré con diligencia que, después de mi partida, vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas. No os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad, pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo."
Fue William Cowper quien dijo: "Dulce es el arpa de la profecía; demasiado dulce para ser perjudicado por el simple toque humano".
La mayoría de los profetas se movieron en una órbita de oscuridad y anonimato. No proyectaron sus personalidades en la profecía que proclamaron. Jeremías y Oseas fueron la excepción a esta regla, lo cual veremos cuando estudiemos sus libros. Isaías nos dejó muy poca historia sobre sí mismo. En su libro hay unas escasas referencias a su vida y ministerio. En Isaías 1:1, nos dio la época en que transcurrió su vida: los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, todos ellos, reyes de Judá. En Isaías 6, el profeta registró su llamado personal y la comisión que recibió.
Los días en los cuales Isaías profetizó no fueron los más oscuros en el reino de Judá, desde un punto de vista interno. Uzías y Ezequías fueron gobernantes progresistas que procuraron servir a Dios. Pero los tiempos eran extremadamente difíciles debido a la amenaza del formidable reino de Asiria en el norte. El reino del norte de Israel ya había sido conducido al cautiverio.
Los capítulos 36 al 39 de Isaías registraron la sección histórica del ministerio de Isaías durante la crisis que se produjo cuando el ejército de Asiria rodeó a la ciudad de Jerusalén. Aparte estas pocas secciones personales, Isaías permaneció en la sombra, al señalar a Otro que vendría, Aquel que sería la luz del mundo.
Hay quienes piensan que Isaías pertenecía a la familia real de David. Ésta no es más que una suposición, y ciertamente no puede ser probada. Igualmente, se ha dicho que fue aludido en Hebreos 11:37, como uno de los que fue aserrados.
Sean estas suposiciones ciertas o no, lo cierto es que ciertos críticos han "aserrado" al profeta Isaías como el autor de este libro. Han elaborado la lamentable teoría de que hay varios Isaías. De acuerdo con esta teoría, el libro fue producido por escritores anónimos, de los que escriben para provecho de otros, y a esas partes de Isaías las han denominado "Segundo-Isaías" y "Tercer-Isaías". El libro no da lugar a ser fraccionado de esta manera, porque el Nuevo Testamento cita de todas las secciones del libro y reconoce un solo Isaías.
Un amigo nuestro que ha realizado un estudio profundo de los rollos descubiertos en el Mar Muerto, nos ha dicho que Isaías es el rollo con el cual los investigadores trabajan más. Hay una gran sección sobre Isaías que se conserva intacta, y sólo se ha descubierto un solo Isaías. Resulta interesante que el Señor guió a un joven pastor de ovejas que descendió hasta cierto lugar para descubrir una vasija de barro en Qumram, junto al Mar Muerto, y descubrir un rollo que ha confundido a los críticos. Este hecho de que un descubrimiento arqueológico ha descolocado a los críticos, ha ocurrido en varias ocasiones, lo cual demuestra que Dios se ocupa de defender la integridad de Su Palabra. En nuestro próximo programa ampliaremos este tema de la unidad del libro.
La profecía de Isaías es sorprendentemente similar a la organización de la totalidad de la Biblia. Esta similitud puede verse en la siguiente comparación:
LA BIBLIA - ISAÍAS
66 Libros - 66 capítulos
39 Libros-Antiguo Testamento - 39 capítulos - Ley, gobierno de Dios
27 Libros-Nuevo Testamento - 27 capítulos -Gracia, Salvación de Dios.
Hay 66 citas directas de Isaías en el Nuevo Testamento, aunque algunos han encontrado 85 citas y alusiones a Isaías en el Nuevo Testamento. 20 de los 27 libros del Nuevo Testamento tienen citas directas. Isaías está entretejido en el Nuevo Testamento, así como un hilo de color brillante está entretejido en una hermosa tela. Isaías es distinguible y destacado en el Nuevo Testamento. Isaías está cincelado en la roca del Nuevo Testamento con la poderosa herramienta del Espíritu Santo. Isaías fue utilizado para reforzar y ampliar los pasajes del Nuevo Testamento que hablan de Cristo.
El interludio histórico, es decir, los capítulos 36 al 39, deja la meseta elevada de la profecía y desciende al registro de la historia. Incluso la forma del lenguaje es diferente, está expresado en forma de prosa, en vez de poesía.
La tercera y última división (capítulos 40 al 56) regresa a la forma poética pero se encuentra en contraste con la primera sección principal. En la primera tenemos el juicio y justo gobierno de Dios; y en la última, tenemos la gracia de Dios, el sufrimiento, y la gloria que seguirá. Aquí es todo gracia y gloria. El ruego inicial Consolad del capítulo 40:1, fija el modo y el ritmo.
Fue esta sección la que causó que ciertos críticos postularan la hipótesis del Segundo Isaías. Un cambio en el tema no necesariamente indica un cambio de autor. Resulta interesante recordar que durante casi dos mil años no se elevó ni una sola voz aludiendo a un Segundo Isaías. El Evangelista Juan se refirió a esta sección como escrita por Isaías, como podemos comprobar en Juan 1:23. También el Señor se refirió a esta sección como escrita por Isaías, como podemos ver en Lucas 4:17-21. Además, Felipe utilizó un capítulo de esta sección para ganar al etíope para Cristo, como podemos ver en el libro de los Hechos de los Apóstoles 8. Y hay otras numerosas referencias que confirman la autoría de Isaías.
Isaías profetizó muchos eventos locales. Cuando Jerusalén estaba rodeada por el ejército asirio, Isaías pronunció una profecía arriesgada. Dice Isaías 37:33, "Por tanto, así dice el Señor acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad ni arrojará saeta sobre ella: no vendrá delante de ella con escudo ni levantará contra ella baluarte". También veamos la profecía de Isaías sobre la enfermedad de Ezequías, en Isaías 38.
Hay otras profecías que no fueron cumplidas durante la vida de Isaías, pero en la actualidad, ya se han cumplido. En esta categoría tenemos, por ejemplo, sus profecías sobre la ciudad de Babilonia. Dice Isaías 13:19-22: "Y Babilonia, hermosura de reinos, gloria y orgullo de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación; no levantará allí su tienda el árabe ni los pastores tendrán allí su majada, sino que dormirán allí las fieras del desierto y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán los avestruces y allí saltarán las cabras salvajes. En sus palacios aullarán las hienas y los chacales en sus casas de deleite. Su tiempo está a punto de llegar; no se prolongarán sus días".
En la próxima oportunidad, Dios mediante, vamos a continuar con la introducción e este libro del profeta Isaías, ampliando un poco algunas citas Bíblicas citadas en este programa, repasando algunos conceptos, y añadiendo más datos a esta introducción, acercándonos algo más al personaje de este libro, es decir, al profeta Isaías. Así es que le invitamos a acompañarnos en nuestro próximo estudio. Mientras tanto, permítanos recordarle que esperamos se ponga en contacto con nosotros para aclarar cualquier duda. Estas profecías tan importantes que estamos estudiando contienen mensajes muy importantes, que podemos aplicar en nuestra vida diaria; mensajes que fortalecen nuestra confianza en Cristo y en Su obra de redención, y que renuevan nuestra confianza en el cumplimiento de todas las profecías de la Biblia.
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